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Rocigarcía: Las velas gallegas que evocan emociones

Rocío Osorio y Francisco Porto apostaron en 2020 por desarrollar un proyecto vinculado a la artesanía y a la recuperación de los oficios artesanales centrado en la cerería. Nacía así una marca que trabaja con proveedores locales y que diseña velas como las de fresa o limón para los más golosos o aquellas que permiten al comprador "vivir una experiencia"
Rocío Osorio y una de sus velas.
Rocigarcía
Rocío Osorio y una de sus velas.
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Evocar emociones a través de los cinco sentidos que despiertan sus creaciones. Este es el objetivo de la gijonesa Rocío Osorio y el betanceiro Francisco Porto, que trabajan la cera de abeja y la cera de soja siguiendo métodos tradicionales de Galicia y uniendo la sostenibilidad, la artesanía, la creatividad y la aromaterapia para crear velas que despiertan "sensaciones increíbles".

Osorio y Porto llevaban trabajando en el ámbito del arte contemporáneo 13 años cuando decidieron apostar por un proyecto que lanzaron en marzo de 2020, justo cuando comenzó la pandemia. "Seguíamos trabajando el arte contemporáneo pero desde la base creativa. Vino la pandemia y tuvimos que reformular todo. Empezamos a hacer talleres que tenían relación con la artesanía, la creatividad y el arte en Betanzos", explica el responsable de la firma.

Estos talleres fue el germen del trabajo de Osorio y Portos con la cera. Ambos tenían ya experiencia con proyectos de desarrollo rural vinculados a la artesanía y a la recuperación de oficios artesanales y apostaron en esta ocasión por la cerería con un enfoque sostenible. Nacía así Rocigarcía, que recientemente ha abierto su primera tienda en Betanzos y que continúa innovando.

Recuperación del trabajo artesanal y tradicional de la cera de abeja

Rocigarcía inició su andanza con la cera de soja, vegana y que le permitía a sus impulsores dar rienda suelta a la creatividad al mezclarla con diferentes tipos de fragancias y esencias. "Empezamos a ir por toda Galicia para ver que registros teníamos de la parte de cerería gallega y vimos como trabajan con la cera de abeja, había algunos registros orales en la zona de Pontevedra", explican Porto y Osorio.

La marca intenta recuperar actualmente dos formas de trabajar este material para aplicar las técnicas tradicionales aprendidas en sus creaciones. Una de ellas es por inversión, en la que la mecha de algodón encerada en cera de abeja virgen se sumerge, se saca y se deja enfriar en varias ocasiones hasta que adquiere el volumen deseado.

Las velas de bergamota y vainilla de Rocigarcía (Cedida).

El otro método funciona de forma opuesta. "Se pone como si fuese una rueda donde van colgando los hilos y con un cazo le vas echando a la mecha, que va cayendo por vertido. Son los dos métodos más tradicionales que existen en la comunidad gallega. Tenemos otros pero son de cera enrollable: la cera se derrite y se hacen unos paneles, en los que se extiende y cortamos a la medida o altura que queremos para los candelabros", explican Osorio y Porto.

Una cera virgen de abeja, también usada en cosmética, que Rocigarcía obtiene de tres proveedores de la zona del Eume, Os Ancares y O Caurel. "Nuestra idea es trabajar todo lo que pueda ser de kilómetro 0 o peninsular. No trabajamos nada que no sea peninsular, porque la canela viene de Portugal", ejemplifica el responsable de la firma.

Un gran abanico de velas de soja: de flores a pastelería o figuras

Rocigarcía obtiene la cera de soja de un haba que somete a un prensado en frío antes de hidrogenarla y catalizarla. "Trabajamos en perlas, la soja ya hidrogenada, y la mezclamos con las fragancias y con los excedentes de flor de la comarca de Betanzos. Semprevivas, limoniums... una multitud de flores, que son las que decoran nuestras velas", indican los responsables de la firma.

Las velas de la colección permanente de la marca, por otro lado, cuentan con pabilo de madera que seleccionaron mediante un estudio con diferentes ingenierías agrónomas. La firma probó una veintena de maderas autóctonas presentes en Galicia para comprobar cuáles le daban mejor resultado de quemado. "Hemos conseguido que nuestras velas aguanten el doble que una vela convencional. Nuestra vela de 250 mililitros de tapa negra aguanta unas 30-40 horas", explican Osorio y Porto.

Cada una de sus velas, además, lleva un nombre de una flor en gallego como papoula que hace referencia a la fragancia o a la flor que decora la propia vela. Rocigarcía ha conseguido crear unas 140 variedades diferentes entre las que también se encuentran las de dalia, milenrama, figo, violeta o caléndula, entre otras.

La firma, además, tiene una parte creativa y ha creado velas para los más golosos. El limón, la fresa y el café protagonizan los diseños más creativos de Rocigarcía y están elaboradas a mano con pigmento natural, siguiendo un meticuloso proceso en el que es preciso respetar los tiempos. Una parte del proyecto que surgió por dos razones. La primera de ellas es que Rocío Osorio es licenciada en Bellas Artes e hizo un máster de Arte Contemporáneo, así que es en este área donde explota completamente su creatividad.

El otro está vinculado a la historia de los cereros, que según explican los responsables de la firma comenzaron con el paso del tiempo a mezclar parafinas con la miel para crear sus velas porque les resultaba más rentable en procesos de industrialización. El negocio, sin embargo, dejó de ser tan rentable debido al descenso de la calidad, por lo que muchos de ellos decidieron apostar por la pastelería. "Por eso en muchos sitios ves pastelería-cerería. Era porque tenían la miel y la usaron para crear pasteles. Nosotros queremos que la propia pastelería nos devuelva la parte de la cerería", explican Osorio y Porto.

Varias de las velas de Rocigarcía (Cedida).

Las figuras de molde con caras, cactus o los cordones van en base de molde. Estas velas son más bien decorativas, aunque también pueden encenderse son de consumo mucho más rápido que las otras y llevan mecha de algodón encerado. Rocigarcía también tiene unas velas premium con una peana de madera y trabaja para intentar hacer la primera vela ecológica producida 100% en Galicia, para lo que estudian la posibilidad de realizar todo el proceso en la comarca, incluida la producción de la soja.

Una elección vinculada a las emociones

La marca trabaja, además de con productos que ya tiene en stock, con encargos. Así, los clientes pueden pedir una vela personalizada a través de la etiqueta, el tipo, el olor o una combinación de fragancias. Rocigarcía también trabaja para empresas o comercios, para los que crea velas específicas, mientras que para eventos como bodas cuenta con ambientadores botánicos en flor natural y una segunda línea de aromatización, en la que tiene fragancias maceradas en flor natural para el coche, por ejemplo.

Rocigarcía inauguró el pasado 1 de abril su tienda en el número 6 de la Rúa Traviesa de Betanzos, en la que tiene punto de recogida Floradeira. La acogida por parte de los vecinos y la clientela ha sido muy buena: "Estamos en una calle que era una de las más comerciales que había en la provincia. Se está intentando recuperar, estamos en un edificio del año 1900 de estilo modernista".

Edificio en el que se encuentra Rocigarcía en Betanzos (Cedida).

La tienda física se une a la tienda online, destinada principalmente a personas de fuera de la comunidad que están interesadas en sus velas, que también pueden adquirirse en mercados como el de Zara o ferias de artesanía. Las ventas varían según el cliente y el espacio en el que se vaya a colocar la vela. "Nuestras velas son para momentos en los que las personas se relajan y quieran aromatizar o vivir una experiencia", explican Porto y Osorio.

Todos los aromas de Rocigarcía son sutiles y están vinculados al entorno en el que se desarrolla la marca. "Las personas las eligen porque todos los olores van relacionados a experiencias, a emociones que dependen mucho de cada una. A lo mejor a una le interesa mucho la de jazmín porque le recuerda cuando iba al campo porque su madre o su abuela tenía un árbol de jazmín y ahí tenían grandes comidas. Tiene una vinculación familiar", ejemplifican los impulsores de la marca.

Otro olor vinculado a las emociones es el de algodón con mimosa. La violenta, la dalia, la mimosa, la lavanda funcionan muy bien, así como la de fraga o Bosque Atlántico, especialmente popular entre las personas que residen fuera de Galicia y tienen morriña. Osorio y Porto destacan otras velas populares: "La parte de los cítricos, como la bergamota, o la de milenrama que recuerda a ese espacio de invierno, de arroz con leche y a los postres de la abuela".

Una vinculación emocional que también se traslada al nombre de la marca: Rocigarcía es así en honor a la madre de la responsable de la firma, cuyo primer apellido es García. El hecho de que la firma lleve el nombre de una persona también busca reconocer y reivindicar la importancia del artesano, del trabajo manual y del territorio como proveedor de materia prima.

"Es un proyecto para los cinco sentidos. Tú primero lo ves, lo tienes que tocar y también la escuchas, porque la madera hace un cliqueo muy relajante como si fuese una hoguera pequeña", explica el responsable de la firma sobre estas velas que son perfectas para compartir en un momento especial. Un proyecto en el que sus responsables ponen los cinco sentidos desde el respeto por la tradición y los oficios, despertando emociones para compartirlas con sus clientes.

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