De izquierda a derecha, Vanesa Aranda, al frente de Charcutería y Salazones María; y Mar Pastor, dueña de la cafetería La Mareta. Cedida

De izquierda a derecha, Vanesa Aranda, al frente de Charcutería y Salazones María; y Mar Pastor, dueña de la cafetería La Mareta. Cedida Cedida

Protagonistas ANIVERSARIO DE LA DANA

El periplo de Vanesa Aranda y Mar Pastor para reabrir sus negocios en Paiporta tras la dana: "Seguimos por la gente"

La charcutería de una y la cafetería de la otra retomaron la actividad meses después de una catástrofe que trajo consigo más de 560 km² de devastación.

Más información: Las mujeres que reconstruyen la memoria de Valencia tras la tragedia de la dana: "Hay que coger la vida como viene"

Publicada
Actualizada

Apenas 350 metros separan los negocios de Mar Pastor y Vanesa Aranda en Paiporta (Valencia), una localidad que no ha vuelto a ser la misma desde el 29 de octubre de 2024, pese a que lleva desde entonces tratando de recomponerse con aplaudible tesón. Aquel día, la dana se cobró la vida de 56 vecinos —la cifra asciende a 237 en toda España—.

Eran personas, muchas mayores, a las que solían atender. "El mundo se nos cayó encima", recuerdan sobre una fecha imposible de ignorar —ni pueden ni quieren— para quienes viven en una de las zonas más castigadas por las inundaciones. Esta semana, el Ayuntamiento ha decretado tres días de luto y ha convocado una vigilia en recuerdo de las víctimas.

La riada arrasó 2.300 negocios ubicados a pie de calle en las 14 localidades más afectadas de la comarca y el último informe de la Cámara de Comercio de Valencia da a entender que 460 comercios, bares y otras pequeñas actividades de servicios no reabrirán, mientras que un 10% está realizando reformas con la intención de levantar la persiana en algún momento.

Pastor y Aranda representan la nueva normalidad de ese 70% de negocios que, contra todo pronóstico, ha conseguido regresar al ruedo. La primera, de 26 años, dirige la cafetería La Mareta, en el número 1 de la calle Albal. Un bajo en pleno centro de la localidad recubierto por cristales en el que, afortunadamente, no se encontraba en las peores horas de la catástrofe.

Mar Pastor, frente a la fachada de la cafetería La Mareta, afectada por las inundaciones.

Mar Pastor, frente a la fachada de la cafetería La Mareta, afectada por las inundaciones. Cedida

Aquella franja, entre las siete y las ocho de la tarde, fue de desconcierto y miedo. "Al principio, no era consciente de lo que pasaba. Pensaba que tal vez no sería para tanto", recuerda la joven, que incluso llegó a salir a la calle en busca de un familiar suyo que se encontraba en el polígono industrial al lado oeste de la rambla del Poyo cuando todo se sumió en el caos.

Resuelta la urgencia y conocedora del estado de su círculo más cercano, en el que no hubo que lamentar pérdidas humanas, esperó a que bajase el nivel del agua toda la noche para ir a ver su cafetería, esa que abrió cuatro años atrás, en plena pandemia, con toda su ilusión y el apoyo de su familia. La postal que encontró fue descorazonadora: "Sólo quedaban las paredes".

Su testimonio se parece mucho al de su vecina Vanesa Aranda, al frente de Charcutería y Salazones María, en el carrer Primer de Maig, 13. No olvida el eco rumiante del agua aquella madrugada del 30: "Necesitaba ir a revisar el local, pero mi marido me quitó la idea. A las siete, en cuanto se hizo de día, bajamos a la calle preocupados por cómo habría quedado".

Vanesa Aranda es la propietaria de Charcutería y Salazones María, ubicado a menos de 100 metros del Poyo.

Vanesa Aranda es la propietaria de Charcutería y Salazones María, ubicado a menos de 100 metros del Poyo. Cedida

"Una ciudad en guerra" es la expresión con la que la valenciana, residente en Paiporta desde hace más de 20 años, resume lo que vio en su camino a la charcutería. Esta la recibió con los mostradores arrancados, las máquinas destruidas y un aviso que no requería palabras: lo había perdido todo. "Pasé una hora de reloj llorando; veía el futuro negro", confiesa.

La dana trajo consigo la devastación de más de 560 km² de terreno y dejó cifras impactantes. A los 229 fallecidos se suman 2.641 personas heridas, 117.000 que recibieron atención médica y 303.295 afectados de forma directa o indirecta. La factura económica por todo lo que se perdió y lo que costará reponerlo asciende a 29.000 millones de euros.

El Balance de la situación empresarial de la zona cero evidencia que el pequeño comercio ha sido uno de los sectores con más trabas para salir adelante. CaixaBank Research lo confirma: aunque las grandes empresas recuperaron su nivel de facturación del año anterior en septiembre, las pymes continúan por debajo de los ingresos previos en más de un 10%.

Imágenes del negocio de Vanesa Aranda el día posterior a las inundaciones.

Imágenes del negocio de Vanesa Aranda el día posterior a las inundaciones. Cedida

Una decisión difícil

"¿Cómo iba a pensar en empezar de nuevo, si no tenía cómo trabajar y aún había facturas por pagar?", se preguntaba Aranda. Sin embargo, la solidaridad tejió la diferencia para esta vecina de 46 años que en diciembre se vio "obligada" a abrir porque no dejaban de lloverle pedidos por la campaña de Navidad: "Ahí vi la luz y supe que tenía que ir a por todas".

Pastor, que se define como optimista, lo tuvo claro desde el principio. "Sabía que iba a volver a abrir costara lo que costara", apunta, consciente de que "nosotros teníamos la ventaja de que el local es nuestro, que es uno de los principales problemas que han tenido otros emprendedores, por lo que ha sido como volver a construir nuestra casa. No podíamos dejarla así".

La dana vino acompañada de una marea de generosidad sin precedentes. Alrededor de 100.000 voluntarios se movilizaron desde distintos puntos de España, por su cuenta u organizados por redes y colectivos. Trabajaron en turnos interminables, sacando barro de sus hogares y establecimientos, distribuyendo víveres y ayudándoles de todas las formas imaginables.

Las iniciativas destinadas a ofrecer un respiro a los bolsillos damnificados se contaban por decenas. "World Central Kitchen traía comida caliente y uno de los puntos que tenía era la cafetería", recuerda la dueña de La Mareta. "Juan Roig también aportó y los mercados de Valencia organizaron una acción solidaria; gracias a eso pude empezar la obra", añade Aranda.

Mar Pastor y sus allegados retratados en la semana en la que Paiporta tuvo que reconstruirse a sí misma.

Mar Pastor y sus allegados retratados en la semana en la que Paiporta tuvo que reconstruirse a sí misma. Cedida

Las personas, su impulso

Aunque no se conocen, a estas dos empresarias las conecta el hecho de haber sido protagonistas de la campaña Seguimos abiertos, impulsada por JCDecaux junto a la agencia creativa DAVID Madrid. Esta llenó durante meses el Metro de Madrid con fotografías de propietarios retratados frente a sus establecimientos completamente destrozados tras la dana.

643 carteles distribuidos en 146 estaciones por las que cada día podía pasar una media de 2,5 millones de usuarios. Todos ellos incluían un código QR desde el que era posible acceder a una plataforma para realizar donativos. Esta red de micromecenazgo generó un alivio inesperado para los comercios: Pastor calcula que ella sola recaudó más de 500 euros.

"Nos ayudó muchísimo", afirma. Pese a que la cifra parezca modesta, para un pequeño negocio como el suyo, tal montante supone “cubrir un mes de respiro”, el margen para pagar proveedores y afrontar gastos corrientes. Más allá de lo económico, la iniciativa, que movilizó a 819 donantes, ha servido como recordatorio de que sus historias no se olvidan.

Vanesa Aranda agradece la visibilidad y celebra haber tomado la decisión de reconstruir su proyecto en el mismo lugar donde lamentó su pérdida hace 12 meses: "Quizá uno de los motivos por los que muchos no empezaron de nuevo es la edad. Yo soy joven y sabía que debía seguir luchando, pero no habría podido hacerlo sin todo el apoyo de la gente".

Vanesa Aranda muestra en un 'selfie' cómo ha quedado el local un año después.

Vanesa Aranda muestra en un 'selfie' cómo ha quedado el local un año después. Cedida

Se refiere, por ejemplo, a "los técnicos que me pusieron la electricidad", a quienes insiste en pagar por su trabajo a pesar de que ellos se niegan a aceptarle cobro alguno. También "al señor estadounidense que me mandó donativos cada semana durante más de un mes" o a la "profesora de un colegio de Madrid que quiso ayudarme a vender allí para recaudar dinero".

La emprendedora confiesa que "no nos ha faltado faena" en 2025, porque "la nuestra es una de esas charcuterías que ya no se ven tanto. Todo lo que tenemos es producto local. El trato es muy personalizado porque somos cariñosos con los clientes y ellos también. Al final, hemos creado una gran familia junto a todas las personas que vienen a comprarnos cada día".

"¡Me vas a hacer llorar!", exclama cuando se le pregunta qué sentido cobra para ella la palabra 'solidaridad' ante una experiencia como esta. No duda: "Aún no me creo la repercusión que tuvimos y cómo personas que no nos conocían de nada se han implicado tanto. Después de la desgracia, yo me quedo con eso, porque me llena y me da ganas de seguir adelante".

Mar Pastor asocia lo vivido a la esperanza: "Sin ella no puedes avanzar ni llegar a nada", reflexiona. En pleno aniversario de la dana, una fecha sensible en las calles valencianas, lanza un mensaje: "No debemos olvidar lo que pasó; podemos lograr cualquier cosa si el pueblo se une. Hay que luchar para que algo así no vuelva a ocurrir".

Mar Pastor tomando un café de especialidad en La Mareta, @lamaretapaiporta en Instagram.

Mar Pastor tomando un café de especialidad en La Mareta, @lamaretapaiporta en Instagram. Cedida

El mes pasado, el consumo local en Paiporta y municipios cercanos como Alfafar creció más de un 20% interanual, lo que refleja que la comunidad ha elegido apoyar a las tiendas de toda la vida y a quienes, como ellas, se levantan cada día con el objetivo de devolver vitalidad y esperanza a la 'zona cero' que hoy sigue curándose las heridas.