¡Cómo nos gusta en Omicrono disfrutar de la ciencia ficción! ¿verdad? Sobretodo cuando jugamos a apostar cuánto tiempo tardará la tecnología actual en desarrollar lo que acabamos de ver en un film. En ocasiones hablamos de años, otras veces de décadas, pero en lo que no siempre nos paramos a pensar es en las implicaciones que tal tecnología podría llegar a tener en el MundoReal™.

En el caso de los vehículos de conducción autónoma, por todos es sabido que ya casi tenemos la tecnología necesaria para implementar este hito a nivel comercial. Sin embargo, a medida que nos acercamos a poder disfrutar de tales capacidades surgen nuevos inconvenientes, tales como asignar responsabilidades de cara a un accidente entre este tipo de vehículos ¿quién tendría la culpa de un choque entre dos conducciones autónomas?

Demandas, demandas everywhere

En palabras de Elmar Degenhart, CEO de Continental:

La responsabilidad de lo que hace un vehículo durante una conducción parcial o íntegramente autónoma pasa del conductor al vehículo. Cuando el vehículo es el responsable: ¿lo es el fabricante, un proveedor concreto, alguna institución neutral…?

Entre todas las posibilidades que podamos imaginar, la que más sentido está cobrando es la de crear un fondo fiduciario para que los propios fabricantes asuman gran parte de los errores de sus propias creaciones. Pero no todo acaba aquí, dado que bien podríamos dedicarnos los particulares a sacar tajada… Dada la situación, lo más probable es que se repartan una serie de demandas entre fabricantes, ocupantes de los vehículos e incluso salpique al responsable del estado de la vía en la que ocurrió dicho accidente.

Por ahora podemos llegar a dos conclusiones: que el pato será responsabilidad de varias entidades y/o particulares, y que las compañías aseguradoras tendrán grandes quebraderos de cabeza… ¿Qué otras implicaciones creéis que tendrá la utilización de vehículos autónomos?

Fuente | Jalopnik