Eligio Hernández fue fiscal general del Estado con Felipe González.

Eligio Hernández fue fiscal general del Estado con Felipe González. Sergio Méndez

Opinión HABLANDO SOBRE ESPAÑA

Eligio Hernández, ex fiscal general y militante del PSOE: "Pedro Sánchez desnaturaliza la Justicia"

"Los jueces que entran en política no deberían poder volver a su profesión" / "Todos los días me pregunto cómo es posible que haya tan poca resistencia dentro del PSOE" / "La verdadera Ley de Memoria fue la Ley de Amnistía, esa sí trajo la reconciliación".

19 diciembre, 2022 02:16

Don Eligio nació en El Pinar (1947, Isla del Hierro), el pueblo español más alejado del centro de la península. No había carreteras asfaltadas, no era fácil encontrar libros. De niño, lo educaron en los valores de la lucha canaria. El espíritu de los antiguos guanches.

Un día le dijo a su maestro: "Quiero saber del socialismo". Él le respondió: "Mira, mijito, la cultura siempre antes que la política. Primero lee a Cervantes y a Galdós. Luego lo demás". Y se puso a leer. Encontró en el espíritu campesino de las novelas cervantinas el reflejo literario de sus combates en la arena. De ahí pasó a Fernando de los Ríos y Luis Jiménez de Asúa, insignes socialistas.

Quería Eligio estudiar, pero no tenía dinero. Precisamente gracias a la lucha, consiguió una beca. Se la dieron porque era un fenómeno. Lo llamaban "El Pollo del Pinar" y era muy difícil tirarlo al suelo. Luego se vino a Madrid.

Hizo Derecho y se convirtió en magistrado. Gustó a los dos a los que había que gustar: a Gregorio Peces Barba (padre de la Constitución) y a Felipe González. El PSOE lo nombró delegado del Gobierno en Canarias, vocal del CGPJ y, finalmente, fiscal general del Estado. Ha recorrido todos esos pilares del poder que hoy son un campo de minas.

Atiende la entrevista desde su despacho, en su casa de Tenerife. Lo tiene todo perdido de libros sobre Juan Negrín, el último presidente de la II República. Está deseando hablar de muchas cosas. Lleva tiempo sin hacerlo. Y avisa: va a hacerlo como "militante del PSOE". Don Eligio es un político, o un juez, o las dos cosas, de los de antes. Uno de esos hombres de vastísima cultura que conectan pasado y futuro con agudos paralelismos históricos.

Va a discurrir largo –y dolido– del "españolismo" extraviado por su partido, de la ausencia de resistencia interna a Pedro Sánchez –"¡es una organización a la búlgara!"–, del día que conoció al presidente y le recomendó un libro sobre Cataluña que no leyó, de la Ley de Memoria.

También, en la línea de lo que ocurrió con Narcís Serra o Juan Alberto Belloch en esta sección, vamos a charlar acerca del pasado. Porque su nombramiento como fiscal fue, precisamente, cuestionado por "falta de respeto a la separación de poderes". De hecho, la Justicia declaró ilegal su designación, aunque él ya había dejado el cargo. A eso también va a responder de frente, sin dobleces.

Va a contar don Eligio sus conversaciones con González acerca de los GAL. También va a revelar cómo, cuando intentó investigar a los gobiernos de Adolfo Suárez por "guerra sucia", la junta de fiscales se lo impidió. ¿Y qué pasó cuando recibió en su despacho a Amedo? ¿Por qué lo hizo?

Tiene mucho que contar don Eligio. Aquí, además, vamos a abrir el abanico del todo. No como en El Socialista, el periódico del partido adonde sigue mandando sus artículos aunque no se los publiquen. "El otro día, coincidí con unos compañeros y me dijeron que iba a parecer un facha por llevar prendida de la solapa una insignia de España". Lleva un cabreo encima que no se aguanta, pero la ironía canaria lo pone todo muy fácil. Muy divertido, incluso. Vamos allá.

Ahora que ha empezado la lucha también entre el poder político y el poder judicial, hacen falta juristas que practiquen la lucha canaria. ¿Sigue haciéndolo en sus ratos libres?

Ya no. La lucha canaria, normalmente, se deja de practicar, como muy tarde, a los treinta años. Si no, deja graves secuelas. A mí me quedaron problemas de cervicales y de cintura. Pero, oiga, ya me gustaría que en la política se tuvieran en cuenta las normas de la lucha canaria. 

¿Cuáles? 

Prohibido cualquier tipo de constreñimiento físico, no digamos ya cualquier llave. Hay que levantar al vencido y darle un abrazo cuando se le derriba. Exactamente lo contrario a lo que sucede en la política española. 

¡Qué España aquella! Nuestro fiscal general del Estado era "El pollo del Pinar", toda una bestia de los cuadriláteros.

Una vez, Pablo Castellano, de Izquierda Socialista, se refirió a mí como "el púgil". Lo tuve que corregir. La lucha canaria no tiene nada que ver tampoco con el boxeo. Porque la lucha canaria no permite la violencia de ninguna clase. Es una herencia de los nobles aborígenes guanches. ¿Sabe una cosa? 

Diga.

Cuando se celebraban nuestros Juegos, en aquella época tan antigua, eran como las Olimpiadas griegas. Tenían esa categoría. El problema fue que no tuvimos nadie que nos cantara porque los guanches eran ágrafos. Los griegos, en cambio, tuvieron a Homero. 

Me llama la atención una cosa: usted firma sus artículos no como "ex fiscal general del Estado", sino como "militante socialista".

Depende del artículo. Aunque nunca firmo como fiscal general, es verdad. Si se trata de Historia, pongo mi cargo en la Fundación Juan Negrín, donde tenemos uno de los mejores archivos sobre la Guerra Civil y la República. Está en Las Palmas. Lo trajimos de París. Pero si se trata de política actual, pongo "militante socialista" para provocar a quienes, dentro del partido, me consideran un facha. ¡Pero si el PSOE fue profundamente español y antinacionalista!

Y después de todo lo vivido, dice que ser "luchador" sigue siendo lo más importante de su vida. 

Sí, porque la lucha canaria es la nobleza y la caballerosidad. Es, en cierto modo, como el linaje campesino de Cervantes. No conozco ningún título que pueda tener mayor importancia que el que simboliza la nobleza, la calidad y la hidalguía de un pueblo.

"La lucha canaria es nobleza y generosidad, levantar al rival cuando se le derriba; todo lo contrario que la política española"

Tenemos que empezar con Montesquieu y la separación de poderes. Ya no es que esté muerto, es que se profana su tumba todos los días.

Es increíble, pero cierto. PP y PSOE vienen cometiendo errores tremendos en el tema de la Justicia. Por ejemplo, el PP nombró magistrados del TC a personas muy vinculadas políticamente al partido. El PSOE se quejaba… y llega ahora y propone a un exministro y a una ex directora general de Moncloa.

Yo no volví a la judicatura después de pasar por la política. Mis compañeros me insistieron: "Pero si sabemos, Eligio, que eres imparcial. Te conocemos, hemos deliberado mucho contigo". ¿Sabe qué pasa? Que ser imparcial no sólo consiste en serlo, sino en parecerlo. 

Me está diciendo que los jueces que entran en política no deberían poder reincorporarse a su profesión.

Completamente. Exactamente. ¿Cómo va a parecer confiable e imparcial un juez que ha estado ejerciendo un cargo público a las órdenes de un partido? Yo lo tengo clarísimo. Por eso nunca volví. 

Hay un escalón previo a todo eso: ¿una justicia puede ser independiente cuando son los políticos quienes eligen a los jueces que gobiernan a los jueces?

Primero: el órgano de gobierno del poder judicial no es lo mismo que el poder judicial del Estado. No son lo mismo el CGPJ y el TC que el resto de jueces. Segundo: en todos los sistemas del mundo, los órganos de gobierno de los jueces tienen un origen parlamentario. En Estados Unidos, los jueces del Supremo los propone el presidente del país, pero luego los confirma el Senado. 

Hombre, existe un sistema alternativo: que sea el pueblo directamente el que elija a los jueces. Yo no lo aconsejo. Es un sistema que no tiene tradición en España. En cualquier caso, ese órgano, que sí debe tener su origen en el pueblo, ya lo tiene actualmente. Porque el Parlamento es la sede de la soberanía nacional. A partir de ahí, la política debería garantizar y asegurar la imparcialidad.

Aquello empezó en 1985, cuando Alfonso Guerra, a quien se atribuye el famoso "Montesquieu ha muerto", instauró el sistema actual. ¿Usted es partidario del anterior?

Ese es otro malentendido. Yo fui partidario de la modificación de 1985. Con el primer sistema, es verdad, los doce vocales del CGPJ eran elegidos por los jueces. Pero aquel Consejo era el más político de todos, porque sus miembros eran criptomilitantes. Tuvo una carga ideológica importante.

No creo que la Constitución diga que la elección debe recaer entre los jueces. Porque la Constitución dice "entre jueces y magistrados", no "por jueces y magistrados". El sistema actual emana del pueblo, como exige la Carta Magna. Y el PP no lo modificó cuando tuvo mayoría absoluta.

Estamos ante un problema ciertamente paradójico: habíamos asumido como normal y "constitucional" que los partidos políticos se repartieran los jueces como si fueran cromos. Ahora que no lo hacen, por la falta de acuerdo, lo llamamos anomalía.

Los partidos son los culpables de la adulteración del sistema. Sus malas prácticas democráticas han desnaturalizado el sistema. Y la democracia se perfecciona practicándola. Es decir: este sistema funcionaría si los partidos tuvieran altura democrática. La propuesta del PP de que los jueces elijan a los jueces adolece de lo que llamo una "falsa apelación a Europa". 

¿A qué se refiere? 

Dicen que en el resto de Europa los jueces eligen a los jueces. Es mentira. No ocurre, por ejemplo, ni en Francia ni en Italia, donde un órgano de gobierno está presidido por el jefe del Estado y otro por el ministro de Justicia. Es decir: todos los sistemas europeos tienen su origen en el poder legislativo. Algunos, como hemos visto, incluso en el ejecutivo.

Eligio Hernández, en el casino de Tenerife.

Eligio Hernández, en el casino de Tenerife. Sergio Méndez

Quiero abrir el melón de la malversación y la sedición a través de algo que le ocurrió el otro día en el aeropuerto de Canarias. Se encontró con unos "compañeros socialistas". Usted llevaba una insignia de España y le dijeron: "Cuidado, que te van a llamar facha".

Sí. Asistía a un acto militar y muchos compañeros socialistas me lo dijeron. Me vi obligado a contarlo en un artículo. Demostré que los más insignes intelectuales fueron grandes defensores de la unidad de España y contrarios al nacionalismo secesionista. ¡También los del PSOE! Que lean a Fernando de los Ríos, a Negrín o a Indalecio Prieto, cuya expresión de españolismo es realmente extraordinaria. Yo sigo ese legado, quien no lo sigue es la dirección del partido.

Hombre, el PSOE no siempre ha seguido ese legado. Tuvo vocación rusa durante algunos años. Ahí está Largo Caballero, que quería convertir España en un satélite de la URSS.

Es verdad. En un principio, Largo Caballero dio prioridad a la revolución frente a la defensa de la República. Eso hizo mucho daño al PSOE. Pero, cuando salió del campo de concentración alemán, tras la guerra, pisoteado por oficiales nazis, cambió completamente. Entonces, en referencia al nacionalismo, dijo: "Y mira que haber pactado nosotros con esta gente... Antes dije 'igualdad, igualdad, igualdad' y ahora digo 'libertad, libertad, libertad'". Su posición cambió.

¿Sánchez no continúa ese legado "españolista" por pura estrategia o por convicción ideológica?

No puedo responderle porque la convicción ideológica es algo íntimo. Pero sí podemos hablar de la consecuencia: Sánchez no continúa el legado del que le he hablado. Es evidente. Decía que no pactaría con Podemos, con Bildu ni con los independentistas. Decía que no iba a conceder los indultos. Tantas cosas decía que luego ha incumplido…

Añoro una lealtad crítica a las ideas del partido por parte de los cargos y la militancia. Porque la lealtad jamás debe significar la sumisión. Es nefasto el sistema de primarias: instala en los partidos el caudillismo. Quienes ganan se quedan con todo el poder y acaban con el debate interno.

Los dirigentes socialistas "críticos" nunca ponen pie en pared. Quiero decir: todo acaba siempre limitado a una declaración, pero nada más. Y el silencio de los cargos es atronador. Todos los diputados socialistas se pusieron en pie en el Congreso para votar la reforma de la sedición.

Todos los días me pregunto cómo es posible que haya tan poca resistencia dentro del PSOE. Estoy asombrado por esa falta de debate. Todavía recibo El Socialista, el periódico del partido y…

¿De verdad lee 'El Socialista'? 

Sí, sí, lo leo.

Disculpe, pero vaya estómago. Con todas las cosas que hay para leer… 

Lo leo porque les envío artículos muy críticos con el rumbo que ha tomado el partido, pero no me los publican. ¡Nunca! Yo lo llamo el Nodo. En mi tiempo, había grandes debates internos. Ahora no hay nada, ahora hay un PSOE que funciona a la búlgara.

Un momento, un momento: ¿manda realmente artículos a 'El Socialista' o me está tomando el pelo?

¡Claro que los mando! Bueno, he dejado de hacerlo porque me he aburrido. Ni me contestan. Cuando los publico en otros lados, me llaman miembros del PSOE y me dan su apoyo. Pero no se atreven a hacerlo en público porque tienen miedo a quedarse sin carguito.

"Los socialistas contrarios a Sánchez no se atreven a alzar la voz por miedo a perder el carguito"

Usted conoció a Sánchez. Se lo presentó Alfonso Guerra. Cuénteme cómo fue.

Lo conocí cuando ya era secretario general del PSOE, pero no presidente del Gobierno. Me permití darle un consejo: le dije que no se podía hablar de Cataluña, como hizo Zapatero, sin haber leído los discursos de Ortega y Azaña sobre la materia. Son fundamentales. Le dije: "Entenderás perfectamente Cataluña".

Mire, ahora está diciendo que ha pacificado Cataluña con sus medidas. Pero ya lo dijo Ortega: hay épocas en que los nacionalistas se pacifican, pero luego siempre resurgen con mayor virulencia. No hay apaciguamiento posible del nacionalismo. ¿No se da cuenta de lo que pasaría si se concediera la independencia a Cataluña? 

¿Qué pasaría?

El problema renacería pero con signo inverso. Eso sí, con una violencia incalculablemente mayor. Con un impulso tal que acabaría llevándose por delante el régimen constitucional. Hablo de cómo reaccionaría el resto de España a una concesión unilateral de la independencia de Cataluña.

Sánchez no ha leído los discursos que le recomendó, parece.

Alfonso Guerra me dijo en un aparte con su sarcasmo habitual: "¿Cómo le recomiendas eso?". Tenía razón. Luego me he dado cuenta: no sé si Sánchez ha leído un libro alguna vez.

Se le caería el alma a los pies.

No, porque ya había visto antes a Zapatero diciendo aquello de "aprobaremos lo que venga de Cataluña". En octubre de 1934, la Generalitat dio un golpe de Estado contra la República. Se condenó a treinta años de reclusión a toda la Generalitat, luego los indultó el Frente Popular. La Historia se repite. 

Pero se repite como farsa, que decía Marx.

Sí, así es.

Eligio Hernández fue también diputado con el PSOE.

Eligio Hernández fue también diputado con el PSOE. Sergio Méndez

Vamos con la reforma de la sedición: deme su opinión como jurista.

No es una reforma, es una derogación del delito de sedición. Aquí es el Gobierno el que incurre en la falsa apelación a Europa. Dicen que lo hacen para homologarnos con el resto de países, lo que resulta una falsedad tremenda. No se llama sedición en los códigos penales de la Unión Europea, pero los hechos cometidos por los independentistas catalanes, en esos códigos penales, serían castigados con penas mayores. 

Tanto en el informe de los indultos como en la sentencia sobre el procés quedó analizada toda la legislación europea, por eso me sorprende que se insista en ese argumento falaz. Me hace mucha gracia lo de "desórdenes públicos agravados". 

Cuente.

He vivido desórdenes públicos como miembro del poder ejecutivo y como juez. Tuve muchísimos problemas. Claro, ¿quiénes son los autores de los desórdenes? La policía recaba unos vídeos y se pone a identificar a unos cuantos… Pero, ¿y si el desorden lo impulsan miembros de la CUP, los CDR o algo así? ¿Los verdaderos dirigentes de la sedición quedarían eximidos de responsabilidad?

La sustitución de la sedición por los "desórdenes públicos agravados" esconde una trampa. Ya explicó Curzio Malaparte en su 'Técnicas de un golpe de Estado' que se puede tomar el poder sin necesidad de alborotar las calles.

Así es. Pero déjeme que le hable de Negrín.

Dígame, señoría.

Ya he mencionado antes el golpe de la Generalitat contra la República en 1934. ¿Qué pasó con los separatistas catalanes en la guerra? ¡Traicionaron a la República en plena guerra! Negrín dijo: "Amo entrañablemente las peculiaridades de la tierra nativa, pero por encima de todo está España. Frente a la unidad de España, soy irreductible. Si persiste esta campaña separatista, cedo el paso a Franco". Porque Negrín combatió a Franco, Hitler y Mussolini, pero también internamente a los separatistas catalanes, que tuvieron parte de culpa de que se perdiera la guerra.

¿Y qué hay de la malversación? ¿Qué le parece que se distinga entre políticos que roban para sí mismos y políticos que roban con otros fines? 

Pero, ¿cómo puede atenuarse una malversación por el hecho de que el dinero hurtado tenga un propósito público y no propio? ¿Utilizar caudales públicos para financiar un referéndum ilegal o declarar unilateralmente la independencia de una parte del territorio es menos grave? El Gobierno está desnaturalizando la justicia. Y nosotros, quienes nos hemos dedicado a ella, nos escandalizamos, claro. 

El otro día, algunos medios publicaban que la Fiscalía Anticorrupción tiene claro que la reforma de la malversación acabará beneficiando retroactivamente a algunos corruptos condenados. ¿Usted qué piensa?

También lo tengo claro. Pero aparte de eso: ¿cómo se puede reformar el Código Penal sin esperar a que el CGPJ, el Consejo Fiscal y el Consejo de Estado hayan emitido sus informes? Dijo Alfonso Guerra que legislar ad hominem, aprobar leyes con nombre y apellido, es una forma de corrupción. Estoy totalmente de acuerdo.

"Estoy de acuerdo con Guerra. Legislar para favorecer a personas determinadas también es una forma de corrupción"

Nos hemos aprendido lo de la "aplicación retroactiva de la ley más favorable para el reo" con la ley de Irene Montero. El Supremo acaba de decir que es obligatorio revisar las condenas en ese sentido. 

Usted reconoce que no sabe de leyes, pero Irene Montero parece doctora en Derecho porque opina todos los días muy contundentemente sobre temas muy complejos. Cuando una ley necesita una ardua "interpretación", es porque se ha cometido un error en su redacción. No pasa nada por rectificar, no entiendo por qué no lo hacen.

La mitad del Gobierno, cuando empezaron a revisarse las condenas, empezó a llamarles "fachas con toga". 

Será "juezas fachas con toga". Cuando yo ingresé en la carrera judicial, no había juezas. Hoy son mayoría.

¿Y qué hay de la Ley de Memoria? Usted, como experto en Negrín, ha estudiado mucho aquel periodo de la Historia.

Un grave error. La finalidad de la memoria democrática es la reconciliación de los españoles. Se ha producido todo lo contrario, se ha resucitado el enfrentamiento entre las dos Españas. La verdadera Ley de Memoria fue la Ley de Amnistía, que se aprobó con 298 votos a favor, 14 abstenciones y 2 en contra. Ese fue el segundo Abrazo de Vergara de la Historia de España. Y esa amnistía fue promovida principalmente por el PSOE y por el Partido Comunista.

Yo estaba estudiando en Madrid. Todavía recuerdo la frase de Marcelino Camacho, líder de Comisiones Obreras que había estado en la cárcel y que fue quien defendió la ley: "Hoy, los comunistas enterramos nuestros rencores". Y luego está lo de Bildu. 

Se refiere a que el Gobierno pactara esa ley con Bildu. 

¿Cómo se puede pactar la memoria con Bildu? La Constitución de 1812 se aprobó en una Cádiz rodeada por 60.000 soldados franceses. La del 78 se aprobó con España asediada por el terrorismo etarra, que se cobró mil muertos. No se puede pactar la memoria con quien trató de impedir el triunfo de la Constitución.

Eligio Hernández fue toda una figura de la lucha canaria.

Eligio Hernández fue toda una figura de la lucha canaria. Sergio Méndez

¿Se acuerda de cuando Sánchez reconoció en público el control que ejercía sobre la Fiscalía? ¿Usted fue libre con Felipe González?

Yo pasé a la Historia como el fiscal manipulado por el Gobierno, como la marioneta de Felipe. La gente pensaba que yo me levantaba e iba a hacerle el saludo militar a Felipe. Jamás me dio una instrucción. Respetó siempre mis decisiones. 

Pero le debía mucho a González: le nombró sin cumplir usted uno de los requisitos, el de la experiencia acumulada. De hecho, su nombramiento acabó siendo declarado ilegal por la Justicia.

Fue aquella una sentencia lamentable, hoy no sería posible. ¿Podía haber sido magistrado del Supremo pero no fiscal general? No tenía sentido.

Pero, don Eligio, me lleva usted un buen rato hablando de la independencia y el respeto a la justicia y ahora me está tachando aquella sentencia, que no le gusta, de "lamentable". ¿No es eso contradictorio?

No, porque yo respeto todas las sentencias, sin que esto signifique que esté de acuerdo con ellas. 

Me han contado que usted puso sobre aviso a Felipe González de la que se venía encima con los GAL.

No, mire, le voy a contar lo que pasó. Cuando se decía que Felipe era la X de los GAL, fui a verle. Le dije: "Cuando llegaste al Gobierno, ya había habido veinte muertos de la guerra sucia". Esos asesinatos prescribían a los quince años desde que fueron cometidos. "Voy a tener que investigar esos crímenes. No hay derecho con que te carguen a ti los muertos de antes de que llegaras al Gobierno". ¿Sabe lo que me respondió?

Diga. 

"Eligio, no te puedo apoyar porque no quiero que eso manche la imagen de Adolfo Suárez". Propuse en la Junta de Fiscales investigar aquellos delitos, pero no tuve el apoyo. No lo hicimos. Felipe siempre me respetó. Luego se dijo que yo le ofrecí un indulto a Amedo, ¿cómo iba a hacerlo si la Junta de Fiscales informó desfavorablemente?

Yo me pongo en su lugar como fiscal general y me pregunto: ¿cómo es posible que un presidente del Gobierno diga que no sabe nada de la guerra sucia amparada por su Ministerio del Interior?

En noviembre del 93, iba a prescribir el secuestro de Segundo Marey. Los fiscales de la Audiencia Nacional me visitaron para saber si tenían que dejar que prescribiera. Luego se investigó y fueron condenados un ministro y un secretario de Estado. Me puse muy serio: "¿Me preguntan, de veras, si tengo que dejar prescribir un delito? ¿Por quién me toman?".

Pero, ¿usted creyó a González sobre los GAL? 

Nunca he investigado a González. Yo estaba convencido de lo contrario, de que fue González quien acabó con los GAL.

Se acabó con los GAL en su gobierno, claro, pero también se produjo mucha guerra sucia con él al frente.

A mí no me resulta inverosímil que él no supiera nada. Es muy difícil que alguien conozca a un presidente como lo hace un fiscal. Despachábamos mucho. Ha sido el mejor estadista que ha tenido España en Democracia. Tengo plena convicción de que nunca tuvo conocimiento de los GAL.

La guerra sucia, entonces, fue una herencia de Suárez. 

Sí. Y a su vez, Suárez lo heredó del franquismo. 

¿Es un fallo democrático que los gobiernos de Suárez no fueran investigados por la guerra sucia?

Felipe me dijo que no podía apoyarme en público para investigar eso. La Junta de Fiscales no me apoyó para investigar esos asesinatos, es verdad. 

Pero hay algo raro en todo esto: usted recibió en el despacho a Amedo, el policía que amenazaba con cantar sobre los GAL, y a Julián Sancristóbal. Es raro que un Fiscal, con todo el trabajo que tiene, haga eso, ¿no?

Me enteré de que la mujer de Amedo sufría una enfermedad grave. Lo recibí por eso. No hubo en esa reunión nada en contra de la ley. 

La mera reunión es rara.

Yo recibía a todo el mundo porque creía que mi profesión me obligaba. Salvo cuando creía que esa reunión podía facilitar la comisión de un delito, lógicamente. 

A lo largo de estas semanas, este periódico ha entrevistado a Belloch y Narcís Serra. Han confesado los manejos del Cesid para proteger al Rey, las torturas de Interior, los sobresueldos… ¿Qué parte de todo esto conocía?

No tuve conocimiento de nada de eso.