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¿Se están extinguiendo las abejas?

4 noviembre, 2015 18:42

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En la última década se está constatando en multitud de puntos geográficos una disminución muy acusada del número de insectos polinizadores. Entre ellos, las abejas toman especial relevancia por ser los principales polinizadores de los ecosistemas, además de que su creciente mortalidad conlleva pérdidas millonarias en el sector de la apicultura.

Este fenómeno, que ya es un problema mundial, se conoce como CCD (Colony Collapse Disorder) y consiste en la pérdida de obreras en las colonias de abejas. Los primeros en detectarlo fueron los apicultores y, a partir de ellos, numerosos estudios científicos les han dado la razón.

Datos y causas de la extinción

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Gretchen Lebhun, del Departamento de Biología de la San Francisco State University dio a conocer un estudio en el año 2013 que aportaba datos sobre este colapso. En él se afirmaba que, desde 2006, se habían perdido entre el 30 y el 40% de las colonias de las abejas de la miel manejadas en Norteamérica, lo que ha hecho que EE.UU. tenga el menor número de polinizadores comerciales de los últimos 50 años.

En el centro de Europa, por su parte, los datos apuntan a un 25% de pérdida en la población de abejas desde 1985. Los países más afectados son Reino Unido, con un 54% de disminución, y Países Bajos. Este fenómeno se está produciendo también en China, en la que 200.000 apicultores constatan una pérdida inexplicable de colonias asociada a síntomas muy complejos. Además, no solo afecta a las colonias productoras de miel. Las abejas silvestres, así como los abejorros, están sufriendo la misma suerte. Se calcula que un 46% de las especies de abejorros europeos están en declive y, de ellas, un 24% se encuentran actualmente en peligro de extinción.

Se piensa que la principal causa de este declive son las condiciones ambientales en las que viven estos insectos, alteradas en los últimos años por el cambio climático, la pérdida de hábitats, la introducción de especies invasoras y el uso de la agricultura intensiva y los pesticidas comerciales.

Las consecuencias: pérdidas económicas y desastre ecológico

El papel de los insectos polinizadores es fundamental en el mundo en el que vivimos puesto que son los responsables de la biodiversidad terrestre y de la enorme producción de alimentos que requiere el ser humano. Tanto es así que las abejas han logrado que se pongan de acuerdo Greenpeace y la Comisión Europea. Ambos organismos coinciden en que sin ellas, la mayoría de ecosistemas cambiarían radicalmente o desaparecerían y tanto la apicultura como la agricultura colapsarían.

Se calcula que un 87,5% de las plantas de florecimiento, tanto silvestres como cultivadas, necesitan a los insectos polinizadores para su reproducción. Además, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) afirma que, de las 100 especies de cultivo que proporcionan el 90% del alimento en el mundo, 71 dependen de las abejas para su polinización. Además, en Europa el 84% de las 264 especies de cultivo depende de los insectos polinizadores, y más de 4.000 variedades vegetales existen gracias a ellos. Por tanto, nos encontramos ante un problema que, en caso de consumarse, sería irreparable y daría lugar a un mundo más inhóspito, con menos biodiversidad y menos producción de alimentos.

Todo ello, por supuesto, se traduce en pérdidas económicas. La Comisión Europea estima que los polinizadores aportan cada año 22 billones de euros al sector de la agricultura en nuestro continente, ingresos que ascienden a 2.400 millones de euros solo en España A este dato hay que sumar la industria apicultora, que proporciona polen, miel y otros muchos productos alimentarios. Por tanto, la reducción el en número de abejas traería consigo consecuencias económicas devastadoras. Sin duda, esta es la razón que ha hecho que la Unión Europea se ponga, aunque tímidamente, a trabajar.

Medidas para salvar a las abejas

La Unión Europea ya está tomando medidas para la protección de estos insectos. Una de ellas es la prohibición de cuatro pesticidas, tres de ellos neonicotinoides, por la posibilidad de que influyan en su desaparición. Sin embargo, por el momento son solo prohibiciones temporales de dos años.
También se está luchando ya contra ciertas plagas exóticas que han producido un gran daño en las abejas de todo el mundo. Una de ellas es la de un pequeño escarabajo que ataca a las colmenas, de nombre científico Aethina tumida. Originario de África meridional, desde 1998 se ha extendido a Norteamérica, Canadá y Australia, entre otros países, y se teme que pueda convertirse en una plaga mundial.
También se están intentando encontrar medicamentos para tratar y proteger a las abejas y se está poniendo en marcha proyectos científicos de seguimiento de este fenómeno para intentar obtener resultados más concluyentes.

Estas actuaciones parecen estar disminuyendo la tasa de desaparición de esta especie. Sin embargo, no todas están orientadas a las abejas silvestres y aún siguen comercializándose multitud de plaguicidas sospechosos de afectar a las abejas. Por eso, muchos creen que son aún medidas pobres y que es necesaria una mayor implicación medioambiental para frenar a tiempo este desastre ecológico.

Fuentes | Comisión Europea | Greenpeace