Juan Orol. https://www.imdb.com

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Historias de la Historia

Juan Orol, el gallego que quiso ser Orson Welles y terminó siendo el creador del cine más extravagante de México

La historia de un visionario natural de Lalín que triunfó en el nuevo continente de la manera más insospechada

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En 1959, el cineasta estadounidense Ed Wood estrenó “Plan 9 from Outer Space”, una película de extraterrestres con efectos especiales baratos, cutres y visibles a simple vista, lápidas de cartón y una lógica narrativa que parecía de todo menos lógica. La prensa lo destrozó, la industria lo despreció y el público lo ignoró, pero con los años, Plan 9 fue reivindicada como una obra de culto, y su autor, Ed Wood, pasó de ser símbolo del fracaso a emblema del soñador que se niega a rendirse. Algo similar le ocurrió a un gallego, pero no en Hollywood, sino en México. Llegó a América con casi nada, se reinventó mil y una veces y convirtió el cine en su refugio y su espejo. Sus películas eran exageradas, caóticas e imposibles, pero también eran únicas. Mientras Hollywood consagraba a Orson Welles, él fabricaba su propio universo con decorados de cartón, rumberas de fuego y pasiones desbordadas. Su nombre real era Juan Rogelio García García, aunque el mundo lo conocería para siempre como Juan Orol, el Rey del Churro.

Cartel de la película “Plan 9 from Outer Space” de Ed Wood. https://es.wikipedia.org

Cartel de la película “Plan 9 from Outer Space” de Ed Wood. https://es.wikipedia.org

Juan Rogelio García García nació en Lalín, a finales del siglo XIX, probablemente en 1897, aunque algunas fuentes lo sitúan unos años antes. Era hijo de una familia modesta, y como tantos otros gallegos de su tiempo, creció escuchando historias de ultramar. A los doce años se embarcó rumbo a Cuba, y más tarde recaló en México, donde acabaría cambiando la historia.

Antes de llegar al cine hizo de todo: torero, piloto, corredor de coches, boxeador, empresario, policía… Algunas de esas etapas están bien documentadas, mientras que otras quizá nacieron de su propio afán por convertir su vida en un guion. Lo cierto es que Orol siempre vivió como si estuviera rodando, cada oficio era una escena y cada fracaso, un nuevo acto.

Juan Orol. https://www.imdb.com

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Cuando se instaló de manera definitiva en México, trabajó como actor y guionista antes de fundar su propia productora, “España Sono Films”, a la que más tarde bautizo simplemente como “Films Orol”. Desde allí creó una filmografía descomunal con más de cincuenta películas a lo largo de tres décadas, casi siempre escritas, dirigidas y protagonizadas por él. Era lo que se llama un “hombre orquesta”, un creador total.

Las películas de Orol son un territorio donde el drama y la comedia se mezclan con el crimen, la música y la fantasía y fue uno de los grandes impulsores del cine de rumberas, un género nacido en México en los años cuarenta que combinaba ritmo tropical, cabarets, deseo y fatalidad.

Su primera gran musa fue María Antonieta Pons, una actriz y bailarina cubana que protagonizó varias de sus películas, como “Siboney” o “Cruel Destino”. Luego llegarían otras estrellas, como Rosa Carmina, con quien se casó y grabó algunas de sus obras más emblemáticas.

Rosa Carmina. https://es.wikipedia.org

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Pero también fue pionero en el cine de gánsteres. En “Gánsters contra charros”, de 1948, mezcló dos mundos irreconciliables, el México rural de los sombreros y los caballos, con el universo urbano del crimen organizado. El resultado fue un espectáculo tan desconcertante y extravagante como fascinante e irrepetible.

Aquella película era puro Orol con exceso, desparpajo y un sentido del humor involuntario que, con los años, se volvió parte de su encanto.

Porque su estilo era inconfundible.

Cartel de la película “Gánsters contra charros”. https://es.wikipedia.org

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Grababa deprisa, sin grandes presupuestos ni segundas tomas, las cámaras se movían a veces sin razón, los decorados se repetían de una película a otra y los planos no siempre coincidían entre sí.

En una de sus escenas más conocidas, ambientada supuestamente en Chicago, se cuela en el plano un autobús mexicano con el cartel “Línea Peralvillo-Cozumel”, pero ese tipo de errores no le preocupaban, él creía que el cine debía emocionar, no impresionar.

Cartel de la película “Zonga”. https://www.imdb.com

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Mientras otros directores se formaban en escuelas de arte o en grandes estudios, Juan Orol lo aprendió todo observando, improvisando y confiando en su intuición. Le gustaba decir que “el cine no se estudia, se siente”, y en eso fue coherente hasta el final.

Durante los años cuarenta y cincuenta, su cine llenó las salas mexicanas. El público acudía atraído por la música, las historias de pasión y las mujeres que desafiaban a los hombres y al destino.

Cartel de la película “Pasiones infernales”. https://filmotecadegalicia.xunta.gal

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La crítica, en cambio, lo despreciaba, le llamaban “el peor director de México”, “el Ed Wood latino”, pero a él poco le importaban las críticas y seguía rodando, creando una estética única e irrepetible que el tiempo acabaría reivindicando como propia.

Sus películas, tan imperfectas como hipnóticas, anticiparon la cultura del exceso que décadas más tarde conquistarían directores como Almodóvar.

Desgraciadamente, el paso del tiempo lo arrinconó. A finales de los sesenta, el público cambió de gustos y su cine empezó a parecer una reliquia de otra era. Además, en 1982, un incendio en la Cineteca Nacional de México destruyó buena parte de los negativos originales de su obra y muchos creyeron que toda su filmografía se había perdido.

Cartel de la película “Sandra la mujer de fuego”. https://filmotecadegalicia.xunta.gal

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Orol murió en Ciudad de México en 1988, con 90 años, convencido de que su legado había ardido con aquellas bobinas, pero no fue así. Algunas copias sobrevivieron, y con ellas, su memoria.

En 2012, el director Sebastián del Amo estrenó “El fantástico mundo de Juan Orol”, una película que reavivó el interés por su figura y lo presentó a las nuevas generaciones como lo que siempre fue, un visionario, al que se le conoce como el “Rey del Churro”.

Cartel de la película “El fantástico mundo de Juan Orol”. https://www.primevideo.com

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Juan Orol fue muchas cosas, pero por encima de todo fue un contador de historias, porque creía que el cine podía hacerlo eterno. Y aunque él no llegó a saberlo, lo consiguió. Por eso hoy, su obra rescatada del olvido, es materia de estudio, inspiración para artistas y símbolo de eso que algunos llaman resistencia creativa.

Juan Orol. https://www.imdb.com

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Su historia encaja en la tradición de los gallegos que cruzaron el océano para inventar el mundo a su manera. En sus películas hay algo de esa nostalgia emigrante que mezcla humor, desmesura y melancolía. Quizá por eso, incluso sin haber vuelto nunca, su cine conserva ese acento gallego que mezcla fatalismo y ternura y que distingue a quienes sueñan lejos de casa.

Hoy su nombre ocupa un lugar en la historia del cine mexicano, no por sus errores, sino por su autenticidad. En tiempos de guiones perfectos, planos calculados y presupuestos obscenos, su cine es la mejor demostración de que, con pasión e instinto, también se puede hacer arte.

No fue Orson Welles, aunque quizá tampoco quiso serlo. Fue algo más raro y más valiente, un hombre que grabó su vida como si fuera una película. En cada fotograma dejó la huella de un gallego que se negó a desaparecer, aunque en su propia tierra, pocos lo recuerdan. Al menos, hasta hoy…

Juan Orol. https://www.facebook.com/Fotografica.FundacionTelevisa

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Iván Fernández Amil escribe cada semana Historias de la Historia en Quincemil. Consigue sus libros en https://www.ivanfernandezamil.com/libros/

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Referencias:

es.wikipedia.org

diccionariodedirectoresdelcinemexicano.com

filmoteca.unam.mx

eluniversal.com.mx

elidealgallego.com

milenio.com

culturacolectiva.com

sed.lalin.gal

infobae.com

elespectadorimaginario.com

farodevigo.es

elprogreso.es

cinestel.com