4 marzo, 2023 02:23

Cuando David Cantero (Madrid, 1961) se ríe, se le achinan los ojos. Sucede a menudo cuando la cámara no le apunta, pero en sus informativos de Telecinco siempre nos describe la vida -trágica, hermosa, veloz- desde su mirada serena, algo aséptica, desde su tono elegante y neutral en el marco de una belleza canosa de zorro plateado.

Digamos que le gusta ser prudente. Digamos que detesta los follones y el protagonismo, el sermón político, la doctrina, el histrión. Digamos que la televisión es una ola sobre la que lleva bailando más de 30 años sin caerse de la tabla. Y es que el caballero es bien hábil y maneja curiosidad bohemia y mundial: colecciona guitarras, lee con devoción, escribe novelas, es cinturón negro de judo y un aficionado a la escalada, al ciclismo y al surf. También pinta. ¿Quién da más?

[Descubrimos la casa de David Cantero: chimenea, estudio de música y cuadros pintados por él mismo]

Igual se lo encuentran escuchando blues que merendándose de nuevo la trilogía de Antes del amanecer, ¿la recuerdan? ¿Tendremos entre nuestras filas al último romántico? ¿Volveremos -ustedes, los protagonistas del filme o yo misma- a enamorarnos en un tren que recorre Europa, hablando del sexo, el arte, la vida o la muerte? ¿Nos negaremos a pasar por el aro de la vida previsible, anodina, conservadora? ¿Haremos de cada noche una fiesta y de cada conversación una revelación? En esta elección de Cantero caben muchos secretos. Quedamos muy expuestos en las cosas que nos gustan. 

David Cantero promociona DYC.

David Cantero promociona DYC. Sara Fernández.

David un hombre sensible al que el dolor de los demás le atraviesa y eso hace que, como dice su mujer, a veces tenga "una mirada funesta" sobre la vida. Ella le pide que la deje fuera de casa, que la suelte. "Y tiene razón, pero el mundo está lleno de cabronazos", me dice, con gracia. Una vez fue un bebé "bastardo" en la era más cruel para serlo: la franquista. Me escama un poco escribir la palabra entrecomillada, pero es la que él ha usado en esta charla. Tuvo una infancia curiosa de la que habla con amor y respeto por sus padres, por su educación, por la época. La sabiduría siempre es agradecida, también con los momentos puntiaguados del pasado. 

Después fue un reportero para darle forma al aventurero que le habitaba dentro. Primero nació su hijo Álvaro, que hoy tiene 31 y también es periodista. Con él presenta esta campaña de DYC 15 por el Día del Padre, con un poquito de antelación. Con su segunda esposa tuvo dos hijos más y redondeó su vocación: amarlos. Aquí su misión diáfana en la vida. De eso hablamos en esta entrevista. Y de feminismo, y de censura televisiva, y de la familia y de la rebeldía y del civismo de los hombres piadosos y pausados que nunca gritan, como él, porque necesitamos que sean ellos quienes abran la boca. 

P.- He leído en otra entrevista tuya que, por encima de cualquier otra cosa, ser padre es tu vocación. Pero me preguntaba, en primer lugar, qué tipo de hijo fuiste. Niño de la Ávila rural. 

R.- ¡Ah…! (sonríe). Bueno, realmente creo que soy mucho mejor padre que hijo. 

P.- ¿Muy trasto? 

R.- Mucho. No es que fuera un mal hijo, pero era muy travieso, inconformista, revolucionado. Mi padre siempre me llamaba “el arrebatado”. Me inventaba que tenía un burro y el burro me duraba 15 días en el imaginario. Y con una moto igual. Era creativo, imaginativo… pero me gustaba mucho jugar en la calle. Mi madre se llevaba unos disgustos tremendos y me perseguía con la zapatilla cada dos por tres porque llegaba siempre lleno de heridas, de brechas… 

Cantero con su hijo Álvaro en la campaña de DYC por el día del padre.

Cantero con su hijo Álvaro en la campaña de DYC por el día del padre. Sara Fernández.

P.- ¿Cómo eran tus padres? 

R.- Un encanto, mira. Yo tengo una historia de novela… de hecho, la utilicé en una de mis novelas. 

P.- Ay, dime cuál es la autobiográfica. 

R.- La más autobiográfica que escribí fue El hombre del baobab, que se la dediqué a mi padre, pero por desgracia falleció antes de poder leerla. Yo conocí a mi padre cuando yo tenía 5 años. 

David con su padre.

David con su padre.

P.- ¿Cómo? 

R.- Mi padre era aviador, piloto y militar, y se fue al Congo Belga a la guerra, como lo oyes, en una misión de la ONU. Él tenía otra mujer y familia en aquellos tiempos. Mi madre era… su amante, su querida, o como lo quieras llamar. 

P.- Tu casa era la “casa chica”, que dicen los mexicanos. 

R.- Sí. Eso es. Entonces yo tenía otros cuatro hermanos de su otra mujer, que no llegué a conocer hasta muy mayor. Yo creo que mi padre se vio tan agobiado por la situación… de pronto mi madre se queda embarazada… y dijo “pues prefiero irme a la guerra” (ríe). No, es una broma. Pero las circunstancias le llevaron a alistarse para ganar más dinero y para mantener a su familia y a su familia en ciernes, que era yo, que ya estaba en este mundo.

"Mi padre luchó en la Guerra Civil: le dieron un tiro que le entró por la axila y le salió por la espalda y me decía que era el zarpazo de un león" 

Yo recuerdo cuando conocí a mi padre. Ya te digo, con 5 años. Hasta ese momento la relación había sido a través de las postales que me mandaba desde África. Las conservo todas. Me decía todo lo que me quería. En aquellos tiempos los teléfonos… pues imagínate. Yo vivía en un pueblecito de Ávila, en Navas del Marqués, con mi madre, y alguna vez le oí la voz por teléfono. Tengo un disco de vinilo que grabó donde nos mandaba un mensaje corto, ¿sabes?, un disco de vinilo como de 45 revoluciones. Mi madre lo ponía muchísimo y yo le escuchaba diciendo “hola, Raquelita…”. 

P.- Lo verías como una especie de héroe. 

R.- Totalmente. Vamos, tengo una historia muy buena. Mi padre fue a la guerra, era jovencito cuando estalló la Guerra Civil española y le dieron un tiro que le entró por una axila y le salió por la espalda y tenía un agujero, una cicatriz enorme. Él siempre me contó que había sido un león. Un Zarpazo. Y yo le contaba a mis amigos “te lo juro, tío, que mi padre tiene un zarpazo de león”. 

"Yo nací siendo un bastardo y mi madre me sacó adelante sola en pleno régimen franquista, con dos ovarios"

P.- ¿En qué bando luchó? 

R.- En el bando nacional, pero bueno, en aquellos tiempos… imagínate. Se salvó porque hizo un movimiento para mirar la hora. Tenía 18 o 19 años cuando le cogió la guerra a él y a su hermano gemelo, uno en un bando y otro en el el otro. Las cosas de la vida. 

Cantero en una foto de su álbum.

Cantero en una foto de su álbum.

P.- Las cosas de la vida intensa. 

R.- Sí, sí. Era un tipo interesante y me llevaba muy bien con él. Mi madre era más de andar por casa… 

P.- La relación con nuestras madres, en general, se basa más en la presencia y con nuestro padre, en las ausencias. 

R.- Exacto. No es más que eso. ¡Tiempos! Mi madre siempre estaba conmigo y mi padre de repente desaparecía porque era el piloto. Se iba cuatro o cinco meses… y yo le esperaba. 

P.- Querías parecerte a él. 

R.- Sí, siempre he querido parecerme a él, pero sobre todo en lo buena persona que me demostró ser. Era humilde, sereno y no quería problemas con nadie. Me transmitió esa cosa del no discutir, del ser un tipo pausado…

P.- El hombre tranquilo. 

R.- Sí. Mi padre era el hombre tranquilo y yo lo he procurado ser. 

Cantero y su hijo Álvaro en una foto familiar.

Cantero y su hijo Álvaro en una foto familiar.

P.- ¿Y qué tipo de padre eres tú ahora? 

R.- Es un poco estúpido decirlo yo mismo pero creo que soy un buen padre, porque me empeño muchísimo en serlo, y eso que no quería serlo. Siempre se lo digo a Álvaro. Cuando la madre de Álvaro me dijo que estaba embarazada dije “dios mío”. O sea: yo tenía 29 años, era reportero, estaba todo el día por ahí, de guerra en guerra, de lío en lío, y pensé que eso me daba mucho más miedo que los sitios a los que me mandaban como reportero. De hecho, a Álvaro le conocí cuando tenía 4 o 5 días porque cuando nació yo estaba de viaje, estaba en Turín. 

P. Qué fuerte. 

R.- Me dieron la noticia en el hotel. “Señor Fernández, que han llamado y ha sido usted padre”. “¡Por fin! Qué emoción, qué emoción” (interpreta). 

P.- ¡Le llevarías un regalito al niño, por lo menos! 

R.- (Ríe). Bueno, pero es que hubo anécdota. Fui el segundo señor Fernández al que se lo dijeron. Había otro Fernández en el mismo hotel y siempre me quise imaginar la cara que se le pondría, imagínate. “¿Cómo?”. Cuando pude regresar a casa me encerré con mi hijo en su habitación, donde estaba su cunita, y le expliqué quién era yo y lo que le esperaba ahora que había llegado al planeta Tierra. Le metí una charla… me quedé fascinado, pero creo que no estaba preparado entonces para ser padre. Con mis otros hijos me ha pillado distinto. 

P.- Se llevan como diez años. 

R.- Sí, él tiene 33, y el siguiente, Adriano, tiene 18. 

P.- ¿Cómo has cambiado tú como padre en esa década? 

R.- Mucho. Con Álvaro aprendí a serlo y descubrí que ser padre era lo más.. lo más loco, lo mejor, te lo juro. Nunca había tenido esa sensación de amor, de ternura, de entrega, de responsabilidad. Me ahogó la responsabilidad. 

"Mi primer hijo, Álvaro, se adora con sus otros dos hermanos, y eso me obsesionaba, porque yo nunca pude estar unido a los míos, nos mantuvieron sin contacto" 

P.- ¿Cómo hiciste para conciliar con una vida tan ajetreada? 

R.- Gracias a la madre de Álvaro, evidentemente. Las cosas han cambiado absolutamente. Hay mucho menos cambio generacional entre mi padre, que era un hombre de principios de siglo, y yo, que ahora entre dos hombres que se llevan diez años. Porque cada diez años el mundo ya no tiene nada que ver con lo que había. Álvaro y sus otros dos hermanos se adoran, se adoran, están muy unidos, y eso es algo que me obsesionaba porque yo no pude estarlo con los míos. Nos mantuvieron sin contacto, separados. Luego nos conocimos de mayores y nos llevamos bien, ¡mi hermano mayor fue piloto y mi hermano pequeño también… y terminaron volando los dos juntos en Iberia! Yo volé una vez con ellos. 

P.- Esta vida es increíble. 

R.- Lo es. Es curiosísima. 

Cantero y Álvaro.

Cantero y Álvaro.

P.- ¿Cómo se educa a hombres buenos?

R.- Eso es lo que más me preocupa. Yo he sido un macho adelantado a mi tiempo, porque a mi me educaron en el respeto absoluto por la mujer, y por el feminismo, porque fui educado a fuego por mi madre. 

P.- Esa mujer que lo llevaba todo para adelante. 

R.- Imagínate, porque yo era un bastardo cuando nací y ella lo pasó fatal. Una mujer que se vio sola con un niño en pleno régimen franquista y tuvo los ovarios de sacarme adelante. Me educaron muy bien y tuvo mucho mérito en una sociedad tan machista como la que había y como la que hay todavía, porque sigue habiendo mucha desigualdad. Le inculco a mis hijos el mayor respeto por todo, por las mujeres, por cualquier ser vivo, y se lo pido a dios, a las estrellas y al destino, llámalo como quieras: que sean buenas personas, buenos hombres, que se realicen y que se ganen la vida con humildad, sin hacer daño a nadie y sin meterse en follones. 

P.- ¿Qué machismo observas en la España actual? 

R.- Te diré que es peor de lo que recuerdo en mi juventud. Cuando era adolescente no es que fuéramos mucho más respetuosos, es que éramos más iguales. Las chicas y los chicos nos relacionábamos de una forma muy igualitaria, más de pandilla, más de todos lo mismo. Nací en el 61 y fui joven en los 70 y los 80. En los 80 había muchísima más libertad y respeto por las mujeres y mucho menos machismo en cierto sentido que hay hoy en día. Es cierto que cuando eres joven quizás te fijas menos en los detalles pero… que en 2023 sigamos contando tantos casos de violencia machista me parece terrorífico, y yo los tengo que contar todos los días, y todos los días hay víctimas. 

"Veo más machismo ahora en España que en los 80: antes las chicas y los chicos éramos más iguales, de la misma pandilla"

P.- Recuerdo tu cara compungida cuando tuviste que añadir al final de un informativo la noticia de dos nuevos crímenes machistas y dijiste “qué pena tener que acabar esto así”. 

R.- Es que es horrible, horrible, no lo puedo comprender, ¿cómo puede haber semejantes bestias por el mundo? Con esos sentimientos de posesión… tan presentes también con las redes sociales, y ese control… a mis hijos les digo que huyan de sentimientos como los celos, la posesión, el dominar a la otra persona, por favor. Es demencial. Yo nunca he tenido relaciones con mujeres así. Siempre he sido un hombre… no sé, hasta sumiso. Prefiero ser sumiso a ser un machista, prefiero ser educado. Es necesario el respeto, la educación y el amor. 

Cantero.

Cantero. Sara Fernández.

P.- ¿Del feminismo institucional qué opinas? ¿Qué te parece Irene Montero y qué piensas cuando te ves a ti mismo diciendo que está aumentando la cifra de rebajas de condena por el sí es sí? 

R.- Ay, dios mío, es que esos temas son tan delicados… yo procuro no entrar a valorar o a juzgar. Llevo 40 años en la profesión y esto es como hacer surf, hay que mantenerse en equilibrio sobre la tabla. Si yo no hubiese sido siempre tan cuidadoso y ecuánime y respetuoso con mi profesión me hubiera caído, seguramente. Siento que como presentador de un informativo de noticias mi trabajo no es opinar ni valorar, sólo contar lo que sucede y punto, aunque a veces en la mirada o en los gestos se te nota algo.

Pero… en fin, el feminismo es absolutamente imprescindible y hay que lucharlo con uñas y dientes: es verdad que se cometen errores. Hay fallos. Pero es muy necesario. Yo me he puesto en el lugar de la mujer también como novelista, he intentado sentirme mujer y me he indignado viendo las tropelías de los hombres machistas. ¡Me irritan! Si hubiera sido mujer hoy estaría muy indignada. Esas grandes científicas y literatas de las que no se ha hablado, a las que se ha ignorado… es indignante. 

P.- Esa postura neutral que dices es decisión tuya, porque también hay telediarios de autor. Pedro Piqueras ejerce más autoría que tú, por ejemplo. Vicente Vallés ya no te cuento. 

R.- Bueno, yo creo que Pedro es un hombre muy ecuánime y que nos lo transmite a los que trabajamos con él. 

"Hay días que metería mi opinión en el telediario y diría lo más grande, te lo juro… pero no quiero ser el protagonista" 

P.- Pero tiene otra cosita… ya digo, no al nivel de Vallés, que es encantador pero muy aguerrido. 

R.- Sí, lo es, pero yo he trabajado con Vicente, y es un hombre muy prudente. Es un tipo extraordinario al que admiro muchísimo. Me llevo muy bien con él. Tiene fama de beligerante, pero no es para tanto, yo no le veo así. Pero bueno, son estilos y son etapas de la vida. A veces te toca una etapa en la que te atreves a meter una pequeña píldora de opinión… 

P.- ¿A ti te entran ganas? 

R.- Muchas veces me dan ganas, hay días que diría… lo más grande, te lo juro. Yo he pasado por todo tipo de telediarios, con todo tipo de Gobiernos y he procurado mantenerme firme en una idea: yo no soy ni quiero ser el protagonista. El público es inteligente y sacará sus conclusiones. Siempre le recomiendo a mis seres queridos que consuman varios medios de comunicación, que no se acostumbren a que nadie les dore la píldora ni les coma la oreja. Es como en las relaciones de pareja: yo no quiero que mi mujer me diga “ay, qué estupendo eres”, porque seguramente esté haciendo algo que no le gusta y prefiero que me lo diga para intentar corregirme. 

P.- Eres un hombre progresista. 

R.- Sí, eso seguro, y se me nota en mi forma de comportarme y de hablar. Pero no quiero que nadie sepa ni a quién voto ni a quién le rezo ni por dónde me muevo. 

P.- Se hizo muy viral cuando criticaste la censura homófoba de Lightyear. “Retrógrado… hasta el infinito y más allá”, dijiste. 

R.- Sí. Claro. Eso desde luego, pero no quiero darle el placer a ningún sector político de decir “este es de los míos”, eso lo he odiado siempre. 

Cantero.

Cantero. Sara Fernández.

P.- ¿Es Telecinco una cadena “de rojos y maricones”, como diría Jorge Javier? 

R.- Eso es una gilipollez como un piano de cola, pero hay que entender desde dónde está dicho. Jorge Javier es un showman, un tipo muy inteligente, un personaje muy sofisticado y creo que a la vez muy vulnerable. Le das un poquito de jaleo y se viene arriba: ha podido decir mil barbaridades, pero es otro mundo, es otra televisión. Y yo adoro la televisión, pero creo que los informativos tienen que ser lo más asépticos posible.

P.- ¿Saturación de tertulianos? 

R.- Sí, es posible. 

P.- Mucho ruido… 

R.- Llevamos una larga racha en el que el tertuliano ocupa demasiado espacio en la vida intelectual. Son modas. Mañana se podrán de moda los hologramas. Mira, voy a ser totalmente sincero: la televisión vive un momento de total incertidumbre. La llegada de internet y de las redes sociales y esta diversificación de la comunicación… la ha dejado noqueada. Mis hijos pequeños no ven la tele. Si quieren saber algo, van al móvil. No ven la tele como la veíamos nosotros: era estupendo, todos emocionados por ver el 123… al día siguiente todos comentándolo… era maravillosa, pero se acabó. Y los que trabajamos para ella y hacemos televisión no tenemos ni puta idea de para dónde va. Se van haciendo arreglos sobre la marcha, vamos a toda hostia. Mi cadena está viviendo un momento de convulsión. 

P.- ¿Cómo vives tú esa movida tras la salida de Vasile? 

R.- Yo desde la barrera. Lo único que queremos es que nos cuiden un poco más, que nos den un poco más de medios, que nos den otro decorado, aunque yo le tenga ya mucho cariño a mi decorado… 

“Telecinco está viviendo convulsión: yo lo único que quiero es que nos den un poquito más de medios y otro decorado, potenciar la información de la cadena”

P.- Ah, amigo. No queremos cariño, queremos recursos. 

R.- Tú lo has dicho: recursos para darle más potencia a la información en la cadena, porque se lo merece, porque Informativos Telecinco lleva ahí dando el callo ya muchos años, décadas, 30 años… y los de Cuatro también se lo merecen porque son estupendos. La salida de Paolo lo ha convulsionado todo. Era un tipo entrañable. De estos que te apetece abrazar. Es muy romano, y sé lo que digo, porque viví muchos años en Italia, de hecho, mi hijo Álvaro fue concebido en Roma. Yo soy italiano adoptivo, de alguna manera. 

P.- ¿Presentadora favorita? ¿Reina de las mañanas o de las tardes? Ana Rosa, Sonsoles, Susanna… 

R.- Las conozco bien a las tres y me encanta que tengan tanto poderío en televisión y que estén tan cañeras. Son todas muy buenas. Mira, lo más difícil en la tele es ser delante de la cámara quien tú eres. Todos presentamos al principio a través de un personaje, te ves un poco engolado… no sé qué intentas… y un día te da igual que se vea quien eres tú y te relajas. Eso da serenidad. A Sonsoles la veo ahora más nerviosa porque ha cambiado de registro por completo pero se va a convertir en la próxima María Teresa Campos. A Campos la echo mucho de menos. 

P.- Sonsoles es más pizpireta que Ana Rosa. 

R.- Sí. 

P.- Es más luminosa. Ana Rosa es fantástica también cuando se pone de mala hostia. 

R.- Desde luego, me encanta Ana Rosa cuando saca el colmillo. Me quedaría con ella, es mi favorita de todas, la aprecio mucho. Es una tía estupenda que siempre ha sido extraordinariamente cariñosa conmigo. Es muy válida, muy válida. 

"Ana Rosa es mi presentadora favorita: saca el colmillo y a la vez es muy cariñosa y válida" 

P.- Si tú no vieras tus propios informativos, ya que no tenemos todavía el don de la ubicuidad, ¿cuáles verías? 

R.- Los de TVE, porque ha sido mi casa y le tengo mucho cariño y añoranza. Yo es que veo a Franganillo… y es que le quiero, le quiero. Esos telediarios me dieron de mamar cuando yo empezaba. 

P.- ¿Cuándo has sido tú más libre, en la pública o en la privada? 

R.- Mira, de Mediaset te podrán decir lo que tú quieras, pero sobra libertad, es sorprendente. Desde que llegué nunca he recibido la más mínima sugerencia. 

P.- Ni una mísera llamadita. 

R.- No. Sólo una vez… te cuento una anécdota graciosa. Una vez Pedro Piqueras se mosqueó conmigo y me llamó a su despacho, y eso que yo lo adoro y él a mí, de hecho, se pasó un año dándome la brasa para que me fuera con él, y yo “que no, tío, que estoy muy a gusto en la uno”… bueno, pues una vez me llamó al orden porque fui a Sálvame como invitado a hacer judo. Yo soy judoka. Cinturón negro. Y fui a hacer una pequeña exhibición, llevé al seleccionador nacional y al campeón del mundo… hicimos unas llaves… a Jorge sin querer le hicimos daño en un dedo… el momento es para buscarlo (ríe). Y de pronto Pedro me vio en Sálvame, con mi yogui, pero con mi camiseta debajo. 

Cantero durante la entrevista.

Cantero durante la entrevista. Sara Fernández.

P.- Hombre, si llegamos a incluir desnudo y todo… 

R.- (Ríe). No, no, pero en el tatami habitualmente no hay camiseta. 

P.- ¿Piqueras pensó que se te había ido la olla? 

R.- Creo que sí, que dijo “¿qué hace mi presentador…?”. Pero yo le respondí y le leí un poco la cartilla: le dije que el judo es un deporte noble y que no me avergonzaba de haber ido a Sálvame, porque Sálvame es un programa revolucionario que ha metido miles de patas pero que todo el mundo ha disfrutado en algún momento. Y todo el mundo se ha cansado también en algún momento de él, porque tiene sus altibajos. 

P.- ¿Y en la pública, te han censurado? 

R.- Yo viví momentos difíciles en TVE. Viví el 11-M. No quiero dar nombres, pero tuve jefes que se empeñaron en hacer lo que hoy ya no se puede hacer… que es manipular. Me intentaron obligar a eso, y yo dije que qué coño, ¿quién coño puede manipular ya? Esta botella es verde y es verde. 

P.- Pero se puede intoxicar. 

R.- Sí, eso está muy bien dicho. Pero ya no se puede manipular a la gente, todo el mundo tiene un móvil en las manos y un abanico infinito de información. En Twitter todo el mundo está vigilando. Intentar manipular es hacer el ridículo. 

David Cantero.

David Cantero. Sara Fernández.

P.- ¿Cómo respondiste a esos intentos de manipulación? 

R.- Con rebeldía, con rebeldía. Me enfrenté. Y mis compañeros también. 

P.- ¿Te amenazaron? 

R.- No, pero ya sabes, estuve a punto de que mi carrera acabara alguna vez. Este es un oficio muy raro. Mucha gente te está observando y te miran con lupa. 

P.- ¿Te han hecho duro a la fuerza? 

R.- Te pones una coraza pero a veces no sirve. Cuentas desgracias, cosas horribles que les pasan a otras personas, y no te quieres insensibilizar, así que te lo llevas a casa. Tengo la suerte de tener a mi mujer al lado, que me ayuda mucho. Me dice “no, ya, déjalo fuera, a veces tienes una visión del mundo bastante funesta”. Y es verdad: el mundo está lleno de cabronazos.