A la izquierda, Alicia con su hijo Pedro, y a la derecha Andrea con su hija Alma, ambos nacieron prematuros con 15 días de diferencia

A la izquierda, Alicia con su hijo Pedro, y a la derecha Andrea con su hija Alma, ambos nacieron prematuros con 15 días de diferencia Cedida

Salud

Alicia y Andrea, madres de niños prematuros: "Nadie te prepara para ver a tu bebé lleno de cables"

Estas dos gallegas afrontaron partos prematuros por complicaciones graves del embarazo y se unieron en la UCI neonatal del CHUO de Ourense, donde nació una amistad que ahora ayuda a otras familias

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El pasado mes de enero, la vida puso a Alicia y Andrea frente a una situación que nunca llegaron a imaginar. Sus bebés llegaron al mundo mucho antes de lo previsto. Como ellas, unas 500 familias gallegas se ven afectadas al año por un parto prematuro, un nacimiento que sucede antes de las 37 semanas de gestación y que marca para siempre las vidas de los recién nacidos y de sus familias. Un escenario para el que nadie te prepara. En el Día Mundial del Prematuro, estas madres unidas en la UCI de neonatos del Hospital Universitario de Ourense (CHUO), comparten su historia.

"Nadie te prepara para ver la primera imagen de tu bebé lleno de cables", dice Alicia. En la semana 28 de gestación, su segundo hijo, Pedro, nació tres meses antes de lo previsto, pesando 850 gramos. "Fui a hacer una revisión y me quedé ingresada por una preeclampsia grave, así, sin sintomatología previa", recuerda la mamá. Ingresó en el hospital con 27 semanas de gestación y, una semana después, los médicos tuvieron que practicarlo una cesárea de urgencia porque el niño había dejado de crecer: "Fue una experiencia bastante traumática".

Andrea vivió algo parecido para traer al mundo a su primera hija, Alma. Su embarazo, de 32 semanas, transcurría con normalidad, sin ningún signo de que fuera a pasar algo malo, hasta que un día empezó a sentirse muy mal y a vomitar. "No podía respirar; entré por Urgencias y me llevaron a Críticos con una preeclampsia severa", recuerda.

"Estaba en shock y me culpaba a mí misma porque la niña estuviese en esa situación"

Andrea, madre ourensana de una niña prematura

Aquel cuadro evolucionó rápidamente hasta convertirse en un síndrome de HELLP, una complicación grave del embarazo que provoca hemólisis, que provoca la destrucción de glóbulos rojos, alteraciones del hígado y una caída brusca de las plaquetas. En cuestión de tres horas, la vida de ambas corría peligro. "La única opción era hacer una cesárea de urgencia", explica todavía emocionada. Alma nació pesando 1.400 gramos. Andrea estuvo ingresada tres días en la UCI sin poder ver a su hija.

Al cuarto día pudo conocerla. Ver a su pequeña llena de cables y de vendas en la incubadora de la Unidad de Neonatos fue una imagen que la impactó profundamente. "Estaba en shock y me culpaba a mí misma porque estuviese en esa situación, ya que el síndrome de HELLP fue algo que desarrollé yo", se sincera.

Aunque Alicia confiesa que el verdadero golpe de realidad te lo llevas cuando te dan el alta y te marchas a casa sin tu bebé. "Hay que normalizar que no todos los embarazos y los postpartos son maravillosos", insiste.

En la UCI neonatal

Pedro estuvo en total 73 días en el hospital, 60 de ellos en la incubadora y los 13 restantes en cuidados intermedios. Alicia explica que una vez pasas el proceso de la UCI, te empiezas a preocupar porque cojan el peso para poder irse a casa o que empiecen a respirar ellos solos. "Pedro fue un niño tan inmaduro y con tan poco peso que tuvo muchos problemas respiratorios y dependió de respiración asistida. Pasas por muchos momentos de incertidumbre", dice su madre.

Los dos niños estuvieron intubados bastante tiempo para poder respirar. "También utilizaron gafitas, pero ahora mismo son niños completamente normales. Si lo ves y no te dicen que es un niño prematuro no tienes por qué saberlo prácticamente", señala Andrea.

Alma tiene las típicas hernias que presentan muchos bebés prematuros, en este caso la inguinal, en la ingle, y la umbilical, en el ombligo. "Al ser tan pequeños, al esforzarse para hacer cosas es más fácil que les salgan", explica Andrea. La bebé tendrá que pasar en unas semanas por una pequeña intervención quirúrgica: "Va a ser un día de ingreso y para casa. No tiene mayor importancia".

Unión ante la adversidad

Alicia y Andrea se conocieron en la Unidad de Neonatos del CHUO, primero llegó Alma y, a los 15 días, Pedro. Hoy sus hijos tienen 10 meses y ellas han forjado una profunda amistad basada en el apoyo mutuo tras una experiencia dura que las marcó de por vida.

Andrea recuerda los primeros días en la UCI de prematuros con una sensación de soledad e incertidumbre, hasta que llegó Alicia. "Las enfermeras me dijeron que iba a llegar otro bebé porque vi que cómo preparaban la incubadora para él. Poco después conocí a los papás de Pedro y me vi reflejada en ellos", se sincera. Desde entonces se unieron: "Alicia fue el mayor apoyo que tuve en la UCI y cuando me llevé a Alma a casa".

Ambas también coinciden en que el apoyo de sus parejas fue una pieza fundamental durante todo el proceso: "Nuestras parejas fueron las que conocieron primero a los niños y en tener contacto con ellos". En estos casos, los padres tienen un papel clave. Son los que afrontan la situación de primeras, mientras la madre se recupera de la cesárea.

Son conscientes de que tuvieron la suerte de encontrarse la una a la otra y de sentirse arropadas en el proceso. Por ello, decidieron hacer todo lo posible por ayudar a otras familias en Ourense que se encuentren en la misma situación por la que pasaron ellas. Así es como llegaron a la Asociación Gallega de familias de niños prematuros (Agaprem), de la que ahora forman parte y tratan de introducir en su ciudad. "Hoy tenemos un acto para celebrar el Día de la Prematuridad y les vamos a entregar el patuco de honor de la asociación a la Unidad de Neonatos del CHUO", concluyen.