El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva posa junto al resto de líderes latinoamericanos durante la Cumbre Amazónica, el pasado martes en  en Belém (Brasil).

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva posa junto al resto de líderes latinoamericanos durante la Cumbre Amazónica, el pasado martes en en Belém (Brasil). EFE/Antonio Lacerda

LA TRIBUNA

La Cumbre Amazónica: pocas metas y mucha retórica

Los objetivos de la declaración consensuada no trazan una hoja de ruta clara y revelan profundas discrepancias sobre el manejo de la selva y sus recursos.

14 agosto, 2023 02:06

La selva amazónica ha sido hace poco la protagonista de una de las historias más mediáticas del año. Cuatro niños sobrevivieron a la hostilidad del bosque húmedo tropical durante cuarenta días. El milagro de los niños sirve de recordatorio de las difíciles condiciones en las que viven los más de cincuenta millones de personas que habitan en los siete millones de kilómetros cuadrados de la cuenca del río Amazonas y los subyacentes.

Nueve paises comparten la soberanía sobre esta región vital para el equilibrio climático y ambiental de todo el planeta. Sin embargo, lo único que tienen en común en su relación con el Amazonas es el abandono y pobreza de las poblaciones situadas en esta zona. Baste recordar que la pandemia del Covid-19 fue mucho más grave en la zona amazónica del Perú y Brasil que en otras áreas de estos países.

Los presidentes de los países de la región amazónica reunidos en la Cumbre del pasado martes.

Los presidentes de los países de la región amazónica reunidos en la Cumbre del pasado martes. Efe

A las dificultades propias del medio se unen al abandono estatal y la altísima presencia de grupos criminales, que se financian con las economías ilícitas que consumen la selva. La minería ilegal, las rutas del narcotráfico, el trafico ilegal de especies y maderas se convierten en alternativa y maldición de las poblaciones amazónicas. Sus consecuencias violentas también afectan gravemente a los grupos indígenas que habitan la zona desde tiempos ancestrales.

En un escenario de preocupación internacional por la sostenibilidad medioambiental que determina las posibilidades de supervivencia de la especie humana, el Amazonas se ha convertido en el foco de muchas miradas. Esto debería ser una oportunidad para que los países de la cuenca lideraran una alianza global por la conservación. Sin embargo, la Organización del tratado de Cooperacion Amazónica (OTCA), creada hace catorce años, solo se ha reunido una vez.

La reunión auspiciada por Brasil ha tenido lugar en la primera semana de agosto. A pesar de contar con la presencia de los principales jefes de Estado de la región, las veinte páginas de la declaración consensuada con sus 113 objetivos y principios transversales no trazan una hoja de ruta clara y revelan profundos disensos sobre el manejo de la selva y sus recursos. Los resultados de la Cumbre difícilmente sirven para presentar una posición conjunta de cara a la próxima COP 28 del año 2024.

El principal objetivo de Brasil era conseguir el compromiso de frenar la deforestación para el 2030. Sin embargo, no se ha conseguido un consenso al respecto. Mientras la deforestación y contaminación con mercurio continúa en casi toda la región, Colombia y Brasil han logrado recientemente resultados positivos en su reducción, lo que demuestra que este objetivo esta altamente ligado a la voluntad política. En la Declaración, los paises firmantes se comprometen al combate de la deforestación sin que se adopte un objetivo concreto.

"Brasil ha hecho oídos sordos a las criticas de Colombia y prosigue en su búsqueda de petróleo y gas en la desembocadura del Amazonas"

Si bien coinciden en su preocupación por la deforestación, Colombia y Brasil se distancian en su postura frente a la extracción de combustibles fósiles. La mayoría de los paises, marcados por sus economías reprimarizadas tienen una postura extractivista. En este caso el mas comprometido con el abandono del modelo económico basado en la extracción de hidrocarburos es Colombia, donde el presidente Petro ha convertido este tema en uno de los campos mas activos de su programa.

Aunque es incierto que el país pueda transformar su matriz productiva y energética con la velocidad y radicalidad que el presidente proclama. Sin embargo, en coherencia con su objetivo, ya se ha paralizado la expedición de licencias de exploración. Este tema encuentra un eco muy relevante en los movimientos ambientalistas e indígenas de la región. Brasil, por su parte ha hecho oídos sordos a las criticas indirectas de Colombia y prosigue en su búsqueda de petróleo y gas en la desembocadura del Amazonas.

[Un plan sin medidas concretas: así concluye la cumbre de Brasil para proteger el Amazonas]

Quizás el tema mas relevante de cara a la Unión Europea es la compleja diatriba en la que se enzarzaron los distintos países frente al papel que debe jugar el resto del mundo.

Brasil ha optado por promover la búsqueda de recursos para la adaptación al cambio climático. En este caso, con la meta acordada de movilizar mil millones al año provenientes de los paises desarrollados.

Pero mientras proclamaba la necesidad de conseguir recursos, criticaba duramente las cláusulas de protección ambiental que ha promovido la Unión Europea. Un malabarismo retórico que aleja más la firma del Acuerdo entre el Mercosur y la UE, y que a fin de cuentas no aporta a la solución del problema. Si la prohibición de las exportaciones provenientes de zonas deforestadas es relegada como una medida meramente proteccionista de los europeos, no se entiende muy bien cómo se van a crear sistemas de castigos e incentivos que permita proteger la región y fomentar su desarrollo.

 "Países como Brasil o Bolivia recurren al fantasma imperialista para justificar su incapacidad de actuar de forma unificada internacionalmente"

Bolivia por su parte, ha entrado en el mismo juego y ha señalado que los Estados Unidos imponen sus intereses por vías militares, y que los europeos lo hacen a través de sus ONG. Las ONG como un todo, y como brazo del fantasma imperialista al que anacrónicamente recurren para justificar su incapacidad de actuar de forma unificada internacionalmente.

Así, se termina por caricaturizar el espacio internacional como un escenario de malos y buenos, en el que los paises latinoamericanos nunca ejercen su capacidad ni liderazgo para preservar sus intereses, que en este caso son globales.

El Amazonas no se va a proteger gratis. El compromiso con su preservación supone desarrollar estrategias sociales, económicas y regulatorias nacionales y regionales. Por supuesto que esto supone recursos y voluntad del norte global. Y, cómo no, de otros actores que a pesar de su brutal impacto ambiental en el sur global, son juzgados con benevolencia o ignorados como fuente de depredación ambiental.

China tiene una huella ambiental muy relevante en la región. Y otros países como los Emiratos y su estrategia de acumulación de tierras y fuentes de agua fuera de su territorio también deberían estar en el radar de las amenazas y los posibles aliados.

No se puede olvidar que es imprescindible entender las amenazas al Amazonas como parte del entramado criminal de desafíos de seguridad regionales. Esos mismos que desestabilizan las democracias de la región. Urgen por tanto las estrategias regionales que permitan gestionar los tesoros ecológicos, pero también los desafíos transnacionales.

*** Erika Rodríguez Pinzón es profesora de la Universidad Complutense, investigadora del ICEI y Special Advisor del Alto Representante de la Unión Europea.

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