El edificio Losada de A Coruña

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El edificio Losada de A Coruña

El edificio Losada, obra de los arquitectos Tenreiro y Estellés, fue construido en 1937. Se trata de una obra singular, rotunda y con una estética compleja y realmente sorprendente

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La imagen de las cosas solo es la emoción de lo que estas transmiten, es decir, la interpretación que un objeto, un edificio o un paisaje provocan en la percepción y la sensibilidad humana. Así, algunos objetos no demasiado ingeniosos o incorrectos en términos estéticos se interpretan como algo hermoso o relevante porque en ellos se encuentra escondido algún otro valor que resuena en la memoria. La nostalgia o el recuerdo son capaces de alterar la percepción objetiva de un lugar o de un objeto. Y es que hay algo de improvisación o de inconciencia en el proceso de diseño y proyecto.

“Normalmente trabajo en una dirección hasta que sé cómo hacerlo, luego me detengo. En el momento en que me aburro o entiendo —uso esas palabras indistintamente—, se ha formado otro apetito. Mucha gente intenta generar ideas. Yo no soy uno de ellos. Prefiero aceptar las posibilidades irresistibles de lo que no puedo ignorar”. Robert Rauschenberg

El progreso del arte y la cultura, a veces, atraviesa comportamientos erráticos o desordenados que no son otra cosa que experimentación. Pero tras ellos siempre se esconde un camino, el que se abre a través de la coyuntura de un determinado momento. Es en él donde la imaginación comienza a dibujar todas las posibilidades, como explicaba Alexandr Brodsky: “La imaginación es el poder de la mente sobre las posibilidades de las cosas como la luz, no agrega nada, salvo a sí misma […] Las superficies-que es lo que el ojo registra en primer lugar- suelen ser más eficaces que sus contenidos, que son provisionales por definición, salvo, por supuesto en la vida de ultratumba”.

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Momentos indefinidos

Durante el periodo de entreguerras europeo, la década de los treinta se convierte en una etapa cultural vibrante, explosivo y enormemente creativa. Son muchos los factores que construyeron ese contexto: la resaca emocional de la Primera Guerra Mundial, la agitación política internacional, los avances tecnológicos, los cambios morales motivados por los avatares de la historia…en definitiva una etapa amplia que fue capaz de crear un punto de inflexión. Y es que en estos momentos en los que las transformaciones avanzan más rápido que el pensamiento, cuando no existe el reposo de las ideas, sino que estas son sometidas a experimentación constante, cuando se producen los hallazgos más fascinantes. La arquitectura, aunque parece ser una disciplina de desarrollo lento, es capaz de absorber con cierta agilidad las transformaciones estéticas, como método natural de adaptación a la realidad de su tiempo.

La estética no es solo la imagen que se percibe de un edificio, sino su forma de ser parte del mundo que lo rodea en ese preciso momento. Cuando la etapa es turbulenta algunos de los elementos que componen la estética se vuelven radicales, prueban recorridos, y los estilos más consolidados comienzan a modificar su imagen. Así, resulta impredecible o impreciso describir el purismo compositivo de algunas obras en las etapas de cambio.

Planimetría via Galiciana

Planimetría via Galiciana

Planimetría via Galiciana

Planimetría via Galiciana

El edificio Losada

El edificio Losada, situado entre la avenida de Linares Rivas y la calle Ramón de la Sagra es obra de los arquitectos Antonio Tenreiro y Peregrín Estellés. Construida en 1937 refleja el optimismo y la modernidad vibrante a la que se encaminaba la España anterior a la Guerra Civil, y que vería detenido el proceso consecuencia de ésta. El edificio se sitúa en el extremo del ensanche ocupando una parcela en esquina. Su volumetría y la forma en la que un edificio de este tamaño compone un límite de manzana, es muy notable. Funcionalmente, todo el programa del edificio salvo la planta baja es ocupado por uso residencial, describiendo una ocupación en forma de L que deja espacio libre hacia el interior de la manzana creando un amplio patio. La planta alberga tres pisos, todos ellos con la misma organización conceptual: un pasillo paralelo a dos tercios de la fachada, con las habitaciones principales hacia el exterior y los baños y cocina hacia el interior, es decir, hacia el patio de manzana. Esta distribución aunque hoy en día se perciba como un planteamiento anticuado, resultaba notablemente vanguardista buscando crear espacios de estar iluminados y ventilados naturalmente.

El aspecto más destacable es la estética del edificio, un volumen rotundo, en el que para romper su masividad la envolvente se pliega creando geometrías fragmentarias en diferentes jerarquías. Al mismo tiempo, toda la composición descansa en el vértice de la esquina, cuya presencia se eleva creando un pequeño torreón rematado con un motivo en apariencia art-dèco. Pero la fragmentación de la envolvente es, en algunas zonas inclasificable, por encontrarse en los límites compositivos del art-dèco, el cubismo o el racionalismo. Entre las plantas cuarta y quinta, se dispone una guirnalda formada por plegaduras en el centro del conjunto. Por encima de la planta sexta se coloca una línea de cornisa que corona al edificio y sobre la que emerge la torre de la esquina, así como una planta más. En una mirada más detallada, se puede adivinar que las plantas son diferentes entre sí salvo la tercera y cuarta. La combinación de los diferentes elementos que componen la fachada: balcones, galerías, pequeñas columnas y pliegues se alternan creando una imagen dinámica y heterogénea. La mezcla define un conjunto de rasgos estilísticos complicado de calificar. Sobre este orden se impone una segunda jerarquía más imperceptible, en la que cada plano se fragmenta igualmente en dos, de tal manera que se crea una doble piel que, por superposición genera aún más movimiento. Esta doble piel se ve enfatizada mediante el uso del color. El edificio fue reformado pocos años después del fin de su construcción en los años 1939 y 1940.

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

El cuarto no tiene nombre

A veces, hay algo que no se llega a percibir. Aspectos de una obra, ya sea un edificio, un cuadro, cine o una pieza musical, que no son visibles hasta realizar varias lecturas de ella y, en algunas, incluso es necesario cierto conocimiento que dirija la mirada hacia un determinado punto para poder desvelarlas.

Foto: Nuria Prieto

Foto: Nuria Prieto

“Vivo en ciudades extranjeras y a veces con personas / extranjeras hablo sobre cosas que me son extrañas. / Escucho mucha música: Bach, Mahler, Chopin, Shostakovich. / En ella encuentro tres elementos, fuerza, debilidad y dolor. / El cuarto no tiene nombre. / Leo a poetas, vivos y muertos, de ellos aprendo / perseverencia, fe y orgullo. Intento entender / a los grandes filósofos (la mayoría de las veces consigo / captar sólo retazos de sus valiosos pensamientos). / Me gusta dar largos paseos por las calles de París” - Adam Zagajewski

Las obras de arquitectura suelen esconder algunos rasgos que diluyen dentro de otros más notables, de tal forma que solo la mirada pausada y observadora es capaz de reconocer. Cuando una obra se proyecta en una etapa de transición, la mirada sobre ella se vuelve aún más compleja, pero también más interesante. Es en las lecturas complejas en las que la percepción se forma de una manera más personal. Y es que, al comprender algo a través de la emoción, es más fácil ser consciente de lo que representa.