1 junio, 2022 03:17

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En España preocupa la seguridad con el crecimiento de la amenaza terrorista por la expansión de los grupos extremistas en el norte de África y, sobre todo, en la región del Sahel, más aún estando en puertas de la Cumbre de la OTAN que acogerá Madrid los días 29 y 30 de junio de 2022. Además, teniendo en cuenta la guerra de Ucrania en el otro flanco europeo.

Hay también otro elemento que aumenta la preocupación: las rivalidades de las dos potencias del Magreb, Marruecos y Argelia, que se han intensificado en los últimos años a causa de las fronteras. En la región del Sahel, que abarca a diez países (Senegal, Gambia, Mauritania, Guinea, Mali, Burkina Faso, Níger, Chad, Camerún y Nigeria) el punto de mira está puesto en las guerras tribales que se han convertido en luchas entre distintos grupos de terrorismo internacional.

El propio Rey de España, apuntalando la política del Ejecutivo español, puso el foco en la zona durante la celebración el pasado lunes del 40 aniversario de la entrada de nuestro país en la OTAN y reclamó que la organización volviera sus ojos, y sus esfuerzos, a evitar los peligros que vienen del sur.

"Nuestra seguridad colectiva también requiere que la Alianza preste cada vez más atención a los desafíos de la dirección estratégica sur, donde el terrorismo de matriz yihadista amenaza directamente a nuestras sociedades", aseguró Felipe VI. 

A todo esto se une que el Gobierno maliense anunció el 15 de mayo su retirada de todos los órganos de la coalición antiterrorista regional G5 Sahel, incluida su fuerza conjunta, por la demora en el traspaso de la presidencia rotatoria a Mali.

La nueva encargada de dirigir a los espías españoles, Esperanza Casteleiro (65 años), al frente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) tras la destitución de Paz Esteban por el caso del espionaje al gobierno con Pegasus, tiene un gran reto por delante en la lucha contra el terrorismo.

En la selección de Casteleiro, aparte de la oportunidad de haber estado en la cúpula del CNI, ha contado su conocimiento sobre el terrorismo internacional. Y es que Casteleiro no es nueva en el CNI. Durante cuatro años ejerció como experta precisamente en esta materia. Fue la primera responsable del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), la entidad de inteligencia española encargada de la gestión y el análisis de toda la información estratégica relativa al terrorismo, la criminalidad organizada y las organizaciones radicales de carácter violento, dependiente del Ministerio del Interior.

En su retorno al CNI, Casteleiro tendrá que enfrentarse a dos desafíos en la lucha contra el terrorismo: el incremento de atentados y de nuevos grupos terroristas en el norte de África y en la región del Sahel, y la aparición de nuevos perfiles de terroristas.

En la región del Magreb y el Sahel se registraron 1.029 atentados en 2021, un 12% más que el año anterior; y 4.000 víctimas mortales (civiles y militares), con un incremento del 6%, según datos del Anuario del Terrorismo Yihadista 2021 del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET).

Nos enfrentamos a nuevos modelos de terroristas, muy diferentes "al barbudo con una K47"

Carlos Igualada, director del OIET

Estos grupos no sólo están aumentando sus ataques, sino que se están expandiendo territorialmente. Desde el Sahel han alcanzado ya los países del golfo de Guinea: Costa de Marfil, Benín y Togo. Precisamente, en la frontera con Benín fue donde asesinaron en abril de 2021 a los periodistas españoles David Beriáin y Roberto Fraile.

Los terroristas con intención de atentar en Occidente no se ajustan a una tipología conocida. Nos enfrentamos a nuevos modelos, muy diferentes "al barbudo con una K47, que solo se ve en algunas regiones, como Irak o Siria, donde el Estado Islámico o Al Qaeda tienen presencia sobre el territorio", explica en una entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio, Carlos Igualada, director del OIET.

Diferentes perfiles

Si nos atenemos al perfil de los terroristas detenidos en España, algunos tienen estudios universitarios. Es decir, que el nivel educativo en ningún caso es un rasgo identificativo. Tampoco lo es la edad, la nacionalidad o el sector profesional.

"Ese es uno de los grandes problemas a la hora de combatir el terrorismo: no se sabe exactamente qué tipo de patrón se puede seguir", lamenta Carlos Igualada.

La nacionalidad marroquí sigue siendo la predominante en cuanto a los detenidos en España, aunque cada vez encontramos más casos de españoles que se radicalizan. Por los delitos que comenten se deduce que la financiación empieza a ser importante y, sobre todo, que el autoadoctrinamiento a través de redes sociales e internet es el que lleva a muchos a dar el paso de cometer un atentado.

La Policía Nacional, en plena operación deteniendo a la yihadista.

La Policía Nacional, en plena operación deteniendo a la yihadista.

En este caso, la edad influye. Los detenidos a partir de 60 años están más vinculados a actividades de financiación y no tanto de autoadoctrinamiento o proselitismo a través de las redes sociales.

Efectivamente, las redes sociales y los foros tienen un papel primordial en la captación por internet. Mientras que, en los entornos físicos, los alrededores de las mezquitas son útiles para iniciar procesos de radicalización. Y, por supuesto, los lugares clandestinos donde el control de cuerpos y fuerzas de seguridad no existe.

Además, a diferencia de hace una década, cuando en la persuasión actuaban agentes externos, -es decir, personas llegadas de fuera para captar a futuros terroristas-, ahora se practica un terrorismo doméstico que incumbe a toda Europa. Así, los procesos de radicalización son autóctonos. Es el caso del imán de Ripoll que adoctrinó a jóvenes en mezquitas en España.

Abdelbaki Es Satty, el imán de Ripoll y cabecilla de la célula catalana.

Abdelbaki Es Satty, el imán de Ripoll y cabecilla de la célula catalana.

Para esta lucha que emprenderá el CNI en el terreno con la supervisión de Casteleiro, el Ministerio del Interior abrirá este año en Madrid la Oficina de las Naciones Unidas contra el Terrorismo (UNOCT).

19 años del atentado de Casablanca

¿Por qué se implicó España en la lucha contra el terrorismo en el norte de África y en el Sahel?

Todo comenzó cuando 14 jóvenes atacaron con explosivos varios lugares de la ciudad marroquí de Casablanca la noche del 16 de marzo de 2003. El primer atentado y el más mortífero lo llevaron a cabo contra la Casa de España. Varios terroristas se inmolaron en el interior del restaurante y acabaron con las vidas de 23 personas.

El segundo golpe fatídico de aquella madrugada de hace 19 años se dirigió contra el Hotel Farah, donde asesinaron a un guardia y un portero. Poco después, otro terrorista mató a tres ciudadanos en plena calle de camino al antiguo cementerio judío. Una comunidad y un restaurante judíos, y el restaurante Le Postiano ante el consulado belga fueron los otros objetivos de estos 14 terroristas.

Imagen del atentado hace 19 años en la Casa de España de Casablanca.

Imagen del atentado hace 19 años en la Casa de España de Casablanca. Reuters

Más de 100 personas resultaron heridas. Treinta y siete muertos eran marroquíes, cuatro españoles, tres franceses y uno italiano. Solo dos terroristas salieron con vida.

Hasta el momento, fueron los peores atentados terroristas en la historia de Marruecos. Desde entonces, Rabat emprendió una lucha contra el terrorismo y el extremismo violento, que ha permitido a Marruecos desmantelar más de 210 células terroristas desde 2002.

Al año siguiente, atacaron el corazón de España. El 11 de marzo (11M) de 2004 hicieron estallar a cuatro trenes de la red de Cercanías de Madrid en hora punta. Diez explosiones casi simultáneas que terminaron con la vida de 193 personas. Además, alrededor de dos mil ciudadanos resultaron heridos.

El 11M sigue siendo el mayor atentado en nuestro país y el segundo más grande cometido en Europa, después del ataque de Lockerbie (Escocia) en 1988, donde explotó en el aire un avión que volaba de Londres a Nueva York.

Rachid Aglif

Rachid Aglif EFE

Estos dos atentados, en Casablanca y en Madrid, son el punto de partida en la estrecha relación entre España y Marruecos en la lucha antiterrorista. El temor a que pudieran repetirse fue el acicate definitivo para los dos países. Habían trabajando antes juntos, pero en ese momento en el que se produce un cambio hacía más actuaciones conjuntas.

El pasado 5 de mayo, el Gobierno entregó a Marruecos a Rachid Aglif, uno de los condenados por los atentados del 11M, tras cumplir los 18 años de cárcel. Viajó en un avión privado desde Madrid hasta el aeropuerto de Casablanca, y se desconoce si está detenido o en libertad en su país.

Es 2017, las autoridades españolas entregaron también a dos marroquíes implicados en los mismos atentados.

Los expertos consultados por esta revista mantienen que la cooperación en esta materia nunca se ha puesto en la mesa y no se ha visto afectada por los momentos de frialdad en las relaciones bilaterales. De esta manera, siguieron cooperando durante la crisis desatada el año pasado con la acogida de Brahim Ghali, secretario general del Frente Polisario.

Mapa del terrorismo

El terrorismo salió de su epicentro en Afganistán, Irak y Siria, y se ha expandido al norte de África y el Sahel, convertido en una amenaza global tanto por el número de atentados como de víctimas mortales. Y España es la puerta de entrada a Europa.

A pesar del declive de atentados en Europa desde 2018, Occidente sigue siendo el objetivo prioritario del ideario de las principales facciones, Al Qaeda y Daesh.

Y España, como puerta de Europa y por su aproximación geográfica al norte de África, ha aprobado el Plan de Prevención, Protección y Respuesta Antiterrorista (PPPyRA), estrategia que actualiza el plan antiterrorista aprobado en 2005, revisado en 2009 y 2015.

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, explicó durante su presentación que su diseño se adapta al riesgo que entrañan los modernos procesos de radicalización hacia diferentes tipos de extremismos violentos, en particular los de carácter yihadista, cuya principal expresión son las acciones violentas protagonizadas por los llamados actores solitarios y por grupos o células autorradicalizadas.

Asimismo, el Gobierno español mantiene reuniones periódicas con los dirigentes de los países magrebíes para asegurar y reforzar la cooperación bilateral en la gestión de los flujos migratorios y la lucha contra el terrorismo y la delincuencia organizada.

Recuérdese que España cuenta con tropas en el Sahel y con refuerzo militar en las embajadas de los países del Magreb con más riesgo de posibles atentados y procesos de radicalización con el objetivo de evitar la actuación de potenciales terroristas en nuestro país.

Estos son los seis grandes focos de terroristas, procedentes de países que están más próximos a España que a cualquier otro país de nuestro continente.

marruecos

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1. Marruecos, país estabilizador

En Marruecos no impera el extremismo violento, pero desde que se creó la Oficina Central de Investigaciones Judiciales (BCIJ) en 2015 hasta finales de 2021, se desmantelaron 84 células terroristas, de las que 78 están vinculadas a Daesh.

El predominio de este grupo terrorista se debe a que Marruecos es uno de los países que más terroristas ha exportado a las filas del Daesh en Irak y Siria. El trabajo ahora se centra en la reinserción de los retornados.

De hecho, un total de 222 presos por terrorismo siguieron un programa de desradicalización en las cárceles, lanzado hace cinco años por la administración penitenciaria marroquí.

Pero hay que reconocer que Marruecos es el país estabilizador en el norte de África y el Sahel, como mediador en los conflictos de Libia o Mali, y cooperando con los estados de Occidente. Con España, "la cooperación policial en materia de lucha contra el terrorismo es excelente desde hace años", aseguran desde el Ministerio del Interior a Porfolio.

De esta manera, Marruecos acogió este mes en Marrakech la reunión de la Coalición Global contra Daesh. También copreside el Africa Focus Group de la misma organización y copresidió el Foro Global de Lucha contra el Terrorismo durante tres mandatos. Además, cuenta con una oficina de la ONU contra el Terrorismo como la que está a punto de abrir España.

Imagen de otro atentado en Cabilia a principios de 2017.

Imagen de otro atentado en Cabilia a principios de 2017. EFE

2. Argelia, despliegue de seguridad

"Argelia puede contar con el total apoyo y colaboración de España en la lucha contra el terrorismo internacional y el crimen organizado", confirmó el ministro Grande-Marlaska a su homólogo argelino, Kamel Beldjoud, en su visita a Argel.

Argelia tiene 6.400 kilómetros de fronteras terrestres, sobre todo con países en situación inestable, como Libia, Malí y Níger. A pesar de un importante dispositivo de seguridad, las fronteras no son estancas y hay grupos terroristas activos en algunos países vecinos, que son una amenaza.

De hecho, desde que Argelia, Túnez y Libia han cerrado sus fronteras se ha notado el efecto. El trasiego de terroristas que había entre Túnez y Argelia prácticamente ya no existe y los que se adentran suelen ser detenidos. Por su parte, las bajas argelinas son policías o militares y no civiles.

Como en Marruecos, en Argelia diariamente se llevan a cabo operaciones para desmantelar células terroristas y sus redes logísticas y de apoyo. Los mayores despliegues de seguridad afectan a la capital, Argel, y a las principales ciudades del país.

Los grupos terroristas Al Qaeda Magreb Islámico y Daesh siguen presentes y algunos siguen activos, pero la amenaza tiene un nivel reducido. "Al Qaeda está ligada a los Hermanos Musulmanes y debido a la falta de financiación ha disminuido su influencia en Argelia. El cambio de postura de Qatar dejando de financiar a Al Qaeda también lo están notando", explica el autor y periodista José Luis Mansilla, experto en terrorismo internacional.

Atentado en el hotel Riu de Túnez en 2018.

Atentado en el hotel Riu de Túnez en 2018. RTVE

3. Túnez, células independientes

"España y Túnez son países que han sido golpeados por la lacra terrorista; por eso compartimos la amenaza que supone el terrorismo para la seguridad de nuestros países y ciudadanos y para luchar contra esta lacra debemos profundizar la cooperación internacional y, al mismo tiempo, adaptar nuestras estrategias a las amenazas cambiantes", señaló Grande-Marlaska a las autoridades tunecinas en su primera visita al país magrebí.

Y es que, a los atentados de Casablanca, le precede el atentado de Al Qaeda a la sinagoga de la Ghriba en 2002. Un camión de gas natural con explosivos atravesó las barreras de seguridad del templo judío en la isla de Djerba. Explotó enfrente de la sinagoga llevándose a 14 turistas alemanes, seis tunecinos y un francés. Otros 30 resultaron gravemente heridos. Al año siguiente, cinco personas fueron detenidas en España, desde donde había sido financiado este atentado.

En Túnez, tras el desmantelamiento de la estructura de Daesh, han surgido células independientes que atentan contra las fuerzas de seguridad y en los complejos turísticos. Prácticamente, todas las detenciones en el país son de Daesh, porque los tunecinos de Al Qaeda están en Libia.

Es el país que más terroristas ha exportado si tenemos en cuenta la población total. Y, por lo tanto, ahora se enfrenta al regreso de numerosos combatientes desde Irak, Siria y Libia.

En el Museo del Bardo todavía se pueden apreciar los agujeros de bala del atentado que perpetraron tres terroristas armados contra el parlamento tunecino, edificio colindante. Una placa en el hall recoge los nombres de los 19 turistas extranjeros y tres tunecinos asesinados.

Ese año 2015 fue fatídico para Túnez, con la muerte de 72 personas, 60 de ellas turistas extranjeros en hoteles y autobuses. Desde entonces se activó el estado de emergencia, que sigue en vigor en todo el territorio y se extiende regularmente. Sin embargo, en estos momentos el país no está dominado por un movimiento terrorista armado.

Actualmente, las fuerzas de seguridad tunecinas son el principal objetivo de los atentados terroristas en el país, como demuestran los atentados en 2020 contra la embajada estadounidense.

4. Libia, amenaza a medio plazo

"Desde la revolución de 2011 la situación de seguridad en Libia se ha degradado y es, en la actualidad, muy precaria, extrema y volátil. Se suceden los enfrentamientos entre milicias armadas y grupos extremistas en varios puntos del país, incluida la capital, y se registra una proliferación generalizada de armas", previene el Ministerio español de Asuntos Exteriores en su página web.

Un escenario muy parecido al actual, por lo que describen militares en la zona a EL ESPAÑOL | Porfolio desde el país: "En el mes de abril, continuaron las movilizaciones de grupos armados, con choques intermitentes entre milicias e intentos de secuestro de líderes milicianos o sus familias".

El movimiento, la presencia y la propagación del Daesh pueden entenderse como parte de la expansión territorial de la organización y el desarrollo de la conectividad transregional dentro de Libia.

Las actuales divisiones en los sectores económico, militar, de seguridad y de inteligencia plantean obstáculos importantes para mejorar la seguridad y protección de las fronteras, la lucha contra el terrorismo y la disuasión general.

Por ello, sin apoyo externo o una improbable mejora de las capacidades nacionales, se espera que la amenaza terrorista en Libia aumente a medio plazo.

Efectivos españoles en Mauritania

Efectivos españoles en Mauritania

5. Mauritania, sin atentados

Policía Nacional y Guardia Civil mantienen desplegados en la localidad mauritana de Nuadibú sendos destacamentos que desempeñan labores de patrullaje marítimo, aéreo y terrestre en estrecha coordinación con las Fuerzas de Seguridad mauritanas, cuyas capacidades de respuesta y de intervención están siendo reforzadas gracias a la cooperación española.

En 2021, para luchar contra el terrorismo, Grande-Marlaska viajó al país y reiteró el apoyo y colaboración de su ministerio a Mauritania, algo que se traduce en una mejora de la cooperación bilateral en materia de formación policial.

En todo caso, Mauritania hace una década que no sufre atentados. "Cuenta con una estrategia antiterrorista buena y un ejército y unas fuerzas de seguridad preparadas, y lo mantienen muy controlado", explica a EL ESPAÑOL | Porfolio Marta Summers del Observatorio Internacional de Estudios contra el Terrorismo (OIET).

Como sucede en otras partes del Magreb, los movimientos terroristas encuentran en los jóvenes desempleados, en los excluidos sociales y en todos aquellos que viven en condiciones precarias una presa. Utilizan las redes sociales e incluso los medios de comunicación para transmitir su ideología y sus atentados.

"Aunque el Estado ha tomado medidas para intentar erradicar el extremismo violento, otros actores deben implicarse en el complejo proceso de recuperación de una juventud amenazada o incluso afectada por el virus del extremismo violento", considera el periodista y consultor Ahmed Salem Deida en una de sus columnas.

Terroristas de Al Qaeda en el Sahel.

Terroristas de Al Qaeda en el Sahel. Reuters

6. Sahel, expansión y Wagner

En el Sahel en los últimos cinco años se dan todos los condicionantes para la expansión del extremismo violento: "La porosidad de la frontera, la debilidad gubernamental, la corrupción de los líderes políticos y militares, el nivel socio educativo y socio político, las condiciones que tiene la población y el hecho de que los terroristas puedan ofrecer un salario a una persona para mantener a su familia", enumera Carlos Igualada, director del OIET.

Terroristas afiliados a Al Qaeda y a Daesh compiten para atraerse a los grupos locales, multiplican sus atentados indiscriminados contra la población civil y los gobiernos establecidos, mientras prosiguen su propagación y rivalidad por el Sahel.

"La expansión se dirige hacía la costa, lugar de mercadeo y donde es más fácil acceder a la piratería y el comercio ilegal. Ese crecimiento no se limita solo al lago Chad, se está comiendo parte del norte y centro del país; y dentro de Mali hacia Senegal y Mauritania. Esto está poniendo en alerta total a estos dos países que tienen controlado el terrorismo hasta el momento, pero que se les está acercando cada vez más", explica Marta Summers del OIET.

La lucha antiterrorista en el Sahel pasó de estar coordinada por potencias europeas a caer en manos de mercenarios rusos. Con la retirada de Francia y los países europeos, que están dejando de entrenar a grupos locales antiterroristas, el Grupo Wagner ocupa el vacío.

El Grupo Wagner fue creado y subvencionado por el Estado ruso, así como por varios empresarios y oligarcas próximos a Putin, incluido Yevgeny Prigozhin, conocido como el cocinero del líder ruso.

Malí y Rusia firmaron un acuerdo militar en 2019, y dos años más tarde, ambos ministros de exteriores reafirmaron su voluntad de continuar con la colaboración militar, especialmente porque Francia había anunciado unos meses antes el fin de la operación Barkhane, que luchaba contra el terrorismo y contra grupos insurgentes en la región del Sahel.

"Francia ya advirtió que era complicado cooperar en lucha antiterrorista con grupos paramilitares, como los Wagner, que en realidad no colaboran con las instituciones del Gobierno porque no representan a un Estado como tal. Son milicianos", recuerda Carlos Igualada.

Precisamente, ese es uno de los motivos de la retirada de los militares franceses, las dificultades que tenían para colaborar y organizarse con un grupo como Wagner.

Por lo tanto, la Unión Europea acordó el pasado mes de abril suspender su misión de entrenamiento militar en Mali, por la falta de seguridad en el país, una operación a la que España aportaba unos 550 militares, el país con mayor contribución, más del 50% de todo el contingente.

Esto conlleva una reducción de tropas a nivel general, que afectará también a España, que reducirá su presencia militar en Malí en el marco de esta reorganización de la misión de la Unión Europea, EUTM Malí, y la suspensión de las labores de adiestramiento, según anunció el 15 de mayo el Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell.

De esta manera, España se enfrenta al desafío de controlar la zona desde otros países, como Mauritania y Senegal para frenar esta proliferación que afecta a la seguridad del país, de Europa y del mundo Occidental. Y para ello, es consciente de que necesita a una organización con los medios y la implicación de la OTAN.