Ramiro Calle es muy conocido y respetado como el pionero del yoga en España. Desde 1971 más de 300.000 personas han pasado por su Centro de Yoga Shadak. Importantes gentes de la política, las finanzas y la farándula se han tendido y se tienden en sus esterillas, hay quien juega a llamarle incluso el gurú de las estrellas... Pero él rechaza briosamente este apelativo. Cierto es que cuando Ramiro Calle rechaza algo, lo rechaza sin juzgar. Ni siquiera al más famoso de sus acólitos, Rodrigo Rato, quien durante largos años practicó yoga y meditación en Shadak. Hace poco se encontraron casualmente por la calle y tuvieron ocasión de comentar el curioso acoso mediático al que el maestro ha llegado a ser sometido a cuenta del alumno. Claro que cuando uno ha regresado literalmente de la muerte bañado de humildad y de gracia, se dedica a cazar hombres santos como otros cazan recompensas y reconoce que su salvación puede estar en un gato al que inicialmente no quería ver ni en pintura, ¿cómo van a perturbarle las vanidades y los titulares del mundo?

¿Yo, el gran gurú del yoga en España? Yo siempre digo, si quieres insultarme, llámame gurú. Soy alérgico a los gurús. Yo soy un simple profesor de yoga, un instructor de meditación; también soy psicoterapeuta y doy sesiones privadas porque me formé durante diez o doce años con el psicoanálisis, pero en realidad yo no voy de gurú... El gurú puede ser una figura muy importante para la autorrealización, pero eso no tiene nada que ver con toda esta legión de falsos gurús que lo único que hacen es amasar dinero y fortalecer su ego.

¿Yo, el gran gurú del yoga en España? Si quieres insultarme, llámame gurú

Gurú significa “el que quita la oscuridad de la mente”. Podríamos discutir si está en la esencia de todo verdadero gurú no considerarse jamás como tal... Tengamos en cuenta que en primer lugar el gurú huye de toda pleitesía, de todo culto a su ego. El gurú lo que quiere es ayudar a otros a subir por la escalera hacia la cima de la consciencia, pero él sabe que si ayuda a otro, el otro también le está ayudando a él. Igual que la madre hace al hijo y el hijo a la madre, el gurú hace al alumno y el alumno hace al gurú. Es una interdependencia muy estrecha.

Foto: Dani Pozo

Es un tipo de preeminencia, de ascendente, que estaría por ejemplo en las antípodas de aquello a que nos tienen acostumbrados los políticos y los dirigentes de casi cualquier cosa hoy en día. Yo he dicho a menudo, y a menudo eso ha escocido, que los partidos políticos son sectas. Una secta es un grupo de personas con una ideología común que rinden culto a un líder, y ese líder impone constantemente sus criterios, sus opiniones.

Cuando mi maestro de Benarés Babaji Sivananda hablaba de los políticos, decía siempre de ellos: “Caca de vaca”. Porque la mayoría de los políticos, simplemente, no tratan de hacer un servicio a los demás, sólo a sí mismos. Por eso yo siempre digo que hay muchos gurús que son políticos frustrados o actores frustrados, y por eso se han metido a gurús de masas. Para hacer sitio a un ego desmedido, a un ego rascacielos, del que cree que nunca se equivoca y nunca admite que las convicciones de los demás también pueden ser esclarecedoras.

Cuando mi maestro de Benarés hablaba de los políticos, decía siempre de ellos, caca de vaca

Últimamente todo el mundo me pregunta por un antiguo político que ha sido muchos años alumno mío, Rodrigo Rato. Me lo encontré hace cuatro días casualmente por la calle y le dije: “Rodrigo, no sé si te lo imaginarás, pero desde que ha salido toda tu historia, a donde quiera que voy, a dar una entrevista, un curso o una conferencia, casi lo primero que en todas partes me preguntan es, cómo es posible que alguien que lleva treinta años en el yoga, se ha dejado arrastrar por el ego o por la codicia”.

Hace algunas semanas, durante tres días me estuvieron presionando a fondo desde el programa Espejo Público de Antena 3 para venir con una cámara a mi centro de yoga y que Susanna Griso me entrevistara desde el estudio, hablando exclusivamente de Rodrigo Rato. No me presté a ello y lógicamente Rodrigo Rato me lo agradeció. Pero ¿por qué no me presté yo a ello? Es muy sencillo. Por mi centro de yoga han pasado muchas personas. Un tanto por cierto son efectivamente personas muy conocidas, muy populares. Rodrigo Rato practicó conmigo durante años yoga físico y luego practicó meditación. ¿Quién soy yo para juzgar a mis alumnos? Eso sería totalmente indecoroso. Cada persona tiene que juzgarse sólo a sí misma. Dicen los maestros que tú eres siempre tu propio castigo... ¿qué peor castigo puede haber? Y en todo caso si alguien tiene que juzgarte no son los medios de comunicación sino los jueces.

Foto: Dani Pozo

Yo le decía a Rodrigo Rato el otro día, en este encuentro casual en la calle Don Ramón de la Cruz, tú has pasado de ser un icono sagrado a ser un icono maldito... Pero ¿dónde está el verdadero problema de esta sociedad que tanto favorece, a todos los niveles, la corrupción? Los políticos, al tener más poder y más destreza que el ciudadano medio para ser corruptos, pueden serlo mucho más. Pero el problema es general. Si no cambia la mente humana no puede cambiar el mundo. Porque la mente es el mundo. Si un reformador no cambia su mente, ¿qué reforma va a hacer? Si un revolucionario no modifica su consciencia, ¿qué revolución va a hacer? Si la mente sigue estando enturbiada y enfangada por la ofuscación, la avaricia y el odio, eso es lo que vamos a dar a los demás.

Durante tres días me estuvieron presionando a fondo desde Espejo Público para que Susanna Griso me entrevistara hablando de Rodrigo Rato. No me presté a ello. ¿Quién soy yo para juzgar a mis alumnos? Eso sería totalmente indecoroso

Si miramos atrás y hacemos un autoexamen riguroso del ser humano nos damos cuenta de que no hemos evolucionado psicológicamente y espiritualmente, como quien dice, absolutamente nada. Hemos evolucionado en la hipertécnica, en la medicina, pero no en nuestra consciencia. Por ejemplo, a la pregunta de por qué después de veinte años alguien como Rodrigo Rato no ha adquirido determinado tipo de conciencia, yo siempre respondo, porque depende mucho de por qué la gente va a la meditación. La meditación siempre tiene que ir conjuntada con la ética o virtud y con el desarrollo de la sabiduría y un entendimiento correcto. Pero sucede que mucha gente va a meditar sólo para adquirir más fuerza mental, más poder... Un poco como Darth Vader en La guerra de las galaxias... Se mueven en el lado oscuro de la fuerza y no unifican esa fuerza con la disciplina ética o mental. Recordemos a Mario Conde, que antes de caer en desgracia y de ir a la cárcel presumía de ser un experto en religiones orientales, de ser masón, etc. Claro, si toda esa sabiduría no se utiliza de forma adecuada o ética, si no hay una mente clara y un corazón tierno y compasivo, el poder puede llevar a las peores cosas.

Foto: Dani Pozo

Nunca se está lo bastante cerca de ser humilde. Cuando yo me pasé aquellos dos meses haciendo piruetas en el alambre entre la vida y la muerte, cuando llegaron a decir los médicos, no a mí, que estaba con parada cardiorrespiratoria e inconsciente, pero sí a mi familia, que me quedaban cuatro horas de vida, no más... Cuando a pesar de eso me pasé meses luchando en la UCI... Tuve entonces una serie de experiencias terribles a nivel inconsciente, pues como dicen los lamas tibetanos, en el inconsciente surge e irrumpe todo aquello que llevamos siglos y milenios arrastrando, todo ese magma del inconsciente colectivo... Yo fui torturado y masacrado durante semanas a través de esas experiencias, cuya vivencia era tanto o más real que la vida misma. Eran sueños muy vívidos, muy reales.

Pero lo que es de verdad importante es que cuando yo, finalmente, soy trasladado a planta y poco a poco me empiezo a recuperar, me embargaron dos sentimientos impresionantes: uno, la humildad. Nunca había sido yo tan consciente de nuestra vulnerabilidad, de nuestra fragilidad. Y el otro sentimiento fue darme cuenta de que lo único importante y lo único esencial es la compasión, el amor y el cariño. Yo estaba como un guerrero que acaba de volver de la batalla, adelgacé veintidós kilos, cuando me vi en el espejo, con un parche además en el ojo, porque veía doble, cuando me sentí tan endeble, que no podía casi caminar, le pedí a Luisa, mi compañera: sácame fotos de cómo estoy ahora, porque nunca quiero olvidar esto. Quiero utilizarlo como instrumento para que el ego nunca se dispare.

Cuando temo que el ego se me dispare, miro los papeles que garabateé estando al borde de la muerte, ni yo mismo entiendo mi letra, no hay mayor cura de humildad

Dejadme enseñaros algo que encontré ayer haciendo limpieza y fue un revulsivo tremendo. Encontré estos papeles que mi hermano me guardó. Están todos escritos por mí en los momentos terribles de estar muriéndome. En unos garabateo: "Esto es el infierno, matadme, sacadme de aquí...". En otros papeles ni yo mismo soy capaz de reconocer mi propia letra. Cuando te pasa algo así, salvo que tengas una conciencia de lechuga, tienes que reaccionar. Afortunadamente. Eso sí, siempre les digo a mis alumnos que ojalá no tengan que pasar por eso para cambiar la mente... Hay que aprovechar todas las dificultades que se presentan en la vida pues para eso, para modificar la mente. Para luchar contra la disociación de nuestra esencia que lleva a tantas y tantas personas a la neurosis.

Foto: Dani Pozo

¿Qué es el infierno, donde yo creía encontrarme? Yo creo que el infierno es esperar lo que no es. Cuando le preguntaron a un maestro, tú qué esperas, él contestó: lo que ocurre. Esa capacidad de lucidez, de intrepidez y osadía para asumir lo que es... Y desde allí, trabajar sobre uno. Pero nos han contado tantos cuentos que indudablemente ya nos hemos perdido de nosotros mismos. El camino del retorno requiere esfuerzo. Hay que volver a aprender a encarar la vida con esfuerzo y con dolor, que es de lo que hoy mucha gente huye. La gente no quiere esforzarse, sufrir ni tener paciencia. Cuando es la única manera de recuperarse a sí mismo. Y de volver a captar el alma de las cosas detrás de las apariencias, de lo que nos han enseñado que es real pero no lo es...

Hay que volver a aprender a encarar la vida con esfuerzo y con dolor, que es de lo que hoy mucha gente huye

Y ahora va y me pregunta usted, señorita, si es verdad, como se ha llegado a decir, que yo no eyaculo nunca, o que trato de evitarlo por todos los medios... Veamos. Yo he atravesado muchas fases de búsqueda interior. He pasado por todo, por sociedades esotéricas, por sociedades secretas, por movimientos espirituales, por el zen, por el tao, por todos los budismos, por todo lo imaginable... Por muchas, muchas sendas. Entre ellas, la senda del tantra y de la ascesis. La ascesis yo la he vivido muy a fondo, yo ahora peso por ejemplo 66 kilos pero llegué a pesar 96, me sometí a grandes ayunos porque además en la ascesis encontraba fuerza... También en el verdadero tantra, donde se puede tomar un camino, que es directamente la abstención sexual, como hacen los monjes o los renunciantes, o puedes practicar la sexualidad pero tratando de transformar el semen en lo que llaman la energía nutritiva del alma. Transformar la libido, que diría Freud, en energía de desarrollo interior y espiritual. Hay una serie de técnicas que se pueden practicar, yo las practiqué durante cuatro años y es verdad que durante cuatro año no me desparramé... La energía puede ir hacia abajo o hacia arriba, y ahí lo que haces es redirigirla hacia arriba, hacia el centro del entrecejo del entendimiento correcto...

Cada persona tiene que elegir su camino. Por ejemplo yo soy rigurosamente vegetariano, bueno, lácteo-vegetariano, tomo muchísima leche... Yo llegué a ser así hace veinticinco años por mí mismo, no porque nadie me lo impusiera. Si te lo imponen ya es terrible. Hay que ir llegando poco a poco a las cosas, a tus cosas. No hay que salir de una secta para meterse en otra. Cada uno tiene que desarrollar su propio discernimiento, su lucidez mental para optar.

Hay técnicas tántricas para no eyacular, yo las practiqué durante cuatro años y es verdad que durante cuatro años no me desparramé... La energía puede ir hacia abajo o hacia arriba, y ahí lo que haces es redirigirla hacia arriba

Y para acabar, hablemos de lo mejor: de los gatos. Concretamente de mi gato Émile. Cuando se suponía que yo ya no iba a volver a casa, porque había sido desahuciado y se suponía que me iba a morir, pues había un gato que me habían ofrecido, pero yo me había negado, no ya a acogerlo, sino ni siquiera a verlo. Pensaba que tener un gato en casa me iba a limitar mucho y eso era lo último que yo deseaba. Me insistían y me insistían, mira, que es un gato que ha sido maltratado, Luisa quería recogerlo, pero yo me negaba y me negaba. Cuando de verdad pareció, como digo, que yo no iba a volver a casa, ella aprovechó para acogerlo. Y desde el primer momento el gato se subía a la cama justo por mi lado. Luisa le reprendía pensando, como vuelva Ramiro y el gato se le suba encima, me la va a armar...

Finalmente yo volví a casa y sí, desde el primer momento, el gato Émile se me subía encima, se subía encima de mi pierna enferma, entre otras muchas secuelas tenía esa pierna que se me dormía y no la movía bien. Por las noches Émile estaba allí conmigo y me hacía una especie de reiki, aunque suene a broma. Se ponía sobre mi cabeza y movía la pata. Y como yo pasé un mes postrado en un sillón, recuperándome, Émile era mi eterno inspirador, revelador, compañero... Yo ni ponía la tele ni leía ni nada, sólo me dediqué ese mes allí tumbado a observar al gato encima de mí... Así vas descubriendo cosas que quien no haya convivido con un felino no se puede llegar ni a imaginar. Un gato es algo muy, muy especial. Se crea un vínculo empático muy fuerte. A mí mi gato es el que más me quiere porque es el único que no me juzga. Él no pierde un minuto acarreando rencores ni resentimientos o dejándose confundir por pensamientos innobles o poco bellos.

Foto: Dani Pozo

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