Le digo a Daniel Guzmán que me sale llamarle "Dani", con una extraña confianza. Será por haber crecido con Aquí no hay quien viva, pienso. No, no. Me acuerdo después. Es porque le entrevisté, a él y a su abuela Antonia, en mis primeros meses como periodista: era 2016, presentaban la emocionante A cambio de nada y me senté ante aquella dupla histórica, ante aquella pareja radical de enamorados.
Cuando uno conoce a la familia de alguien, todo cambia para siempre. Un lenguaje se inaugura.
Guzmán me dice que mejor que no me apetezca llamarle "Daniel", porque así era como llamaban de niño cuando iban a regañarle. Yo no le voy a regañar, le adelanto. Eso ya lo veremos, sonríe él. Jajá. Los rebeldes siempre están a la que saltan.
Hemos quedado en el Café Comercial para hablar de las mujeres de su vida y de su cine a raíz de La deuda, su última película, un thriller social (¿existe esta denominación, esta fusión? Ahora sí). El reparto, encabezado por él mismo, es de escándalo. Le acompañan una soberbia Itziar Ituño, Susana Abaitua y la encantadora Rosario García, que tanto recuerda a su yaya. ¡Hasta Luis Tosar! Casi nada.
El filme cuenta el afecto cómplice de un hombre de 47 años, él mismo, y una anciana con la que comparte piso. Dúo y tierno y cómico frente a la invivible hostilidad del centro de la ciudad. Un día, un fondo buitre compra su bloque para convertirlo en una colmenilla de pisos turísticos y el protagonista, para salvar el hogar que conoce y ama, tomará una decisión que lo dinamitará todo.
Guzmán no bebe nada durante la charla ni toma café. Para qué. Yo diría que este es un rasgo luminoso de su personalidad. Sólo coge lo que necesita, lo que de verdad quiere. No hay en él un deseo enfermo que se renueve a cada rato, un deseo ciego y sordo hijo de turbocapitalismo. Sigue siendo, en verdad, un muchacho de Aluche que ama mucho lo que ama y hace tiempo que aprende a relacionarse de otra manera con lo que odia.
Con lo injusto. Con lo cruel. Con el mundo rápido que no escucha a nadie ni atiende a los vulnerables.
Todavía hay una ley que se impone, y es la ley de la calle. Oscila así, Daniel, entre la fragilidad y la vieja fuerza. No ha parado de aprender. Ni de rascarle al asfalto conmovedora belleza. "La belleza para mí es ser personal", dice. Ser profundamente quien uno es, como apuntaba esa Kahlo que él admira. "A mí me interesa la autenticidad, como cineasta y como persona". Y tiene unos ojos que escrutan el barrio y le hacen bombear sangre como un corazón vivo fuera del cuerpo.
Hablemos de las mujeres de tu vida. Empecemos por tu madre.
Hombre, pues mi madre, en mi caso personal, es verdad que no quiero ir a tópicos ni a generalizar, pero es de un amor incondicional, absoluto. Es la persona que más ha sufrido por mí y que más, también, ha sido feliz por mí.
Le dice malos ratos a la mujer.
Una infancia y adolescencia complicada, la verdad. Lo pasó mal. También es verdad que luego, con el tiempo, he ido encontrando mi camino y eso también la ha hecho disfrutar mucho.
Ahora debe de estar muy orgullosa.
Sí, yo creo que sí, y es un apoyo único. Ella viene de una generación tremenda: la postdictadura, el postfranquismo, una sociedad muy patriarcal, muy machista, un lugar horrible para poder tener independencia y autonomía. Ella ha luchado por sus derechos. Por su independencia y autonomía, por la igualdad real. Por vivir contra el sometimiento. Tiene 76 años y sigue trabajando. Es sastra.
Como tu abuela, costurera. ¡Antonia Guzmán! La quisimos tanto en ‘A cambio de nada’.
Sí. Igual. Mi madre empezó trabajando en Galerías Preciados. Se emancipó. Empezó trabajando muy joven. Tuvo suerte de adquirir cultura, conocimiento, educación, ¡fundamental! Yo he tenido mucha suerte con mi abuela y con mi madre. Tienen sentido común, humanidad y saber estar. Su ecuanimidad me ha hecho mejor persona. Mi personalidad se ha forjado a partir de ellas. Es verdad que me han dado mucho. Soy hijo único…
El cineasta nos recibe en el Café Comercial y habla de cómo su madre y su abuela forjaron su personalidad.
Ah, el mimado.
Claro (sonríe). Le he dado quebraderos de cabeza a la pobre. Ella tiene un gran pensamiento crítico. Y es libre. Eso también lo tenía mi abuela. Yo a mi abuela le he hecho mucho caso, más que a mi madre, por el salto generacional. La relación madre-hijo es diferente a abuela-nieto.
Como la frase ésta de “a mí no me cuida la policía, me cuidan mis amigas”. Pues tú: “Yo no hago caso a la policía, hago caso a mi abuela”. Con los problemas que has tenido tú con la autoridad siempre… Anarquismo emocional.
(Ríe) ¡Es verdad! Totalmente identificado. Mi abuela era la autoridad, nunca la policía. Ella me ha mostrado mejor el buen camino sin moralizar, contándome historias y yo entendiéndolas. Mi vida ha sido mucho mejor cuando he estado junto a ella. Me ha hecho muy feliz, me ha hecho divertirme, tener ganas de verla siempre, necesidad de compartir momentos… tenía tanta clase, ¡eso no tiene nada que ver con el dinero! Me decía que había que ser buena gente y que lo importante es no perder el afecto de las personas. Que la gente te quiera. ¿Sabes esa energía… de que te gusta estar con alguien?
"Mi madre es la mujer que más ha sufrido por mí y la que más feliz ha sido por mí"
Sí.
Mi madre y mi abuela eran así, tienen esa cosa social.
Vaya, como tu cine. En tu trabajo siempre hay una conexión con la gente.
Joder, pues no había hecho nunca esa relación. Pero quizás sea contradictorio, porque yo… yo a veces no creo mucho en el ser humano. Digo “vaya camino ha elegido para la destrucción del planeta y de sí mismo”, “vaya camino hacia el egoísmo”. Pero luego hay una parte que aún me da confianza… que me genera esperanza.
Daniel Guzmán siente que su madre y su abuela le prestaron su dimensión social.
Te resulta entrañable. Aún somos un poco humanistas.
Sí. Aún creo en el colectivo y en la necesidad de ayudarse.
Si ya no creyeras en eso, harías un tipo de cine más aburguesado, de dos personajes mirándose en una gran casa en las afueras, más encerrado en sí mismos y en sus pensamientos.
Sí, me parece una reflexión muy interesante. Creo que al final sólo nosotros nos podemos salvar de nosotros mismos. Somos la única solución a nuestra catástrofe.
Tú naciste en Madrid, en Aluche, en el año 73. Te llamas a ti mismo “perro callejero” y dices que tu cine es de descampados, interrogatorios y delincuencia. Pero, ¿qué lugar ocupan en eso las chavalas? ¿Cómo eran las niñas o las muchachas con las que te juntabas en la infancia y en la primera juventud, cuál era tu dialéctica con ellas? ¿Te daban miedo, eran amigas, había extrañeza, deseo…?
Fíjate cómo ha cambiado todo desde hace 30 años hasta ahora, cómo está cambiando la sociedad civil: cómo está cambiando en la conquista de derechos, en la conquista hacia la igualdad y en esa discriminación positiva, que algunos están en contra. Pero es que la única manera de llegar a la igualdad real dentro del país…
Daniel Guzmán toquetea las películas viejas del puesto de la glorieta de Bilbao...
Por no hablar de que ya existe discriminación positiva hacia los hombres. Lo que pasa es que es tácita.
Estoy totalmente de acuerdo. Estaba muy descompensada la balanza. El caso es que si echo la vista atrás, hacia mi adolescencia… qué diferente era todo. Mi relación con las chicas era desde el pudor, desde la vergüenza, pero también desde la posición dominante de hombre. No nos relacionábamos igual con los chicos que con las chicas. No teníamos amigas realmente, porque no teníamos los mismos tipos de conversación ni de acercamiento. En la adolescencia, por esa cosa machista, todo era atracción sexual. Nos lo estábamos perdiendo todo: un punto de vista brutal. Empecé a tener amigas ya en mi edad adulta y todo mi conocimiento cambió.
"La discriminación positiva es la única manera de llegar a la igualdad real en España: yo estoy a favor”
Yo siempre pienso que el hecho de que hombres y mujeres seamos amigos es una gran conquista del feminismo, porque así también se deja de sexualizar continuamente al otro, ¡en especial a la mujer, que empieza a ser una interlocutora horizontal, válida…! Antes parecía que teníamos que acercarnos mediante el sexo, como si no hubiera otra forma de relacionarse.
Eso es verdad. A partir de los 20 años o así ya tuve amiga que me han acompañado hasta hoy, pero entre los 10 y los 20, que es una etapa importantísima en nuestro desarrollo, no me relacionaba con las mujeres por un tema social y educacional. Gracias a este cambio de paradigma y social, tuve la suerte de encontrar otra visión de la vida.
¿Qué me dices de tus mitos eróticos? Porque tú eres un punki. A ti te gusta mucho Evaristo y La Polla Records también. Me preguntaba, al leer esto, cómo son los mitos eróticos de un punk. ¿Son distintos a los del pijo… o no?
Es verdad que han cambiado. Antes todo estaba sexualizado. Todo eran cuerpos. Todo lo que te vendían a través del sexo eran modelos o cánones que no tenían nada que ver con tus atracciones, con la vida real, con el sexo real.
... y al final decide llevarse Taxi Driver para regalársela a un amigo.
Las chicas de las revistas porno.
Sí, las revistas. Al principio no teníamos acceso al porno digital, eran todo revistas antiquísimas… y luego estaba Canal Plus, pero codificado. Como no tenías acceso, te lo imaginabas. Yo no tenía capacidad de pago, así que el factor imaginación era mucho más potente. Veías media silueta, encriptado total. El sexo era lo que hicieras con tu cabeza. Igual que con las fotografías, no animadas: te montabas tu pequeña película.
Luego, entre los 14 y 15 años, irrumpió el punk en mi vida y me dio otro punto de vista. La sexualidad, hasta los 14-18 años, está a flor de piel. Con más acceso a imágenes, mi punto de vista sobre la sexualidad cambió, y mis cánones de belleza de los 14 a los 20 no son los mismos que de los 20 en adelante.
"Veíamos el porno en el Canal Plus, codificado: como no tenías acceso, te lo imaginabas. El sexo era lo que hacías con tu cabreza"
¿Qué mujeres deseabas en ese momento? Siempre hay una Ana Obregón o una Maribel Verdú, grandes mitos eróticos españoles. ¿Tú tenías algo en concreto?
Recuerdo al personaje de Emmanuelle. Y Los Ángeles de Charlie. Ahora me quedo con Scarlett Johansson. Es un mito total, no solo por el físico, sino por todo lo que conlleva su personalidad: misteriosa, independiente, libre, activista.
¿Recuerdas tu primer amor? ¿Tu primer gran amor? ¿Fue importante?
He tenido tres grandes amores en mi vida. El primero con 16, el segundo con 24, y mi actual pareja. Sé que me he enamorado porque son mujeres que me han descolocado.
Me gusta eso del amor como un descoloque.
Sí, me han hecho sentir y han elevado mis revoluciones. Me han tocado, me han invitado a regalar constantemente. La sorpresa es fundamental para mí.
Dice Daniel Guzmán que siente que se ha enamorado cuando se siente descolocado por una mujer.
¿Y cómo ha cambiado tu forma de entender el amor desde los 16 hasta ahora?
Sigo creyendo lo mismo que en los comienzos. Cuando amas, la vida tiene otra gracia, otro interés. Hay gente que se enamora una vez, gente que se enamora varias…
Gente que no se enamora nunca.
Es verdad, pues es una pena, porque yo sí he sentido la transformación de mi cuerpo y de mi mente. Por amor… siento que puedo con todo, que puedo moverlo todo. Cambiarlo todo. El mundo también.
Hay una frase maravillosa de Goethe que dice: “Da más fuerza sentirse amado que sentirse fuerte”.
Exacto. Cuando más poderoso me he sentido… sí, ha sido porque amaba. A mí me genera más emoción y más ilusión regalar que que me regalen. Me gusta ser activo en querer, no sólo recibir. Me gusta generar amor y risas. He estado enamorado de mis parejas, de mi abuela y mi madre.
"He tenido tres grandes amores en mi vida y he sentido la transformación de mi cuerpo y de mi mente"
¿Cuál fue tu primer deslumbramiento al ver un cuerpo desnudo de mujer y cómo fue tu primer acercamiento al erotismo?
Fue como un volcán de energía: los olores, el tacto, el descubrir un cuerpo nuevo que se volvía parte de tu mundo. Todo eso mezclado con inseguridad y pudor, y con torpeza, claro.
¿Qué edad tenías?
14 años.
Precoz.
Sí, en ese aspecto también. Inquieto.
Daniel Guzmán cree que nunca ha construido mejores personajes femeninos que en La deuda, su última película.
¿Cómo ha sido para ti la construcción de personajes femeninos en tus películas? ¿Cómo te has acercado al cerebro y el corazón de las mujeres?
El acercamiento más importante ha sido ahora, con La deuda. Porque los personajes femeninos no son catalizadores, sino motores de la historia. Son las protagonistas reales. Está el personaje de Susana, de Charito y de Gabriela. El de Gabriel conecta con la madre, con la mujer que pierde lo más importante de su vida e intenta salir adelante y levantar la voz, es carácter, es fuerza. Susana es la luz, es libertad, es empoderamiento, o mejor dicho, emancipación: porque busca el lugar que le corresponde. Tienen mucha autodeterminación.
Y el personaje de Charito es el personaje de mi abuela: luchó en la guerra, perdió a su familia en las cunetas. Pasaron hambre, entraron en una dictadura y salieron de ella. Ese personaje es mi vida. Es todo para mí, es lo que es mi abuela a mi vida. Esas tres generaciones de mujeres me dan respuestas necesarias como hombre, como cineasta y como persona.
"No me he sentido más atraído por mujeres de izquierdas que de derechas: la ideología no tiene nada que ver con el sexo"
¿Te has sentido más atraído por mujeres de izquierdas que de derechas?
No. Fíjate qué fuerte esto, porque la ideología no tiene nada que ver con la atracción sexual: de hecho, me gusta que sea así, porque me hace no ser clasista (ríe). Pero de más joven, quizá… parecía ya escrito que el chico de barrio se iba a sentir atraído por una clase social que no era la suya.
La dama y el vagabundo. El ‘Pijoaparte’ de Juan Marsé.
Sí, todo el cine está incluido por esa atracción de las clases, pero el sexo, al final… te coloca en el mismo lugar. Me han atraído mujeres de derechas, claro pero luego la vida es otra cosa: me han interesado, hablando de relaciones de pareja, mujeres más progresistas e igualitarias. Necesito estar con una persona con la que esté aprendiendo todos los días, que me dé puntos de vista distintos, que me cuestione y me haga evolucionar.
Pequeño test final: nombres de mujeres que te han inspirado.
- Cineasta: Nadine Labaki, la directora de Cafarnaún. La admiro muchísimo. Su cine me ha transformado y me ha dado nuevos puntos de vista.
- Actrices: Scarlett Johansson y Meryl Streep, por la humanidad radical que transmiten en sus personajes. Van en paralelo actriz y personajes. En este país hay actrices maravillosas, como Itziar Ituño o Susana Abaitua. Me inspiraba mucho Verónica Echegui, por todo, por su búsqueda, por su activismo.
- Artista: Frida Kahlo, por lo que sufrió, luchó y consiguió.
- Personaje de ficción: Matilda, ¡cómo la queremos la humanidad entera!
- Política o activista: Mujeres como Irene Montero o Ione Belarra.