Montaje de la nutricionista Paloma Quintana y una imagen ilustrativa de una pescadería.

Montaje de la nutricionista Paloma Quintana y una imagen ilustrativa de una pescadería.

Salud y Bienestar

El aviso de la nutricionista Quintana sobre el marisco que comemos en España: "Mucha sal y poco pescado"

La clave está en leer el listado de ingredientes y no dejarse llevar únicamente por el nombre comercial o las imágenes del envase.

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El marisco es uno de los grandes manjares en España. Más allá de su sabor, este grupo de alimentos cuenta con un increíble perfil nutricional que se basa en una serie de proteínas de alta calidad, además de ácidos grasos saludables y minerales esenciales como el manganeso, el cobre, el yodo o el selenio. No es de extrañar, por tanto, que las autoridades sanitarias recomienden consumir productos del mar como marisco o pescado al menos 2-3 veces a la semana.

Sin embargo, a pesar de sus beneficios y popularidad en nuestro país, la realidad es que el marisco fresco suele ser caro. Tienen una vida útil corta, lo que implica una cadena de frío muy controlada desde que se captura hasta que llega al consumidor, no todos los tipos están disponibles todo el año y, además, en España hay ciertas fechas en las que la demanda dispara el precio.

Debido a su alto coste, muchos españoles optan por alternativas más económicas como los preparados congelados o los sucedáneos de marisco: preparados de paella, palitos de cangrejo, mezclas de marisco, delicias de mar… con tal de incluir algo de 'mar' en su dieta; sin embargo, tal y como explican los expertos, estas opciones tienen muy poco de "pescado" y mucho de otros aditivos perjudiciales.

La realidad de los sucedáneos de marisco

Los sucedáneos de marisco son productos que imitan el sabor, la textura o la apariencia de diferentes tipos de marisco. Estas opciones suelen ser mucho más baratas, están listas para cocinar, tienen una larga duración en el congelador y lo peor de todo: parecen lo que no es. Esa accesibilidad viene con un coste nutricional: prácticamente nada de pescado, mucha sal, y muchos aditivos.

Todos estos productos, a pesar de ser prácticos y "dar el pego", no deberían sustituir al marisco de verdad de forma habitual. Como señala la nutricionista integrativa Paloma Quintana, la idea de que estos productos son una alternativa saludable al marisco puede inducir a error.

Según Quintana, "estos productos se suelen completar con almidones, mucha cantidad de sal, ese aroma —que es lo único que lleva de marisco—, el color —que en el mejor de los casos se lo da el pimentón— y aunque algunas marcas ponen gran cantidad de pescado lo que debemos saber es que no estamos comprando marisco", apunta.

En el caso de los "palitos" o "delicias" de mar, su ingrediente principal es el surimi, una pasta elaborada a base de pescado blanco, como el abadejo o la merluza, que se procesa hasta convertirse en una masa gelatinosa. A partir de ahí, se le añaden almidones, sal, azúcar, conservantes, colorantes y aromas artificiales.

En muchos casos, lo único que tiene sabor a mar en estos productos es un extracto o aroma añadido de forma artificial, apunta la nutricionista. Además, el característico tono rosado que recuerda a las patas de cangrejo suele provenir del pimentón o de colorantes, y no de ningún ingrediente marino.

No solo estamos hablando de un producto bajo en pescado en proporción, sino también de uno ultraprocesado, cargado de aditivos y con un valor nutricional muy inferior al del marisco real. Esto puede llevarnos a creer que estamos eligiendo una opción saludable o mínimamente óptima, cuando en realidad no obtenemos ni las proteínas, ni los minerales, ni los ácidos grasos esenciales propios del marisco.

La situación se complica aún más cuando entramos en el terreno de los preparados de marisco, como los que se comercializan para hacer paellas o fideuás. Estos productos se venden congelados y prometen una mezcla ideal para preparar un sinfín de recetas; sin embargo, "en muchos casos, el contenido real de marisco no alcanza ni el 60 %".

El resto del producto se compone de caldo, hortalizas como cebolla y tomate, aceites vegetales —normalmente de girasol—, almidones, potenciadores del sabor como el glutamato monosódico, e incluso azúcares añadidos. Así, lo que parecía una solución rápida y práctica se convierte en un alimento que poco tiene que ver con el marisco fresco y natural.

Este tipo de productos no son necesariamente perjudiciales si se consumen de forma ocasional, pero es fundamental saber qué estamos comprando para que no se vuelva habitual. La clave está en leer con detenimiento el listado de ingredientes y no dejarse llevar únicamente por el nombre comercial o las imágenes del envase.