El neuropsicólogo Saúl Martínez-Horta, autor del libro de moda sobre conducta humana Cerebros rotos, asegura en una entrevista reciente con EL ESPAÑOL que, como otras especies en el pasado, acabaremos por desaparecer del planeta.
No está claro cuál de las teorías más conocidas propiciará nuestra extinción. El impacto de un meteorito. O el sobrecalentamiento y la escasez de CO2, cuyo punto álgido se producirá en 2.000 millones de años. O si nos devorará el sol en, se estima, el doble de tiempo.
Pero, por supuesto, también puede ser que la culpa sea menos científica y más banal, y que le debamos nuestra desaparición a algo mucho más básico y menos glamuroso: la estupidez humana, tan presente en nuestro pasado histórico, y tan vigente hoy como siempre.
Por eso, quién sabe si serán Putin y Biden, o incluso Xi, ahora que acaba de invitar a Pedro Sánchez a Pekín, quienes con sus decisiones precipiten el final de nuestros días. No lo sabemos, claro, pero algo sin duda ocurrirá. Menos mal que, para nuestra tranquilidad, "relájese: nadie saldrá de aquí con vida", como leí recientemente en una tienda que vendía camisetas con mensaje. Es reconfortante, sí.
[Opinión: Muera la vieja política, viva la política de los niños]
La realidad es que estos días en el Congreso hemos visto escenas que, posiblemente, preferiríamos no haber presenciado y que nos conducen a preguntarnos, muy cerca de la más absoluta consternación, quiénes somos, adónde vamos y, de un modo más acuciante aún, cómo es posible.
Cómo ha podido ocurrir, sí, el esperpento de un economista ya casi olvidado por la primera línea de la política nacional, con unos larguísimos 89 años, excomunista, aupado a la propuesta de jefe de un hipotético nuevo Gobierno sostenido por la extrema derecha.
Cómo es posible que el líder de Vox afirme falsedades allí donde queda representada la soberanía nacional, y sin apenas dejar espacio para el arrepentimiento, como esa de que el coronavirus partió de un laboratorio chino, teoría que en absoluto ha sido confirmada por la administración de Estados Unidos, al revés de lo que aseveró Abascal.
Un discurso, el del candidato, filtrado antes de pronunciarse, y convertido al día siguiente en un libro a la venta. No, no parece una coincidencia, porque no lo es, la sincronicidad de Por una España de todos: Nuestro mejor futuro y la inútil y en gran medida absurda propuesta de Ramón Tamames como candidato en esta segunda moción de censura presentada por Vox contra Sánchez. La sexta desde 1978.
Tiene razón Feijóo al considerar la moción un "espectáculo impropio e improductivo", pero también la tiene Isabel Díaz Ayuso, la presidenta madrileña, al "felicitar" a Vox por "sacar a hombros a Sánchez". La otra Díaz, Yolanda, observando un escenario tan fértil, hizo bien en dedicarse a lo suyo: lo de Sumar.
Entre unas y otras cosas, entre la bravuconería de las grandes potencias mundiales y su ánimo por mantener intacta su supremacía, y las faltas de respeto de los políticos locales a la inteligencia de la ciudadanía a la que representan, no cabe duda de que Martínez-Horta tiene razón: nos extinguiremos. Pero no va a ser por lo del meteorito.