Jesús Vázquez, nutricionista.

Jesús Vázquez, nutricionista.

Salud y Bienestar

"No son ni los hidratos ni las grasas": el nutricionista Jesús Vázquez tajante sobre lo que realmente te hace engordar

No se trata solo de qué comes, sino de cuándo lo comes y cómo reacciona tu cuerpo. Es aquí donde la insulina puede ser tu peor enemiga o tu mejor aliada.

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En cuestión de aumento de peso y grasa, cada poco parece arrojarse nuevos datos gracias a los continuos estudios científicos. Pero si existen una afirmación que nos ha acompañado durante décadas, es que engordamos por comer grasa o por tomar carbohidratos, especialmente por la noche.

La mayoría hemos interiorizado que si queremos adelgazar, debemos evitar el pan, la pasta, el arroz o el aguacate. Sin embargo, esta creencia está más que desfasada. Así lo ha explicado, tajantemente, Jesús Vázquez, experto en nutrición y patologías digestivas.

El doctor lanza un mensaje claro: "Lo que engorda no es la grasa ni tampoco los hidratos. Lo que hace que engordemos es la insulina". De este modo, llevaríamos años comiendo de manera "errónea" para mantenernos en nuestro peso ideal.

Según Vázquez, la clave del aumento de peso no está en lo que comemos en sí, sino en la respuesta hormonal que generan esos alimentos, especialmente la insulina. 

Esta hormona, fundamental en el metabolismo, si se mantiene elevada durante todo el día, puede ser la principal culpable de que no consigas bajar ni un gramo, incluso comiendo "sano".

Por qué engorda la insulina

La insulina es una hormona que produce el páncreas. Su función principal es mantener estables los niveles de glucosa en sangre, actuando como una especie de "llave" que permite que el azúcar que hay en el torrente sanguíneo entre en las células, donde se transforma en energía.

Pero, como explica Jesús Vázquez, hay un matiz crucial que lo cambia todo: cuando la insulina está elevada, el cuerpo no quema grasa, solo almacena.

Es decir, cada vez que comemos, especialmente alimentos ricos en carbohidratos (aunque sean saludables), el cuerpo responde con un pico de insulina. Si estamos comiendo constantemente, por ejemplo, haciendo cinco o seis comidas al día más, algún que otro picoteo entre horas, la insulina nunca baja, y eso mantiene al cuerpo en modo "almacenar".

Como resultado se obtiene un aumento de peso, aunque estés comiendo productos light o sin azúcar. "Nuestro cuerpo está rellenando almacenes o los está vaciando, y la que da la orden de almacenar es la insulina", afirma el nutricionista.

El verdadero enemigo: el picoteo

Uno de los hábitos más perjudiciales, según Vázquez, es el de estar comiendo constantemente: desayunar, media mañana, comida, merienda, cena y algo antes de acostarse. Aunque esas ingestas sean pequeñas, el problema es que cada una de ellas activa la insulina, impidiendo que el cuerpo acceda a sus reservas de grasa.

De hecho, señala que uno de los motivos por los que muchas personas no consiguen adelgazar es precisamente ese, estar todo el día activando esta hormona sin saberlo. Incluso alimentos saludables como una fruta, un zumo natural o una tostada integral pueden tener este efecto si se consumen fuera de las comidas principales.

¿Entonces se pueden comer grasas sin engordar? Las grasas saludables, lejos de lo que muchos piensan, no solo no engordan por sí solas, sino que son esenciales para el buen funcionamiento del cuerpo y no provocan picos de insulina. Es decir, alimentos como el aguacate, los frutos secos, el aceite de oliva virgen extra o el salmón no desencadenan esa respuesta hormonal que nos lleva a almacenar grasa.

Y lo mismo ocurre con los carbohidratos complejos (legumbres, cereales integrales, patata cocida...), que, en su justa medida y bien combinados, pueden formar parte perfectamente de una dieta equilibrada. El problema recalca Vázquez, está en el exceso, en el tipo de hidratos (refinados, ultraprocesados) y en la frecuencia de ingestas, no en el nutriente en sí.

Comer menos veces, pero mejor

Ante este escenario, la solución que propone este nutricionista es clara: hay que reducir el número de comidas al día, evitar el picoteo constante y centrarse en alimentos que no eleven de forma brusca la insulina.

Esto no significa saltarse comidas o hacer ayunos extremos, sino darle al cuerpo tiempo suficiente para que use la energía almacenada y acceda a las reservas de grasa.

También destaca que las personas con resistencia a la insulina, como ocurre en la prediabetes o en ciertos tipos de obesidad, tienden a engordar con más facilidad, precisamente porque su cuerpo no gestiona bien los picos de glucosa y, por tanto, produce más insulina de lo necesario.

"Constantemente, la insulina está dando orden de almacenar, por lo que los almacenes se desbordan", resume Vázquez. Un enfoque  que rompe con años de mitos y malas prácticas en la nutrición. Ya no se trata solo de contar calorías o evitar las grasas, sino de entender cómo funciona nuestro cuerpo y cómo influye la respuesta hormonal a lo que comemos.

Si estás buscando perder peso y llevas tiempo frustrada porque no ves resultados, quizás ha llegado el momento de cambiar de estrategia. Tal vez no sea el aguacate ni el pan integral lo que te impide adelgazar, sino ese "zumito" de media mañana, esa galleta de avena entre reuniones o ese puñado de frutos secos "porque son sanos".