Pedro Ruiz (Barcelona, 1947). Fue el “enfant terrible” de la televisión. Creó el programa Estudio Estadio. Dejó la información por el humor. Pero TVE no le permitió que hiciera sus shows, encargándole un programa de entrevistas a famosos. Ahora, como en sus principios teatrales en la Universidad de Barcelona, sube a escena para poner en solfa la realidad española.

Después del paso por el Nuevo Apolo de Madrid, estoy de bolos con Eterno. La semana que viene, Bilbao. Luego, Granada y Palma. El humor en esta España está cortado, como el café. Por un lado, hay un instinto de supervivencia y, por otro, una cierta desesperanza. Y todo se combate con la pirueta de la ironía. Josep Pla cuando filosofaba, después de pensar un rato, decía: “Lo importante es que la paella tenga la sal justa”.

Al ciudadano lo observo con ganas de burlarse. Desde el escenario, antes percibía que había un poquito más de ira en la reacción de la gente, ahora hay unas ganas enormes de burlarse, de no tomarse en serio casi nada.

El 20 de diciembre se plasmó en números que el queso se había dividido en muchas partes. Hay siete millones de personas que votaron A, cinco y pico que votaron B y otros que votaron C, que van en el metro o están en el fútbol juntos, y los que les representan no se dan la mano, no se dedican a su profesión. Y todo esto se podría sustanciar diciendo que cada uno en nuestro trabajo nos comemos nuestro sapo.

Rajoy es un esperador profesional que cree que si no se pone nervioso se presentará a unas próximas elecciones

Y desde el 20 de diciembre a hoy este Campo de Agramante parece más que un sainete un esperpento tiznado de algún espíritu de la colmena y de la conveniencia.

Rajoy, en mi espectáculo Eterno, es protagonista en un trocito. Rajoy es un esperador profesional. Y como el que resiste gana, cree que si no se pone nervioso se presentará a unas próximas elecciones. Pienso, con mi amigo Jordi Évole, que Rajoy es un pez muy difícil de atrapar.

Foto: Dani Pozo

Sánchez no puede presumir mucho de sus números. El otro día coincidimos en uno de los homenajes que se han hecho al opositor al gobierno venezolano Leopoldo López. Y, claro, con 90 diputados no se puede levantar mucho la voz. Lo que pasa es que quizás por eso se convierte en una persona más aguerrida, para defender la propia posición que está en retroceso. Susana Díaz es posible que esté en la recámara. Las chicas saben muy bien jugar sus tiempos. Si fueran cuatro lideresas las que tuvieran que haber pactado, ya habría gobierno.

La gente valora el intento de Albert Rivera de ayudar y me parece un tipo bien intencionado, lo cual ya es mucho decir

Tras la gran eclosión del 15-M sin una voz que ponga orden en la irritación y en la indignación, alguien hace un decálogo, y se lleva no solamente a los que iban a la Puerta del Sol sino a otros muchos. Ser novato, como Podemos, y llegar a un engranaje que funciona desde hace mucho tiempo es muy complicado. Iglesias me parece que hace ahora ingentes esfuerzos para domeñar al bravío que lleva dentro. Errejón me gusta mucho. Es que es como un abuelo joven o como un niño abuelo.

La gente valora el intento de Albert Rivera de ayudar. Rivera, barcelonés, hijo de una andaluza. Y yo, hijo de un vallisoletano y una andaluza. Pero yo no he salido nunca desnudo en ningún cartel todavía. Me parece un tipo bien intencionado, lo cual ya es mucho decir, y me gusta que cuando se refiere a los otros diga no mis enemigos sino mis compatriotas. Conozco y aprecio a Girauta, de muchísima mano izquierda y derecha. Rivera ha luchado mucho en Cataluña. Y en el “régimen” de Cataluña lo ha tenido todo en contra. Me gusta mucho Inés Arrimadas, con su actitud extraordinariamente atractiva.

Sánchez, sabiendo que era difícil pactar con Podemos, ha empezado a pactar con los más amables para dejar claro que él intentaba de alguna manera también integrar a una derecha, con la otra no quiere hablar, y conquistada esa pequeña cota a ver si puede llegar al Everest.

Todos los partidos políticos me han tentado, menos el PP, aunque me cargaran el sambenito

Rajoy está comiendo percebes. Pero tendrá que mover ficha. Rajoy y los cien negritos, sí, que vayan cayendo y yo ocupo todos los sitios. ¿Feijóo, el 101? Supongo que Feijóo tenía una decidida vocación de marcharse a la vida privada.

Cuando me pienso en la piel de un político me sale urticaria. Todos los partidos políticos me han tentado, menos el PP, aunque me cargaran el sambenito. Cuando digo todos, digo UCD, el PSOE, Ciudadanos, UPyD, hasta Ruiz Mateos, y Punset, para Foro. Pero yo sería muy mal político porque no me gusta mandar. Nunca quise ser delegado de curso, ni capitán del equipo de fútbol. Yo quiero medio dirigirme a mí.

Foto: Dani Pozo

Para mí el cambio fundamental que tiene que haber en este trocito de nuestras vidas tan efímeras es que hemos de hacer un país más amable. Pero la “gran mandanga”, que decía Hermida, no acabará. La gran mandanga se renueva permanentemente. Los señores que juegan al golf y que manejan el mundo siguen jugando al golf. Esos están incluso por encima de las cuentas de Panamá. Y, además, “mandangueamos” todos, y me incluyo. Quizás mi próximo libro se llame Sospecho de mí.

De Radio Juventud de Barcelona me echaron a los 17 años. Y luego me pasó igual en la SER, en Radio Nacional y en la televisión

Llevo cincuenta años de observador. A los 19 años en la facultad de Derecho de Barcelona hacía el Juicio bufo, la única manifestación libre que había. Se juntaban cien mil estudiantes el día de san Raimundo de Peñafort. Yo parodiaba a Franco, con él vivo, con la policía en la calle. Me quedé en segundo y medio de Derecho, y en Periodismo hice un primer año muy corto. No me interesaba. Yo me sentía artista.

Comencé en Radio Juventud de Barcelona. Y me ofrezco para hacer un gran programa en la radio. La radio fue mi gran universidad de la vida. Para un niño, hijo de un chófer particular y de una madre que vendía bacalao, yo no tenía acceso a nada. Con un micrófono en la mano tuve ocasión de charlar con un alcalde, un agricultor, un escritor. Y aprendí infinito.

De Radio Juventud me echaron, a los 17 años, porque le pregunté a Serrat por qué no salía más en televisión y él me contestó: “Porque no quiero bajarme los pantalones”. Y al día siguiente fui represaliado. Y luego me pasó igual en la SER, en Radio Nacional y en la televisión. Esta es la historia de mi vida.

En “Esta noche Pedro” jugaron conmigo al dominó Fraga, Carrillo, Benegas y Sahagún. Esto hoy es implanteable

He cantado con Serrat y he hecho canciones para Raphael o Rocío Jurado. La parte que más me gusta es la poética. Lo que pasa es que no he logrado imponerla todavía. Yo soy un poeta que hace piruetas. Me atrevo a tanto porque tengo un enorme desapego. A mí morirme no me asusta. Sufrir, sí. Y el que no le tiene miedo a la muerte no le tiene miedo a la vida.

Me inventé Estudio Estadio. Y Como Pedro por su casa, que fue el primer gran show. Después hice otro parecido, Esta noche, Pedro, donde jugaron conmigo al dominó Fraga, Carrillo, Txiki Benegas y Rodríguez Sahagún. Esto hoy es implanteable. Y yo me digo: “Nos habremos retrasado, ¿no?” Espero que ahora las circunstancias cambien en televisión.

En La noche abierta no me dejaron hacer mi show. El diseño era “que parezca que no está prohibido pero que no haga su show”, e hice entrevistas a Saramago, Cela o Vargas Llosa. Luego me costó mucho recuperar al público de teatro, porque para los jóvenes me había convertido en un señor con una americana que pregunta. Pero a mí me gusta mucho escuchar. Decía Josep Pla que “escuchar es poner atención a lo que te dice el otro huyendo del barullo que cada uno llevamos dentro”.

La televisión hoy está en manos de mercaderes y de funcionarios miedosos. Y la política funciona en modo 'Sálvame'

Sí tuve un enfrentamiento con María Antonia Iglesias, que era Jefa de Informativos de TVE, cuando me pasó el tema de Hacienda, que era un “bluff”. ¿Con Emilio Aragón y Globomedia? Yo no siento la militancia en una empresa. No soy de los de estos o de los de aquellos. Puedo ser de todos, aunque se me tilde de narciso.

La televisión hoy está en manos de mercaderes y de funcionarios miedosos. Y la política funciona en modo Sálvame. La televisión tendría que mejorar la España que viene. Porque una sociedad con malos ejemplos no puede tener buenas realidades. Y no diré nombres pero algunas personas que están subidas en los pódiums son para esconderlas.

Foto: Dani Pozo

Llevo escritos 15 libros, los últimos, Al hijo que no tengo, Testamento y Lo que amo de aquí. Y hechos 18 espectáculos. Después de Uno, pequeño y libre, hago Eterno. La vida consiste en hacer cosas y luego te mueres. Escribir me consuela mucho. Y el teatro es el ámbito más libre que hay, después del silencio.

Como catalán me siento triste porque allí se ha manipulado mucho y en Madrid han escuchado poco. Es un diálogo entre un ciego y un sordo

El título de Eterno lo he puesto no refiriéndome a mí; eterno es el show de la humanidad. Repetimos las mismas cosas. Si ahora me pongo una túnica y nos situamos hace 2.000 años y hago un telediario imaginario y decimos se ha descubierto que Octavio Augusto tenía dinero en Galilea, ¿de quién hablamos? ¡De los Pujol!

Siempre hablamos de lo mismo. La actualidad no es más que un eructo de la historia.

Estoy soltero y sin compromiso. De momento. No por gusto lo de soltero, en el sentido de no tener pareja. Decidí con doce años no tener hijos. Un día reuní a todos mis espermatozoides y les dije: “El que vuelva andando, no entra en casa”.

Soy catalán. Y como catalán me siento triste porque allí se ha manipulado mucho y aquí en Madrid han escuchado poco. Pero el sentimiento de ser catalán yo lo conozco desde que era niño. En la calle, con siete años, hablabas en catalán con alguien el primer día y para siempre hablabas en catalán, y con el que hablabas en castellano, para siempre en castellano. Este es un diálogo entre un ciego y un sordo.

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