1 octubre, 2022 03:57

Pregunta.- ¿Qué te parece lo que dicen ahora, Fermín, de que la derecha es el nuevo punk?

Respuesta.- Les escupiría en la cara y les diría “esto es punk”. El punk me cambió la vida, me hizo vivirla conflictiva e intensamente. Hay una expresión muy bonita de los irlandeses que yo aplico a los vascos: “Habremos perdido todas las guerras, pero las canciones son nuestras”. ¿Sabes? Uno de los músicos de MCED lo expresó mucho mejor: “Nunca entregaremos los discos”. 

Y se ríe como un niño gamberro, con las argollas de plata bailándole en los lóbulos. ¿Qué esperaban? Esto es rock radical vasco. 

De Fermín Muguruza (Irún, 1963) dicen que es el tipo más carismático e influyente de Euskadi y es probable que ambas cosas sean ciertas. Esta conversación dura tres cañas y más de una hora porque él destila política implacable desde el bar contra la rueda chiflada del turbocapitalismo: hacer barrio también es detenerse a charlar sin prisas, interesarse por el otro, ver caer la tarde en Lavapiés mientras vuelve a vencer uno a los hombres grises que quieren robarnos el tiempo, como a la Momo de Michael Ende. 

Todavía la poli le mira raro. Todavía dice "Estado español". 

"Me gusta el lenguaje pugilístico", cuenta. Y eso es porque todavía combate. 

Es un músico en revolución permanente.

Al líder de Kortatu y de Negu Gorriak la ultraderecha le llamaba etarra, y los etarras, "traidor". Los primeros intentaron matarle con un artefacto explosivo en uno de sus conciertos -los pillaron y fueron condenados a seis años de cárcel, pero cumplieron dos-. Los segundos cantaban a voz en grito su Sarri, Sarri, pero le tildaban de "vendido" en los grafitis de los pueblos del norte: tibio, Muguruza, tibio. Porque pedía el cese de la violencia. Porque le avergonzaban las armas. Porque una vez le vieron entrar con Eduardo Madina en una taberna y hacerse una foto juntos con el mesero y esa imagen -extravagante, emocionante, imposible durante décadas- les demostró que ya habían perdido. 

Fermín Muguruza.

Fermín Muguruza. Sara Fernández.

Al aznarismo le dio por él y le vetaron en todo el país durante mucho tiempo. Para muchos aún es una criatura abominable. Le desprecian por ser de izquierda abertzale y le acusan de coquetear con la rebelión sangrienta, aunque la justicia le absolviese en el juicio que el coronel Galindo inició contra él. 

Es un histórico, un símbolo vivo, un cabo suelto del discurso patrio oficial, el más célebre de los genios marginales. Independentista pero internacionalista, marxista, humanista y tocapelotas profesional, todo a la vez es posible. Dice que los críos como él, nacidos en el franquismo, no tuvieron adolescencia: pasaron de niños a adultos en cinco segundos, corriendo delante de los grises y poco después, de los azules. Quizá por eso se ha dedicado el resto de su vida a ser largamente joven, largamente insurrecto.

"El año que viene cumplo 60 y sigo con el puño en alto", masculla, con humor. Y es lo que hay. 

Ahora presenta Ainhoa, Black is Beltza II, un cómic y una película de animación que llegó a las salas de ayer y que trata las aventuras de una joven nacida en Bolivia que acaba en Euskadi, Beirut, Kabul y Marsella, luchando a cada rato con un sistema en descomposición. Una mujer que, como él, hace mucho que dejó de ser una marioneta: un día miró hacia arriba y cortó las cuerdas para enfangarse de vida y política en este mundo raro. 

P.- Ainhoa, la protagonista de Black is Beltza II, llega a País Vasco en los ochenta y se encuentra, de entrada, con que el novio de su mejor amiga de allí acaba de morir por sobredosis de heroína. Se ha hablado en alguna ocasión de la inoculación de droga por parte del poder como elemento de contrainsurgencia. Es una idea muy polémica. ¿Se siembra droga para calmar las ansias revolucionarias? 

R.- Sí. Está escrito: hubo incluso unos cuantos manuales de contrainsurgencia donde se cuenta que fue un hecho. Se utilizó contra las Panteras Negras, por ejemplo, pero también contra todos los grupos disidentes que en ese momento había en EEUU, que eran un montón, porque estaba la Asociación de Estudiantes contra la Guerra de Vietnam, la Asociación de Abogados Demócratas… bueno, mucho movimiento efervescente y revolucionario, y metieron la heroína para calmar ese fervor y para desprestigiar a esos movimientos y para introducir a informantes enganchados… se emitía cocaína barata en crack para las comunidades negras y latinas.

Esto se sabe que fue así al desclasificar ciertos documentos en EEUU, pero aquí no ha llegado todavía eso. Fue una masacre lo de los años ochenta, aquí y allá, y ahora sabemos que eso se hizo para financiar la guerra de los Contras contra la Nicaragua sandinista. Lo vemos incluso en películas de ficción, como Barry Seal, que era este piloto que se dedicaba a ir con la avioneta y llevaba armamento pero traía cocaína de Colombia. 

P.- ¿Qué hay de País Vasco? 

R.- En los ochenta hay una entrada enorme de heroína, pero no sólo en País Vasco, sino en todo el Estado Español, en todas las zonas obreras y en los barrios populares. Pero es que en País Vasco… acuérdate, hubo un plan ZEN. El de la Zona Especial Norte. Muchas páginas de ese plan probablemente nunca las conozcamos, entre las cuales figuran la guerra sucia, y dentro de la guerra sucia del Estado español está la utilización de la heroína como un arma más contra los insurgentes. Metieron heroína masivamente. 

P.- ¿Lo sabremos a ciencia cierta alguna vez, si en 2022 aún no podemos comprobarlo? 

R.- ¡Y encima se va a retrasar más! Mira, hay una biografía del Lendakari Ardanza, que es muy poco sospechoso de nada, ¿no? Ni de pensar de ninguna manera… en fin, era del PNV, y cuando fue alcalde de Mondragón creó dentro de la Policía Municipal un grupo pequeño de investigación para ver de dónde estaba llegando tanta heroína. En Mondragón, precisamente, hizo estragos. Ardanza se dio cuenta de que los coches que venían, que repartían toda la mercancía, volvían y entraban en el cuartel de Intxaurrondo. ¡Y eso lo cuentan en su biografía! De Mondragón era el grupo RIP, uno de los que más tocó con Kortatu, y de los cuatro miembros sólo queda uno vivo. Y los de Cicatriz… los cuatro están muertos. Por la heroína y luego por el SIDA. 

A ver, por un lado siempre ha habido una atracción al abismo, ¿no? Una atracción hacia lo oscuro. La gente quiere experimentar, quiere probar. Había una cultura de eso. The Velvet Underground escribieron la canción Heroin en el 65, y luego la siguió cantando Lou Reed. Existía la idea de que una droga más dura que el cannabis era mejor que la muerte. “Me siento mejor que muerto… yo soy el timonel de mi barco”. Es poesía también, que se hace alrededor de la heroína. O White horses de los Rolling Stones: también se dice que están hablando de la heroína. Cuánta literatura no hay inspirada en el alcohol y en la heroína. Miles Davis tiene también una época en la que prueba incluso la heroína porque ya no puede tocar mejor y quiere experimentar otro estadio, como pasó años antes con el tema de la psicodelia. Pero sin duda esa introducción masiva de heroína se debe a algo. 

P.- Tú has intentado abrir el mapa. 

R.- Sí, claro, me preguntaba de dónde llega todo esto. En EEUU se ve claramente que tenían que financiar una guerra que hoy hasta justifican. “No, es que teníamos el comunismo en el patio trasero… es que teníamos Nicaragua pero también estaba todo lleno de guerrillas, y lo siguiente es El Salvador, y lo siguiente iba a ser México, esto había que frenarlo como fuera”. Esa era la gran obsesión de Ronald Reagan. Tenía que financiar a los fundamentalistas que combatían al Afganistán socialista. El 90% de lo que se consumía en todo el mundo salía de Afganistán y eso es lo que contamos en la película. No sé por qué no hablamos más de esto. 

"Mi droga fue la anfetamina, la usaba para leer, es muy obsesiva y yo era una esponja" 

P.- Tengo entendido que tú consumías speed… ¡para leer! A los cinco años, exhausto, lo dejaste. ¿Cómo decides, en los años ochenta, plantarte políticamente frente a las drogas? ¿No era un discurso poco popular entonces, entre el hedonismo y las ganas de revolución? Tú creías en la legalización “para que nadie nos domine, ni el Estado español ni la izquierda abertzale”, para no enriquecer a las mafias… 

R.- ¿Cómo sabes lo del speed? Joder (ríe). A mí me decían “¿no tomas? Tú ya te caíste en la marmita”, como lo de Obélix. Yo consumía anfetamina para estudiar y la utilizaba mucho, es verdad. Esa ha sido mi droga. Leí muchísimo, aprendí todo y desaprendí todo. La anfetamina es muy obsesiva. La gente iba puestísima de fiesta y yo sólo estaba atento de escuchar a todo el mundo (ríe). Era una esponja. Creo en la legalización. Cuando hicimos la canción en la que estuvimos ocho años en proceso judicial con Galindo, ¡en esa misma canción ya lo estamos diciendo! Decimos que tenemos que legalizar las drogas. 

La CIA era la multinacional que controlaba la droga dura. Está claro que todo ese control no lo han dejado en manos de nadie más, ¿eh? Esa gente sigue controlándolo. Y no dejan que se legalice. Por eso me pareció muy interesante el discurso de Petro, el nuevo presidente de Colombia, donde trata precisamente el tema de la heroína. “Por favor, aquí hay un montón de gente, de campesinos, metidos en la heroína… lo que necesitamos es legalizarla, e incluso la cocaína, porque le estamos haciendo el negocio a EEUU”. Fue un discurso interesante. Es de las pocas luces que yo veo ahora en el mundo, lo que está pasando en Colombia, ese proceso de paz incipiente con las FARC… 

Muguruza .

Muguruza . Sara Fernández.

P.- ¿Cómo ha cambiado desde los ochenta hasta ahora tu relación con la Policía y la Guardia Civil? ¿Siguen siendo los malos? 

R.- ¡Ah…! (resopla). 

P.- Sé que tuviste muchos problemas con ellos. Denunciaste violaciones con pistola a una chica que cuidaba de tus hijos, hasta torturas a amigos cercanos… pasando por la simulación de un disparo a tu pareja y a ti en un control. Se archivó. 

R.- Sí. A ver, es que la Transición fue solamente una transacción. En esta película contamos la Transición en un plano de dos segundos. Alguien da una propina y hay dos monedas, una con la cara de Franco y otra con la del rey Juan Carlos. Eso fue la Transición, simplemente un cambio de cromos. Estamos hablando un 27 de septiembre: hoy es el aniversario de los últimos fusilamientos que firmó Franco. Cinco. Dos de ETA y tres del FRAC. Yo tenía 12 años. Ahí fue la primera vez que de verdad fui consciente de cosas… vi las manifestaciones en País Vasco, muy, muy duras. También en España hubo. Y en toda Europa, y en todo el mundo.

"La Transición fue una transacción: cambiamos el cromo de Franco por el del rey Juan Carlos"

Se pedía amnistía para que no se fusilara a estos cinco. Al mes y medio muere Franco ya, que estaba en las últimas, pero muere matando. Entonces todos los policías que estaban ahí reprimiendo eran los grises. La policía franquista, fascista. ¿Sabes? La gente de mi edad no tuvimos ningún tipo de adolescencia. Pasamos de niños a adultos. Cerramos los ojos y cuando los abrimos los grises venían a aporrearnos. “Calla, que no, que esto ya es una democracia”. Vale, vale. 

Pues a los mismos policías, a la misma cadena de mando, exactamente, les cambiaron el uniforme y dijeron “no, ya no es policía franquista”. Después pasaron al uniforme azul y siguieron siendo los mismos. Esa es la Transición. Pero no sólo a nivel represivo, sino a nivel judicial y a nivel político. Son exactamente los mismos. No se movió nada. Se legalizaron los partidos, sí, pero todos los que estaban se quedaron. El mismo Suárez, el mismo Fraga Iribarne. ¿Cómo no voy a tener problemas con la policía? Los tengo. 

Muguruza charlando.

Muguruza charlando. Sara Fernández.

P.- ¿Aún hoy vas por la calle, ves a un policía y piensas “aquí siguen estos tíos”? Han pasado los años… 

R.- Te voy a contar una cosa. Cuando surge la Ertzaintza en País Vasco… el nombre es muy bonito, la traducción es muy bonita. “La gente que cuida del pueblo”. Al pastor, que es la persona que cuida de las ovejas, se le llama “artzaina”. De hecho, cuando estalla la Guerra Civil, el Gobierno vasco crea un cuerpo de policía y en principio estaba concebido como otro tipo de cuerpo, ¿no? Yo no lo viví, eso decían. Pero esto es lo mismo que ocurre con el feminismo. “¿Cómo vamos a confiar en los hombres si ellos son los violadores también?”. Para mí es terrible. Me gustaría confiar en la policía, claro. En la pandemia creo que perdieron una gran oportunidad. Podían haber sido una policía de cercanía. Una policía para que la gente se sienta protegida en su barrio. 

Pero, ¿cómo van a hacerlo, cómo van a salvar a un barrio del narcotráfico si los propios policías siempre están implicados? “No, son manzanas podridas…”. ¿Qué me estás contando? Sí. Yo he tenido mucho odio a la policía y me gustaría pensar que tiene que haber otro sistema, que tiene que haber otra gente. Pero es que no creo ya que pudiese confiar… Lo cantaba La Polla Records: “Era un hombre y ahora es poli”. Se transforman. Tienen siempre el mismo odio, aunque vengan de clase trabajadora o de clase humilde: odian a sus mismos coetáneos y son la policía del capitalismo, la policía de la represión y la policía de la gente que no ha conseguido salir de ese estado de pobreza del que venían muchos de ellos. 

"Aún tengo problemas con la policía: vienen de clase humilde y odian a sus coetáneos, los reprimen"

P.- Alguna experiencia buena con la poli has tenido. Se te acercó un agente en un bar de carretera, pensaste que te iba a canear y te dijo “suerte, maestro”. 

R.- (Ríe). Esa historia es buenísima. Tuve otra experiencia buena con un ertzaina, que siempre están en el aeropuerto y tal, pero yo nunca les saludo ni nada (ríe). Se me acerca uno y me dice: “Oye, Fermín, te voy a hacer una pregunta. ¿Qué tal está tu hermano?”. Y me tocó la fibra, porque ya estaba mal. Murió hace tres años. Me contó el ertzaina que le había visto caerse con la bicicleta y le habían ayudado. Mi hermano ni me lo había contado. Eso me emocionó. Me emocionó. 

P.- Viste su humanidad. 

R.- Sí. Nos dimos la mano. 

P.- Dos en un montón de años, ¿eh? La estadística no está de nuestra parte. 

R.- (Ríe). Ha habido alguno más. Hubo un Guardia Civil que siempre que iba al aeropuerto me llevaba a cachearme. Siempre así. Y un día me dice “no, es solamente porque quiero hablar contigo”. Y le dije “bueno, dime”. Y me dijo: “Es que… si tú dejaras la política… serías el Eminem español” (se parte). Lo voy a guardar para mis memorias. 

P.- Ahora que hablamos de la recuperación de la memoria mediante productos audiovisuales, ¿qué te pareció la serie Patria? 

R.- Bueno, el libro no lo he leído. Pero la serie sí, claro. La serie es muy cercana a nosotros porque está interpretada por actores y actrices que son colegas de toda la vida, y muchos de ellos participan en esta película, como Eneko Sagardoy. La vi con cariño por ellos, pero la idea del escritor era muy clara, ¿eh? Aramburu quiso dejar claro que el nacionalismo vasco es algo horroroso y que no sólo estuvo implicada la izquierda abertzale, sino el PNV, los curas, todo, todo. Y luego toda la campaña mediática que hubo para que ese libro se hiciese best-seller y fuese el libro de libros…

Muguruza.

Muguruza. Sara Fernández.

En la serie hay cosas interesantes, al menos se habla de lo que pasó ahí, pero luego hay muchas otras cosas que tú dices “esto no es verdad, ¿dónde ha pasado?”. Hay mentiras. “Que no, mejor que no venga a pueblo”, cuando le han matado al marido… venga, hombre. O ponen a un chico homosexual y su hermano, que es de ETA, le dice “estás ensuciando el apellido de nuestra familia”. ¿Qué? A mí cuando me cuentan que esta es una serie para la convivencia… no, no, perdona. Es un relato. Sale la madre del etarra que está en la cárcel (éste que ha expulsado y denostado a su hermano por ser marica) diciendo que ya que no le van a traer al País Vasco, al menos que le curen la almorrana… (risas). ¿Te acuerdas de esto? 

P.- No con todo lujo de detalles, porque la vi cuando salió, pero sí recuerdo pensar que dibuja a los etarras como a unos auténticos burros, sin matices, sin discurso político hilvanado siquiera. Vamos, prácticamente analfabetos. A nivel de personajes complejos, poco trabajados: mucha brocha gorda. ¿Lo sentiste tú así? 

R.- Esa es la línea editorial de Televisión Española. TVE sólo apoya las películas donde salen etarras o gente de izquierda independentista pintados como zombis o como imbéciles, como anormales, como en este caso. A nosotros TVE nos dice que no apoya nuestra película porque no encaja en su línea editorial. No pudieron con la música, porque la música de esa época lo que cuenta es el otro lado, la versión no oficial, pero están intentando acabar con el audiovisual. A nosotros no nos apoyan pero hemos conseguido estar en cines el viernes. 

P.- Tu significación política te valió amenazas de muerte continuadas. 

R.- Sí. Estoy vivo de milagro. 

P.- “Ya matamos a un Muguruza, tú serás el siguiente”, en alusión al diputado de HB, asesinado por dos ultraderechistas encapuchados en el 89. 

R.- Esa era la amenaza más recurrente. Lo hacían mucho, sí. De hecho, cuando nosotros hacemos los conciertos de celebración por haber ganado el juicio a Galindo, a la semana siguiente hay un intento de atentado. Entonces, bueno, ¿es una coincidencia? Estoy aquí hablando contigo. Me alegro de estar aquí, la verdad. Y el año que viene cumpliré 60 años y seguiré con el puño en alto. 

"Estoy vivo de milagro: me han amenazado muchas veces de muerte, pero cumplo 60 y sigo con el puño en alto"

P.- ¿Ha cambiado la ultraderecha? Esa que mató al primer Muguruza y te amenazó de muerte a ti, ¿existe en 2022? 

R.- Aquí se decía que no había ultraderecha, ¡pero la ultraderecha estaba en el Partido Popular! Se vio más claro cuando Vox se escindió de ahí. “Joder, lo de Italia”. Pero si aquí los tenemos gobernando Castilla y León. Es una corriente que está en toda Europa, en Latinoamérica, en todo el mundo. Donald Trump es el típico reflejo de todo eso, pero es que él tenía la misma consigna de Reagan. 

P.- Make America great again. 

R.- Eso es. Venimos de ahí. PP y Vox ahora luchando por ver quién está más a la derecha y qué parte del pastel se reparten. Quién es más anti-inmigrantes, quién es más anti-vascos… nos llaman “bilduetarras” y estamos en 2022. 

P.- ¿Crees que podría volver a formarse un grupo terrorista como ETA en la España actual, teniendo en cuenta el auge de la extrema derecha? 

R.- No, no creo. Ni siquiera contra Vox. En 2022 es imposible, a no ser que hubiera un golpe de Estado. No se puede hacer algo así, no tendría ningún apoyo ni tampoco lógica ni siquiera logística. Vivimos en el capitalismo de la vigilancia y sería dificilísimo que surgiese algo así. Incluso a nivel ético no se permitiría. Se tienen que explorar nuevas líneas de protesta, de combate. 

"Un grupo como ETA ya no volvería a formarse, ni aunque gobernara Vox, no tendría lógica, ni apoyos, ni ética"

P.- ¿Cuáles? ¿Cómo late la izquierda en este país? 

R.- Yo creo que nos han tomado la delantera.

P.- ¿Quién? 

R.- El Estado de cosas. La derecha. Toda la gente que tiene privilegios no va a dejarlos. Sale la ultraderecha en Italia y sube la bolsa. Está claro, ¿no? Son los grupos de poder. Aquí el IBEX. Ellos son los que mandan y no van a permitir en ningún momento que haya ningún tipo de cambio. Y lo hemos escuchado este verano pero no ha trascendido mucho más: Villarejo y Ferreras contra Iglesias. “Vamos a por ellos”. “A Monedero lo matamos cuando dijo que la droga se introdujo en Euskadi para calmar el ansia de rebeldía de la juventud”. 

Con esas palabras, ¿eh? Lo “matamos”. Hay una estrategia impresionante para acallar a la izquierda que remueve los intereses de los poderosos. Es que ahora viene un presidente de la banca y dice “vienen a por nosotros…”, ¡y cita a Berltolt Brecht! Su famoso poema. El famoso poema de un comunista que tuvo que refugiarse de la Alemania nazi, que estuvo escribiendo guiones, artículos, un dramaturgo impresionante… pues lo utiliza el tío de la banca para decir que le están sangrando mucho con los impuestos. 

Muguruza.

Muguruza. Sara Fernández.

P.- Abascal también citó a Bertolt Brecht. 

R.- Es vergonzoso. Pero no podemos caer en la apatía, ni en la distancia, en la enfermedad que supone el decir “yo ya no me creo a nada ni a nadie”. Porque ese es su objetivo. 

P.- ¿Tú ves alguna esperanza política? Por ejemplo, ¿qué opinión te merece Yolanda Díaz?

R.- Para mí, por ejemplo, que estemos bajo el supuesto Gobierno más progresista de la historia y que no hayan sido capaces de derogar la Ley Mordaza… pues “pf”. O que haya habido un montón de festivales de música este verano y no haya habido una protesta masiva diciendo “señores, que vivimos en un país donde tenemos a un rapero en la cárcel [Pablo Hásel] y a otro en el exilio [Valtónyc]”… pues no estoy viendo el progresismo por ningún lado. Yo estuve muy ilusionado cuando salió Podemos. Y, de hecho, en País Vasco un montón de gente pensó que la única manera de que cambiaran las cosas era que Podemos tuviera fuerza. Muchos músicos que trabajaron conmigo estuvieron dentro de Podemos, como Nacho Murgui. O la gente de Sevilla de Reincidentes. Y muchos colegas de Asturias… 

"Estuve muy ilusionado cuando salió Podemos" 

P.- ¿Cuándo te desencantó Podemos? 

R.- Cuando arrancaron con sus peleas fraticidas, con sus luchas de egos. ¡Y lo de posibilismo…! No, no, si es que la gente os está apoyando por vuestro discurso radical. Me acuerdo de cuando decían que iban a nacionalizar la banca. O cuando se manifestaban contra Europa, que ha sido la gran farsa. “No, no va a haber fronteras”. Yo vivo en Irún, y yo odio las fronteras, y me la acaban de cerrar. La frontera de Bidassoa está cerrada por la policía francesa en un control racista. Si tú tienes la piel negra, no pasas. Y por eso han muerto ya nueve personas. Cuando empezaron, ese discurso fue impresionante y arrastró a un montón de gente, que de hecho venían el 15-M. Echo de menos eso, ¿sabes?

Tenían que haber nacionalizado la banca, joder, y tenía que haber ocurrido porque después de 2008, con toda la crisis económica, se empiezan a suceder los enchufes a la banca. “No, no, esto es nuestro, señores”. Y con el tema de la pandemia se ha vuelto a perder otra gran ocasión de reforzar la sanidad pública. Una sanidad pública de calidad. En Donosti, fue muy interesante que el Hotel María Cristina se usase como hospital, porque tiene una parte municipal. Y dije “esto es lo que tiene que ocurrir”. Nada de privatizar la sanidad, ni los colegios… esas son un poco las ideas que yo tengo. 

P.- ¿Y a quién vas a votar, Fermín, si no te gusta nadie?

R.- Yo en País Vasco apoyo a la coalición EH Bildu. Veo que están haciendo un buen trabajo. Pero me crea contradicciones, no te creas, porque está apoyando a un Gobierno que es capaz de negociar con Marruecos, que es capaz de que haya 50 muertos en la valla… ¡una masacre! Y un Gobierno que ha cejado con el tema del Sáhara, una causa que yo apoyo bastante. Estuve en 2003, y en 2009 otra vez. Y que se haya pasado de la idea -reconocida por la ONU- del derecho a la autodeterminación a decir que podría ser interesante, quizá, que hubiera una autonomía… pues no, lo siento mucho, pero no. Sánchez: no. 

"Yo voto a Bildu, pero con contradicciones, como que apoye a un Gobierno que deja 50 muertos en la valla de Marruecos"

P.- Leí el cómic que hiciste con Madina y que dibujó Zapico. No paraba de pensar, después de ahondar en ese encuentro y en tu incipiente amistad con una víctima del terrorismo, qué sentías tú cuando escuchabas “Gora ETA” en tus conciertos. ¿Contradicciones? 

R.- Por lo general no ocurría, porque la gente que venía a verme era gente que estaba conmigo… quiero decir, yo me manifesté hace muchísimos años ya en contra de la lucha armada. Con más intensidad desde 2001, cuando se rompe la tregua de ETA. Y había gente que no estaba de acuerdo, pero me respetaban, aunque yo dijera lo que dijera. 

P.- ¿Desde dentro de tus propias filas de acólitos recibiste rechazo y críticas por abogar por la vía pacifista? 

R.- ¡Bueno! ¡Claro que sí! Muchas pintadas de “Muguruza traidor”… de todo. Yo siempre he sido un fanático de todo lo que pasó en Vietnam, de la declaración de independencia de Ho Chi Minh, justo cuando acabó la II Guerra Mundial. Ho Chi Minh negocia al final: se vieron treinta años en guerra. ¡Treinta años! Más luego toda la ocupación francesa, que casi duró cien años. Pero desde la declaración de la independencia están treinta años de guerra, diez con el Estado francés y otros veinte con EEUU. Pero después de esos años, Ho Chi Minh negocia y la zona norte es independiente, es comunista, y la zona sur tiene que tener un referéndum para decidir ya si se une a la zona norte o no. Yo estuve en el museo de la revolución de Vietnam y fotos de estudiantes en Saigón con carteles… donde ponía “Ho Chi Minh traidor”. Por haber negociado esto. ¿Ves? En fin. En Cataluña se dice lo de “botifler”. 

P.- A Juan Marsé. 

R.- Sí, es fácil que te cuelguen el cartel de “traidor”. Hay que sospechar de alguien a quien nunca le han llamado traidor en su vida (ríe). El marxismo nos ha dado herramientas interesantes y tenemos que hacer análisis concretos de las realidades concretas. Es como cuando me dicen: “¿Pero tú estás a favor de la URSS?”. Pero si la Unión Soviética desapareció. ¿Qué está pasando en 2022, cómo podemos intervenir la realidad? 

Las manos de Muguruza.

Las manos de Muguruza. Sara Fernández.

P.- Hablar de política también es hablar de afectos. ¿Cómo vas tú por dentro? 

R.- Me estoy recuperando. Venimos de una pandemia horrible, y estoy intentando sobrellevar el duelo por la muerte de mi hermano, que me destrozó completamente. Estoy con mi compañera, estoy con mi cuadrilla de amigos… pero no paro de pensar cuántos años me quedan de vida. 

P.- Tú querías morir a los 30 y ahora vas a cumplir 60. 

R.- ¿Qué te parece?

P.- Te felicito, claro. Has doblado tu propia apuesta. 

R.- (Ríe). Así soy yo, doble o nada. Creo en la autogestión, ¿sabes? Para todo en la vida y en la muerte también. Yo voy a decidir cuándo muero, nada de quedarme ahí dormido en la cama. 

"Quiero morir por eutanasia: creo en la autogestión" 

P.- Eliges la eutanasia, como Godard. 

R.- Sin duda. Mira él, que se ha ido porque estaba aburrido. Fue un increíble referente para nosotros, que además somos de Irún y nos calaba mucho la política francesa. Siempre el telón de fondo del 68 y la nouvelle vague. Su manera de rodar tan observativa, su fuerte documental. Una inspiración. 

P.- En el biopic de Godard se pone de manifiesto lo difícil que es ser purista políticamente. Lo inaplicable que es, digamos. Él siempre con el maoísmo en la boca y con la idea de democratizar los rodajes pero… tenía demasiado ego y le ponía de los nervios no mandar. Al final sufría enormemente porque él sentía que era el mejor. ¿Se puede ser antisistema dentro de un sistema depredador como el nuestro, que nos engulle? ¿Cómo te enfrentas tú a tus contradicciones? 

R.- La idea es la de la comunidad, la idea de defender tu barrio. Me acuerdo del tema de Chiapas, la gente decía “los zapatistas, tal”… y yo decía: Chiapas es también tu barrio. No proyectes revoluciones que no sabes si son o no posibles, piensa en qué está pasando en tu barrio y cómo puedes ayudar. Creo en el asociacionismo. Los trabajadores de la cultura tenemos que hacer un servicio para la sociedad. Creamos alegría, creamos conciencia, creamos canciones. Recogemos sabiduría y la tenemos que transmitir. Tenemos que dejar claro que nosotros no solamente estamos para entretener. Creo en los lugares de conspiración, porque “conspiración” quiere decir “respirar juntos”. 

No pierdo la confianza en el ser humano. Me interesa el feminismo y una de sus corrientes me está enseñando mucho: el antipunitivismo. Me parece impresionante e inspirador. Escucho a Clara Serra y a Laura Macaya con mucha atención. Y adoro a Angela Davis, que es maravillosa, y dijo “yo vengo de familia de esclavos: mi abuela me enseñó que ellos tuvieron que imaginar una sociedad donde no existiera el esclavismo, y eso les mantenía firmes y vivos, y nosotros tenemos que pensar que llegará un día en el que no exista el capitalismo”. 

Muguruza.

Muguruza. Sara Fernández.

P.- Lo que has conseguido con tus grupos ha sido increíble, porque parece que las bandas con discursos más radicales o críticos están condenadas a la marginalidad. El otro día, sin embargo, escuché algo descacharrante. Yolanda Díaz dijo que España es Rosalía. ¿Este te parece el referente político? 

R.- A mí me gusta mucho Rosalía, pero, ¿sabes lo que me molesta? Que Yolanda está haciendo cálculos electorales. Está rebajando el discurso para aglutinar a quien sea… ¿que España es Rosalía? Es una frivolidad. ¿Por qué Yolanda no dice que le gusta Fermín Muguruza? Porque es verdad, porque a mí me lo dijo. Venía a mis conciertos. Eso no se atreve a decirlo para que no le digan “ah, mírala, al proetarra ese”. Hasta una del PP escuchaba Kortatu y le encantaba “Sarri, Sarri”, ¿qué me están contando? Si por esa canción me censuraron ellos mismos en todo el país. La gente tiene sus secretitos.