Que alguien le explique al PSOE que lo de irse a un hotel con Junts sólo era una broma de la derechona, una metáfora, un chiste con el que echar el rato en las manifestaciones. Aunque, ya consumados, ojalá pronto un libro que explique a fondo esos nueve encuentros eroticopolíticos (París, Perpiñán, Bruselas) entre Santos Cerdán y el ayatolá del independentismo catalán, Carles Puigdemont, por los hoteles de media Europa. 

El secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, y el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, el pasado 30 de octubre en Bruselas (Bélgica).

El secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, y el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, el pasado 30 de octubre en Bruselas (Bélgica).

Sugiero una remasterización del Hotel Nirvana de Manu Leguineche. Un road trip donde un libertador y un técnico de mantenimiento se recorren los hoteles más míticos del continente redactando la amnistía entre sorbos de martini.

Tan bueno sería el libro que no haría falta prólogo de Enric González, sólo esta frase de Groucho en la faja: "Si un cliente pide un huevo cocido en dos minutos, sírvaselo en uno. Y si lo pide en un minuto, llévele la gallina".

Lo digo porque tendremos que saber cómo se coció una foto que, ya analizada, remasterizada por Antena 3 y ahora puesta a competir con las de Sánchez/Aizpurúa y Bolaños/Junqueras, me sabe a poco.

Santos: esa foto no da para mural.

Santos: es una oportunidad perdida para empatar a la de Honecker y Brézhnev en el camino a la convivencia.

Demasiado burocrática, formalona, como de sala de espera, sin roce, sin beso.

Desconozco los efectos que la ley de amnistía tendrá sobre el ánimo del electorado, la única obsesión de Ferraz. Y si Sánchez (algo me dice que sí) sabrá torear las nuevas embestidas de Feijóo y Abascal.

Ahora, si me duele esta victoria postrera del independentismo, descoloridas las esteladas en los balcones y guardadas como lo están las camisetas de Messi en el cajón, es por la falta de espectáculo.

Si sabíamos cómo iba a acabar todo esto desde la noche electoral, ¿por qué no saltó Santos a la piscina, como hizo el rockero argentino Charly García en Ciudad de Mendoza, desde el noveno piso de ese hotel de Argüelles donde se reunió la semana pasada? Esa y no otra era la manera de culminar la gira hotelera. Ver desde las alturas un "país más habitable" (Bolaños) como el general MacArthur veía el mundo desde su hotel en Manila.

No sé si el PSOE ha hecho como García, que antes de lanzarse a la piscina tiró el televisor por la ventana para medir la distancia. Presiento que ha sido el miedo a los memes, y no a la altura, lo que ha evitado una rueda de prensa de Cerdán con Turull como la que dio el músico porteño, apoyados en el bordillo de la pileta. Pero es una oportunidad perdida ceñir todo a tres fotos.

A ver, es que hasta en las visiones ganaba el PSOE. Si García creyó que vería a Dios o una película de su vida y no vio nada, Santos pensó en la nación catalana y en la amnistía cuando el referéndum estaba detrás del president, justo en un cuadro, como en la bola de Saruman, ¡santo cielo!, como un portergeist

Que al menos me den datos para la crónica del fin de semana. ¿Llegó Puigdemont disfrazado a algunas de las citas para no ser reconocido? ¿Se llevaban los botecitos de gel y champú en el neceser? ¿Arramplaron con la neverita en algún momento? ¿Quién pagó? ¿Eran tan excéntricas las peticiones del president como las demandas de las estrellas en los camerinos? 

Hay hoteles donde se han declarado y vivido guerras, en los que se han empezado y terminado revoluciones y otros, como el elegido por Pavese en Turín, perfectos para suicidarse. Ahora las teleoperadoras preparan el tour de la amnistía. Esperemos que, comprobada por Sánchez la fertilidad de las noches hoteleras, no le dé como a Somoza, que convirtió el Intercontinental de Managua en su Parlamento.

Qué personaje, y qué manía la de Felipe González de echar por tierra ("¿por quién me toma?, ¿por Cerdán?", le faltó decir) a los personajes creados por Sánchez. Que me digan algo más español que idear un nuevo contrato social pensando que Rousseau es una colonia. Me pido biógrafo. De él y de Ortega Smith