De izquierda a derecha, las investigadoras Carla Arnau del Valle, Ana Ruiz Sáenz y Raquel Bratos Lorenzo.

De izquierda a derecha, las investigadoras Carla Arnau del Valle, Ana Ruiz Sáenz y Raquel Bratos Lorenzo. Montaje de Cristina Sobrino con imágenes cedidas.

Protagonistas

Objetivo prevención: las jóvenes españolas que están transformando la investigación contra el cáncer de mama

Carla Arnau, Ana Ruiz y Raquel Bratos simbolizan una mirada optimista al mañana que se comienza a forjar en la actualidad.

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Hay días que están marcados en rojo en el calendario. El 19 de octubre, sin embargo, resalta en rosa. En esta jornada, el mundo se encarga de conmemorar el Día Mundial contra el Cáncer de Mama. De acuerdo con el Observatorio de la Asociación Española Contra el Cáncer, en España en 2024 se detectaron 35.875 nuevos casos.

No obstante, para algunas personas cada día está teñido de este color. Algunas de ellas (y ellos) son pacientes y otras se dedican a la investigación sobre esta enfermedad. Esos perfiles que pasan desapercibidos a pesar de que cumplen con una labor fundamental cuyos resultados se reflejan en el presente y en el futuro. En Magas hemos hablado con tres de ellas.

Ana Ruiz Sáenz, investigadora principal de la Fundación Cris Contra el Cáncer en el Laboratorio de Resistencia a Terapias Contra el Cáncer en CIC bioGUNE; Carla Arnau del Valle, investigadora posdoctoral en la UPV que trabaja con la beca MSCA; y Raquel Bratos Lorenzo, oncóloga de la Unidad de Mama y Cáncer Hereditario de HM Hospitales en el Centro Integral Oncológico Clara Campal.

La conversación ha versado sobre la patología en diferentes vertientes: desde un enfoque más humano hasta uno más social, pasando por los últimos avances que se forjan en los laboratorios, así como sus propios proyectos y la cuestión de género dentro de estos y en los tratamientos.

Es el momento

Cada una de estas expertas orienta su labor profesional en un sentido. Sin embargo, todas tienen puntos en común. El primero, su dedicación, esa que a veces resta calidad de vida y demuestra que el concepto de conciliación tiene más sentido sobre el papel que en la realidad.

Al margen de esto, otros detalles en los que coinciden son en que sus discursos establecen dos elementos clave para avanzar hacia la cura, o la "cronificación", como destaca Ruiz, de la enfermedad. Se trata de la prevención y la medicina personalizada como principales armas. En cualquier caso, cada cual tiene su parcela de investigación muy clara.

"Ahora mismo tengo una beca europea que es bastante competitiva. Se llama Marie Curie", comenta Arnau (Benicarló, Castellón, 1993), que ha realizado varias estancias internacionales durante su formación. "Me centro en la detección del cáncer de mama mediante biopsias líquidas. La idea es que el proceso de diagnóstico no sea tan invasivo. Soy especialista en fluorescencia", explica.

Carla Arnau del Valle en un laboratorio durante su estancia en Estados Unidos.

Carla Arnau del Valle en un laboratorio durante su estancia en Estados Unidos. Cedida

La técnica que menciona la investigadora consiste en utilizar sustancias o marcadores que emiten luz cuando son expuestos a ciertas longitudes de onda, permitiendo identificar y visualizar células, genes o tejidos tumorales específicos.

"Se puede hacer con una simple muestra de orina o de sangre. Mediante esto, es posible detectar un cáncer de mama antes de que empiecen los primeros síntomas y, además, permite un seguimiento durante el tratamiento. Como si fuese un sensor para controlar su evolución", especifica Arnau, que concreta que se trata de una metodología complementaria a lo que ya se hace en consulta.

Por otro lado, señala también algo muy importante: "Queremos que sea barata, accesible, para que pueda aplicarse en esas citas anuales o bianuales con el ginecólogo", dice.

Ana Ruiz Sáenz (Arnedo, La Rioja, 1983) se pone la bata blanca para intentar entender cómo funcionan los fármacos y la eficacia de los mismos contra el cáncer de mama. "Nos focalizamos en el HER2 positivo, una tipología que afecta a una de cada cinco mujeres. Hasta que llegaron las terapias dirigidas, estos casos tenían muy mal pronóstico", menciona.

A pesar de los buenos resultados que destaca la investigadora sobre este tipo de prácticas, lo cierto, tal y como comenta, es que "con el tiempo los tumores desarrollan resistencia. Esas células tienen la capacidad de cambiar y adaptarse a los tratamientos y dejan de responder a los mismos", detalla.

"Nosotros estudiamos cómo sucede esto con el fin de prevenirlo o identificar nuevas dianas terapéuticas que puedan ser utilizadas para otras alternativas farmacológicas", comenta sobre su labor profesional.

La oncóloga Raquel Bratos Lorenzo (Zamora, 1983) se especializa en patología mamaria. "Mi labor es, sobre todo, asistencial y de investigación. Aunque también hago un poco de docencia. Participo en proyectos observacionales, principalmente en ensayos clínicos específicos de la mama en distintos escenarios, tanto en enfermedad precoz como avanzada", señala.

"Si tuviera que escoger, me quedaría con la detección temprana. Siempre digo que el objetivo es que no tengamos que llegar a un escenario de metástasis. En cualquier caso, cuando el cáncer se encuentra en fases más progresivas, vamos consiguiendo nuevos fármacos que al final incrementan el tiempo y la calidad de vida de los pacientes", detalla.

"También llevo el tipo hereditario, que es una especialidad más transversal. Me gusta mucho la prevención en ese sentido y el asesoramiento para con las familias", comenta aludiendo ya a esa parte más personal y humana de su profesión.

Prevención y personalización

Como se menciona con anterioridad en el texto, las tres investigadoras apuntan a la prevención del desarrollo de la enfermedad y la personalización de la medicina como elementos clave en el tratamiento del cáncer de mama.

"Es el presente y el futuro; no podemos tratar a diferentes pacientes de la misma forma. Por supuesto que sí que existen alternativas comunes porque hay características que lo son, como los factores moleculares dentro del tumor, que son los que dirigen su crecimiento", especifica Ana Ruiz Sáenz.

La investigadora de Cris Contra el Cáncer.

La investigadora de Cris Contra el Cáncer. Cedida

No obstante, la investigadora de Cris Contra el Cáncer señala que la evolución de la patología es muy distinta en cada caso e incluso en una persona, como sucede cuando hay metástasis. "Dentro de una misma paciente, el cáncer se puede comportar de forma muy diferente en función de sus singularidades", destaca.

"Ojalá que con los años podamos llegar a un nivel de detección molecular de todas las características del tumor. Esto permitiría diseñar terapias cada vez cada vez más personalizadas para cada cual", señala.

Respecto a las innovaciones en las líneas de investigación, Raquel Bratos también se muestra tajante: "Sobre todo esto: prevención y más prevención. Y si la enfermedad acontece, hay que intentar diagnosticarla de forma incipiente para que las tasas de éxito sean altísimas", comenta.

Carla Arnau del Valle también emplea la palabra personalización durante la conversación. "Cuando detectamos un pico con el sensor, ya sea hormonal o de una proteína, no es sinónimo de que esa persona vaya a desarrollar cáncer de mama, pero sí que se va a hacer un seguimiento a medida de ese caso teniendo en cuenta la muestra basal", destaca la joven de Benicarló.

Por otro lado, retomando el concepto de prevención, esta no sólo habría que tenerla como foco antes de la posible aparición de la enfermedad. También ha de estar presente de cara a una recidiva (recaída), en los casos de las mutaciones BRCA y para reducir desigualdades en el acceso a la medicina.

"Ante la reaparición de la patología, tenemos que hacer una estratificación del riesgo individual. Obviamente, hemos de ser realistas con estas personas y decirles por qué algunas necesitan un seguimiento más intensificado y otras menos", comenta Raquel Bratos.

"A día de hoy, gracias al desarrollo de las nuevas técnicas moleculares, cada vez contamos con pruebas más sofisticadas y sensibles, menos cruentas. En la actualidad, se está incorporando la biopsia líquida —el centro de la investigación de Carla Arnau del Valle—", dice la oncóloga.

"Con ella identificamos lo que llamamos el DNA tumoral circulante, que señalaría la punta de ese 'fracaso' y, por lo tanto, podríamos actuar en consecuencia. Permite destapar esto incluso cuando no hay manifestaciones clínicas de empeoramiento radiológico", explica.

Por otro lado, en la conversación con ella también salen a relucir los nombres de los BRCA1 y BRCA2, que son dos de los principales genes de susceptibilidad al cáncer de mama. "Hay muchos otros que también indican que se puede ser portador o portadora de la enfermedad", detalla Bratos.

La oncóloga Raquel Bratos en su consulta.

La oncóloga Raquel Bratos en su consulta. Cedida

"En este caso, si se tiene, es posible que haya un incremento de la probabilidad de tener problemas oncológicos, pero no es una certeza", destaca la experta de HM Hospitales.

Una vez más, en este punto se vuelve a la personalización. "Necesitas un asesoramiento específico para intentar prevenirlo o diagnosticarlo de forma muy incipiente. Esto es clave en oncología en general y sobre todo en patología mamaria", aclara la profesional de la salud.

Por otro lado, la anticipación es fundamental también en la educación sanitaria y para reducir desigualdades entre distintos grupos de mujeres de cara a enfrentarse con la enfermedad, algo que destaca en su discurso Carla Arnau del Valle.

"La investigación se está abriendo muchísimo más a tener muestras de distintos perfiles femeninos, pero ha estado limitada durante mucho tiempo, hasta hace unos 20 años. No es necesario centrarse en el cáncer de mama para verlo. Se puede hablar de endometriosis, por ejemplo. Sigue habiendo gente que no sabe de qué se trata", comenta.

"La razón por la que se ha estudiado tan poco es porque los modelos a seguir eran principalmente masculinos, de ahí que ahora también se esté intentando avanzar tanto. Diría que ahora incluso se está abriendo más a perfiles diferentes, ya sea en cuanto a cuestiones culturales o étnicas", explica la profesional.

Este tipo de avances se traduce en que se reciban muestras distintas y que luego sus progresos en el laboratorio también tengan en cuenta esa diversidad. "Así tenemos la capacidad de saber también en qué parte de la población funciona nuestro sensor, por ejemplo", destaca.

El plano social

Cualquier enfermedad de cierto calado supone un reto, pero no sólo en lo médico o en la investigación, sino también en la sociedad. La repercusión de estas patologías siempre va más allá de lo obvio y presenta desafíos en diferentes aspectos.

Para Carla Arnau del Valle es esencial señalar que hay muchísimos tipos de cáncer de mama. "Eso es algo que me motiva, saber todo lo que queda por resolver. Si yo aporto mi grano de arena para eso, siempre va a haber otros que me sigan", comenta.

Por otro lado, la investigadora de Benicarló comenta que un detalle que no le entusiasma demasiado y que le gustaría cambiar en cuanto a la percepción de la enfermedad en general es "cómo la venden".

"He escuchado y leído a pacientes que sienten que si no superan el cáncer es culpa de ellos o de ellas", especifica. A colación de esto, conviene recordar que esta situación no se trata de una lucha ni de una batalla, que son términos que se emplean con frecuencia y de forma desconsiderada con aquellas personas que padecen estas patologías.

En línea con esto, también enarca la ceja en la conversación para referirse a la comercialización, y a veces banalización, de lo relativo a la sensibilización sobre este asunto.

"¿Cuánto dinero de todo eso que se recauda en según qué campañas va destinado a la investigación? Por supuesto, hay empresas que sí lo hacen bien, pero a veces parece que el cáncer de mama es más fácil de consumir. No creo que sea atractivo hacer algo similar con el de páncreas", comenta. Aquí bien podría salir a relucir de nuevo la cuestión de género.

Ana Ruiz Sáenz, de Cris Contra el Cáncer, destaca que su trabajo es gratificante a la par que una gran responsabilidad. "En el día a día, a tu alrededor, te encuentras a personas que han sido diagnosticadas y que cada vez quieren saber más al respecto. Ahí las investigadoras también tenemos una labor explicativa y de acercarles lo que hacemos. Eso también es nuestra fuerza", destaca.

La oncóloga Raquel Bratos destaca que el cáncer de mama afecta a una población en activo mayormente joven, "en pleno apogeo o en plena autorrealización vital". La profesional sanitaria, a razón de esto, comenta que, a pesar de que se está muy sensibilizado con la cuestión, aún falta un poco de empatía.

"Después de un bache tan importante, hay algunos estigmas de cara a la integración laboral, por ejemplo. Por otro lado, de los tratamientos se derivan unas secuelas que pueden ser muy limitantes y deteriorar la calidad de vida, incluso a nivel cognitivo. De ahí nacen frustraciones porque las pacientes se siente incomprendidas. Todo debería enfocarse de forma más paulatina y progresiva", señala.

Ana Ruiz Sáenz señala que "si tuviera que dar un mensaje sería que desde el laboratorio podemos resolver muchas preguntas, pero las respuestas no llegan de forma inmediata. No obstante, los fármacos y avances que estamos viendo hoy en los hospitales son el resultado del desarrollo de las últimas décadas. Así que una inversión en la actualidad lo es también en el futuro".

En el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, el rosa es sinónimo de solidaridad, esperanza y compromiso; pero es el trabajo incansable y silencioso de estas investigadoras es el que impulsa cada avance, cada nueva terapia y cada logro, transformando el futuro y la vida de miles de personas. No sólo ahora, sino también el día de mañana. Por mí y por todas mis compañeras.