Portaviones Almirante Kuznetsov
Rusia estudia dar de baja al Almirante Kuznetsov, su único portaviones: "Puede ser destruido en pocos minutos"
La embarcación, en servicio desde hace más de 30 años, se encuentra inmovilizada desde 2022 debido a un proceso de modernización.
Más información: JASSM, el misil que Trump sopesa entregar a Ucrania para bombardear Moscú: tecnología furtiva y una ojiva de 450 kg
Rusia podría quedarse en un futuro no muy lejano sin su buque insignia, el portaviones Almirante Kuznetsov. Esto dado que la fuerza naval rusa estudia la posibilidad de cancelar las obras de modernización a las que está siendo sometida la embarcación desde antes de que comenzase la guerra de Ucrania, a principios de 2022.
De hecho, de acuerdo a lo que apunta el medio ruso Izvestia, los trabajos de renovación del único portaviones que posee la Armada rusa se encuentran desde hace tiempo suspendidos. Ante esta situación, en el Kremlin toma fuerza la decisión de retirar definitivamente del servicio activo al buque.
En este sentido, el excomandante de la Flota del Pacífico de Rusia, almirante Sergei Avakyants, ha asegurado que el país "no necesita portaaviones en su forma clásica a largo plazo" ya que este tipo de navío responden más a "algo del pasado".
Avakyants ha ido un paso más allá y ha subrayado que el Kuznetsov no es viable de cara a los nuevos escenarios bélicos y que fácilmente podría "ser destruido en pocos minutos con armas modernas".
"Es un arma naval muy cara e ineficaz. El futuro pertenece a los portaviones de sistemas robóticos y aviones no tripulados. Y si se decide no continuar con las reparaciones, solo queda tomar el Almirante Kuznetsov, desguazarlo y deshacerse de él", ha asegurado Avakyants.
El retiro antes de lo previsto del Kuznetsov dificultaría a Rusia llevar a cabo los fundamentos fijados en su Política Estatal para el Ámbito de la Actividad Naval, que, entre otros postulados, establece la necesidad de que las flota del Norte y del Pacífico cuenten con un portaviones cada uno. La posibilidad de que el Kremlin, inmerso en la guerra en Ucrania, emprenda el desarrollo de una nueva clase de portaviones parece, cuanto menos, remota.
El debate sobre la baja definitiva del buque insignia de la Armada de Rusia se da en momentos en que muchos países como Estados Unidos, China y, en menor medida, India están invirtiendo grandes cantidades de dinero en la aviación desde portaviones, lo que pone de manifiesto el importante rol que se prevé tengan estas embarcaciones en los próximos años.
Imagen del portaaviones ruso a su paso por el Canal de la Mancha. Efe
El Almirante Kuznetsov fue botado en 1985 y no entró en servicio hasta enero de 1991, aunque no alcanzó la operatividad plena hasta 1995. Tiene una eslora de 300 metros por una manga de 73 metros que se reparten las 67.500 toneladas de desplazamiento a plena carga. Es famoso por el humo negro que bombea al navegar como consecuencia del uso del Mazut, el combustible pesado y de baja calidad que emplean sus turbinas.
Alcanza los 200.000 caballos de potencia para mover las cuatro hélices que consiguen una velocidad máxima de 60 kilómetros por hora con una autonomía de 45 días y 7.100 kilómetros. En su interior, tiene espacio para un total de 12 cazas Su-33, 5 cazas Su-15 y 24 helicópteros de diferentes modelos.
Un portaviones para España
La discusión puertas adentro en la fuerza naval rusa sobre el futuro del Almirante Kuznetsov se contrapone a la que existe actualmente en España. Semanas atrás, se conoció que la Armada había encargado a Navantia un estudio de viabilidad para la construcción del que podría ser el primer portaviones convencional español, desde el que operar entre 25 y 30 aviones de combate
La intención de la fuerza liderada por el almirante general Antonio Piñeiro Sánchez sería contar, para mediados de este siglo, con los que en la industria naval se conoce como CATOBAR (Catapult Assisted Take-Off but Arrested Recovery), es decir, un portaviones en el que las aeronaves puedan tanto despegar como aterrizar rodando por la pista, gracias a un sistema de catapulta y cables de apontaje.
Harrier operando desde la cubierta del Juan Carlos I
Contar con una embarcación como la descrita, la Armada se liberaría de las limitaciones que el LHD Juan Carlos I impone a los aviones que se despliegan desde su cubierta, que deben tener la capacidad de aterrizar de forma vertical debido a las características del buque insignia de España.
De igual manera, un portaviones de los llamados convencionales permitiría a la fuerza naval española optar a un mayor abanico de aviones embarcados y no solo el F-35, cuya versión naval es el único sustituto posible de los actuales Harrier de la Armada dado que es el único caza disponible a día de hoy en el mercado con aterrizaje vertical.
Pese a que el plan que se baraja apunta a un portaviones sin propulsión nuclear, la Armada anhela disponer de un buque similar al Charles de Gaulle de la Marina Nacional de Francia. Este navío presenta una eslora de 261 metros, una manga de 64 m y una altura de 75 m, de igual manera pudiendo desplazar más de 42.500 toneladas a plena carga.