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Fue un 28 de diciembre de 2004 cuando España por fin decidió proteger a la mujer frente a la violencia machista desde el ámbito legislativo. Unanimidad 320 votos a favor y José Luis Zapatero encabezando una ley histórica que Europa aplaudió. Ese año se cerró con 72 mujeres asesinadas, pero al siguiente, en 2005, la cifra bajó hasta las 57 víctimas mortales.

Aquel año todavía estaba todo por hacer. La ley orgánica contra la violencia de género suponía hacer funcionar los juzgados específicos, poner en marcha una Fiscalía y, sobre todo, concienciar a una sociedad que en su conjunto, hasta entonces, equiparaba cualquier tipo de violencia doméstica, al margen del sexo del agresor. De hecho, fue el Partido Popular quien aseguró que esta ley, de vanguardia en aquel momento, era "una operación de marketing del PSOE" que agravaba "el sexismo penal" porque las condenas eran mayores cuando un hombre ejercía violencia contra una mujer. Ahí comenzó a calar el término violencia de género, que se suscribía al ámbito de la pareja y que ponía de manifiesto que la violencia sistemática y mayoritaria era de él hacia ella. 

Efecto acumulación de casos

Sin embargo, las cifras también sirven para evaluar de manera cuantitativa cómo ha evolucionado un problema tan grave como el de la violencia machista. Diciembre de 2016 acabó con tres víctimas mortales en tan solo 48 horas y en el primer día de 2017 asesinaban a dos mujeres. Enero finalizó con siete víctimas y febrero fue un mes históricamente dramático: once mujeres asesinadas en 28 días. Eso suponía que cada dos días y medio un hombre asesinaba a una mujer. Ahí comenzó a gestarse el Pacto de Estado contra la violencia machista, que ha supuesto meses de diálogo entre los diferentes partidos políticos. También mayo, como enero, fue un mes llamativo: hasta siete asesinadas. Junio finaliza con tres, el mismo número que en junio de 2016.

Pero, ¿se puede decir que hay un repunte de violencia machista? Miguel Lorente, médico forense y exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género en el Ministerio de Igualdad durante la legislatura de Zapatero, afirma que sí: "El balance definitivo habría que hacerlo al acabar el año, pero con las cifras que tenemos por el momento sí se puede decir que hay un repunte de feminicidios. No ayuda el hecho de que constantemente haya hombres que banalizan este asunto y generan confusión diciendo que también hay denuncias falsas".

También es muy relevante el "efecto acumulación de casos", como apuntaba Nerea Novo, redactora del equipo de Feminicidio.net. "No conocemos las causas de por qué existen 'picos' de crímenes machistas en el marco de la pareja o expareja, pero hay un indicador que nos hace saltar todas las alarmas: la acumulación de casos en un periodo corto de tiempo", explicaba Novo en este artículo. Por ejemplo, 2016 se cerró como uno de los años con menos mujeres asesinadas desde 2003; sin embargo, los asesinatos de tres mujeres en 48 horas hacían saltar las alarmas sociales. Lo mismo ocurría en febrero: entre el 18 el 22 fueron asesinadas hasta seis mujeres. Y en junio ha sucedido algo similar: ninguna mujer había sido víctima mortal pero en solo un fin de semana (el del 24 y 25) tres mujeres han sido asesinadas por su pareja o expareja.

33 víctimas en seis meses

En total, en los primeros seis meses de 2017 han asesinado a 33 mujeres, según la contabilidad que realiza EL ESPAÑOL desde principios de año. Según las cifras oficiales, son 31 víctimas mortales. ¿Por qué? La actual ley de violencia de género (ley orgánica 1/2004) solo incluye los feminicidios íntimos: mujeres asesinadas por un hombre con el que mantenían o habían mantenido una relación. ¿Qué significa esto? Que hay dos casos que no se ajustan a ese marco. Corresponden a los de Ana y Hilda.

Ana era la hija de Ana Belén Ledesma. Ambas residían en Daimiel (Ciudad Real) y fueron asesinadas en febrero por la pareja de la madre. Su madre sí contabiliza como víctima de violencia de género, pero la hija, al no tener una relación íntima con su asesino, no. El otro caso es el de Hilda, asesinada por el novio de su sobrina en Caudete (Albacete) en mayo. Cuando Hilda supo que él había intentado estrangular a su sobrina, le denunció. El agresor, Ronald Alexander, fue a su lugar de trabajo y la asesinó. Como tampoco había una relación de pareja con Ronald Alexander, no se la incluye en la lista oficial. En EL ESPAÑOL decidimos contabilizarlas porque creemos que es parte de la lucha contra la violencia machista: en nuestra reconstrucción de la memoria histórica, ellas deben estar.

En 2016, en este mismo periodo, habían sido asesinadas 22 mujeres. Si comparamos esa cifra oficial con la oficial de 2017 vemos que la violencia machista ha aumentado en un 41% respecto al año anterior. De seguir esta grave tendencia en aumento (33 mujeres en seis meses), y aunque solo sean cálculos en abstracto, supondría terminar el año con cerca de 70 mujeres asesinadas. Eso significaría volver a niveles de hace diez años: en 2007 fueron 71 las víctimas mortales. En 2011 el número bajó a 61, en 2012 a 52, en 2013 y 2014 asesinaron a 54, en 2015 a 60 y 2016 terminó con 44 víctimas mortales.

También hay un incremento del número de menores asesinados: seis en total, una cifra que quintuplica a la del año anterior, según datos del Ministerio de Igualdad. En tres de los seis casos, los niños fueron asesinados junto a sus madres. Corresponden a las historias de Ana María Rosado (dos hijos) y Raquel López Airas (un hijo). Los otros tres pequeños fueron asesinados como castigo en vida a la progenitora. Corresponden a las historias de Noemí Dávila (su marido se tiró junto a la bebé de ambos desde una ventana del hospital La Paz), de Sara Bernal (su pareja asfixió al bebé de ocho meses y le pegó una paliza a ella) y del niño de once años cuyo padre asesinó a golpes ("te voy a dar donde más te duele", le había dicho el agresor a la madre). Además, 15 menores han quedado huérfanos después de que sus madres hayan sido asesinadas.

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