
Un desfile de terroristas de Hamás durante la liberación de tres rehenes israelíes. Reuters
Diezmados, asediados, pero en el poder: Hamás quiere mostrar al mundo que sigue vivo 15 meses de guerra después
Los ostentosos actos de celebración del alto el fuego por parte de Hamás, con escolta incluida al coche de los rehenes, han despertado las alertas en Israel. ¿Está Hamás al borde del colapso o vuelve a ser un factor de futuro en Gaza?
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Después de quince meses de ataques israelíes sobre objetivos de Hamás en Gaza y el asesinato selectivo de sus líderes en la Franja, en Líbano, en Damasco y en el propio Teherán, la banda terrorista quiso demostrar el pasado domingo que sigue viva y al mando de las operaciones. Miembros uniformados y armados de las Brigadas Ezzeldin Al-Qassam, el brazo militar de la organización, salieron a la calle el primer día del alto el fuego para celebrar ostensiblemente en los grandes núcleos de población y protagonizar la entrega de los tres rehenes israelíes a la Cruz Roja.
El miedo a un rearme de Hamás ha estado detrás de cada una de las negativas del gobierno de Benjamin Netanyahu a aceptar un alto el fuego hasta la llegada de Donald Trump y su enviado especial, Steve Witkoff. Pese a que importantes figuras del estado israelí, como el jefe de las FDI, Herzi Halevi -quien, por cierto, anunció este martes su dimisión por el desastre del 7 de octubre de 2023-, ya han señalado repetidas veces que eliminar a Hamás era un objetivo poco realista, el primer ministro ha insistido en ello en todo momento y su compromiso ha entorpecido las negociaciones y eternizado la liberación de los rehenes, para desesperación de buena parte de la sociedad israelí.
Si Tel-Aviv dio por fin el “sí” a la propuesta de Estados Unidos y sus aliados árabes, más allá de las presiones del nuevo presidente, fue porque entendía que Hamás estaba herida de muerte y su tiempo había pasado. No lo pensaba así el líder ultraortodoxo Itamar Ben Gvir, quien abandonó el gobierno el mismo domingo junto a los demás miembros de su partido, Poder Judío, parte de la coalición Sionismo Religioso, ni el exsecretario de estado, Antony Blinken, quien, horas antes de cesar en su cargo, afirmó que Hamás estaba reclutando nuevos adeptos “casi al mismo ritmo al que los ha ido perdiendo estos meses”.
Mensaje a Trump… y a los gazatíes descontentos
La constatación de que Hamás sigue pretendiendo controlar la Franja de Gaza, como viene haciendo desde 2007, no solo supone un golpe de realidad para Israel, sino que pone en peligro todo el proceso de paz que apenas cuenta con tres días de vida. Según apuntaron fuentes de la banda terrorista a distintos medios americanos -Financial Times, New York Times y Wall Street Journal, entre otros-, su idea es retomar algo parecido a la normalidad: retirar los cascotes de las calles, hacer que la policía vuelva a cumplir su función para evitar los continuos actos de pillaje e ir reestableciendo un gobierno de facto en la Franja ahora que sus líderes han dejado de ser objetivos militares.
Más allá de los enormes problemas logísticos a los que se enfrentan los terroristas, como la ausencia de la maquinaria necesaria y la incapacidad para hacer frente a los daños sin contar con la ayuda de Irán, su gran benefactor, el problema vendrá, obviamente, de Israel. ¿Resistirá el gobierno de Netanyahu seis semanas de propaganda terrorista en las calles de Gaza? La presión interna es enorme y no cabe duda de que Muhammad Sinwar, el hermano menor de Yahya y actual líder militar de la banda, lo sabe perfectamente. Siguiendo su estrategia de “cuanto peor, mejor”, es probable que fuerce la situación hasta hacerla insostenible.
En cualquier caso, el mensaje de fuerza no tiene a Israel como único destinatario. Hamás quiere dejar claro a la nueva administración Trump que, si de verdad quiere pasar a la historia como “un pacificador”, tendrá que contar con ellos como agente negociador. En su discurso de investidura, Trump presumió de haber acabado con la financiación a Hamás y a Hezbolá durante su primer mandato, algo que no es cierto, y ahora tiene el reto de decidir si quiere entenderse de alguna manera con estas dos bandas terroristas o si apuesta por “desatar el infierno en Oriente Próximo” si la cosa se complica, como prometió en las semanas anteriores a su vuelta a la Casa Blanca.
Los actos del domingo son también de un mensaje a los propios gazatíes. A los afines a la causa, que ven cómo sus referentes han salido de sus madrigueras y están dispuestos a liderar de nuevo “la resistencia”… y a los cientos de miles de ciudadanos palestinos hartos de Hamás, que ven mutiladas sus esperanzas de un nuevo gobierno. Su “aquí estamos” habrá sido un jarro de agua fría para los que creen en una Gaza libre de verdad y quienes culpan a Hamás de todo lo sucedido desde el 7 de octubre. Dieciocho años de dictadura militar dan para mucho descontento.
La difícil posición de Netanyahu
Tal vez por eso, una de las prioridades de la administración Biden -y en especial del mencionado Antony Blinken- era crear una alternativa a Hamás. Esa alternativa se concretaba en la Autoridad Palestina, tal vez con un liderazgo nuevo, pero Israel no quería saber nada de Fatah ni de Mahmoud Abbas ni de ningún sucesor más joven. No se veía con desagrado que las grandes potencias petrolíferas -Arabia Saudí, Qatar, Emiratos Árabes Unidos...- pusieran el dinero para la reconstrucción y colocaran algún tipo de gobierno afín, pero la Autoridad Palestina, que sigue mandando a duras penas en Cisjordania, parece vetada por Netanyahu.
Lo que ha vuelto a demostrar Hamás es que, en el caos, ellos acaban imponiéndose. Eso dificulta muchísimo no ya la primera fase del proceso de paz, sino sobre todo la segunda. Incluso en el caso de que Netanyahu aguante estas seis primeras semanas en espera de que los terroristas devuelvan a los treinta rehenes restantes, es muy improbable que acepte entrar en las siguientes seis semanas de negociaciones y retire sus tropas por completo de la Franja si sabe que ese vacío lo van a volver a ocupar los terroristas.
Por mucha presión que ejerza de nuevo Donald Trump, no tiene pinta de que Israel vaya a ceder aún en pleno trauma de lo sucedido en octubre de 2023. Le costaría el gobierno a Netanyahu, para empezar, y no hay garantías de que ningún otro líder israelí -ni siquiera el moderado Yair Lapid o el más vehemente Benny Gantz- vaya a aceptar esta situación. Lo normal, si Hamás sigue pretendiendo que el futuro de la Franja pase de nuevo por ellos, es que la guerra vuelva al punto cero, se rompa el alto el fuego y Tel Aviv busque una solución propia usando la fuerza.