Imagen de la escritora con la Alhambra de fondo.

Imagen de la escritora con la Alhambra de fondo. Jeosm Alfaguara

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Susana Martín Gijón regresa con una novela negra que mira al pasado: "Los conventos eran un refugio para las mujeres"

La literata sevillana vuelve a la carga con La Capitana, un lanzamiento para los que aman retroceder en el tiempo al perderse entre las páginas.

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La escritora Susana Martín Gijón, experta en novela histórica y negra, nos transporta a la Granada de 1585 con Sor Ana de la Cruz, La Capitana: una mujer audaz y adelantada a su tiempo que lidera, observa y actúa en un mundo dominado por hombres.

Con precisión histórica y una narración cargada de intriga, la autora da vida a personajes femeninos que desafiaron su época y nos hace descubrir los secretos, tensiones y conflictos que recorrían la ciudad en aquel siglo.

En la dedicatoria mencionas a las figuras femeninas que "navegan contra la corriente". ¿Cuántas han existido y cuántas han quedado invisibilizadas en la historia?

Tantas como se han borrado. Seguimos teniendo que nadar en contra de la marea. Es fascinante, pero también frustrante, descubrir que mujeres líderes —auténticas jefazas, con entusiasmo, sabiduría y enorme capacidad de trabajo— lograron superar todas las barreras y cambiar el rumbo de los tiempos y aun así fueron eliminadas.

Cuando supe de Sor Ana de Jesús —siguiendo el hilo de María de San José, la Priora, a quien recuerdo con tanto cariño— encontré otro sobrenombre espectacular: la Capitana de las Prioras, que se corresponde con este personaje.

Aunque La Capitana es también una novela criminal, de intriga y de época, mi objetivo principal es darle su lugar a la historia de esta mujer que nos han intentado cancelar, que no nos han permitido conocer.

¿Una figura que rompía todos los moldes de su época, moderna y relevante?

Sí. Fue la primera en establecer un convento de la Reforma Teresiana en vida de Santa Teresa, la única que lo hizo en lugar de la propia fundadora. Después de Granada se trasladó a Madrid, donde también hizo lo mismo y fue Priora letrera. Más tarde continuó por Francia, creando instituciones de este tipo en París y en otros puntos. Por último, llegó a Flandes.

Imagen de la autora.

Imagen de la autora. Jeosm Alfaguara

¿Quién era capaz de hacer algo así en el siglo XVI?

Y no solo eso: defendía la independencia de las mujeres que había impulsado Santa Teresa frente a los hombres misóginos de la época que pretendían acabar con sus postulados debido a la pequeña libertad que esta les ofrecía a ellas dentro de los lugares religiosos.

Sor Ana de Jesús luchó contra todo eso. Fue encarcelada y censurada. Creo que su posterior invisibilización tiene mucho que ver con aquella actitud.

¿Y por qué sabemos tan poco de ella? Por ejemplo, todo el mundo conoce a Santa Teresa de Jesús.

Bueno, no sé si es algo tan extendido, pero sí, al menos nos suena. A ella no la han podido borrar, pero a las que siguieron su estela —como María de San José, la Priora Letrera, o Ana de Jesús— les pusieron muchos obstáculos.

Y eso que la propia Santa Teresa tuvo que pasar por dos procesos inquisitoriales y sufrir persecución. Pero cuando muere, la situación se endurece aún más. Persiguen a todos los que defienden su legado, hombres y mujeres.

San Juan de la Cruz apostaba por esa independencia femenina y una relación de igualdad entre frailes y monjas. A él lo beatifican, en parte, por la calidad de su poesía mística y por pertenecer al género masculino, y no lo borran del todo del relato… pero a Sor Ana, sí.

¿Cómo consigue ella destacar, sobresalir, viajar y hacerse un nombre en un mundo que les pertenecía a ellos?

Creo que gracias a su perseverancia y tenacidad. Era imparable y eso es lo que me fascina: realmente no había quien la detuviera. Su sobrenombre, La Capitana de las Prioras, le venía perfecto. Con determinación y coraje, habría enfrentado cualquier reto para proteger lo que consideraba suyo y llevar a cabo lo que se propusiera.

La escritora en una fotografía en el interior de un templo religioso.

La escritora en una fotografía en el interior de un templo religioso. Jeosm Alfaguara

¿Había suficiente documentación como para ser fiel a lo que cuentas, o tuviste que tomarte libertades para construir su carácter y emociones?

Sí, existe documentación, sobre todo gracias a las investigaciones de los últimos años. Sor Ana estuvo 400 años invisibilizada; incluso se intentó su beatificación sin éxito, hasta que hace apenas dos años el papa Francisco lo hizo en un acto en Bruselas.

Yo ya estaba estudiando su historia entonces, pero desde ese momento se ha recuperado mucho más sobre su figura. Lo suficiente para poder imaginarla con rigor. Sabemos que era placentina, de familia extremeña y que pasó su infancia y juventud en el norte de esta comunidad.

¿Cómo ha sido la evolución entre La Babilonia y La Capitana? Dos títulos potentes y muy distintos.

Hay un cambio importante. En la primera novela las protagonistas eran ficcionadas, aunque aparecían personajes históricos como María de San José, a quien ya hemos mencionado. Pero no me atreví entonces a poner como principal a alguien real.

En La Capitana sí. Aquí son Sor Ana de Jesús y San Juan de la Cruz, que forman un dúo detectivesco muy singular. A través de ellos podemos conocer mejor su época, el contexto del siglo XVI en Granada y desde ahí armar la intriga criminal.

La novela aborda la opresión de los moriscos y la resistencia cultural. ¿Cómo has equilibrado esa tensión con el empoderamiento de las mujeres en el convento?

Es otra de las líneas que más me interesaban. Después de la Reconquista se prometió a esa parte de la población que se respetaría su identidad e incluso su religión, pero poco a poco esas libertades se fueron restringiendo hasta que la situación acabó derivando en conflictos como la batalla de las Alpujarras, una de las más cruentas que se recuerdan por ambos bandos.

A partir de ahí llegó su expulsión, primero del Reino de Granada en 1571 y después de toda España en 1609.

Me parecía fascinante comprender cómo sucedió aquello y poder visibilizarlo de alguna forma, combinándolo con la historia de los conventos como espacios de refugio en diferentes planos. Desde el cultural, intelectual y también emocional, para muchas mujeres que no tenían otro lugar donde desarrollarse o simplemente escapar.

Me interesa mucho la figura de los beaterios, que descubrí investigando para estas novelas. Aunque hoy la palabra suena anticuada o con cierto prejuicio, en realidad eran lugares donde ellas podían huir de la violencia, del maltrato o de matrimonios impuestos. También era donde las viudas que no querían volver a casarse podían encontrar libertad sin someterse a la clausura. Eran espacios para escapar de todas las jaulas.

Susana Martín Gijón en unos jardines de la ciudad de Granada.

Susana Martín Gijón en unos jardines de la ciudad de Granada. Jeosm Alfaguara

Aunque aparentemente entrar en clausura significaba encerrarse, ¿no era en realidad una forma de huida, donde el muro no te encierra, te protege?

Exacto. Siempre se perdía algo, pero a menudo se ganaba mucho más. Además, esa visión que se nos ha transmitido de los conventos como lugares de competencia o recelos entre mujeres no responde a la realidad.

Creo que, en la mayoría de los casos, había una auténtica sororidad: apoyo mutuo, amistad y compañerismo. Eran espacios donde podían tener una vida más pacífica y más culta.

Si tuvieras que definir La Capitana en pocas palabras, ¿cómo lo harías?

Es una historia de crimen e intriga, pero sobre todo de visibilización del papel de las figuras femeninas en el siglo XVI. Historias que han borrado y que merecen ocupar el lugar que les corresponde.

Imaginemos que Sor Ana de Jesús y los protagonistas de tu novela viven hoy. ¿A qué desafíos actuales se enfrentarían?

Creo que se asombrarían de los avances conseguidos y se sentirían muy orgullosas del camino recorrido, fruto del esfuerzo y la lucha contra la discriminación. Pero estoy segura de que seguirían peleando por alcanzar la igualdad real.

Especialmente ahora, cuando hay quienes intentan hacernos retroceder. No podemos bajar la guardia: cada vez que nos descuidamos, hay quienes pretenden arrebatarnos derechos, y a esas posiciones, desde luego, no vamos a volver.

¿Cuál sería, quizá, una de las primeras batallas de tu protagonista en el presente?

La Reforma Teresiana ya partía de la lucha contra los privilegios instaurados en la Iglesia y, por extensión, en la sociedad. Así que iría a por cualquier forma de clasismo, de poder o de desequilibrio, empezando por lo que afecta al género femenino.

La entrevista con Susana Martín Gijón tuvo lugar en el Carmen de la Victoria, en lo alto del Albaicín. Con la Alhambra frente a nosotros y el Carmen de los Mártires al otro lado —donde vivió San Juan de la Cruz—, resultaba imposible no sentir el pulso de la historia que late en La Capitana.

Pocas veces un rincón encierra tanta memoria, tanta inspiración. Un escenario perfecto para hablar de mujeres que desafiaron su tiempo, de fe, de poder y de resistencia. Y lo hace, como su protagonista, navegando contra la corriente.

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