El resultado de la votación para la elección de la Mesa del Congreso ha llenado de optimismo al PP, que ve mucho más cerca la investidura de Rajoy. En el momento de elegir a la popular Rosa Romero como vicepresidenta tercera, ésta recibió diez votos procedentes de las formaciones nacionalistas, aunque como el voto es secreto no se ha podido determinar su origen con exactitud.

Dado que ERC ha negado tajantemente que esos votos fueran suyos, todo apunta a que provienen del PDC (antigua Convergència) y puede que en parte también del PNV, pues cuentan con ocho y cinco escaños, respectivamente. Para el PP, saber que tiene la capacidad de añadir otros diez diputados a los 169 votos que ha logrado reunir en esta ocasión junto a C's, es todo un triunfo.

Doble juego

Esa fuga de votos a favor de los populares aleja por lo pronto cualquier posibilidad de configurar una alternativa a la investidura de Rajoy desde la izquierda. Como también indica que los separatistas han retomado el doble juego: en el Parlament abogan junto a la CUP por la declaración unilateral de independencia y en el Congreso apuntalan al PP.

Salta a la vista que hay gato encerrado, y algunos movimientos dan pistas de por dónde van las cosas. En el Senado, por ejemplo, el PP ha facilitado al PNV un puesto en la Mesa en detrimento de Podemos. Y se sabe que el partido de Artur Mas necesita el favor de la Mesa del Congreso para conseguir grupo parlamentario propio, ya que no cumple con el requisito de haber obtenido el 15% en el territorio en el que se ha presentado. 

Acuerdos subterráneos

Con razón, Antonio Hernando, portavoz del PSOE en el Congreso, ha pedido explicaciones a Rajoy, a quien acusa de romper la "barrera" que él mismo había puesto para que los socialistas no cerraran acuerdos políticos con los separatistas. El líder de IU, Alberto Garzón, habla por su parte de "acuerdos subterráneos". Y es que ya hay quien vincula el sorprendente apoyo al PP de los independentistas catalanes con la decisión de la Fiscalía de no pedir cárcel para Mas por organizar la consulta soberanista en contra de la orden del Tribunal Constitucional. Si eso fuera cierto, sería terrible, pero la puerilidad del argumento para soslayar la malversación-el gasto ya estaba contratado cuando el TC suspendió el 9-N-lo hace verosímil. 

Rajoy debería aclarar qué ha ofrecido a los independentistas por debajo de la mesa a cambio de su respaldo. Si no lo hace, Ciudadanos haría bien en replantearse su anunciada abstención en la investidura. El exceso de acuerdos secretos y de gatos encerrados es lo que ha llevado al deterioro y desprestigio de nuestra democracia.