Foto: Nuria Prieto

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La Casa Frausk de A Coruña, un modelo de vivienda ilustrada

En el siglo XVIII aparece en A Coruña un tipo de vivienda fruto de la bonanza económica resultante del comercio marítimo. La Casa Frausk obra del arquitecto Fernando Domínguez Romay es un modelo de esta tipología

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El orden define una estructura, a veces solo un patrón, otras, establece una base conceptual. Pero en todos los casos es un anclaje que permite comprender una idea abstracta. En el siglo XVIII el orden se traslada a la ciudad a la manera clásica, definiendo un conjunto de parámetros formales de carácter muy racional. Uno de los ejemplos más destacables es el ensanche de Ferrol, marcado por un fuerte carácter militar en términos de ordenación, en el que el orden define una forma de crecimiento urbano planificado basado en ideas simples y clásicas. Pero no solo la forma de la ciudad se veía definida por estos nuevos planteamientos, sino que la vivienda se transformó desarrollando una nueva tipología. En este antiguo régimen, se crea la vivienda ilustrada.

“A finales del siglo XV un pintor dibuja con conciencia artística Tierra Santa: Hemos dejado atrás la época de los planos; los últimos ecos de la ciencia árabe se han apagado…¡Afortunados al menos los artistas que los han dibujado sobre el terreno! […] son palabras que ilustran con una precisión metálica la torsión que el pensamiento empieza a ejercer sobre la historia: no se trata ya tan solo de reflejar la verdad, sino de dotarla de contenido artístico”

En A Coruña, la vivienda ilustrada nace de la bonanza económica derivada del puerto. El comercio de ultramar permitía a muchos ciudadanos de la burguesía ampliar, a veces de forma exponencial, su riqueza de tal manera que tenían la capacidad de construir edificios completos. Así algunas familias comenzaron a asentarse en la ciudad y otras se consolidaron como protagonistas de un poder económico.

En términos arquitectónicos la ciudad se desarrolla y se completa, especialmente en el frente marítimo, ciudad vieja y pescadería, con este tipo de edificios que pertenecen a la tipología de vivienda ilustrada. La nueva tipología utiliza una estrategia de adaptación y transformación común en arquitectura, y es que retoma el modelo de edificación anterior y simplifica su morfología eliminando aquellos aspectos que, socialmente, resultaban irrelevantes. Se trata de un proceso de depuración, casi antropológico, en el que la arquitectura va liberándose de aquellos lastres que socialmente la atan a su tiempo.

Foto: Nuria Prieto

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La vivienda ilustrada

La vivienda ilustrada es capaz de crear una nueva estrategia urbana, vinculada a un capitalismo emergente, que terminará por convertirla en un modelo neoliberal, pero enfoca una ciudad de rural hacia un futuro metropolitano. La vivienda ilustrada coruñesa, mantiene la estructura estética definida por la policía de ordenación municipal y la tradición vernácula de la ornamentación. Sin embargo, interiormente su organización se modifica de forma sustancial. Si bien es cierto que no llega a estructurarse como una vivienda contemporánea aún, el modelo habitacional define un salto cualitativo respecto al anterior.

La Casa Frausk es un modelo de la vivienda ilustrada coruñesa. Situada en la calle Real 27, esta obra fue proyectada por el arquitecto Fernando Domínguez Romay en 1797. José Frausk era un rico comerciante local, que pudo permitirse la construcción de esta vivienda que responde los nuevos postulados de la vivienda ilustrada. Este tipo de viviendas eran espacios de carácter plural, caracterizados por una polivalencia en la que podían convivir áreas enormemente complejas en términos funcionales con otras extremadamente simples. Esto convertía al edificio en una obra versátil, ausente de especialización, en la que podían mezclarse diferentes usos. La vivienda es, así, capaz de responder a cualquier uso y permitir la convivencia generacional dentro del mismo espacio.

Foto: Nuria Prieto

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La Casa Frausk

A finales del siglo XVIII se desarrollan en la ciudad un conjunto de normas de policía urbana que regulan este tipo de obras, por lo que su imagen es armónica y responde a criterios clásicos como la simetría y la proporción muy presentes en la arquitectura francesa coetánea. La fachada de la casa está estructurada en bajo, dos plantas, y galería siguiendo una jerarquía paralela con el uso de los diferentes materiales. La planta baja, así como la primera y segunda se realizan con cantería local, mientras que la última incorpora una galería. La galería superior que suplementa la original se incorporó en el siglo XIX sustituyendo dos buhardillas.

Las dos primeras plantas, incorporan balcones con rejería y sin vuelo, es decir, enrasados con el resto de la fachada. Estos balcones se protegen mediante la incorporación de barandillas de forja con motivos rococó. La planta baja, de uso comercial se encuentra muy modificada con respecto al proyecto original. La galería de la tercera planta, así su ampliación posterior, en la planta cuarta se resuelven de forma sencilla, sin apenas ornamentación desarrollando una carpintería muy austera. La fachada posterior, hacia el callejón de la Estacada se completa con una fachada mucho más modesta, transformada ligeramente en el siglo XVIII que aún se conserva. En conjunto, la proporción de la obra es muy alargada, con mucho fondo de parcela, por lo que su distribución interior se adapta de manera flexible a esta condición.

Foto: Nuria Prieto

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El grado cero

A veces, las transformaciones urbanas no parecen tan radicales con el paso del tiempo. Lo que en un determinado momento semeja ser una obra vanguardista, poco a poco es absorbida por el tejido urbano diluyéndola en la cotidianidad de la ciudad.

“No existe un grado cero de la arquitectura protegida del desgaste del tiempo y de la disolución de la vida que vive, sino que este proceso constante e infinito no exime al ser humano de seguir representándose a sí mismo, construyendo el mundo en el que vive de manera autónoma y racional.” - Gabriele Mastrigli

La ciudad se desgasta, pero algunas obras sobreviven, se transforman, se adaptan y ofrecen lecturas que varían con cada década que las atraviesa. Sin embargo, como apunta Mastrigli, la voluntad del ser humano es la de seguir representándose a sí mismo, porque construye el mundo que habita inventando una y otra vez una teoría que lo sostenga. La ciudad atraviesa cualquier etapa y la actual no es más que una de las muchas que le quedan por recorrer.