El Deportivo, con esa goleada espectacular sobre el Mirandés, Antonio Hidalgo, con sus palabras antes del encuentro; y Juan Carlos Escotet, con sus explosivas declaraciones a los medios del club, me hacen navegar entre la ilusión, la admiración y la incomprensión.

El partido de Vitoria ha supuesto una enorme satisfacción. Ver a un equipo que, según los momentos, se muestra alegre o sacrificado; que modifica con facilidad y acierto su sistema de juego; que utiliza siempre el fondo de armario que le ofrece su gran plantilla y que parece haber encontrado los goleadores que se pedían, era el conjunto que todos deseábamos.

Es cierto que se precisa el tiempo necesario para confirmar esas buenas sensaciones ante equipos veteranos, que suelen obligar a un tipo de juego muy alejado del de "indios y vaqueros", que ofrecieron los de Miranda, y que tan bien nos va.

Pero lo que nadie nos puede robar es la ilusión que transmite el equipo y que tanto necesitaban los aficionados. Por eso tengo que celebrar, una vez más, las rotundas respuestas de Antonio Hidalgo a esas preguntas de las que escapan los entrenadores, y, de forma especial, al iniciarse una temporada. ¿Objetivo? "No existe otro que no sea ascender". ¿La plantilla? "Es muy buena. Mi obligación es hacerla mejor".

Más claro imposible. Me ha ganado con manifestaciones así, unidas a ver su actitud cuando dirige el equipo. Es distinto. Cuando habla dice cosas interesantes y valientes. Estoy cansado de los técnicos pusilánimes que se esconden detrás de las muletillas tradicionales para no decir nada.

Al final de temporada los resultados serán buenos, o no tan buenos, pero él se ha puesto el listón en lo más alto y eso es muy de agradecer. Como buen profesional, no sólo no esconde que lo contrataron para ascender, sino que lo proclama, aún a sabiendas de lo que le puede esperar si las cosas no le salen como todos quisiéramos. Lo admiro.

En cambio, tengo que reconocer, sin rodeos, que me han dejado muy preocupado las declaraciones de Juan Carlos Escotet. De forma rotunda ha hecho pública la oposición del Deportivo a que Riazor sea sede del Mundial y eso me parece incomprensible.

Hace unos años el Deportivo se sumó a Concello, Xunta y Diputación para pedir a RFEF y FIFA que Riazor fuese sede del Mundial. El club ya sabía entonces que el requisito sine qua non para optar a ello era contar con un Estadio con un mínimo de 40.000 espectadores. Todo lo demás se puede discutir pero el aforo NO. Si entonces el presidente Escotet conocía la premisa y la aceptó ¿por qué ahora la rechaza?

Tan solo con ese dato, que es irrebatible, se vienen abajo todos los argumentos que esgrime el presidente, pero es evidente que existen muchos más. Profundizar de verdad en esos razonamientos haría este artículo interminable, lo que me aconseja volver en un par de días sobre el tema. Entiendo que es importante para el futuro de la ciudad, de los aficionados y del club.

La solución no va a ser nada fácil de encontrar. Es más, pienso que será tan difícil que no descartaría, en absoluto, que el asunto llegase a los juzgados. Hoy los veo como el único modo de resolver un problema enquistado por un convenio cerrado en falso. Es muy triste pero parece que el ser, o no ser, sede del Mundial va camino de los tribunales.

Mientras tanto el que se debe estar riendo -esperando con la caña preparada e incrédulo ante lo que está sucediendo en el Norte- es nuestro vecino del Sur. No para de frotarse los ojos. No da crédito a lo que ocurre a 150 kilómetros. Tiene las luces ya contratadas. Por favor, presidente Escotet, que no nos hagan chistes.