¿Cuántos hombres caben en un hombre? ¿Cuántas vidas concéntricas ha vivido Víctor Manuel?
Todavía dispara: a Pablo Iglesias por un lado (por preguntar a la gente si es de recibo que alguien de izquierdas se compre un chalé), a Rosalía por otro... Desconfía inteligentemente de los popes, de los ídolos de barro, de los que molan tanto a Pedro Sánchez como a la Conferencia Episcopal. Jajá. Qué inclemente.
Con ustedes, el chico de los cabellos largos medio hippies y los jerséis de cuello vuelto, el rebelde, el temerario, el anarquista, el irredento del PCE, el poeta obrero que le escribía canciones a su abuelo Vítor, picador de la mina… y el que hoy ya es también abuelo. ¿Quién le escribirá a él?
Con sus nietos nunca habla de política, promete entre risas. Ni ganas. A sus hijos tampoco les dio muchas chapas al respecto. Dejó que observaran el mundo. Dejó que supieran que en su casa la extrema derecha puso dos bombas y que una vez, en un pueblo, le encañonaron a punta de pistola. La memoria es reveladora. La memoria es suficiente.
Su vida ha sido más afortunada que la de su abuelo Vítor, me contó en una ocasión. Él no tuvo que ponerse a arrancar carbón a los nueve años. A él su esposa no le esconde el tabaco, miren ustedes, porque no fuma, porque nunca jugó a ser misterioso ni canalla, sólo plácido y comprometido.
Su mejor amiga no fue una montaña, sino esta misma mujer con la que creció como compañera de arte, de política y de vida: Ana Belén, pero qué devoción más grande, qué complicidad desafiante en el tiempo. En su despacho hay fotos de ella por todas partes e incluso un póster gigante con su cara, como quien le rinde culto a una virgen, a un ídolo pop o a un líder político. Claro que el amor es absolutista. Ey, sólo pienso en ti.
Sonríe Víctor Manuel (Mieres, 1947) con una paz inusitada en el gesto y el pelo blanquísimo. Cocinó en el pecho un puñado de canciones buenas para el romance y para la revolución.
Ha publicado Solo a solas conmigo, un disco hermoso donde activa el ojo de la nuca. Dice que esto, "más que un oficio, es un sobresalto". Hablamos con él de las chicas que le sublevan. Y aquellas a las que cantó.
Hablemos primero de la primera mujer de tu vida, Felicita Sánchez, tu madre. ¿Cómo era ella, cómo fue tu crianza? ¿En qué te pareces y diferencias de ella?
Mi madre era una mujer de su tiempo. Muy fuerte, muy trabajadora. Trabajó toda su vida. Tengo un recuerdo maravilloso de ella, como no podía ser de otra manera por la infancia tan feliz que me dio, por cómo me sentí querido y protegido siempre…
Me parezco poco a ella en cuanto a que era una persona muy de tirar para abajo de las cosas, muy poco optimista, al contrario que mi padre. Sin embargo, criaron a un optimista como yo.
"Las chicas ganan en todo cada vez que lo intenta: jueces, médicos, puestos de responsabilidad… producen perplejidad en los tíos, que se creen los reyes del pollo frito"
Tú naciste en 1947. En ‘Yo nací a la sombra de un cerezo’ hablas de que estudiaste con los frailes, de la formación a las cinco de la tarde… ¿cómo era tu infancia, cómo fue tu adolescencia? ¿Cómo mirabais a las niñas entonces? ¿Cuál era tu mirada hacia lo femenino: te daba miedo, fascinación, extrañeza…?
La primera foto que yo tengo, la primera foto que existe mía, es a la sombra de un cerezo que había en la puerta de mi casa, y salgo yo acompañado por mi madre y mi hermano mayor. Yo estoy sentado en una sillita de paseo mugrienta… son esas imágenes, esos fragmentos de la vida de uno y de una época muy concreta que siempre te hacen viajar…
La segunda escuela a la que yo fui fue a la de los frailes de La Salle. En esa época te hacían cantar a las cinco el Cara al sol, como una cosa completamente normal.
Victor Manuel nos habla de sus primeros amores y sus primeras amigas.
Era un mundo muy alejado del de las mujeres. Primero tenías relación directa con tus vecinos y vecinas, con los que vivías permanentemente, y a veces traspasabas fluidos incluso (ríe). Y luego existía el mundo exterior, el otro mundo, pero claro, ten en cuenta que no había escuelas mixtas. La separación era muy clara.
Las chicas iban con las monjas y eso era un mundo aparte del de los chicos. Siempre con una distancia lejanísima de ellas, hasta que por fin ibas creciendo y te ibas relacionando con ellas, y conviviendo, y socializando… claro que socializabas como se hacía en aquella época: permanentemente vigilado.
¿Quién fue tu primer amor? En ‘Amo la luz del sol’ hablas de lo más cerca que has estado del paraíso, que fue una tarde de domingo en la que aprendiste a besar…
El primer beso fue eso: un acontecimiento. Aquellas cosas ocurrían milagrosamente. Se producían de repente y no sabías si eso venía del cielo… de la estratosfera… ¿cómo alguien llega a decidir que desea besarse contigo? Son cosas inolvidables.
"El primer beso es un acontecimiento, un milagro, no sabías si venías del cielo o de la estratosfera"
¿Qué dicen los besos de nosotros? “Hay algunos de sangre y otros de mar”, cantas. ¿Besamos como somos? ¿Qué sabemos del otro gracias a su beso?
No sé si mi generación, o es mejor hablar por mí personalmente, pero teníamos una relación con las mujeres muy extraña.
Pensábamos que las mujeres estaban al alcance nuestra mano por tener dinero o trabajo, y que ellas no tenían otro objeto en la vida que estar a nuestro servicio y que arreglar la casa. Aquellos tópicos eran totalmente ciertos en aquella época, pero la vida te va enseñando que eso no es así, y yo he asistido al crecimiento de las mujeres, por fortuna, en directo.
Recuerdo cuando tus compañeras de clase se hacían ingenieras y tú decías “¿qué pasa aquí?”. “Esto es un territorio de los tíos”. Eso produce perplejidad en los tíos, que se creían los reyes del pollo frito, y mira, no. Las chicas ganan en todo cada vez que lo intentan: jueces, médicos, puestos de responsabilidad…
¿Quién fue tu primera amiga?
Empecé a tener amigas al mismo tiempo que alguna novieta. Podías hablar con ellas de un montón de cosas, era increíble. Yo era un pésimo estudiante y tenía muchas amigas que empezaban a despuntar y se iban a estudiar medicina a Valladolid… para mí en ese momento eran inalcanzables, ese mundo ahí… de gente interesantísima con la que podías hablar de cualquier cosa… no pasaba en los hombres, no pasaba tanto.
"No he mandado cartas de amor, siempre he sido un lobo solitario y las cosas las he hecho muy para adentro"
¿Has mandado cartas de amor?
No, la verdad, yo siempre he sido un lobo solitario, y las cosas las he hecho muy para adentro, y nunca mezclaba eso tan privado que es escribir un poema o una canción con el mundo de ahí afuera… más adelante algunos salieron a la luz, claro, pero cuando se hicieron canciones públicas. No de tú a tú.
El artista ha dedicado dos canciones a Ana Belén en su último disco.
Hay dos canciones en este disco dedicadas a Ana Belén. Cuál sería mi vida y Gracias. ¿Cómo supiste que estabas enamorado de ella?
Pues fue un proceso. Cuando yo la conocí, tenía una novieta en Chile y hacía unos viajes interminables de dos días a Santiago de Chile… y entonces la conocí a ella, a Ana, y ella me cambió todo, porque ella era jovencísima, tenía veinte años, y ya era poderosísima como actriz… era un trueno, la tía, y a mí me traía cosas que yo no conocía… esto de “yo soy independiente y soy libre y hago lo que me sale de los cojones”. A eso los chicos no estábamos acostumbrados.
“Por lo que aprendí de ti, mujer”. ¿Qué has aprendido de ella, con ella? “Esa niña que aún te habita vuelve a veces para ver cómo te pareces a ti misma”, me parece una frase preciosa.
Todo, todo. Todo lo he aprendido de ella. Cómo es la vida y cómo es la vida compartida, sobre todo. Cuando conoces a alguien con quien quieres estar lo primero que tienes que hacer es desprogramarte.
Yo tengo un programa de vida, sí, pero me lo meto por donde me quepa, y a ver esta chica qué programa tiene.
"De Ana lo he aprendido todo: cómo es la vida y cómo es compartirla. Cuando la conocí, me desprogramé. Tenía un plan y me lo metí por donde me cupo"
Lo más atractivo del proceso es encontrarse, es ver en qué encajamos y en qué divergimos. Ese es el gran aprendizaje de una relación, eso es lo más trabajoso, y está lleno de renuncias con las que tú no contabas… ay, recuerdo cuando mi niña, Marina, empezó a tener los primeros novios y tal, y yo me espantaba… pero luego me acordé de cuando yo andaba detrás de su madre… ay, no sé, yo tenía su edad.
Dices “nunca fue ningún atajo ser mujer”, cuéntame cómo ves esto, ¿es una putada ser mujer todavía, en 2025?
La verdad es que en varias de mis canciones nuevas hay alguna indicación para gente más joven o gente que no ha vivido lo que he vivido yo, esa cosa que dicen ahora los machistas de que si las mujeres nos atajan en todo, nos quitan el trabajo… de que las premian por ser mujeres… pues sí, efectivamente, ha habido que primar a las mujeres porque no tenían acceso a lugares en los que tenían perfecto derecho de estar.
El poeta dice que sigue sin ser ningún atajo ser mujer.
Y claro, ha habido un reequilibrio de todo eso. El problema es que los chicos se sienten desbordados por las capacidades de las mujeres, seguramente no contaban con eso, y están sorprendidos y perplejos, pero ya te digo: sigue sin ser ningún atajo ser mujer. Hay miles y millones de mujeres puteadas a diario en este país, y en cualquier entorno.
Eso no lo hemos remontado del todo desde el franquismo, pero la verdad es que desde el último tercio del siglo pasado han pasado cosas demoledoras y fantásticas… respecto a la ocupación de lugares, respecto a “esto es mío y me lo quedo”. Y a los tíos esto les desborda y les intimida, pero tendrán que acostumbrarse, porque esto ya no tiene reverso.
"Hay miles y millones de mujeres puteadas a diario en este país, y eso es porque los chicos se sienten desbordados por el talento de ellas"
Determinados grupos políticos dicen unas cosas… que no saben lo que dicen. ¿Cómo le vas a plantear a una mujer que no pueda abortar, qué tontería es esta, a dónde van? Yo creo en el enorme poder de la mujer: a la extrema derecha sólo la frenan las mujeres.
¿Cómo has llevado tú el éxito de tu mujer?
Yo tengo mucho mérito (ríe), porque nunca he dudado del talento de la mujer que tengo al lado. Cuando ella me pide alguna ayuda o consejo, pues se lo doy, pero vamos, que no se me ocurre dárselo sin que me lo pida, porque ella tiene la suficiente autonomía y la suficiente inteligencia para hacer las cosas ella sola. Yo soy un espectador de ella, admirado, y siempre digo “qué bien, tía, qué bueno”.
"Brigitte Bardot era mi mito erótico, mi debilidad. Le dediqué una canción. También adoraba a Marisol: deslumbraba, qué guapa y graciosa"
¿Qué crees que es lo que los hombres aún no han entendido de las mujeres?
El temor es amplísimo y abarca muchísimos aspectos de la relación amorosa, eso está pendiente aún: los hombres aún no han entendido que sus mujeres no son suyas. Lo primero, que se enteren de eso, y luego veremos a dónde llegamos.
¿Cuáles han sido tus grandes mitos eróticos?
Brigitte Bardot era mi debilidad absoluta… desde que era niño… hasta le dediqué una canción, A dónde van los besos. Y bueno, era fascinante. Todavía veo las fotos de ella, cuando tenía 16 o 17 años y alucino… ¡Marisol! Era una persona adorable que nos deslumbraba, cómo se podía cantar tan bien y ser tan guapa y ser tan graciosa.