Lisa Mosconi.
Lisa Mosconi, neuróloga: "La menopausia hace que el cerebro de la mujer sea vulnerable al alzhéimer"
Las mujeres tienen casi el doble de probabilidades que los hombres de desarrollar alzhéimer. En este punto, el estilo de vida es fundamental.
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La menopausia marca un punto de inflexión en la vida de las mujeres. El Instituto Nacional del Cáncer (NCI) la define como el momento en el que los ovarios dejan de producir hormonas y se detienen los periodos menstruales, así como la capacidad reproductiva. Aunque en la gran mayoría de los casos, no requiera de visita médica, nuestro cuerpo comienza a vivir una serie de cambios nuevos, así como a una serie de síntomas bastante molestos en algunos casos.
Los signos y síntomas son diferentes en cada mujer. Mientras que hay quienes simplemente ven interrumpido su proceso de menstruación, otras pueden sufrir sofocos, sudores, insomnio, malestar en las articulaciones, cambios de ánimo y un largo etcétera. Sin embargo, aunque estos indicios sean bastante comunes, las mujeres no solo se enfrentan a cambios ováricos, sino también cerebrales.
Así lo explica la neurocientífica y directora de la Iniciativa sobre el Cerebro Femenino del Centro Médico Weill Cornell, Lisa Mosconi. La experta ha explicado que, el descenso característico del estrógeno durante la menopausia altera el funcionamiento de algunas regiones cerebrales y modifica la estructura del cerebro.
La menopausia y la memoria
En las últimas décadas, la ciencia ha acumulado evidencia sobre la relación entre la menopausia y el alzhéimer, una enfermedad neurodegenerativa que afecta de manera desproporcionada a las mujeres. Para ampliar los datos, según la fundación Alzhéimer España, la prevalencia de las demencias en nuestro país es de un 11,1% para las mujeres y un 7,5% para los hombres.
Según la neurocientífica Lisa Mosconi, las mujeres que atraviesan la menopausia se enfrentan a muchos cambios en el cerebro y aunque la inmensa mayoría los supera sin consecuencias para la salud a largo plazo, alrededor del 20 por ciento desarrollará demencia en las décadas siguientes.
Uno de los principales mecanismos que vinculan la menopausia con el alzhéimer es la pérdida de estrógenos, hormonas que han demostrado tener un efecto neuroprotector significativo. Durante la perimenopausia y la menopausia, la disminución de estrógenos genera una serie de cambios en el cerebro, incluyendo una reducción en el metabolismo de la glucosa, que es la principal fuente de energía del cerebro.
Según Mosconi, "el cerebro funciona de maravilla cuando el estrógeno es alto y constante"; sin embargo, el descenso característico de esta hormona durante la menopausia no solo altera el funcionamiento de algunas regiones cerebrales, sino que también modifica la estructura del cerebro.
Entre los síntomas más notorios de la menopausia se encuentran los bochornos y la falta de sueño, y ambos han sido vinculados con la salud cerebral. Un estudio publicado recientemente descubrió que los bochornos están asociados con un aumento en la cantidad de lesiones microscópicas en el cerebro, lo que sugiere un deterioro en la salud cerebral general.
Según Mosconi "algunas de las regiones cerebrales afectadas por la menopausia coinciden con algunas de las afectadas por la enfermedad de Alzhéimer". Los estrógenos regulan procesos antioxidantes y antiinflamatorios en el cerebro, y su disminución conlleva una mayor susceptibilidad al estrés oxidativo, un proceso que daña las células cerebrales y favorece la degeneración neuronal.
Mujer abanicándose. IStock.
Otro factor crucial en esta relación es el impacto del estrés crónico y la regulación del cortisol. En general, las mujeres presentan una respuesta más elevada al estrés. Este exceso de cortisol tiene un efecto deletéreo en el cerebro, ya que facilita la atrofia cerebral y promueve la acumulación de proteína beta amiloide.
Además, altera el metabolismo de la glucosa en la región frontal, lo que compromete funciones cognitivas esenciales como la memoria y el aprendizaje. La combinación de la disminución estrogénica con el impacto del estrés crónico podría ser un factor clave en el incremento del riesgo de demencia en mujeres postmenopáusicas.
Tal y como indican desde CuidatePlus, "para tratar de ralentizar estos procesos, la nutrición es un factor clave, dado que a través de ella el cerebro, como el resto del organismo, obtiene el combustible necesario para funcionar".
La alimentación, el alzheimer y la menopausia
El estilo de vida y la alimentación juegan un papel clave en la modulación de estos riesgos. Una dieta proinflamatoria, rica en azúcares refinados, grasas trans y ultraprocesados, puede potenciar la inflamación crónica y el daño cerebral, mientras que una alimentación basada en antioxidantes, grasas saludables y compuestos neuroprotectores podría ayudar a mitigar los efectos negativos de la menopausia en el cerebro.
"Unos nutrientes de calidad proporcionan los ladrillos y el combustible adecuados para la construcción, reparación y funcionamiento de esa obra que es nuestro organismo y nuestro cuerpo y, por ende, nuestro cerebro, una alimentación de mala calidad puede intoxicarnos y hacer que nuestro metabolismo funcione renqueante y enferme más fácilmente", explica la neuróloga Lorena Benavente al medio citado.
En este xontexto, la bollería, dulces, refrescos azucarados, hamburguesas, pizzas, todos los precocinados, harinas, rebozados o frituras son alimentos nocivos para nuestro cerebro. Sin embargo, otros como el pescado azul, los frutos secos, semillas, espinacas o frutos rojos pueden ser muy beneficiosos.
Así mismo, estrategias como el ejercicio físico regular, la gestión del estrés y la estimulación cognitiva pueden ser herramientas esenciales para reducir la vulnerabilidad de las mujeres a padecer alzhéimer.