Pilar, gallega que vive en Arosa, un pueblo de Los Alpes suizos
Pilar (61), gallega en Suiza desde hace 11 años: "Nunca quise emigrar ni dejar a mis hijas, pero tuve que hacerlo"
Pilar emigró a Suiza en el 2014 y desde entonces sueña con volver a Neaño (A Coruña) para disfrutar de su jubilación cerca de su familia
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A veces la vida nos pone obstáculos en el camino y no queda otra que buscar la manera de salir adelante. Son muchas las situaciones que nos obligan a reinventarnos y a encontrar la forma de seguir, incluso cuando la opción que más nos conviene es, en el fondo, la que menos nos apetece.
Eso le ocurrió a Pilar, natural de Carballo (A Coruña). En el año 2013, la crisis de la construcción le arrebató su trabajo y, tras más de un año en el paro, la situación se volvió insostenible. Con una hipoteca que pagar y pocas oportunidades en su tierra, decidió emigrar en 2014 a Suiza, separándose de sus hijas.
Un viaje obligado por la crisis
En ocasiones la vida te obliga a tomar decisiones que nunca habías imaginado. Pilar hizo sus maletas en 2014 y se marchó a Suiza con el que ahora es su exmarido, dejando en Galicia su casa y a sus 3 hijas (36, 32 y 30 años actualmente).
La crisis de la construcción había golpeado con fuerza y la empresa en la que trabajaba despidió como al 60% de la plantilla. "Me fui al paro en enero de 2013, y aunque trabajaba cuidando personas mayores o limpiando casas, no llegaba. Tenía una hipoteca desde el 2011, las niñas estaban en A Coruña, había dos coches que mantener... Era difícil", recuerda.
Buscó alternativas: se sacó el graduado de la ESO para apuntarse a las listas de la Xunta y trabajar en ayuda a domicilio, pero el tiempo corría y el dinero no era suficiente.
Un día, a través de un amigo, entregó su currículum y el de su marido en diferentes hoteles de Suiza, y la llamaron. "Tuve un disgusto enorme, yo nunca quise emigrar ni dejar a mis hijas, pero tuve que hacerlo".
El 29 de noviembre de 2014, Pilar y su expareja se marcharon hacia Arosa, un pueblo de los Alpes suizos. Afirma que con el dinero de la indemnización de su despido, "compramos los billetes, unas chaquetas buenas y unas botas", y allá se fueron.
"Empecé a trabajar en el hotel en la limpieza de habitaciones el 4 de diciembre de 2014". Cinco años más tarde se separó de su marido, el cual decidió entregarle su parte de la casa a las hijas. Desde ahí, Pilar afronta la hipoteca ella sola. "La única manera de conservarla es con el sueldo de Suiza", dice con resignación.
Sueldo, trabajo y futuro de la jubilación
Pilar trabaja como empleada de limpieza en un hotel de la montaña. Durante años estuvo en el mismo establecimiento, hasta que lo vendieron, y desde hace tres trabaja en otro cercano. "Tengo contrato de 43 horas semanales, con dos días libres por ley. Los sueldos son buenos y la ley vigila mucho a las empresas. Suiza en eso es muy estricta", afirma.
Sus jornadas empiezan temprano. "Me levanto a las 05:10 horas de la mañana para entrar a las 06:15 horas. Hago baños, espejos, mamparas, suelos... Soy la operaria de los baños y cuando hay mucho trabajo, tengo días en los que hago 17 completos. Acabo muerta".
Sobre su sueldo, gana unos 4.200 francos suizos brutos (unos 4.500 euros). "Pago 500 euros por la habitación en la que vivo, tengo baño propio y derecho a compartir cocina con otra habitación".
A esto le suma el fondo de pensiones y su seguro, entre otras cosas, y le quedan unos 2.500 netos con los que paga su hipoteca de España, otros gastos que conlleva y todavía le da para ahorrar.
Por todo ello necesita el sueldo de Suiza, con el único objetivo de pagar todas sus responsabilidades, aunque eso suponga alejarse de su familia. "Trabajo nueve meses al año y mantengo mi casa todo el año", dice animándose a sí misma.
En Suiza, explica, el sistema de pensiones se basa en tres pilares: "Uno es el de la jubilación normal; el segundo es obligatorio, es un fondo de pensiones al que aporta una parte la empresa y otra parte te la quitan de la nómina; y el tercero es hacerte un fondo de pensiones pagando solo tú".
Gracias al fondo de pensiones, afirma lo siguiente: "Cuando me jubile tendré el dinero ahorrado para pagar la casa de Neaño (A Coruña) y, si me queda algo, comprarme un cochecito para la aldea", comenta ansiando ese momento.
A sus 61 años, cuenta los días para regresar: "El 30 de agosto del 2029 puedo volverme a España jubilada". No puede volver antes porque, de hacerlo, "Suiza se queda el 30%". Y si espera un poco más para retirar el fondo, explica: "Tengo que pagarle a Suiza un 8% y a España parece ser que un 13%".
La morriña, las hijas y su deseo de volver
Aunque afirma que la estabilidad económica que consiguió en Suiza le salvó la vida, Pilar confiesa que su corazón y su mente sigue en Galicia. "Suiza me salvó la vida. Yo estaría sin casa, sobre todo cuando quedé sola. No podría cubrir la deuda", pero añade: "Para mí es muy triste estar aquí".
Cada año trabaja por estaciones: 5 meses en invierno, y vuelve casi 2 meses a Galicia (sin remunerar), en verano trabaja otros 4 meses y vuelve casi 1. "Me lo tomo como una obligación. Al mes siguiente de llegar, ya compro el vuelo de vuelta".
Lo que más le pesa es estar lejos de sus hijas, aunque sabe que "está haciendo lo que debe hacer", y que sus hijas también lo saben.
Aun así, la distancia duele, sobre todo en fechas señaladas: "Es la décimo segunda Navidad que paso fuera de mi casa, no estoy para los cumpleaños de mis hijas, ni ellas para el mío, o si enferman o cuando tuvieron un golpe con el coche...", comenta con cierta pena.
"Creo que emigrar yo les valió mucho a ellas para ser independientes". Ahora desea que llegue el día de su jubilación para volver, recuperar su vida en Neaño, disfrutar de sus futuros nietos, pasear por la aldea, ver el mar, comer buena comida, que la de Suiza no le encanta y, en definitiva, estar cerca de su familia.
"Yo nunca quise emigrar, me tratan muy bien y me pagan muy bien, y voy a esperar a la jubilación porque es la mejor forma de hacer cosas y hay que ser agradecidos, pero siempre fantaseo con mi amiga: 'Hacemos el Euromillón'. Si me toca el Euromillón, no vuelvo a este pueblo ni de coña", dice entre risas.
"Tuve que emigrar para saber lo que quería a Galicia. Adoro Galicia. Somos muy morriñentos. No me puedo volver por cuestiones económicas, sino yo estaría felicísima en mi casa. Quiero estar cerca de mi familia", finaliza Pilar.