La innovación constante es el mantra del mercado actual. Nuevas líneas de negocio, más productos, más servicios. Expandirse, diversificarse, multiplicarse. La tentación de querer estar en todas partes, para todos, con todo. Porque si innovas en muchos frentes, tienes más oportunidades, ¿no?

No siempre. Porque en el afán de ofrecerlo todo, a veces no se ofrece nada con verdadero valor.

Innovar por innovar puede dispersar a una marca hasta perder el foco. Y cuando el foco se pierde, también lo hace la claridad.

¿Qué eres? ¿Qué ofreces realmente? ¿Por qué deberían elegirte a ti en lugar de a los otros 20 competidores que ofrecen algo parecido?

Frente a esto, hay otra vía: la especialización. Ser el mejor en un producto de nicho. Tener una oferta tan afinada que el cliente sepa, sin dudarlo, que si necesita eso, eres su primera y única opción. Porque ahí, en ese espacio concreto, no hay nadie mejor que tú.

La especialización no es inmovilismo. No es negarse a innovar. Es innovar con precisión. Afilar el producto hasta que sea impecable. Mejorar cada detalle, conocer cada matiz del mercado, saber lo que tu cliente necesita antes incluso de que él lo sepa.

Pero especializarse requiere valentía. La valentía de decir no a otras oportunidades para decir sí a lo que realmente importa. La valentía de renunciar a ser "suficiente" en muchas cosas para ser excelente en una.

¿Innovación multiproducto o especialización en nicho? No hay una respuesta única. Es una decisión estratégica.

El desafío no es innovar más. Es innovar mejor. Con intención, con propósito, con una visión clara de qué espacio quieres ocupar y por qué. Sea ampliando tu oferta o perfeccionando tu especialidad, lo importante es no perder de vista lo esencial: que tu cliente sepa exactamente por qué te elige.

Centrarse en el valor aportado, esa es siempre una buena idea.

Lili Lorenzo

Lili Lorenzo es consultora en estrategia digital y project manager digital, experta enmarketing estratégico y posicionamiento de marca. Seis años como autónoma, más de 70 proyectos en puestos de decisión y dos empresas propias autofinanciadas a sus espaldas; con 34 años recién cumplidos. Tiene un objetivo como directora de Acto Voltaje: inyectar en empresas tradicionales todo lo aprendido durante más de una década entre negocios digitales, sin dependencias del algoritmo ni costes insostenibles en publicidad. El branding y el talento como pilares de marketing estratégico. Hacerlo bien, hacerlo raro, hacerlo imborrable.