11 noviembre, 2023 02:32

El 14 de octubre de 2019, Josep Campmajó Caparrós y su novia Mercè viajaron en coche desde Gerona hasta Madrid. No era un viaje al uso: querían bloquear los accesos al aeropuerto de Barajas. Campmajó era el cabecilla de un grupo de unos 240 vehículos cuyo fin era circular a baja velocidad por las vías de entrada a la infraestructura y provocar su colapso.

Era otoño de 2019. A finales de verano de aquel año, la organización independentista Tsunami Democràtic había surgido de las sombras para agitar las calles contra la conocida como ‘sentencia del procés’. Antes de las protestas masivas que estallaron de forma violenta en Barcelona, uno de sus objetivos consistía en dar un golpe de efecto en Madrid, y Campmajó y su grupo fueron los encargados de llevar a cabo la acción.

Los que aquel día se trasladaron a la capital estaban eufóricos. Pensaban salir en la BBC y pasar a la historia como el anónimo comando independentista que logró inutilizar por un tiempo el principal aeropuerto de España. Sin embargo, el resultado de aquella operación en Barajas pasó desapercibido: no hubo ninguna alteración del orden ni de la actividad de la infraestructura, más allá de los episodios de tráfico denso habituales en un lunes de octubre.

Campmajó con el rapero Valtònyc en una 'selfie' publicada en su cuenta de Twitter.

Campmajó con el rapero Valtònyc en una 'selfie' publicada en su cuenta de Twitter.

Lo que no pasó inadvertido fueron las comunicaciones, los movimientos y las imágenes que tomaron Campmajó y sus colaboradores. La Guardia Civil les tenía puesto el ojo, al igual que a decenas de personajes vinculados a Tsunami desde que la organización comenzó a concebirse en verano de 2019.

El informe de la Unidad Central Especial 3 (UCE-3) de los Servicios de Información de la Benemérita sirvió al juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón para ordenar el pasado lunes la investigación en calidad de investigados por terrorismo al mismo Carles Puigdemont y a una decena de individuos que estarían en la cúpula de Tsunami. 

Entre ellos se encuentran la exsecretaria general de ERC, Marta Rovira; el exjefe de gabinete del expresident fugado, Josep Lluís Alay; o el diputado de ERC en el Parlamento catalán Rubén Wagensberg. Pero en la lista también está el citado Josep Campmajó, un tendero de Gerona casi desconocido, que entre los meses de octubre y noviembre de 2019 adquirió un protagonismo excepcional y sobrevenido: según la policía, fue uno de los enlaces de Tsunami con Puigdemont, además de uno de sus principales ejecutores.

Su nombre salió a relucir por primera vez el 28 de octubre de 2020, cuando fue detenido en el contexto del ‘caso Voloh’ por las relaciones de líderes de Tsunami con agentes rusos. La segunda fue cuando se dio a conocer el informe de la UCE-3 en mayo de este año, donde aparecía vinculado a la cúpula de la organización con el sobrenombre de ‘Canalla’. La tercera, el pasado lunes en el auto de García Castellón, para el que el juez se basó en el mismo reporte policial.

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Comerciante

Nacido en 1968, Campmajó es un personaje “multifacético” y “pasional” en todo lo que hace, como definieron algunos amigos en una entrevista que le hizo TV3. Es alguien muy conocido en Gerona: según fuentes cercanas a su entorno en la ciudad del Ter, comenzó como tendero con una parada de alimentación en el Mercat del Lleó, donde luego adquirió más comercios y terminó como presidente de la Asociación de Comerciantes.

De forma paralela, Campmajó regentaba el restaurante Can Canalla –de donde sacó el sobrenombre para sus comunicaciones con otros líderes de Tsunami–, además de hacerse cargo de una empresa familiar de diseño gráfico y montajes efímeros. A través de esta sociedad, colaboró, por ejemplo, en las campañas a la presidencia del F.C. Barcelona del empresario independentista Agustí Benedito en 2010 y 2015.

Pero su verdadera vocación, aunque sin demasiado recorrido, era la de escritor. Se estrenó en el mundo literario en 2009, con la novela Olor de violetes (Editorial Amsterdam). La obra ganó el premio Just Manuel Casero, que entrega una de las principales librerías de la Gerona, la Llibreria 22. Ésta es propiedad de Guillem Terribas, escritor y también activista independentista próximo a ERC, y una eminencia en la ciudad.

A través del libro y de su relación con Terribas, Campmajó se introdujo en el pequeño mundo cultural de Gerona, en el que Carles Puigdemont participó en su condición de periodista local de El Punt. Fue entonces cuando ambos se conocieron.

Campmajó (derecha) en la entrega de premios Justo Manuel Casero junto a Guillem Terribas (centro) en 2009.

Campmajó (derecha) en la entrega de premios Justo Manuel Casero junto a Guillem Terribas (centro) en 2009.

“Se empezó a mezclar con un grupo de gente que fue la ideóloga de todo el asunto [el procés], muy cercana a Puigdemont, como el propio Terribas o Josep María Matamala, dueño de otra conocida librería en Gerona llamada Les Voltes”, dice a EL ESPAÑOL | Porfolio una fuente que conoce a Campmajó del ámbito político municipal y que prefiere mantener el anonimato.

En 2011, Puigdemont ascendió a la alcaldía de Gerona y su relación con Campmajó fue estrechándose. Según otra fuente cercana a su entorno, a través de la presidencia de la Asociación de Comerciantes del Mercat del Lleó, alias ‘Canalla’ se hizo un nombre en el tejido asociativo de la ciudad y su relación con el consistorio fue en aumento. También continuó con sus aspiraciones literarias como cronista del pleno municipal para el periódico Nació Digital.

A través de su empresa, en 2013, Campmajó colaboró con Puigdemont en el proyecto Enter.hub, que pretendía definir los efectos en la zona de la llegada del tren de alta velocidad a Gerona. Todas estas actividades, sin embargo, lo situaban lejos de alguien que, años después, sería uno de los hombres de confianza del ‘president’ en primera línea: primero, en el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 y después en la cúpula de Tsunami democrátic contra la ‘sentencia del procés’ en 2019, como señala el auto de García Castellón.

“Es una persona muy correcta, empática, cercana en el trato, y muy activa en la vida de Gerona”, dice la fuente cercana a su entorno. “Siempre fue independentista, incluso cuando el movimiento no era mayoritario, y era amigo de Puigdemont, pero de ahí a lo que supimos luego… Aluciné bastante”, prosigue la fuente, en referencia a la detención de Campmajó el 28 de octubre de 2020 en el contexto del caso ‘Voloh’.

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“Chico de los recados”

Para entender cómo un perfil como el de Campmajó terminó tan cerca de Puigdemont es necesario conocer cómo se construyó el círculo de amistades del expresident. La fuente del ámbito de la política municipal gerundense es clara al respecto: “Puigdemont no tiene amigos, excepto Matamala, que es de su misma quinta. Es un tío raro, desconfiado, que viene de un pueblo pequeño, Amer. No conocía a nadie y comenzó a relacionarse con la gente del mundillo cultural independentista en la ciudad”.

“Uno de sus grandes complejos era ser periodista sin tener título, y siempre quiso encajar en ese ámbito. Con el tiempo, pasa a ser alcalde saliéndose de todos los cauces habituales y hace sus amistades desde esa posición. Son todo amigos nuevos, como Campmajó. No tenía un grupo anterior a su posición como alcalde”, prosigue la fuente.

Necesitado de personas cercanas y de confianza, Puigdemont se entregó así a los brazos de Campmajó, quien comenzó a actuar como “machaca” del expresident. “En su desconfianza, hace buenas migas con Campmajó y éste, que es un tío operativo, ejecuta. Le dice ‘haz esto, haz lo otro’ y el otro lo hace. Él, que viene de una asociación de comerciantes, se siente de pronto alguien importante y que está formando parte de algo más grande”, dice la fuente. “En realidad, sólo es uno de los que le hace el trabajo sucio”.

Así llegó Campmajó al 1 de octubre, donde participó activamente en la organización del referéndum y como líder de la plataforma Girona Vota. Luego llegó el ‘caso Voloh’, donde la Justicia lo situó en el núcleo de confianza Xavier Vendrell, cabecilla de Tsunami Democràtic. Entonces la policía lo detuvo, dejándolo posteriormente en libertad. “Desde que pasó eso, vive acojonado. No usa ni WhatsApp porque cree que el CNI lo persigue”, asegura la fuente.

La acción de bloqueo del aeropuerto de El Prat en otoño de 2019, por parte de Tsunami.

La acción de bloqueo del aeropuerto de El Prat en otoño de 2019, por parte de Tsunami. Efe

Más tarde, el informe de la Guardia Civil lo sitúa en Barajas el 14 de octubre de 2019. Días antes, el 2 y el 3 de octubre, la policía interceptó conversaciones a través de la aplicación Signal en las que Campmajó aparecía como coordinador del grupo que se desplazó a Madrid, junto a la secretaria de Movimientos Sociales de ERC, Marta Molina. Ésta usaba el alias 'Mandela'. Los dos prepararon a la gente para viajar a la capital y bloquear los accesos del aeropuerto. Les dieron instrucciones de pasar desapercibidos y difundieron planos de las rutas a seguir

En el coche en el que viajó hasta Barajas, Campmajó estaba junto a su novia Mercè García González. Ésta fue número ocho de Junts en las elecciones municipales de mayo de 2023 y no salió electa. Las fuentes de su entorno señalan que Campmajó se opone –por esto y por otros motivos– a la actual líder de Junts en Girona, Gemma Geis, que apoyó a Lluc Salellas, de la CUP, para ser investido como alcalde.

Pero esto, ni que sea parte de los independentistas irredentos que rechazaban cualquier pacto como el PSOE, han impedido a Campmajó seguir fiel a Puigdemont, y serlo en algunos de los momentos más críticos de los últimos años. “Estaba siempre disponible y, el otro, que es desconfiado, le enviaba”, dice una de las fuentes consultadas por este periódico. “Es su chico de los recados”, añade.

Investigado

Prueba de esta relación de confianza de Campmajó con el expresident es lo que recoge el auto de García Castellón sobre lo que sucedió cuatro días después de la operación en Barajas. El 18 de octubre se desató la más violenta de las protestas en Barcelona contra la sentencia: su saldo fue de más de 80 policías heridos. Uno de ellos, un agente de la Policía Nacional, fue ingresado en la UCI inconsciente y en estado de gravedad.

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Tras aquellos eventos, en los que llovieron adoquines sobre los antidisturbios y ardieron los aledaños de la Plaza de Urquinaona de la Ciudad Condal, Campmajó tuvo una conversación privada con Puigdemont, en la que instaba al expresident a que tomara las riendas de la situación o, de lo contrario, él y su gente tendrían “que comenzar a gestionar el precio de las bajas”.

Según el auto, “Campmajó discute sin filtro formal con Puigdemont sobre la actitud que están teniendo los dirigentes políticos catalanes con relación a la publicación de la sentencia del procés y en la que le dice que: ‘Ayer estuve nuevamente en primera línea. Tanto en BCN como en GRN, Mi gente bien distribuida’ y que ‘o tú y Tsunami tomáis el control o tendremos que comenzar a gestionar el precio de las bajas”.

El auto prosigue: “A esto, el Sr. Puigdemont responde; ‘Intentamos que el Gobierno se ponga las pilas.’ A lo que señala Campmajó; ‘President… Los diputados están cagados. La gente les pasa por encima. El Govern está acojonado…,’ respondiendo este; ‘Cierto. Y eso no es bueno.’

Por su implicación en la acción en Barajas y esta conversación, el juez quiere esclarecer la responsabilidad de Campmajó en el alcance de Tsunami Democràtic, a la que señala como una organización terrorista. La Fiscalía de la Audiencia Nacional, sin embargo, considera que las actividades de este movimiento no alcanzan tal gravedad y, en todo caso, deberían circunscribirse dentro del delito de desórdenes públicos. Por ello, recurrió el auto este viernes. Mientras, el hombre de confianza de Puigdemont vuelve a estar en la mira.