Normalmente cuando jugamos a videojuegos lo hacemos por diversión, por pasar el rato y compartir experiencias; sin embargo, su popularización ha provocado que cada vez sean mas los que viven de los videojuegos profesionalmente, y esto ha traído cosas buenas, pero también algunas lamentables. Los llamados e-sports, deportes electrónicos, están empezando a atraer a las audiencias en todo el mundo, y eso a su vez atrae a patrocinadores que aportan una buena cantidad de dinero a cambio de resultados; los mejores jugadores del mundo ya llevan tanta publicidad encima como un piloto de Formula 1.

Ya no es solo un juego

Aquí es donde empieza la presión por seguir ganando. Lo que antes era un mero divertimento se ha convertido en un trabajo en el que hay que estar siempre en la cima a riesgo de que los patrocinadores busquen a alguien mas joven, mas carismático, mejor preparado. Y esa presión lleva al doping, como en todos los deportes antes que los e-sports. Así lo ha declarado Bjoern Franzen, antiguo trabajador de una de las compañías mas involucradas en este deporte; no solo el abuso de sustancias es “desenfrenado” entre los jugadores, sino que la propia industria y los medios de comunicación parecen hacer la vista gorda.

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Ya hay algunas competiciones que han incluido la prohibición de este tipo de sustancias en sus reglas, pero no son tantas como deberían, ni esta prohibición se aplica a rajatabla; Franzen asegura haber visto a participantes tomar pastillas poco antes de una partida, ya sea para relajarse como para todo lo contrario. Desde metilfenidato para mejorar la concentración hasta selegilina, un medicamento contra el Parkinson que mejora la motivación y el estado de ánimo, el abuso de estas drogas es peligroso para la salud de los jugadores. El neurólogo Brendon Boot incluso llega a incluir la posibilidad de muerte en algunas de las combinaciones mas populares, como selegilina con un anti-depresivo.

Puede que la existencia del doping en los e-sports sea la prueba definitiva de que son deportes de verdad, al menos en un sentido algo retorcido. Pero si algo deberíamos aprender los jugadores de los otros deportes que vivieron esto antes, es que la comunidad y los organizadores deberían tener ya mano dura contra este tipo de doping antes de que sea demasiado tarde y se convierta en una práctica común difícil de erradicar.

Fuente | New Scientist