Marc era un tío noble, con el corazón de oro. Qué te puedo decir de él… que le encantaba ir con su moto de aquí para allá y adoraba jugar al baloncesto. Todo el mundo le conocía porque participaba en muchas de las cosas que se organizan en Arenys de Munt. ¡Ah! Y que le encantaba todo lo que tuviera que ver con la naturaleza. Eso le unía mucho a Paula, una chica encantadora, sonriente, que amaba a los perros. ¿Quién podría hacerles algo así...? Qué tragedia, qué tragedia”.

Aquellos que conocían a Paula y Marc dicen que eran “tal para cual”; Piua y Putu, les llamaban sus amigos más cercanos, como un apelativo cariñoso. Quien arranca este reportaje es una chica de 20 años, pelo moreno y ojos enrojecidos, que apura una consumición en el bar El Rebost de l’Ávia de Arenys de Munt, localidad de 8.000 habitantes en la provincia de Barcelona. Este es el punto de encuentro de los jóvenes del pueblo. Marc era uno de ellos.

“¡No es posible, si es que no tenían nada malo con nadie!”, resume la muchacha, consternada por las últimas noticias. Porque desde el pasado 24 de agosto, el pueblo vive con el corazón en un puño. Es la fecha en la que Marc Hernández y Paula Mas, de 23 y 21 años, desaparecieron en las inmediaciones de Susqueda (Girona). Este martes, los Mossos d'Esquadra localizaron dos cuerpos en el pantano. El viernes, el informe forense confirmó todas las sospechas: los dos cadáveres son los de Marc y Paula. De ellos dicen que eran "dos ángeles", dos personas "sin maldad alguna". Y el criminal, a sangre fría, mató a ambos y trató de deshacerse de ellos hundiéndolos en el agua.

Panorámica del pantano de Susqueda, donde se encontraron dos cuerpos; arriba, Marc y Paula. G. Araluce

Las pesquisas arrancaron en el mismo instante en que las familias de los jóvenes denunciaron su desaparición. Primero apareció el coche en el que habían viajado, un Opel Zafira de color azul. Estaba en el fondo del pantano con piedras dentro y con la documentación de los chavales. Alguien lo había empujado bajo el agua, buscando deshacerse de las pistas. A los pocos días apareció el kayak con el que Marc y Paula pretendían recorrer el pantano. Estaba pinchado, también hundido y con rocas que impedían su flotación.

“Y esta semana…”, lamenta la joven de Arenys de Munt. No le salen las palabras para decir que los Mossos localizaron en el agua dos cadáveres con signos de violencia. Que eran los de Marc y Paula. Estaban desnudos. El cuerpo de Marc estaba hundido con una mochila llena de piedras. El de Paula también había estado atado a una bolsa, pero ya se le había soltado y flotaba sobre la superficie.

“¿Quién les ha podido hacer algo así? ¿Y por qué?”, clama compungida la joven amiga de Marc. Los Mossos trabajan en forecer una respuesta. Por eso investigan a los cazadores furtivos de la zona. Tampoco se descarta el móvil sexual.

Marc: motero y “pura energía”

En Arenys de Munt se respira el duelo. Sus vecinos apenas son capaces de coger aire, de asimilar los últimos acontecimientos. En la plaza de la Iglesia, ajenos a la tragedia, los chiquillos juegan al balón; en los establecimientos y en los lugares que frecuentaba Marc… “No podemos creerlo”, apunta la camarera de un bar de la Rambla Francesc Macià, una calle sin asfaltar que articula como una columna vertebral la geografía del pueblo. “Era un chaval muy educado, siempre sonriente, pura energía positiva”.

Marc Hernández y Paula Mas salían juntos desde hacía varios meses.

Al preguntar por Marc, lo primero que responden los vecinos de Arenys es su implicación en las Catecolònies, unos campamentos de verano que reúnen a casi toda la población infantil y juvenil del pueblo. Los organizadores de este encuentro destacan que, con ellos, se pretende promover la participación, solidaridad y convivencia entre los muchachos.

“Marc reunía todas esas condiciones”, apunta uno de sus compañeros. De él recuerda la pasión con la que explicaba los elementos de la naturaleza: cómo eran los bosques que les rodeaban, qué vegetación formaba parte de ellos, los animales que los habitan…

El joven pretendía convertir esa pasión en el motor de su existencia. Por eso había estudiado un grado de técnico forestal en Casa Xifra, escuela ubicada en Santa Coloma de Farners. Actualmente no trabajaba y andaba en busca de empleo. “Quería encontrar algo por esta zona, para así estar cerca de sus padres y de su hermana, a los que adoraba, y de su novia, Paula -describe un amigo de la familia-. Son todos tan buenos… nadie se merece algo así, pero ellos, menos que nadie”.

Muchos recuerdan a Marc a bordo de su moto de trial. Desde muy joven había desarrollado su afición por recorrer los caminos y montes cercanos a dos ruedas. “Podía pasarse horas con la moto. Daba vueltas y vueltas, conociendo rincones nuevos. Cuando encontraba uno que le gustaba, se paraba a respirar la paz de esos lugares”, afirma este amigo del joven. Conocía la región como la palma de la mano. Y trabajar como técnico forestal era, en cierto modo, su manera de cuidar el entorno que tanto amaba.

A la derecha, el bar El Rebost de l'Àvia, en Arenys de Munt, donde se reúnen los jóvenes del pueblo.

En sus horas libres, Marc mataba el tiempo jugando a baloncesto. “Su otra gran pasión”, describen sus allegados. La mayoría de las veces practicaba este deporte en Arenys de Mar, el pueblo vecino. El joven iba hasta allí, cómo no, a bordo de su moto de trial. En definitiva, “un chico muy sano, sin malas aficiones”, afirman con contundencia sus amigos.

Suyo era el kayak con el que los dos jóvenes tenían previsto disfrutar del pantano de Susqueda. La embarcación, hinchable, había estado pinchada hasta las vísperas del viaje. El propio Marc se había encargado de repararla.

Marc tenía una gran afición a montar en su motocicleta de trial.

En el pueblo de Paula

Cabrils es el pueblo natal de Paula Mas. Hay una media hora en coche desde Arenys de Munt. El camino discurre junto a la costa mediterránea, salpicada de ciclistas y moteros.

Si el mutismo imperaba en Arenys de Munt, esta circunstancia es todavía más notoria en Cabrils. Entre los vecinos existe una especie de pacto de silencio, resignados a la presencia de periodistas desde hace más de un mes, cuando desaparecieron los dos jóvenes. La desolación casi se puede palpar con los dedos tras confirmarse que los dos cuerpos encontrados en Susqueda son los de Marc y Paula. El Ayuntamiento ha decretado dos días de luto oficial.

Paula, de 21 años, era vecina del municipio de Cabrils.

“Lo de Paula ha sido un palo duro, muy duro”, advierte una mujer desde un bar próximo al ayuntamiento. Y lanza una hipótesis sin respuesta: “Quién sabe qué vieron o con quién se encontraron para que quisieran quitarlos de en medio de ese modo”.

Paula, como Marc, era amante de la naturaleza. Había habilitado su coche, un Opel Zafira azul de grandes dimensiones, para pasar varios días durmiendo en su interior. Los asientos eran abatibles y en la parte de atrás había instalado un colchón sobre el que dormir. Este es el vehículo que se encontró en el fondo del pantano.

Paula había adaptado el Opel Zafira para dormir en él.

Era habitual encontrarse a Paula con su perro, al que se llevaba a las excursiones con sus amigas. En esta ocasión, como iba a pasar varios días en Susqueda junto a Marc, había decidido dejarlo en casa.

“Llevaban varios meses saliendo juntos”, describe una conocida. “Piua se encontraba en un buen momento, con mucha estabilidad… Se le veía contenta, siempre rodeada de sus amigas. Ella era el alma del grupo, la que proponía los planes, la que animaba a todas las demás… No sé qué buscaría el asesino, pero a la familia de la chica la han dejado sin uno de sus pilares”.

La joven trabajaba desde hacía siete meses en la pizzería Carpi, en Vilassar de Mar. “Una chica única”, describen sus compañeros, que “no había faltado ni un solo día a su puesto”: “Lo siento, no vamos a decir nada más, estamos destrozados”.

La pizzería Carpi, en la que trabajaba Paula.

La sangre fría del criminal

Los Mossos d’Esquadra tienen varias pistas sobre la mesa para intentar esclarecer uno de los casos más complejos y truculentos con los que se han encontrado en los últimos años. Saben que los dos jóvenes fueron asesinados y que sus cuerpos están llenos de una violencia descomunal.

Los cadáveres están muy dañados tras haber pasado un mes en el agua. Es por eso que los Mossos han tardado tres días en confirmar la identidad de los fallecidos. De acuerdo a los primeros informes, el cadáver de la joven presenta una herida de bala en la cabeza.

La hipótesis del crimen es la que había cobrado más fuerza desde un primer momento. Las familias de los jóvenes no creían que estos hubieran decidido fugarse. Por qué, si no, se habría encontrado la documentación de ambos en el interior del coche. 

En el interior del vehículo, que tenía las ventanillas subidas, se encontraron piedras. Todo hace pensar que alguien empujó el Opel Zafira hasta el agua. El vehículo estaba a unos siete metros de profundidad; de no ser porque chocó contra una roca, habría descendido hasta los 35 metros con los que cuenta el pantano. El asesino -o asesinos- trataron de borrar todo rastro del crimen.

Tampoco se consideró como probable la posibilidad del suicidio pactado. En el Opel Zafira se encontró un cuaderno personal de la joven, con anotaciones recientes, y en ninguna de ellas hacia referencia a un fatal desenlace inminente.

Los últimos kilómetros hasta el pantano de Susqueda circulan por una carretera mal asfaltada.

Ahora, con la confirmación de que los dos cuerpos son los de Paula y Marc, los Mossos se afanan en saber quién y por qué pudo cometer un crimen que supera las historias más crueles de las novelas negras. Y cómo pudieron tener la sangre fría para arrojar los cuerpos lastrados por piedras, el coche y el kayak al fondo del pantano.

Desaparecieron en una zona "poco recomendable"

El lugar en el que se localizaron los cuerpos “no es muy recomendable”, apuntan los pocos vecinos que todavía viven en Susqueda. Es una zona de difícil acceso y, para alcanzarla, es necesario recorrer con un todoterreno un camino tortuoso durante una hora.

Allí hay varias masías abandonadas, tras décadas de despoblación. Las viviendas, en muchos casos, están ocupadas “por gente dudosa”. También es el escenario en el que se reúnen los jóvenes para celebrar fiestas tipo rave. En las inmediaciones, además, hay un centro de rehabilitación de drogadictos.

Los cuerpos de los dos jóvenes aparecieron en una zona "poco recomendable" del pantano de Susqueda.

La zona es conocida por la presencia de cazadores. “Aquí hay superpoblación de jabalíes”, detalla una mujer en conversación con EL ESPAÑOL. Según explica en ocasiones se registran incidentes entre furtivos –aquellos que no tienen la documentación para practicar la caza- y las autoridades. Los Mossos trabajan en esta línea de investigación como una de las hipótesis en el crimen. Tampoco se descarta el móvil sexual, que el supuesto asesino (o asesinos) se encontrase a los dos jóvenes durmiendo en la furgoneta y pretendiese cualquier tipo de abuso.

Por el momento, los agentes rastrean las señales de repetición en busca de los teléfonos móviles que se movieron por la zona en las fechas próximas a la desaparición. No es una carretera de paso, quienes pasan por el pantano de Susqueda van premeditadamente a esta zona, por lo que no hay tantos números que investigar.

Sea cual sea el motivo del crimen, en Cabrils y en Arenys de Munt viven agarrotados ante la falta de un desenlace. “El daño ya está hecho, pero al menos queremos saber el porqué”, lamenta una amiga del joven Marc. Apenas contiene la emoción y, con palabras entrecortadas, sentencia: “Se han llevado a dos personas que nos hacían ser mejores a los demás, dos ángeles. No han destrozado dos vidas, sino las de todos los que les conocíamos y queríamos”.

Marc Hernández y Paula Mas, en las fotografías difundidas por su familia.

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