El olvidado Cinema Cuatro Caminos de A Coruña

El olvidado Cinema Cuatro Caminos de A Coruña

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El olvidado Cinema Cuatro Caminos de A Coruña

Entre 1930 y 1948 el Cinema Cuatro Caminos estuvo abierto al público. Situado entre la avenida de Oza y la calle Concepción Arenal, fue una obra modernista de Pedro Mariño y Ortega que albergaba una nueva tipología: el cine

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Cuando nació Fritz Lang, el cine aún no se había inventado. El director alemán, paradigma de la UFA (Universum Film AG) en la Alemania de la República de Weimar, inventó una forma de hacer. Fueron muchos, pero imaginar una tecnología con una influencia cultural tan relevante para la sociedad desde una perspectiva inaugural, representa un campo creativo abierto y desafiante. El nacimiento de una disciplina creativa o de un tipo de arte se apoya en la memoria previa, pero también en el día a día cargado de mundanidades, palabras y más palabras.

“En el restaurante se habla del periódico: desde luego es preciso cambiarlo todo cuanto antes, todo de arriba abajo. Abandonar la Política con mayúscula y bajar de nuevo a la vida, la crónica, los hechos y hechitos de la gente. Porque la gente vive sin cesar, día a día, y quiere conocer la historia del monstruo de la via Caravaggio y el panorama de las agitaciones sindicales o saber si las tiendas están abiertas: y el cauto periódico vuelve a reposar entre los espaguetis con almejas y esa salsa roja de tomate, el vino de Gragnano, el pulpo a la cazuela, sí, gracias, una macedonia de frutas” Aguamala, Nicola Pugliese

Quizás por ello, la introducción de algo nuevo es tan complejo. No sólo porque existan resistencias tradicionalistas, sino porque hay una extraña inercia que hace de la realidad cotidiana algo impenetrable. La aparición de algo nuevo y transformador supone una interferencia en la cadenacia rítmica del día a día, ya que a pesar de la imagen caótica que puede tener la realidad, siempre hay cosas que se repiten. Algo capaz de integrarse en esa inercia e influir de manera definitva sobre ella es, sin duda, un gran artefacto cultural. Y siempre hay artífices de los artefactos, visionarios capaces de transformar la inercia cultural de la sociedad con la vocación de ser investigación y legado.

Es indudable que el cine ha transformado el mundo. Pero hay cosas que suceden alrededor de él, cosas cuya inercia se remonta muchos siglos atrás. Quizás ahí se encuentre su magia, porque hacer que cambie algo que ha permanecido inmóvil siglos parece algo inverosímil o, al menos, enormemente difícil. La arquitectura, como disciplina al servicio de la sociedad se adapta a la irrupción de cualquier vanguardia o invención cultural. Y es que, en algún momento la arquitectura debió crear un lugar para el cine. El primer gesto fue sencillo, adaptar aquello que se parecía al cine, un espacio para el teatro o para la fotografía, pero poco a poco esta nueva disciplina que nació en medio del teatro y la fotografía sin parecerse a una o a otra, creó un conjunto de necesidades propio.

“Hablar de sueños es como hablar de películas, ya que el cine utiliza el lenguaje de los sueños: años pueden pasar en segundos y se puede saltar en un lugar a otro” Federico Fellini

Alegoría del cine, con un proyector encendido. Cine Ideal_Madrid

Alegoría del cine, con un proyector encendido. Cine Ideal_Madrid

Quién soy yo

La arquitectura del cine comienza con una idea bretoniana “quién soy yo”, es decir, una definición conceptual en el que se plantea cómo afrontar una nueva tipología. El cine crece como disciplina colonizando inicialmente lugares destinados al teatro, pero poco a poco exige su espacio. La arquitectura adapta su morfología a las necesidades del nuevo programa, pero poco a poco se crea una extraña simbiosis en que el espacio posibilita avances en el cine. La posición de los proyectores, de los sistemas de sonido, o la disposición de las butacas son capaces de crear una atmósfera única y consolidada de tal manera que hoy en día el cine, es una tipología más, con características propias y con una identidad que de manera subliminal habita la memoria.

En A Coruña, la arquitectura del cine comienza, como en otras ciudades, de una manera híbrida en la que convive con el teatro. Pero, cuando reclama su espacio, aparecen edificios o transformaciones en algunas zonas de estos para albergar las proyecciones. La popularidad del cine, ya fuese como arte o como entretenimiento, creció de una forma tan rápida que las construcciones de esta tipología se multiplicaron de tal manera que cada barrio contaba con su propio cine.

“A finales de los años sesenta y principios de los setenta, el Tiffany Theater contaba con un bien cultural inmueble por el que se distinguía de los demás grandes cines de Hollywood. Para empezar, no estaba situado en Hollywood Boulevard. A excepción del Cinerama Dome, de la cadena Pacific Theatres, que se alzaba imponente en la esquina de Sunset con Vine, las otras grandes salas de Hollywood se encontraban todas en el último refugio turístico del Viejo Hollywood: Hollywood Boulevard.” Quentin Tarantino, Meditaciones de cine

Algunos cines pronto asociaron su función interna a la arquitectura que los acogía. Se buscaba para ellos un lenguaje singular, en ocasiones modernista, en otras moderno, racionalista o expresionista. La vanguardia del cine se completaba con la del lenguaje arquitectónico creando una simbiosis a través de una misma forma de expresión. El movimiento o el dinamismo son conceptos intrínsecos al cine que en ocasiones se publicitaba como ‘la imagen en movimiento’, por ello muchos de los lenguajes asociados a este buscan el movimiento dentro de los materiales rígidos y pétreos de la arquitectura. En A Coruña, uno de los grandes iconos de la arquitectura del cine es el Cine Avenida, recientemente restaurado. Su imagen entre el racionalismo y el Art-Dèco creada por Rafael González Villar, crea una estética nueva que sería interpretada como algo innovador. La influencia de esta obra es fundamental en la arquitectura cinematográfica de la ciudad.

Cine Avenida via todocolección

Cine Avenida via todocolección

Planimetría via . ayto de A Coruña recogido por M. Paz Llorente

Planimetría via . ayto de A Coruña recogido por M. Paz Llorente

Cinema Cuatro Caminos

El Cinema Cuatro Caminos es uno de esos cines de barrio que fueron poco a poco apareciendo fruto de la popularización de las películas. Obra de Pedro Mariño y Ortega, fue inaugurado el 13 de septiembre de 1930. El cine se encontraba entre la calle General Sanjurjo (hoy avenida de Oza) y calle Concepción Arenal, aunque fue clausurado en 1948 y posteriormente derribado. La obra proyectada por Mariño y Ortega refleja la alegría y el optimismo por un futuro mejor. El arquitecto utilizó un lenguaje modernista que adaptó para conseguir un aspecto monumental. La obra presenta un elemento singular en el centro de la fachada, un enorme hueco rematado con un arco a partir del cual se compone el resto del edificio. Dicho hueco produce el mismo efecto perceptivo que el de el rosetón de una iglesia, una imagen que habita en la memoria popular. Al igual que el rosetón o las ventanas basilicales la penetración de la luz se convierte en un acontecimiento que trabaja con el soporte que proporciona la arquitectura para producir un efecto. En el caso de la iglesia, refuerza la conexión espiritual del espacio. En el cine, la entrada de luz subraya la magia de la luz que atraviesa el celuloide en la proyección, ya que además esta se sitúa en el punto en el que se encontraría la cabina de proyección.

El hueco se enmarca con un recercado ancho que lo señala y significa. Dentro de él se dispone la tipografía que indica el nombre del edificio, y que sigue como un caligrama la forma del arco. Bajo él se dispone el acceso principal del edificio bajo una marquesina. El hueco central sirve además como balcón que subraya la monumentalidad. A ambos lados de este se colocan dos ventanas que rematan la composición. El centro de la composición, sobre el arco es una monumental guirnalda que nace de dos motivos geométricos que emergen de la cornisa situada sobre los huecos. La cornisa sirve de apoyo a la cubierta, pero también se convierte en un enorme elemento decorativo con motivos vegetales y guirnaldas. En su remate superior aparece un capitel central en el que convergen las dos volutas vegetales. Sobre él se sitúa un enorme frontón rematado en arco, que se apoya sobre la cornisa superior, a su vez sostenida por dos pequeñas ménsulas decoradas. Este elemento crea una buhardilla cuya iluminación se sitúa en los laterales de la misma. La cubierta, amansardada tiene también su remate en esta cornisa. El interior del edificio era sencillo, y albergaba una sala de cine modesta, un cine de barrio sin pretensiones.

Su estructura de fábrica y hormigón era sencilla y modesta. La carpintería del edificio era de madera. Para dotar de mayor dignidad al edificio se colorea la fachada destacando los elementos decorativos como las cornisas las guirnaldas. El cine fue clausurado en 1948 y desmantelado posteriormente. Fue derribado y en la actualidad existen construcciones modernas sobre su antigua parcela. Al igual que muchos otros cines, ahora solo habita en la memoria de quienes lo recuerdan o, simplemente de quieren han contemplado alguna imagen fabulando sobre el pasado de la ciudad.

Rocky contra Apollo Creed y palomitas voladoras

El cine crea sueños, pero también lo hace la arquitectura. Un espacio onírico apela a las emociones, a la memoria y al propio cuerpo. La relación del cuerpo con el espacio establece un conjunto de comparaciones que aluden al tacto, la escala y la luz, pero la memoria y las emociones son capaces de llevar más allá dicha percepción.

“Yo ya había visto películas en las que algo ocurría en la pantalla y el público vitoreaba. Pero nunca -repito nunca- como vitoreó cuando Rocky, en el primer asalto, asestó el puñetazo que tumbó a Apollo Creed. Toda la sala había estado contemplando el combate con el alma en vilo, temiéndose lo peor.” Quentin Tarantino, Meditaciones de cine

Solo en las salas de cie sucedía algo extraordinario en las proyecciones. El espacio y la historia narrada por la película construyen una atmósfera única, definiendo una experiencia completa. La composición espacial, incluso desde el acceso al edificio crea una predisposición a la acción que sucederá dentro. Y así, el cine era un lugar especial cuando el edificio era capaz de transmitir a través de su lenguaje arquitectónico emociones más allá de la pantalla. Quizás, cuando las salas estaban envueltas en arquitectura, sonaban más aplausos al final de la proyección y, a veces, las palomitas volaban contra la pantalla. El cine era algo más cercano a una auténtica experiencia emocional.