La artista firmando autógrafos durante la promoción de su nuevo proyecto.

La artista firmando autógrafos durante la promoción de su nuevo proyecto. KAB Gtres

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¿Por qué Rosalía no se posiciona como feminista? Las claves de unas declaraciones que han incendiado las redes

La cantante ha sido noticia en los últimos días debido a su no posicionamiento respecto al citado movimiento.

Más información: Rosalía, más allá de 'Berghain' y 'LUX': la estudiada estrategia con la que convierte música y moda en 'religión'

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El mundo se ha quedado sorprendido. Por unos momentos, su frenético ritmo ha parado y no lo ha hecho debido a las notables crisis políticas y sociales que azotan la realidad y que cada día abren los medios de comunicación.

La última noticia que ha causado un fuerte impacto ha sido la repercusión de las declaraciones de Rosalía hace unos días en Radio3, en concreto, en el espacio Radio3Extra.

La cantante, en plena promoción de su último proyecto, LUX (2025), dijo lo siguiente: "Creo que me rodeo de ideas feministas. No soy moralmente lo suficientemente perfecta como para considerarme dentro de un 'ismo', pero sí que me inspiran y me rodeo de ideas feministas".

No obstante, aquellos que se hayan visto asombrados por las declaraciones de la artista, quizás no sean demasiado seguidores de su trayectoria.

A los que sí, a los que han seguido sus pasos desde esos vídeos caseros de YouTube que ahora reflotan junto a su casting para un talent show que le dio uno de los noes más importantes de su carrera, quizás les haya decepcionado, pero seguro que no pasmado.

Conocer a Rosalía es ser consciente de cómo va moldeando su imagen, adaptándose a las necesidades del mercado, en cada una de sus etapas. La catalana es una gran artista, pero también es un increíble producto. Sobrevivir en un contexto como el actual, tiene mucho de camaleónico.

Cuando en 2022 lanzó Motomami, el mundo se dividió ante sí y, sin embargo, supuso su salto definitivo al estrellado global. Pero ella ya lo decía en esos, a veces inteligibles, versos de Saoko: "Yo soy muy mía, yo me transformo. Una mariposa, yo me transformo...".

Y es que esa ha sido la esencia de la cantante desde sus inicios. La trasgresión ha marcado su carrera, primero azotando a los puristas del flamenco, a los que logró convencer con una voz sobrehumana. Más tarde, estos mismos la desterraron de nuevo de sus dominios con la llegada del mencionado disco, que logró abrir un cisma entre sus fans a la par que la hizo ganar adeptos.

Ahora, el mecanismo es el mismo, solo que todavía el público se está adaptando a él. En esta redacción, en plena producción del Bookazine de Magas, la catalana logró reunir a todo el equipo ante las pantallas para ver su primer videoclip, Berghain. Entonces, apenas se paraba para comer.

Rosalía, ¿feminista?

¿En qué momento la autora de éxitos como Malamente se ha declarado abiertamente feminista? La respuesta es nunca. Si bien es cierto que con su obra ha demostrado ser afín a determinadas ideas, como ella misma esgrime en su respuesta en la entrevista, jamás ha expresado de forma abierta que se alinee de manera activa con este movimiento.

Quizás la palabra para definir su carrera, en estos términos y en tantos otros, sea la ambigüedad, un concepto que repiten los expertos consultados por este medio para afinar el análisis de este reportaje.

Cuando la periodista de Radio3 la cuestiona respecto a este tema, su respuesta parece propia de aquella a la que le preguntan que cuáles son sus defectos en una entrevista de trabajo. De esas contestaciones que arrancan con un "soy demasiado perfeccionista" y que solo llevan a un vacío que probablemente no acabe en un contrato.

A Rosalía, sin embargo, aquí le funciona. Y lo hace por diferentes razones. "El primer beneficio que obtiene de sus palabras es el de guiar a la audiencia al terreno donde desea", expresa Moisés Ruiz, experto en liderazgo político de la Universidad Europea.

"Con sus palabras busca un discurso transversal para que no se rechace su producto. No rinde cuentas de forma forzada a movimiento alguno, ella decide proteger su identidad de ciertas manipulaciones ideológicas, ser autónoma", comenta el profesional, que además señala cómo el concepto de feminismo se ha instrumentalizado de forma negativa.

En relación con esto, Miriam Pablos, experta en historia del arte y fundadora de Musea, un proyecto de audioguías que invita a explorar las galerías desde otras narrativas, creando experiencias personalizadas, destaca que la artista no tiene por qué alinearse con ciertos valores, por muy loables que resulten estos:

"No es su papel y no tiene por qué ser clara al respecto. Sobre esto también se ejerce una exigencia mucho mayor sobre las mujeres que sobre los hombres. Posicionarse sobre según qué temas —por desgracia— puede leerse como algo negativo".

En este punto, la experta señala el caso de la escultura de orígenes franceses afincada en Estados Unidos Louise Bourgeois.

"A pesar de que su obra está claramente influenciada por el feminismo —de hecho es el propio movimiento el que ve en ella una referente en los años 70—, ella evitó manifestarse en ese sentido, ya que en la década de los 80 y 90 podía asumirse como algo malo", comenta.

Según la historiadora, la pretensión tras todo esto era que su obra se interpretase desde el mismo prisma que la de los hombres. "Creo que se trata de perfiles que quieren que su trabajo se valore en términos formales".

Al margen de esta aclaración —bajo la que bien podría subyacer el miedo femenino— la experta hace un comentario muy interesante y que debería ser obvio.

"La cultura de la cancelación parece que se hubiera dado la vuelta. Es como si realmente en lugar de poner el foco en comportamientos que pueden ser indecorosos, indeseables o delictivos, se hubiera generado en otro sentido", detalla.

"Creo que hay que desligar la obra del artista, de su vida personal, pero estos casos me parece muy reseñable que lo que se esté invalidando sea la adscripción al movimiento legítimo, noble y con sentido que es el feminismo", dice.

En esta época de maraña informativa, parece que todo el mundo ha de pronunciarse sobre todo y que es prácticamente imposible lograr que alguien emita un "no tengo una opinión formada al respecto".

Coral Herrera Gómez, profesora del departamento de Análisis e Intervención Psicosocioeducativa de la Facultad de Educación y Trabajo Social de Vigo y escritora feminista, comenta que los famosos, en ese sentido, son un blanco muy fácil.

La experta entiende los movimientos de Rosalía en su contexto: desde su trasgresión estética, hasta su estatus como icono global pasando por la responsabilidad social que debería asumir.

Sin embargo, también es consciente de la realidad. "Uno de los problemas de esta situación es que hemos convertido a nuestros ídolos en referentes de todo. Quizás solo tengamos que esperar de ellos buena música, pero está claro que deberían asumir ciertos compromisos. Todo es política, pero tampoco les podemos pedir que piensen igual que nosotros", señala.

"Rosalía es el signo de los tiempos. De la polarización, del grado de confusión con respecto al feminismo y de su banalización en los últimos años. Una respuesta así representa la caída del movimiento que tenemos que defender. La cantante es un reflejo de la realidad, pero también la crea. Y ahí es donde reside el problema", explica.

Sin embargo, al margen de lo ya comentado, es interesante cuanto menos ver qué personajes han inspirado LUX. Si bien son nombres asociados a la fe, también es cierto que a lo largo de los años se han unido al concepto de feminismo.

Ella misma las enumera: Juana de Arco, Santa Olga de Kiev, Sun Bu'er, Miriam, Santa Rosa de Lima, Santa Teresa de Jesús, Simone Weil o Hildegarda de Bingen.

Como muestra, un botón. La última de la lista, una monja alemana del siglo XII que se dedicó a, entre otras cosas, describir en sus obras el orgasmo femenino.

La ambigüedad

Entre dos aguas es uno de los grandes hitos de la guitarra flamenca. Y este título podría servir de símil para aludir a según qué partes de la carrera musical de Rosalía. Desde sus inicios, la misma ha estado plagada de controversias, pero, por otro lado, ¿qué es si no el arte?

Haciendo un breve repaso a su discografía, las piedras en el camino saltan a la vista. No obstante, parece que a la catalana —y a su equipo de marketing— no le importa seguir tropezando con ellas. Es más, podría ser ella misma junto a su staff los que se encargan de emplazarlas.

Rosalía ha construido su carrera en diálogo constante con la polémica. Desde sus inicios, su relación con el flamenco estuvo marcada por la fricción. Tras una formación académica rigurosa, Los Ángeles (2017) mostró un acercamiento sobrio y respetuoso al cante tradicional, aunque ya despertó suspicacias entre los puristas.

Sin embargo, el verdadero punto de inflexión llegó con El mal querer (2018): un álbum conceptual que mezclaba flamenco, pop y electrónica y que fue celebrado internacionalmente mientras se cuestionaba, en paralelo, su legitimidad dentro del prisma anterior. Su versión de la Bienal de Flamenco de Sevilla de ese mismo año se esfumaba.

A partir de ahí, comenzó un proceso de apertura global. Las colaboraciones internacionales y su acercamiento a sonidos urbanos desplazaron el foco de la crítica hacia debates sobre apropiación cultural y abandono de sus orígenes.

Con Motomami (2022), rompió definitivamente con cualquier expectativa previa: un disco radical, fragmentado y provocador que extremó la polarización entre quienes veían en ella una figura vanguardista y quienes la consideraban un producto excesivamente calculado.

Hoy, más que una discusión sobre géneros, la controversia acompaña a su figura. Rosalía ha hecho del riesgo y la incomodidad un eje central de su identidad artística, que ahora se mueve entre lo divino y lo humano. Una veleta que dirige a su antojo marcada por la brújula del mercado sin renunciar a sus básicos, entre los que se encuentra su indiscutible talento.

Rosalía, global

Para entender las palabras de la cantante hay que mirar más allá del corte de menos de un minuto —56 segundos— que ha compartido el espacio donde emitió este discurso ante la pregunta de la conductora.

Rosalía ya no es la chica de Sant Esteve Sesrovires, que también, sino que se trata de una estrella internacional que cuenta con ello en cada uno de sus pasos profesionales. Por lo tanto, el contexto de base con el que parte cada vez que toma una decisión de esta índole es el mundial.

La artista influye en diversos ámbitos sociales, como la moda. Aquí, a su llegada a un desfile de Dior.

La artista influye en diversos ámbitos sociales, como la moda. Aquí, a su llegada a un desfile de Dior. JM HAEDRICH/SIPA Gtres

Cuando la artista no se define de forma abierta como feminista, no solo se lo dice a España, sino también a Latinoamérica o Estados Unidos, donde se encuentra gran parte de su caladero. Esto es lo que comenta Coral Herrera Gómez, profesora del departamento de Análisis e Intervención Psicosocioeducativa de la Facultad de Educación y Trabajo Social de Vigo y escritora feminista.

"Hay que tener en cuenta hacia dónde y hacia quién se dirige Rosalía con estos comentarios. Muchas veces la pregunta clave no es 'por qué', sino 'para qué", comenta al teléfono.

La experta en género alude también a la polarización social actual y al auge de determinadas corrientes. Haciendo scroll en TikTok —al margen de cuán amaestrado se tenga al algoritmo— es sencillo toparse con creadores de contenido jóvenes que hablan de sus experiencias en encuentros católicos, sobre cómo viven la fe o su disfrute en conciertos de grupos como Hakuna.

Esta visión global de la artista, que la lleva a tomar unas decisiones u otras, también la destaca Miriam Pablos, experta en historia del arte y fundadora de Musea, un proyecto de audioguías que invita a explorar las galerías desde otras narrativas, creando experiencias personalizadas.

"Creo que sus declaraciones, estos movimientos, se tratan más de una estrategia de supervivencia que de otra cosa. Es una cuestión de gestión de su propia imagen. Y es que tampoco está obligada a manifestarse al respecto. Ella sabe que es una figura mundial y que según qué comentarios pueden no sentar bien en determinados mercados", destaca.

En relación con la internacionalización de la artista, hay algo fundamental también a tener en cuenta que va más allá del público como tal: los perfiles que hoy en día ocupan las posiciones de poder.

Gobernantes como Donald Trump en Estados Unidos o Milei en Argentina legitiman discursos peligrosos que desacreditan el auténtico sentido del feminismo, a veces perdido por una banalización del término.

Aquí, como conclusión, se llega a una pregunta, ¿le resulta rentable a Rosalía ser feminista? La respuesta parece clara.

Trasgresión estética

Que no ética. O eso es lo que comenta Coral Herrera en su conversación con Magas. Y es que quizás uno de los problemas que ha habido con Rosalía es que debido a algunos de sus comportamientos, la sociedad le ha impuesto la etiqueta de abanderada del citado movimiento.

Sin embargo, como pueden confirmar los apuntes sobre su trayectoria, que se ha bautizado con la palabra ambigüedad, la auténtica trasgresión de la catalana nunca se ha identificado con sus ideales, sino con su forma de entender la música, con su arte.

Y de esto hay múltiples ejemplos a lo largo de la historia, pudiendo comenzar con Dalí o Picasso y pasando por los referentes de la Movida Madrileña. Hoy en día el público se echa las manos a la cabeza pensando en el rumbo ideológico de artistas como Alaska, cuando la sorpresa debería ser ninguna, como en el caso de Rosalía.

No obstante, la confusión es normal. Con la profesora y escritora repasamos algunos momentos de la carrera de la artista en los que se ha asociado, de forma más o menos consciente y siempre bajo la bandera de la estética, con valores o iconos feministas.

Uno de ellos, cuando interpretó en los Latin Grammy de 2023 Se nos rompió el amor, de Rocío Jurado. La joven se subió al escenario y encandiló a los presentes, logrando además, con su voz, traspasar la pantalla.

"Actuó vestida a imagen y semejanza de la cantante, que siempre defendió de forma directa el feminismo", comenta Herrera.

Por otro lado, también habla de cómo las decisiones de vestuario, precisamente, de Rosalía a lo largo de su carrera han podido dar a entender que se alinea con el movimiento.

"Siendo realistas, e hice un post en su momento, la estética que ha mantenido durante años ha estado muy en la línea de la misma que representa a las actrices de la industria del porno. La gente se enfadó muchísimo cuando hablé de eso", explica.

Ahora, esas uñas largas, las minifaldas de uniforme asociadas con la ingenuidad e incluso con el hentai y las botas altas han pasado a mejor vida.

El halo que se dibuja en su cabello o las prendas en tonos neutros en referencia también a la moda modesta que adoptan las que profesan determinadas creenciasforman parte de su nuevo armario cápsula.

Rosalía en una de sus recientes apariciones en público.

Rosalía en una de sus recientes apariciones en público. Fernando de Blas Gtres

Es en este punto donde, tal y como menciona la experta, aparece la duplicidad Madonna-Puta que ha sacudido a las mujeres durante años.

De acuerdo a la página de Todas Podemos, este concepto dual se define así: "un complejo psicológico aplicado hacia los hombres, los cuales ven a las mujeres como unas santas o como unas prostitutas", especifican.

A lo anterior, añaden lo siguiente: "Aquellos con este complejo suelen desear sexualmente a una pareja que ha sido 'corrompida', mientras que no sienten ningún deseo sexual por una pareja 'respetada' y 'pura". Una vez más, las mujeres quedando reducidas a la visión de un hombre. Al ser el blanco o el negro, ignorando la escala de grises que compone la realidad.

Toda esta estética, se alinea a su vez con la polarización social que ya se ha mencionado, al igual que con el auge de los movimientos religiosos, como lugar al que aferrarse ante la incertidumbre. "Ahora parece que lo trasgresor es ser reaccionario", comenta Herrera.

Y es que, como detalla en su discurso la escritora, para obtener la respuesta correcta a la pregunta de la entrevistadora —ya que solo hay una— habría sido más sencillo hacer la pregunta adecuada. "¿Tú estás a favor de los derechos de las mujeres?". ¿Fácil, no?