Astorga (León)

Decenas de personas se agolpan a las puertas de la iglesia parroquial Puerta de Rey, en Astorga. Ni un alma más cabe en el interior de esta basílica que a las cinco de la tarde del miércoles despide en una misa funeral a María Isabel Alonso.

Las coronas de flores inundan el recinto y entre sollozos los vecinos comentan lo ocurrido. Eran las 2:40 horas de la madrugada de este martes cuando Ángel Arias, policía nacional jubilado de 69 años, descerrajó dos disparos contra su esposa, de 62, arrebatándole la vida. Maribel murió en el acto. Seguidamente, el supuesto asesino subió hasta la segunda planta del mismo edificio e intentó matar a Jesús González, de 60 años, padre de familia y vecino del bloque. Tras dispararle en el hombro, sin ocasionar heridas graves, forcejeó durante unos minutos con él hasta que los servicios de emergencia llegaron -a las 2.49 horas- al lugar de los hechos. “Ha tenido que ser por celos”, comentan amigos íntimos de la familia.

El detonante del suceso, que finalizó con una víctima mortal y un herido, habría sido, un mensaje de whatsapp entre Maribel y Jesús González, que padece una dolencia cardiaca, según fuentes cercanas al entorno de la mujer.

Funeral por María Isabel en la iglesia parroquial Puerta de Rey Beatriz Yubero Astorga (León)

En este caso los celos habrían motivado una discusión que acabó del peor de los modos posibles. El matrimonio se encontraba en proceso de divorcio desde el pasado mes de mayo aunque seguían compartiendo el mismo domicilio conyugal. Según confirma la Subdelegación del Gobierno de León a EL ESPAÑOL, no se registraron denuncias por violencia de género previas al crimen. “La separación es el momento más peligroso para las mujeres. Unos mensajes de whatsapp tan sólo fueron el detonante de un problema mucho más profundo. Lo que realmente temía el agresor era no tener el control sobre su mujer”, explica a este periódico Bárbara Zorrilla, psicóloga experta en violencia de género y Premio de Comunicación 2018 del Colegio Oficial de Psicólogos. De hecho, según comentan amigos del agresor, éste “se encontraba en tratamiento farmacológico para controlar un problema de nervios desde hace algún tiempo”.

Sin denuncias previas

Maribel, de 62 años, deja dos hijos: Iván y Laura y una nieta de un año y medio, Triana. Aunque era originaria de la localidad de Librán, en la comarca del Bierzo (León), residía desde hace décadas en la capital maragata, Astorga. Los vecinos la definen como una mujer reservada, en parte introvertida. Todo lo contrario a su marido. El policía gozaba de cierta popularidad en el municipio, donde había desarrollado su carrera de policía en la comisaría de Astorga. “Él no era capaz de matar a una mosca, era un hombre educado y extrovertido”, asegura un íntimo amigo del supuesto agresor. Un patrón que, según la psicóloga, se repite en los casos donde existe violencia de género previa: “Nos sorprende lo ocurrido porque no hemos sido testigos del día a día de la pareja pero es muy probable que hubiera una relación de malos tratos previa y que no existiera denuncia al respecto. En este caso vemos cómo de nuevo se cumple el doble patrón del maltratador: el hombre extrovertido, educado, amable de cara a la sociedad; sin embargo, a solas es cuando muestra su verdadera cara”.

Ángel Arias, presunto autor del crimen

Desde que se jubiló, Arias se dedicaba a la apicultura mientras que su mujer, Maribel, era ama de casa y esporádicamente trabajaba en algún comercio de la zona. Desde hacía meses estaba entregada a su hija Laura, cantante de orquesta, que había sufrido un divorcio “muy complicado”, según califican los vecinos. Pese a todo la pareja no mostraba las dificultades por las que atravesaba su propio matrimonio de cara a la galería. “Ella era una mujer muy guapa y elegante. Iban a bailar juntos a la sala de fiestas que hay cerca del hospital. Allí estuvieron hace un par de semanas”, asegura cabizbajo Pepe, que está sentado en un pollete frente a la iglesia. “Jamás se escuchó una voz ni un grito en esa casa”, interviene una vecina de la pareja. Algo poco probable según la experta que aclara que,“el hecho de que quisiera asesinar a su vecino demuestra que quería vengarse de él porque lo veía como una ofensa, un rival que le había quitado lo que él más quería”.

“Tuvo que ser una discusión muy fuerte, le pillaría con otro”, comenta otro grupo vecino en las inmediaciones de la iglesia. Una actitud crítica hacia la víctima, que según la psicóloga se repite con frecuencia en la sociedad: “La violencia -explica Zorrilla- es injustificada. Culpabilizar a la víctima es una respuesta social que se produce con frecuencia por desconocimiento sobre la violencia de género. Es algo que no sólo perjudica a la familia y al entorno de la asesinada, sino a las futuras víctimas de violencia de género que quieran denunciar una situación similar”. Este miércoles, el Juzgado de Instrucción número 1 de Astorga ha decretado prisión provisional, comunicada y sin fianza para el presunto asesino, después de que permaneciera 36 horas detenido en la comisaría de la ciudad.

María Isabel Alonso es la vigésimo sexta mujer asesinada por un hombre desde que comenzó el año. En España, en 2018, también han sido asesinadas María Judith Martins Alves, de 57 años; Paula Teresa Martín, de 40; Cristina Marín, de 24; Ati, de 48 ; María Isabel Fuente, de 84; Martha Arzamedia de Acuña, de 47; Raquel Díez Pérez, de 37; Jénnifer Hernández Salas, de 46; Laura Elisabeth Santacruz, de 26; Pilar Cabrerizo López, de 57; María Adela Fortes Molina, de 44 años; Paz Fernández Borrego, de 43; Dolores Vargas Silva, de 41; María del Carmen Ortega Segura, de 48 años; Patricia Zurita Pérez, de 40; Doris Valenzuela, de 39; María José Bejarano, de 43; Florentina Jiménez, de 69; Silvia Plaza Martín, de 34,; María del Mar Contreras Chambó, de 21; Vanesa Santana Padilla, de 21; María Soledad Álvarez Rodríguez, de 49; Josefa Martínez Utrilla, de 43; Magdalena Moreira Alonso, de 47, y una mujer de 40 años que no ha podido ser identificada.

La serie 'La vida de las víctimas' contabilizó 53 mujeres asesinadas sólo en 2017. EL ESPAÑOL está relatando la vida de cada una de estas víctimas de un problema sistémico que entre 2003 y 2016 ya cuenta con 872 asesinadas por sus parejas o exparejas.