Fue un poco como ir al colegio. Teníamos la autorización de nuestros padres jefes de sección para abandonar el aula esa mañana y montarnos en un autobús. Nos esperaba herr direktor en la plaza de Canalejas, frente al hotel Four Seasons, con un supositorio azul de la Empresa Municipal de Transportes que llevaba impreso nuestro logo. "Rugimos por encima de todos".

Numerosos autobuses enormes con el escudo llevan desde entonces transitando Madrid. ¿Es publicidad o vamos a invadir Checoslovaquia?

A la gente que es del Madrid –muchos en este diario–, esto les resultará terriblemente cotidiano: ganar en diecisiete meses consecutivos. Pero a los que somos de Osasuna –unos cuantos, más de los que parece– nos genera una extrañísima sorpresa ser líderes de algo. ¿Qué es eso de ganar la Champions? ¿Y la Liga? Nosotros, que como aquella redacción requeté de El Pensamiento Navarro sólo luchaba por sobrevivir... ¡Líderes! ¡Somos líderes! Joder, teníamos que repetírnoslo en el Metro camino de Canalejas.

El autobús del liderazgo de EL ESPAÑOL

Nos fuimos subiendo uno a uno al autobús. Sin distancia de seguridad y en plena epidemia de gripe y gastroenteritis. Lo damos todo, ¡hasta los intestinos!, por esta marca. Qué jodida, la fiebre del periodismo.

Es una redacción joven la de este diario. Tanto que, ahora que ha resucitado Franco, parecía que estábamos secuestrando el autobús. Lo que más sosiego nos generaba es que la marca ya es muy reconocible. Teníamos miedo a que pareciera un acto promocional del musical del Rey León. O lo que es mucho peor: propaganda del Athletic de Bilbao.

Hace ya casi diez años, cuando esto empezó, llamábamos para pedir entrevistas y nos decían: "¿Una entrevista para EL ESPAÑOL? ¿El equipo de fútbol? No entiendo". Luis del Olmo llegó a contestarnos: "Ha debido de ser un error. Yo soy de La Ponferradina".

En aquellos tiempos, cuando el dictador enfrentaba la flebitis, había que decir: "Sí, sí, EL ESPAÑOL. ¿No lo conoce? Es el diario de Pedro J.". Llevaba herr direktor en la mañana del autobús un abrigo de cuero negro, como de firmar ejecuciones. Quizá el mismo que un día, tras un evento y sin darse cuenta, le robó Lorena G. Maldonado. El robo de abrigo en el invierno de Madrid debería ser incluido en una reedición de Técnica del golpe de Estado, de Curzio Malaparte. Lorena lo devolvió. Fue como lo de la independencia de Cataluña.

Una representación de la redacción de El Español junto al bus de la campaña 'Rugimos por encima de todos'

Una representación de la redacción de El Español junto al bus de la campaña 'Rugimos por encima de todos' Javier Carbajal

La infancia se entreveraba continuamente con lo que sucedía. Había que salir del autobús así como muy motivados para que nos grabaran un vídeo. Si no hubiéramos sido adolescentes cuando los Back Street Boys, habríamos fracasado... del todo.

Fracasamos sólo un poco. Hubo que repetir la toma una vez. Si se fija usted, querido lector, verá en el vídeo publicado que tenemos las manos ligeramente moradas. Más que seguro médico, necesitábamos chocolate con churros.

Los veteranos de la oficina parafrasearon "The boys on the bus". Nosotros dijimos: "Coño, claro, esto es como 'The boys on the bus', lo de...". "Sí, lo del libro aquel de los periodistas americanos". Apostillamos: "Claro, claro, eso, lo de los periodistas americanos".

Ahora, mientras levantamos esta columnata, buscamos en Wikipedia: es el título de un libro de Timothy Crouse –eso, lo que decíamos, ¡el gran Timothy Crouse!–, que relata las peripecias de los periodistas que siguieron la campaña de las presidenciales americanas en 1972. Crouse trabajaba en la revista Rolling Stone, pero quiso probar el periodismo político. Cómo se nota que no conoció la España de 2025.

Imagen de la campaña de publicidad de EL ESPAÑOL Rugimos por encima de todo

Imagen de la campaña de publicidad de EL ESPAÑOL "Rugimos por encima de todo" Laura Mateo

Diez años no son nada, qué febril la mirada en el autobús alemán de la gripe: suban, pisen, estrujen, contagien, bajen. Cuánto nos queremos. En el bar de la calle Hermosilla donde perrea buena parte de la redacción se guardan mejor las distancias de seguridad.

Por aquí –por los eventos del periódico, no por el autobús– han ido pasando las cosas y los personajes de España: desde el jefe del Estado hasta las polémicas de los barrios, desde los altos salones hasta la hierba más asilvestrada. Todo con ese mismo tono liberal y sosegado. Este párrafo es para buscar una subida de sueldo, pero también es verdad.

EL ESPAÑOL, que diría Suárez, es una clara victoria del "centro reformista". Pero, para eso, ¿no habría sido mejor refundar la UCD? Una respuesta podría ser esta: es más divertido el periodismo, porque a veces se trata simplemente de viajar en autobús, soñando que se escribe como escribió Pla su Viaje en autobús; porque el periodismo es la política sin responsabilidad.

Manuel Aznar, abuelo del expresidente, uno de aquellos periodistas de humareda y clin-clin de los hielos, lo decía un poco más cáusticamente: "El único polvo sin consecuencias es el editorial". Pues eso, por otros diez años foll... haciendo periodismo.