Imagen de archivo de un estudiante universitario

Imagen de archivo de un estudiante universitario Shutterstock

Tribuna Abierta

Más allá de las expectativas parentales

Los padres deben reconocer y respetar las capacidades individuales de sus hijos que, como estudiantes, son los que deben elegir su camino en el ámbito educativo tras terminar Secundaria

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La transición de la Educación Secundaria a las etapas posteriores es un momento crucial en la vida de los jóvenes. En este camino, nos encontramos con una encrucijada: la elección entre el bachillerato y la formación profesional. Esta decisión, que puede parecer trivial para algunos, tiene un impacto profundo en el desarrollo académico y personal de los estudiantes. Sin embargo, demasiado a menudo, son los padres quienes influyen significativamente en esta elección, generalmente guiados por creencias arraigadas y nociones del pasado.

La creencia común de que el bachillerato es el único camino hacia la universidad ha llevado a muchos padres a presionar a sus hijos hacia esta opción, pensando que es más sencillo y directo. Pero, ¿es realmente la mejor opción para todos los jóvenes? La realidad es que cada individuo tiene sus propias habilidades, talentos y ritmo de madurez. No todos los estudiantes están preparados para lidiar con el volumen de estrés y las demandas académicas del bachillerato. Esta presión indebida puede conducir a un rechazo y odio hacia la educación, un efecto contrario al deseado.

Por otro lado, la formación profesional ofrece un enfoque más práctico y orientado al mercado laboral. Muchos jóvenes muestran desde temprana edad un interés y habilidades específicas en campos técnicos o artísticos. Optar por la formación profesional les brinda la oportunidad de desarrollar estas habilidades desde el principio y los prepara para una transición suave al mundo laboral. Además, proporciona una vía alternativa para aquellos que deseen acceder a la universidad en una etapa posterior de sus vidas, ofreciendo flexibilidad y oportunidades para el crecimiento personal y profesional.

Es esencial que los padres reconozcan y respeten las capacidades individuales de sus hijos. La madurez, el esfuerzo y la voluntad de superación varían de un estudiante a otro y no pueden ser evaluados mediante un estándar único. La libertad de elección educativa debería estar en manos de los estudiantes, apoyados por el consejo informado de maestros y orientadores.