Anabel González, psiquiatra

Anabel González, psiquiatra Cedida

Salud

Anabel González, psiquiatra en A Coruña: "Lo que no pasó puede definir lo que somos hoy"

La experta explora cómo las experiencias no vividas pueden influir en nuestra salud mental y bienestar

Artículos relacionados: Carmen López, psicóloga gallega y directora de Fegerec: "Detrás de cada enfermedad rara hay una persona"

Publicada

El libro Lo que no pasó explora una dimensión profunda de la salud mental y el comportamiento humano: el impacto de lo que no ocurrió en nuestras vidas. A través de su vasta experiencia clínica y terapéutica, Anabel González invita a los lectores a reflexionar sobre cómo los vacíos emocionales y las ausencias afectan en nuestra forma de enfrentarnos a las situaciones cotidianas de la vida.

Anabel González es una destacada psiquiatra, psicoterapeuta y doctora en Medicina con una amplia trayectoria en el campo de la salud mental. Actualmente, trabaja en el Complejo Hospitalario Universitario A Coruña (CHUAC) y preside la Asociación EMDR España, además de ser entrenadora acreditada en esta metodología terapéutica. Su pasión por la formación la ha llevado a impartir cursos y seminarios para otros profesionales, y a ser tutora de doctorado en la Universidade da Coruña (UDC) y profesora invitada en el máster de Psicoterapia con EMDR de la UNED.

Lo que no pasó. ¿Por qué este título?

Lo cierto es que el título del libro llevaba en mi cabeza mucho tiempo, porque es una parte del trabajo que realizamos con los pacientes y que a veces no es evidente de entrada. Me pareció interesante que le prestáramos atención a eso. No "lo que pasó", que es lo que a veces nos resulta más evidente, sino "lo que no pasó". Y no solo para personas con problemas de salud mental; creo que cualquier dificultad que tengamos en la vida, cualquier cosa que nos cueste manejar, tiene una raíz. Entender cómo comienza nos puede ayudar a ser capaces de cambiar.

"Es necesario ver la historia completa, porque ahí podemos encontrar las respuestas, y a veces una pieza del puzzle puede ser precisamente lo que nos faltó: un tipo de cariño o una atención determinada"

Anabel González, psiquiatra en A Coruña

Pero, ¿cómo sabes lo que no pasó si no te pasó?

A veces no entendemos por qué tenemos ciertas preocupaciones, porque decimos, "es que no me pasó nada". No tengo una infancia traumática, ni he tenido relaciones terribles, pero por algún motivo acabo teniendo, por ejemplo, parejas que terminan con el mismo problema. ¿Y a mí qué me pasa?

Es necesario ver la historia completa, porque ahí podemos encontrar las respuestas, y a veces una pieza del puzzle puede ser precisamente lo que nos faltó: un tipo de cariño o una atención determinada. Por ejemplo, yo crecí siendo el penúltimo de muchos hermanos y nadie se dio cuenta de que estaba allí. Cosas así, que son parte de la vida cotidiana, pero que pueden dejarnos vacíos, esos huecos que pasamos toda la vida tratando de llenar.

¿Esta teoría podría aplicarse a cualquier persona?

Yo empiezo a reflexionar sobre esto desde mi experiencia en la terapia, pero creo que todos tenemos historias. Todos tenemos cosas que nos funcionan bien y cosas que nos gustaría mejorar. El libro recorre tanto historias más complejas, como el abandono o las pérdidas, como experiencias cotidianas, como las que nos ayudaron a organizarnos en el día a día o no.

Los niños aprenden a adquirir responsabilidades, a organizarse. Si las personas que están a nuestro alrededor son muy caóticas, tal vez ese aprendizaje no se produce, y eso afecta cómo funcionamos ahora. Son reflexiones que van desde lo más complejo hasta lo más simple, pero que creo que pueden ayudarnos a entendernos mejor.

¿Cómo te ayuda entender toda esta historia?

Entenderlo un poquito me ayuda a tomar perspectiva. También me ayuda a darme cuenta de que es un aprendizaje y que, por lo tanto, puedo enseñarle a mi mente a hacer algo diferente, con paciencia y trabajando en ello. Creo que es más fácil hacer cambios cuando tenemos la panorámica, porque ahora vemos el problema.

Cuando estamos rodeados de la situación, no tenemos la perspectiva suficiente para dar un giro, simplemente sabemos que algo no nos gusta. Digamos que, cuando surge alguna preocupación o problema y no sabes de dónde viene, acudes a terapia. Ahí aplicas, bueno, lo que yo llamaría la teoría de lo que no pasó.

Claro, a veces lo que más nos influye es lo que no pasó. Por ejemplo, volviendo al tema de las altas expectativas, ¿qué falta ahí?

Lo que falta es que no siento que estoy bien tal y como soy, incluso cuando no llego a ningún objetivo. No tengo que llegar a ningún sitio para que me digan: "Eres una persona increíble". Es esa falta de una aceptación incondicional, que no significa que tus padres no te quieran. A veces simplemente quieren lo mejor para ti, pero se te da un poquito más de presión por diferentes motivos. La sensación que se queda dentro es que si no llegas a donde se espera, no hay aceptación. Entonces, antes de llegar, no sientes que estás bien tal como eres.

"No hace falta tener un trastorno de salud mental para darnos cuenta de que debemos pensar sobre cómo funcionamos. Tal vez lo que hacemos no nos beneficia y, si lo entendemos, podemos empezar a cambiar"

Anabel González, psiquiatra en A Coruña

¿Qué experiencias diarias pueden hacerte darte cuenta de que algo no va bien y no sabes por qué?

A veces somos conscientes de esos huecos. Por ejemplo, podemos sentir un vacío dentro o una sensación de abandono, un temor a que las personas que están cerca de ti te dejen. Suele haber experiencias pasadas de abandono o pérdida que alimentan esa sensación. Si alguien está conmigo, ¿por qué pensar desde la lógica que me va a abandonar? Pero no pensamos desde la lógica. Si me abandonan, ya veremos qué hacer, pero mientras estamos aquí, el miedo está ahí porque eso en algún momento me pasó.

Otras veces no somos tan conscientes de lo que falta, pero sí sabemos que algo no nos gusta. Por ejemplo, puede ser que siempre me sienta como un extraño, como al margen. No siento que forme parte de los grupos ni que yo sea importante. Lo natural es que, si todo va bien, yo sienta que soy importante y que los demás también lo son. Entonces, algunas veces le daré importancia a lo que los demás necesitan, y otras veces le daré importancia a lo que yo necesito.

Podré decir mi opinión, participar en una conversación o pedir lo que necesito. A veces también entra la vergüenza, la timidez. Pero otras veces es como si me pusiera a un lado porque, por ejemplo, siendo el penúltimo de muchos hermanos, siempre fui algo invisible. Y el lugar donde me siento cómodo es siendo invisible. Entonces, cuando hay un grupo, me quedo en la esquina, como si no pudiera estar en primer plano.

Pero también pasa lo contrario: a veces necesito estar siempre en primer plano, hacer algo más para que me vean, porque siento que si no hago el payaso o no destaco muchísimo, no me van a ver. El cerebro establece predicciones de lo que va a pasar. Y en ese caso, la predicción es: "Hagamos méritos para que me vean".

¿Esta teoría se aplica también a trastornos comunes como la depresión o la ansiedad?

¿Por qué tengo depresión? Tal vez haya factores biológicos, pero muchas veces los factores emocionales tienen que ver con nuestras experiencias. Si no he tenido todo el afecto que un niño necesita, es como si creciera desnutrido emocionalmente. Tal vez no he disfrutado de las personas que estaban a mi alrededor, quizás había gente con muchos problemas o que no estaban bien. No hubo risas, no hubo juegos, no aprendí a disfrutar de la vida.

Si no sé disfrutarla, es como si no hubiera recibido los nutrientes emocionales necesarios. Y cuando me falta esa energía, no puedo con la vida. Me dejo caer, me autoabandono, y eso tiene que ver con las experiencias que tuve. Creo que esto es fundamental para entender las patologías. No hace falta tener un trastorno de salud mental para darnos cuenta de que debemos pensar sobre cómo funcionamos. Tal vez lo que hacemos no nos beneficia y, si lo entendemos, podemos empezar a cambiar.

"A veces, el cerebro tiende a centrarse en lo peor (...) Mi cerebro está tan centrado en detectar rechazos que me olvido de que hay muchas personas que no me rechazan"

Anabel González, psiquiatra en A Coruña

¿Cómo podemos ayudar a las personas a reconocer y manejar lo que no ocurrió?

La idea del libro es ofrecer distintos escenarios en los que lo que no ocurrió puede estar jugando un papel. A partir de ahí, lo importante es ver qué podemos hacer con esa información. Si entendemos que esto es importante, que entendernos a nosotros mismos nos puede ayudar y que conocer el origen del problema también nos indica la solución, entonces ya estamos en el camino correcto.

El problema fundamental es no verlo, y estar teniendo problemas sin saber de dónde vienen ni cómo solucionarlos. O verlo y pensar que no podemos hacer nada. Pero nuestra mente aprende todo el tiempo. Las dificultades que tenemos son aprendizajes. Tal vez en su momento tenían todo el sentido del mundo, pero después de un tiempo, nos juegan en contra. Sin embargo, si son aprendizajes, eso significa que también podemos enseñarles a nuestras mentes algo diferente.

¿Por ejemplo?

A veces, el cerebro tiende a centrarse en lo peor. Yo necesito ayudarlo. No es que no vea el rechazo, es que, si me rechazan, ya está. Pero cuando hay gente que sí me acepta, tiendo a ignorarla. Mi cerebro está tan centrado en detectar rechazos que me olvido de que hay muchas personas que no me rechazan.

Puedo ir apuntando todos los días: "Hoy, esta persona me sonrió" o "Esta persona me dijo algo bonito". Con el tiempo, mi cerebro aprenderá a ver esas cosas también. Y eso, aunque requiere paciencia, hace que empiece a tener una sensación diferente: "Hay gente que no me cae bien, pero también hay gente que sí". Si no hago esto, mi cerebro solo me mostrará la parte negativa, y la preocupación aumentará.

Y en el caso de pérdidas o abandono, ¿cómo se puede enseñar al cerebro a superarlo?

En el caso de una pérdida, no es tanto un aprendizaje como una reacción ante el impacto. Si, por ejemplo, tenemos un vínculo muy intenso o dependiente, la pérdida puede sentirse como un abismo. Si me enfado conmigo mismo, me niego a aceptar que la pérdida se ha producido, probablemente me cause más daño. Las pérdidas son un impacto directo. Si alguien se muere después de una larga enfermedad, por ejemplo, lo vas asimilando poco a poco, pero sigue siendo un momento concreto que te afecta.

¿Cómo puede ayudar este libro a las personas a darse cuenta de que lo que no ocurrió les afecta en su vida?

Escribí el libro con mucho cuidado porque sé que las personas con historias duras de abandono o ausencia pueden encontrar el tema emocionalmente complicado. Lo que busco es que sea una lectura constructiva, productiva, y que ayude a las personas a entender lo que falta en sus vidas. No solo se trata de interesarse por el tema, sino de leerlo de una manera que sea enriquecedora.