Arréglate que nos vamos con Maricruz Sainz de Aja

Protagonistas

Maricruz Sainz de Aja, cronista del mundo desde su cámara: "La fotografía y la enfermedad tienen en común la paciencia"

La maestra de la cámara y artista vocacional se sienta a los micros de 'Arréglate que nos vamos' para contar las experiencias que han marcado su trayectoria.

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El nuevo episodio de Arréglate que nos vamos, el pódcast conducido por Cruz Sánchez de Lara, vicepresidenta ejecutiva de EL ESPAÑOL y editora de Magas y ENCLAVE ODS; y Charo Izquierdo, directora de ENCLAVE ODS, da la bienvenida a una invitada muy especial e internacional: Maricruz Sainz de Aja, artista visual, exploradora, y una cronista del mundo que ha convertido la cámara en su pasaporte hacia lo esencial.

Nacida en Ciudad de México, creció entre los colores y las tradiciones de su tierra natal. A los seis años ya pintaba al óleo y a los diez recibió su primera cámara instantánea, un regalo de su padre que marcaría su destino creativo. "Desde que recuerdo me gustó hacer fotos. Lo hacía de manera espontánea. Nunca lo intenté de manera profesional, pero me fui pegando a los mejores y supe que estaba lista".

Su relación con la fotografía es visceral, casi mística. "Esta me eligió a mí. Implicaba todo lo que me apasiona en la vida, que es viajar, descubrir". De esa curiosidad nació una carrera internacional reconocida con premios y menciones honoríficas, aunque Maricruz mantiene la humildad de quien se siente una simple intermediaria. La artista ha recorrido más de 70 países y su obra busca rendir homenaje a la diversidad humana.

Entre sus grandes referentes, cita tres nombres que marcaron su manera de mirar: Sebastião Salgado, Frida Kahlo y Steve McQueen. Con este último incluso "intercambié teléfonos en París hace un par de años", recuerda con cariño. Maricruz Sainz de Aja siempre ha sentido una especial atracción por África. Si tuviera que escoger un lugar para instalar su vida, lo tiene claro: “Yo siempre he abrazado la idea de que un día voy a acabar en algún lugar como Tanzania o Kenia".

La fotógrafa describe este destino como un sueño que resume su espíritu explorador y la conexión con culturas diversas. A lo largo de sus viajes, ha desarrollado una sensibilidad especial hacia la fortaleza del ser humano: "Conecto de manera empática y natural desde hace mucho con la dignidad de estas personas y con cómo enfrentan la vida. Porque cuando tú vas a ciertas tribus en condiciones de extrema dificultad, te das cuenta de que estas gentes tienen garra y luchan por su vida".

Retrato de la fotógrafa mexicana.

Retrato de la fotógrafa mexicana. Esteban Palazuelos

El momento en que todo cambió

Esa comprensión de la resistencia humana cobraría un sentido completamente nuevo cuando la vida le plantó cara sin avisar. La artista recuerda el momento con claridad y filosofía. "La vida es una carrera y hay veces en las que algunas personas tenemos que parar de golpe. Eso me pasó a mí. Hace un año que me detuve por un diagnóstico de cáncer", se abre en conversación con Sánchez de Lara e Izquierdo.

En medio de ese proceso, Madrid apareció como refugio inesperado. Recuerda el momento en que tomó una valiente decisión con nitidez: "Un día en mi camino a Miami estaba en la fila documentando mi equipaje y decidí venirme aquí. Una decisión irresponsable en mi cabeza, pero necesitaba este espacio para mí".

España no solamente la recibió con los brazos abiertos, sino que se convirtió en el escenario de su renacimiento personal. La fotógrafa lo celebra sin filtros: "No sabéis lo feliz qué estoy. En mi estancia aquí entendí que yo necesitaba este tiempo de reconstrucción, de introspección. Y entendí que no era llorar por lo que se pierde, sino abrazar lo nuevo a modo de renacer".

Cruz Sánchez de Lara y Charo Izquierdo, junto a la invitada de la semana.

Cruz Sánchez de Lara y Charo Izquierdo, junto a la invitada de la semana. Esteban Palazuelos

De esa experiencia surgió una revelación que conectaba su vida profesional con su proceso personal: "Comprendí que la enfermedad tiene mucho que ver con la fotografía, porque al final del día ambas tienen una cosa en común: la paciencia". Esta se ha convertido en su nuevo mantra. "La fotografía documental es espontánea, pero hay retratos que sólo se logran esperando y con esa conexión que tienes a través de lo que miras en las personas".

Y añade, con la sabiduría de quien ha mirado la vulnerabilidad desde dentro: "Entonces asocias eso con la enfermedad y entiendes el mensaje". Así, esa sensibilidad cultivada durante años recorriendo el mundo encontró su sentido más profundo en el reto personal más duro de su vida. La comprensión de la resiliencia ajena se transformó en el ejercicio de la suya propia, y la paciencia de la artista se fundió con la del paciente, creando una nueva perspectiva tanto vital como creativa.

Habla de su obra con la serenidad de quien ha aprendido a mirar el mundo desde la experiencia. Explica que, aunque siempre trató de empatizar con las culturas que documentaba, su visión cambió tras su proceso personal: “A veces vas a comunidades y, aunque lo entiendes, aunque tratas de empatizar, no lo haces desde la experiencia”. Menciona una de sus piezas más significativas, un retrato de una mujer de la tribu Dinka que camina más de doce horas diarias para conseguir agua bajo el sol de Sudán del Sur.

“Esa es su vida”, dice, “y cuando terminé mi tratamiento entendí que esa caminata resume lo que yo viví”. Ahora, confiesa, su fotografía tiene otra profundidad: “Desde luego se va a transformar porque ahora la practico poniéndome en la piel de estas personas. Antes tenía curiosidad; ahora respeto absoluto por la vida de los demás". Durante la conversación, explica que este aprendizaje le abrió también a la dimensión del sufrimiento y de las diferencias culturales más extremas.

Viajando por el mundo, ha sido testigo de costumbres que desafían su mirada occidental. “Ves muchas cosas que no comprendes”, reconoce. Cita la maternidad en la tribu Munda, donde las mujeres “no tienen el concepto de enamoramiento, pero se aparean, tienen hijos y, al año, los entregan para que sean criados en comunidad”. Su reflexión es clara: “Me he dado cuenta de que en este mundo sufrimos más. Estamos invadidos por necesidades que no teníamos y que hacemos nuestras porque ahora las conocemos".

"Ellos no; no tienen consumo, ni posesión, ni corrupción… no necesitan nada. Y quizá, por eso, viven más libres”, compara Sainz de Aja, que asegura vivir este nuevo momento de su vida como un punto de inflexión. Tras un año lleno de revelaciones, siente la necesidad de dejar testimonio: “Creo que debo hacerlo. Experiencias he tenido muchas, incontables. Estoy por escribir un libro desde mi perspectiva de vida". Proyectos en mente no le faltan, y ganas, queda claro en el programa de Cruz Sánchez de Lara y Charo Izquierdo, tampoco.

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