El Español
Treintayseis
Economía
|
Emprendedores

#Talento15000 Boquerón á Feira: Una de reporteros y bodas, por favor

¿Cómo pueden dos especialistas en fotografía de zonas conflictivas y deprimidas acabar retratando modelos en bosques y parejas al sol? A Nuria Sambade y Javier Díaz les encanta fotografiar gente y contar historias. Ya sean de moda, de vida o de amor
Ofrecido por:

Boquerón á Feira. Un plato combinado por una coruñesa y un malaguita que reflejan con igual naturalidad y estilo propio una boda, un deshaucio o el lookbook para un diseñador. No en vano estamos ante dos fotoperiodistas que, además de sus reportajes, se dedican a la moda y a esos novios que prefieren no posar y con los que, imprescindible, necesitan conectar.

Nos planteamos una boda como un reportaje”, nos explica Nuria Sambade, la pata gallega de esta receta de boquerón, mientras tomamos un café en la Plaza de San Nicolás. Es lunes y el Valentín, restaurante donde suelen quedar con sus novios cuando no les toca hacer Skype, cierra para descansar. “La gente hace lo que tiene que hacer y tú haces fotos. Lo más natural posible, una mezcla de fotoperiodismo con moda. Puedo modificar la escena, te pondré a vestir en la zona con mejor luz pero no prepararé los elementos de dentro”, nos cuenta Nuria, a la que le encanta el arte en sus múltiples expresiones, restaurar objetos viejos y Javier Díaz Martos, el peixe malagueño de nuestra ecuación que, a su vez, ama Galicia y todo lo que conlleva. Nuria incluida. “Lo que le decimos a los novios es que lo que pase en la boda, pasará en nuestras fotos. Ni más, ni menos”, completa Javier.

Su primer trabajo: la boda en Madrid

Estos dos culos inquietos descubrieron tardíamente la pasión que hoy, gracias a un valiente salto al vacío que dieron de la mano en 2014, les da tranquilamente de comer. De lo suyo, por fin. Se les ocurrió el nombre una calurosa tarde de verano tomando cañas por el madrileño barrio de Chueca porque “no era nada relacionado con el amor”. Boquerón á Feira. Les hizo reír tanto que dijeron, éste, tiene que ser, nos representa a los dos. Tras unos inicios duros, hoy despachan no más de una veintena de bodas al año, un límite que calculan para poder cubrir gastos vitales, laborales y estar tranquilos haciendo bien su trabajo. Viven de las bodas, de sus reportajes para medios como ESPN o la Guía Repsol y trabajan también para diseñadores como Javier Quintela, Juana Rique o empresas de moda como Pisonero. En sus fotos encontrarás naturaleza, frescura, belleza, cotidianidad, arte. Un algo diferente. Su estilo particular.

Lookbook para la colección de fiesta de Juana Rique
Un editorial de moda inspirado en la película de Wes Anderson The Fantastic
Mr. Fox, que fue publicada en Vogue

Una vocación tardía y una cámara digital

Realmente, Nuria quería ser pintora y Javier, publicista. En su empeño, ella estudió Escultura en A Coruña y Bellas Artes entre Pontevedra y Barcelona, dónde terminó. Mientras, Javier lo intentaba con los anuncios en su Málaga natal, ignorando claras señales vitales como cuando su tío el fotógrafo, en cuyo laboratorio había trasteado tanto de niño, le regaló su equipo analógico al completo. O cuando el ya desaparecido EP3 de El País le escogió como talento joven en fotografía. Cayó de la burra al terminar la carrera y buscó cursos en Barcelona. Y allí la encontró. A Nuria y a su vocación. Primero un “bonita foto” en el Fotolog, ese precursor de Instagram, de ella, luego amistosas charlas por chat y finalmente la quedada, o el flechazo oficial, porque entonces se juntaron y desde entonces siguen. Pese al cachondeo para con su nombre artístico, de amor van sobrados, estos dos.

Retrato realizado por Nuria

El novio de mi hermana me regaló una cámara digital enana y empecé a llevarla siempre conmigo y a hacerle fotos a todo dios”, recuerda Nuria con cariño de la irrupción real de la fotografía en su vida. Estaba en Barcelona y si se olvidaba el móvil en casa no volvía, pero como se dejara la cámara… Obsesionarse con fotografiar una gota de agua cayendo del grifo y tirar miles de fotos de gente, de niños, de abuelos, que según Nuria son los más naturales, también en las bodas. “No posan, no tienen filtros”. Acabaron ambos, Javier y Nuria, optando por el fotoperiodismo y apuntándose al Master de Ensayo Fotográfico en Zonas Conflictivas y/o Deprimidas, así con todas las letras, que impartía el IEFC. Allí aprendieron más y fotografiaron zonas complicadas como el Parque de la España Industrial o a la gente que malvivía en los solares abandonados de Poble Nou.

La crisis les forzó a irse a Madrid, dónde pasaron 5 años malditos: Javier se introdujo en el mundo de la fotografía de moda versión e-commerce –“como el McDonalds de la fotografía”- y Nuria entró en su etapa oscura, con un trabajo vacío en FNAC y sin ganas de fotografiar. Hasta que una dejó su trabajo, al otro le invitaron a irse y se vieron con los fondos y la libertad necesarias para pensar dónde vivir y, sobre todo, de qué trabajar. Llegaron las cañas en Chueca, Boquerón á Feira y el aterrizaje en Coruña. Desde entonces, editoriales de moda y bodas mediante, no han parado de trabajar.

En Madrid, Javier era como Batman: hacía fotos McDonalds de día y al 15M y
aledaños de noche

Conectar

“El primer curro de bodas nos llegó a través de nuestro peluquero de Madrid. Una amiga se casaba, y nos recomendó”, recuerda Nuria con cariño de esa boda urbana y diferente en la capital. Hoy podrás contratar con ellos la preboda, la boda y el álbum. Tiran unas 4.000 fotos por evento -y no son muchas, son cuidadosos al disparar- de las que después pasarán a la pareja entre 700 y 1000 en un USB de madera de olivo hecho a mano por ellos mismos. La presentación, como su imagen, está cuidadísima en Boquerón á Feira.

Nuria y Javier en la plaza de San Nicolás

“Es importante conocerse, es importante conectar”, subraya Nuria. “Las fotos nuestras salen así porque conectamos con la persona. Si no conecto, no empatizo y me cuesta el triple currar”. Por eso insisten en quedar con la pareja, ya sea en persona o por Skype. A ellos, a los novios, les recomiendan detenerse y valorar el trabajo de los fotógrafos. “El recuerdo de tu boda es nuestro trabajo”, resume Javier. A la hora de escoger, recomiendan fijarse en lo que transmite la fotografía más que en lo que sale. “Si el fotógrafo es bueno, te va a sacar en momentos que no vas a olvidar”, añade Nuria.

Y un último mensaje, para los invitados. “Que se dejen el móvil en casa. ¡Son fotos que van al cementerio de fotos!”, se ríe Javier, y termina Nuria. “En los momentos importantes, que no hagan fotos. Que lo vivan. Que lo disfruten”. De las fotos ya se encargan estos dos.

Nuria y Javier, retratados por David de Benito
Lookbook de la temporada de novias del diseñador coruñés Javier Quintela
Un editorial de moda de inspiración amish ideado por ellos
Lookbook de temporada para Pisonero, quienes encomentaron a Boquerón á
Feira un cambio de imagen en fotografía
Economía