Las manifestaciones del presidente de la Generalitat reclamando competencias para que los Mossos d'Esquadra puedan coordinarse de forma independiente con el resto de policías extranjeras son inoportunas, por el momento en el que las realiza, además de un sinsentido. De entrada, no es coherente que Puigdemont diga que sería "miserable" tratar de aprovechar políticamente los atentados y, a renglón seguido, reivindicar más autonomía.

Pero es que además la lucha contra el crimen y el terrorismo no puede parcelarse. Organismos como Europol, por ejemplo, sólo aceptan un solo contacto con cada país. Y es lógico que así sea por pura operatividad.

Un disparate al descubierto 

Lo más absurdo, sin embargo, es que quien pide nuevas competencias al Estado es quien está poniendo todos los medios a su alcance para separarse dentro de mes y medio y por las bravas del resto de España. Puigdemont debería de aclararse antes de ponerse en evidencia de esta manera.

Lejos de insistir en su discurso, lo que tendría que hacer el presidente de la Generalitat es rectificar: las actuales circunstancias han puesto de manifiesto lo disparatado de la independencia. Ésta no tiene cabida en una Europa sujeta a ataques como los que acabamos de sufrir en España. Y más aún cuando, tal y como hoy informamos en EL ESPAÑOL, Barcelona concentra el mayor foco de radicalización yihadista de España.

Ni conviene a Cataluña ni a la UE

Ni Bruselas puede consentir que Cataluña sea un riesgo para el continente en tanto que puerta de entrada del terrorismo islamista, ni Cataluña puede permitirse quedar fuera de la red de auxilios mutuos de la Unión Europea. Es decir, más allá del Estado, la propia UE no permitirá nunca esa escisión en su seno. Porque cuando se está en guerra -y a Europa se la ha declarado el Estado Islámico-, no hay margen para veleidades de ningún tipo. Priman la estabilidad y la seguridad. Por tanto, Puigdemont y quienes con él apoyan la independencia deberían aterrizar en la realidad.