Sukhoi Su-30SM
Bielorrusia fortalece sus capacidades de combate con más aviones rusos: así es la última versión del caza Su-30
Minsk ha anunciado la llegada del segundo lote de cazas Su-30SM2 en lo que va de año y prevé la entrega de un tercero antes de que finalice 2025.
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La Fuerza Aérea de Bielorrusia ha dado un paso significativo en la modernización de sus capacidades militares con la incorporación de un nuevo lote de cazas Su-30SM2, la versión más avanzada del avión de combate Sukhoi 30 (Su-30). La llegada de estas aeronaves, procedentes de Rusia, son un capítulo más en la creciente integración y colaboración técnico-militar entre Minsk y Moscú.
Los aparatos fueron entregados el pasado 14 de agosto para su integración inmediata en misiones de defensa aérea. Al respecto, el jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea bielorrusa, el coronel Andréi Rachkov, dijo que tanto pilotos como personal técnico ya han completado el entrenamiento inicial para dominar las modernizaciones de este modelo.
"Estamos preparando a personal de vuelo joven y realizando tareas de servicio de combate en estas máquinas", ha declarado Rachkov a través de un comunicado publicado en la web oficial del Departamento de Defensa.
La SM2 supone un salto cualitativo respecto a versiones anteriores del histórico Su-30. Está propulsada por dos motores AL-41F-1S, capaces de generar 14.500 kilogramos de empuje cada uno con postcombustión, lo que permite al caza alcanzar velocidades de hasta Mach 2.
Su techo de vuelo se sitúa en los 17.300 metros y dispone de un alcance superior a los 3.000 kilómetros, que puede ampliarse hasta 5.000 kilómetros con reabastecimiento en vuelo, lo que le da una verdadera proyección estratégica.
En términos de maniobrabilidad, sus toberas con empuje vectorial permiten ejecutar giros bruscos y maniobras de gran complejidad durante combates aéreos cerrados, un rasgo distintivo de la línea de cazas Sukhoi.
Su radar N035 Irbis-E con capacidad de barrido electrónico pasivo puede detectar aeronaves a 400 kilómetros de distancia, rastrear hasta 30 objetivos y atacar simultáneamente a ocho.
Sukhoi Su-30SM de la Fuerza Aérea de Rusia
Este sistema se complementa con el sensor infrarrojo OLS-35, que permite localizar y atacar blancos de manera pasiva, sin necesidad de activar el radar, reduciendo así el riesgo de detección.
En cabina, el piloto dispone de un entorno completamente digital con pantallas multifuncionales y sistemas compatibles con visores montados en el casco, lo que acelera la adquisición de objetivos y mejora la conciencia situacional.
Arsenal de gran alcance
El Su-30SM2 cuenta con 12 puntos de anclaje externos para portar hasta 8.000 kilogramos de armamento. Esta capacidad lo habilita a actuar tanto en misiones de superioridad aérea como en ataques de precisión de largo alcance.
Entre sus opciones destacan los misiles de corto alcance R-73, los de medio alcance R-77-1 y el potente R-37M, diseñado para abatir aviones a más de 300 kilómetros de distancia, un arma que multiplica la capacidad de disuasión de la Fuerza Aérea bielorrusa.
Para misiones aire-superficie, puede desplegar misiles antibuque y antirradar Kh-31, misiles tácticos pesados Kh-29 o bombas guiadas por satélite y láser de la serie KAB. Además, incorpora un cañón interno GSh-30-1 de 30 milímetros, eficaz en combates cercanos.
De esta manera, el refuerzo con los Su-30SM2 supone para Minsk no solo un avance técnico, sino también operacional. Estos cazas permiten a Bielorrusia cubrir diferentes roles: desde la interceptación de plataformas de reconocimiento o ataque de la OTAN a largas distancias, hasta incursiones ofensivas contra objetivos estratégicos en profundidad.
Sukhoi Su-30SM
En este sentido, el coronel Rachkov destacó que los nuevos cazas “triplican el alcance de detección frente a versiones anteriores”, lo que amplía drásticamente las posibilidades de control del espacio aéreo y el rango de acción de la defensa nacional.
Influencia del Kremlin sobre Bielorrusia
Esta nueva entrega de aviones de combate subraya la dependencia estratégica de Minsk respecto a Moscú. Bielorrusia carece de industria propia para fabricar o mantener aviones de última generación, por lo que depende completamente de Rusia no solo para la provisión de equipos, sino también para la formación, mantenimiento y modernización de las aeronaves.
Esta situación garantiza a Moscú una influencia decisiva en la política de defensa de su aliado occidental, a cambio de ofrecerle ventajas tecnológicas y respaldo militar. En paralelo, le asegura una sólida punta de lanza frente a la OTAN en el flanco oriental europeo.
El lote de cazas recibido este agosto se suma a entregas anteriores de este mismo año, con el primer grupo llegado en enero y otro en mayo. Está previsto que un nuevo envío de cazas Su-30SM2 refuerce todavía más la flota antes de que finalice 2025.
No obstante, la operación no se limita a la entrega de aeronaves sino que forma parte de un programa de integración militar más amplio que incluye ejercicios conjuntos, planificación interoperable y programas de modernización que buscan responder a “las crecientes amenazas externas”, en palabras de los gobiernos de Minsk y Moscú.