Retrato de la artista en el Museo del Louvre de París.

Retrato de la artista en el Museo del Louvre de París. Cedida

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Sophie Rodríguez, el prodigio madrileño del violín que arrasa a sus 15 años: "Es imposible llegar a este nivel sin disciplina"

Ha tocado sobre escenarios de primer nivel como el Teatro Real y su objetivo es demostrar que los jóvenes también saben disfrutar de la música clásica.

Más información: La chelista Helena Poggio: "La ilusión de tocar es igual en la mejor sala del mundo, en un pueblecito o en una cárcel"

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A finales del siglo XIX, el sociólogo Gabriel Tarde escribió que buena parte de la vida social avanza por imitación: miramos, copiamos y así circulan las destrezas y las modas. Esa intuición quedó fijada en Les lois de l’imitation (1890) y abrió una manera de explicar cómo los individuos se nutren de las influencias de su entorno social y cultural.

En el caso de Sophie Rodríguez (Madrid, 2009), el modelo que la llevaría a descubrir su gran talento lo tenía en su propia casa: "Empecé a tocar porque mi hermano también lo hace y acabé enamorándome del instrumento", relata la jovencísima violinista, con una elocuencia que impresiona dada su corta edad.

En 2021, cuando tan sólo tenía 11 años, se dio a conocer porque ganó el programa Prodigios de Televisión Española, pero su flirteo con el violín viene de la infancia. "Tengo una base clásica, pero me considero versátil. Me gusta adaptar el repertorio según el contexto para que cualquiera pueda disfrutar de mi música", se presenta en la conversación con esta revista.

Comenzó con seis años bajo la guía de los maestros rusos Savva y Sergey Fatkulin en la Escuela de Alto Rendimiento Fatkulin Academy de Madrid. El andamiaje de base fue exigente desde el minuto uno. Tocar, para ella, es "un estilo de vida" y hacerlo de forma profesional "no es posible si no se tiene mucha disciplina", reconoce.

La violinista, ganadora en 2021 de 'Prodigios' (TVE), programa en el que participan candidatos de entre 8 y 17 años.

La violinista, ganadora en 2021 de 'Prodigios' (TVE), programa en el que participan candidatos de entre 8 y 17 años. Cedida

La madrileña compagina sus ensayos con los estudios que cursa "a distancia desde los nueve", porque por aquel entonces sus padres ya eran conscientes de las dificultades que atravesaría para llegar a todo sin renunciar a su gran pasión. El Ministerio de Educación lo aprobó y así empezó la joven a centrarse en su formación musical, a la que dedica horas y horas.

Inspirada por figuras como María Dueñas, una de nuestras violinistas más internacionales, tiene como ambición acercar la música clásica a nuevas generaciones como la suya: "A menudo se piensa que esta se limita a ciertas edades, pero yo creo que es para todos, porque tiene una capacidad especial de hacernos conectar con lo más profundo de nosotros mismos".

La música clásica no tiene edades; es para todos. Tiene una capacidad especial de hacernos conectar con nosotros mismos.

Aunque empezó a inscribirse en competiciones con siete años, la mayor exposición llegó con su victoria en Prodigios (TVE): "A partir de ahí tuve mucha visibilidad y, lo más bonito, mensajes de niñas que me decían que querían empezar a tocar después de verme. Me enorgullece poder aspirar a ser referente de la música clásica y, además, mujer".

Su biografía habla por sí sola. Ha pisado algunos de los escenarios más reconocibles del circuito español: un debut como solista en el Auditorio Nacional en 2021, una actuación en el Teatro Real en presencia de la reina emérita Sofía en 2022, la Ciutat de les Arts de Valencia en 2023 o el Palau de la Música Catalana, en 2024, por nombrar algunos.

"Son experiencias emocionantes y que imponen mucho respeto, pero me hace mucha ilusión poder representar la música española", reflexiona la adolescente. Cada vez hay más marcas e instituciones que confían en ella como artista invitada para endulzar galas de primer nivel, como la entrega de los Premios BMW de Pintura o los que otorga Mujeres a Seguir.

Sophie Rodríguez sobre el escenario durante la entrega de los premios Mujeres a Seguir el pasado octubre.

Sophie Rodríguez sobre el escenario durante la entrega de los premios Mujeres a Seguir el pasado octubre. Cedida

Fuera de España, ha llevado su violín a varios enclaves de Italia: este año participó en la inauguración de una gigantesca obra escultórica de Lorenzo Quinn en Venecia, llamada Building Bridges. Con esa experiencia defiende que su propuesta cabe igual en el Carnegie Hall de Nueva York que en un Coachella, dos lugares a los que le "encantaría llegar".

Lo que dice no es ninguna rareza: ya en abril, Gustavo Dudamel llevó a la Filarmónica de Los Ángeles al festival más instagrameable que existe. Está claro que ha habido un afán por reconocer y reinterpretar la música clásica en los últimos años. Otro ejemplo reciente: Berghain, el pelotazo musical de Rosalía en el que ha participado la Orquesta Sinfónica de Londres.

Sophie Rodríguez, que es de la opinión de que "todos los artistas debemos escuchar otros estilos" para nutrirse —se halle dicha inspiración en una pieza de Antonio Vivaldi o en el último hit de reggaeton—, reconoce su admiración por la artista catalana: "Ha hecho que aumenten las escuchas [de su género] y ha acercado referencias barrocas a los jóvenes. Es genial".

Sophie Rodríguez y la cantante Luz Casal, juntas sobre el escenario del Teatro Real de Madrid.

Sophie Rodríguez y la cantante Luz Casal, juntas sobre el escenario del Teatro Real de Madrid. Cedida

Va a todas partes con su madre, que hace de progenitora y mánager a partes iguales. Al margen de auditorios y festivales, lo que realmente ambiciona la adolescente es que su familia la vea en el Santiago Bernabéu. Forofa del Real Madrid, de vez en cuando toca en eventos para el club y hay medios que han llegado a bautizarla como la "violinista madridista".

Poco a poco, va acostumbrándose a una fama que no parece que vaya a hacer otra cosa más que crecer, rodeada por un entorno que la apoya en cada paso: "Al principio, me parecía muy raro que mis amigos me vieran en la tele, pero los de mi grupo saben que esto forma parte de mi vida. Además, la mayoría son artistas —bailarines, etc.— así que me entienden".

Ese núcleo vela por su bienestar y desactiva la trampa del perfeccionismo que suele rodear a los niños prodigio. Ella lo lleva a su terreno: "Es cierto que en la clásica se espera perfección, pero, como dicen los violinistas de renombre, es mejor que salga bien la parte interpretativa y conectes con la gente a centrarlo todo en la técnica".

Aun así, en su caso, "mis profesores y yo intentamos tenerlo todo lo más controlado posible, porque al fin y al cabo debes respetar lo que tocas. Hay mucho trabajo, y, por supuesto, muchísimo amor y cariño puesto en una actuación, y cada una forma parte de un proceso de mejora constante", reflexiona.

De la misma forma en la que quiere emocionar a chavales a golpe de violín, lanza un mensaje a los mayores que sienten que es tarde para empezar a tocar instrumentos: "Nunca lo es. Si es algo que sientes que te apasiona, cualquier momento de tu vida es bueno. Da igual si es danza, lo que sea; es importante estar conectado con cualquier forma de arte".

¿Qué nos distingue de las máquinas? El arte, lo único que trasciende y puede salvarnos. Cualquier edad es buena para conectar con él.

Luego sitúa el presente: "Hoy en día tenemos mucha tecnología y me parece genial porque nos ayuda a avanzar en algunos aspectos". Pero remata con lo que, para ella, marca la diferencia y su forma de existir: "¿Qué nos distingue de las máquinas? Pues todo esto que nos humaniza, el arte, que es lo único que trasciende y puede salvar a las personas".