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Las pozas del Río Pedras, una maravilla natural en A Pobra do Caramiñal

La fuerza del agua ha ido esculpiendo a lo largo de los siglos un monumento natural único: las pozas del Río Pedras, en A Pobra do Caramiñal
Las piscinas naturales del Río Pedras.
Concello da Pobra do Caramiñal.
Las piscinas naturales del Río Pedras.

En el corazón de la Serra do Barbanza se encuentra una maravilla natural esculpida con el paso de los siglos en la ladera del Monte da Curota: las pozas del Río Pedras, unas piscinas naturales en la confluencia de los ríos Barbanza y Misarela.

La fuerza del agua en su descenso hacia la Ría de Arousa formó un espectacular cañón, plagado de cuencas, pequeñas cascadas, pozos y saltos de agua que convierten en única la visión de este tramo fluvial.

Llegar a algunas de estas piscinas naturales requiere de una pequeña caminata por la ladera del monte y por senderos no accesibles para todos los públicos, el recorrido en sí mismo merece la pena: el agua y la piedra están enmarcados por frondosa vegetación.

Agua, piedra y vegetación conviven en las pozas del Río Pedras (Mancomunidade Barbanza-Arousa).

Por si fuera poco, remontando el curso del Río Pedras se puede encontrar un puente medieval -mal llamado "puente romano" habitualmente-, situado muy cerca de los restos del Convento de San Xoán da Misarela, fundado alrededor del siglo XIV y abandonado desde hace siglos.

En su "Viaje a Galicia" de 1745, Frei Martín Sarmiento ya se refería a estas ruinas, destacando que "apenas se puede tener uno en pie en aquel paraje" debido a la "cortedad" del terreno, lo que le llevó a admirar "cómo allí podían vivir racionales".

Esta zona del río también ha servido para dar sustento durante siglos: en la parte más alta de su curso se pueden observar numerosos restos de molinos abandonados, mientras que en la más baja hay una central hidroeléctrica.

Una de las piscinas naturales del Río Pedras (Concello da Pobra do Caramiñal).

Más allá del origen geológico de estas piscinas naturales, la leyenda más extendida atribuye su creación a San Amaro, quien habría llegado por mar navegando en una barca de piedra, perseguido por los mouros.

Para zafarse de sus perseguidores, San Amaro pidió una intervención divina, que llegó en forma de cantos rodados que cayeron a lo largo del río, impidiendo así el paso a los mouros.

En la zona se encuentra una piedra grande y alargada que recibe el nombre de "Barca de San Amaro" por su semejanza con la embarcación en la que el santo habría llegado a A Pobra.

Una de las piscinas naturales del Río Pedras (Concello da Pobra do Caramiñal).

Entre las formaciones rocosas del entorno de las pozas del Río Pedras destaca "O Demo", una gran roca de más de 8 metros de altura situada junto a una de las cuencas más profundas.

A día de hoy estas piscinas naturales son uno de los lugares más visitados tanto por vecinos de A Pobra como de otros municipios del Barbanza: para aquellos que prefieren la montaña a la playa, el Río Pedras permite disfrutar de una ruta de senderismo y combinarla con un baño refrescante.

Es posible llegar en coche a las piscinas situadas en la parte más baja del curso del río, pero para alcanzar las demás hay que caminar y superar ciertos desniveles. Esta circunstancia, sumada a que algunas piedras son resbaladizas, lleva a lamentar caídas todos los veranos.

Cuna de leyendas

Ilustración de Miguel Robledo sobre las leyendas del Río Peras (Concello da Pobra do Caramiñal).

Recientemente, el Concello da Pobra do Caramiñal organizó las III Xornadas "A Pobra do Caramiñal no tempo", en las que el periodista y profesor de la Universidade de Santiago de Compostela (USC) Manuel Gago hizo un recorrido por algunas de las leyendas que rodean al Río Pedras, más allá de la historia de San Amaro.

Así, estas leyendas hablan de que una de las pozas más profundas, el Pozo Negro, no tenía fondo y de ella salían monstruos de toda condición hasta que los rayos la tapiaron; debajo de la poza se encuentra un peral que da frutos de oro y sujeta el mundo.

Otras historias hablan de que al atardecer del final de septiembre se podía apreciar desde el puente medieval cómo las luces y sombras delimitaban los marcos del convento de San Xoán da Misarela.

En el Río Pedras también tenía cabida la figura mitológica de las lavanderas, mujeres atrapadas en el más allá que pedían ayuda en su labor a quienes se acercasen. Si un vivo torcía la ropa en la dirección contraria a la que lo hacía lavandera, fallecía.

Todas estas leyendas están representadas de forma magistral en una ilustración de Miguel Robledo elaborada con motivo de dichas jornadas.

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