Maria Zajarova, portavoz rusa de Exteriores. Europa Press
Rusia acusa a la OTAN de “intensiva militarización” en el Báltico y alerta de amenazas sobre Kaliningrado
Zajárova lamentó además la negativa de la OTAN a mantener un diálogo “serio” para rebajar la tensión en la región, un espacio donde la Alianza ha reforzado su presencia desde 2022
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A pocos meses de que se cumplan cuatro años de la invasión rusa de Ucrania, Moscú ha elevado nuevamente el tono contra la OTAN. Las autoridades rusas denuncian que la Alianza Atlántica está llevando a cabo una “intensiva militarización” de la región del Báltico, donde se encuentra el estratégico exclave de Kaliningrado, uno de los territorios más sensibles para la defensa rusa.
La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Maria Zajárova, acusó a la OTAN de incrementar sus maniobras y desplegar ejercicios en los que, asegura, “simulan escenarios como el bloqueo” de Kaliningrado, contribuyendo así a “militarizar” la zona.
Según afirmó en una entrevista concedida a agencias rusas, estas actividades vienen acompañadas de “constantes amenazas” procedentes de Estados miembros de la Unión Europea.
“Algunas figuras, ya no de Lituania sino de la Unión Europea, incitan a los países bálticos, dicen que Kaliningrado podría ser ‘arrasado’”, advirtió la portavoz, en referencia a declaraciones que, según Moscú, alimentan la tensión en un área ya extremadamente militarizada.
Zajárova lamentó además la negativa de la OTAN a mantener un diálogo “serio” para rebajar la tensión en la región, un espacio donde la Alianza ha reforzado su presencia desde 2022 en respuesta a la agresión rusa contra Ucrania y a la adhesión de Finlandia y Suecia, que han transformado el equilibrio estratégico en el norte de Europa.
Ante este escenario, Moscú asegura que tomará medidas para proteger sus intereses. Rusia, afirmó la portavoz, se reserva el derecho a adoptar “medidas jurídicas y de otra índole” para garantizar la seguridad nacional del país.
El intercambio de acusaciones llega en un momento en el que el Báltico se ha convertido en uno de los principales focos de fricción entre Rusia y la OTAN, con movimientos militares crecientes en ambos lados y un deterioro claro de los mecanismos de comunicación entre Moscú y las capitales europeas.