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Guitarricadelafuente es la cara de la época.

Con ese rizo que le cae sobre la frente como un muellecillo de dios.

Con esas pestañas tan largas (pienso que puede rozarme a lo lejos con ellas, pienso que pueden mover objetos pesados al desplazarse), densísimas, conmovedoras.

Como de niño grande, o de querubín peligroso, o del juglar más guapo del reino, ambiguo y fatal.

Va armado con una guitarra, un café y unas cadenas de oro que le caen sobre el pecho de fibra y hueso, un pecho como de Cristo echado a andar. Uno de los collares tiene forma de jamón de Teruel. Se lo regaló su hermana. Ejerce de amuleto. Como si le hiciera falta.

Álvaro está tocado con la varita. Álvaro tiene la suerte. No camina, se desliza. El mundo es jabonoso para él, él puede llegar a todas partes.

Tiene cosas de poeta. Una distingue a un poeta cuando lo ve.

Tiene dentro del tórax algunos secretos: cancioncillas de la cultura popular, frases flamencas, expresiones hermosas y radicales del barrio y de la plaza, de las brujas y de las cuevas.

Fue una criatura empequeñecida y suave y ahora se ha hecho mayor, casi de golpe (¿no dicen las abuelas que los niños crecen por la noche, cuando nadie les mira? Algo así, algo así). Tuvo miedo y ya no, o cada vez menos. Se estaba quitando las escamas de la adolescencia y de los días clandestinos.

Por eso Spanish Leather, su último trabajo, es el disco del cuerpo: del hedonismo cañí, de los romances que empiezan cuando alguien blande ante nosotros un mechero de toro para darnos fuego. Esto es una epifanía de espaldas delgadas donde tiembla el músculo y brazos bronceados con vello rubio refulgiendo al sol, qué alegría, qué juventud insolente, por favor, qué belleza.

En las últimas canciones de Guitarrica siempre es verano (por más que ya sea septiembre) y la vida siempre sale a recibirnos. Van a pasar cosas buenas. De hecho, ya están pasando.

Acaba de publicarse la primera imagen de rodaje de La bola negra, la nueva película de Los Javis inspirada en las únicas cuatro páginas que Lorca dejó escritas antes de ser fusilado, y Guitarricadelafuente protagoniza la foto y el filme. Le acompañan Penélope Cruz, Lola Dueñas, Miguel Bernardeau y Carlos González. Casi nada.

Hablamos con el chico del momento sobre las chicas de su vida. Y sobre esto y aquello.

La primera mujer en la vida de todos es nuestra madre. En tu caso, ¿cómo es tu madre, cómo ha sido su vida y en qué te pareces a ella?

Creo que cuando eres niño no valoras tanto el ejemplo que te dan tus padres. Pero al final son un referente aunque no seas consciente.

Ahora que soy mayor, admiro mucho a mi madre: es alguien muy apasionada con su trabajo, muy obsesiva en el buen sentido, de esas personas que no se quedan a medias. Cuando se entrega a algo, lo da todo.

Eso nos lo transmitió a mi hermana y a mí, no porque nos lo impusiera, sino por el ejemplo. Ella viene de una familia humilde. Mi madre es médico nefrólogo y, aunque se acaba de jubilar, sigue estudiando, sigue respondiendo consultas de otros médicos.

Tiene esa humildad y ese pudor… como si le costara reconocerse todo lo que ha conseguido. Creo que eso también tiene que ver con la conciencia de clase con la que creció: siempre trabajando, siempre esforzándose.

Guitarricadelafuente siempre ha estado muy unido a su madre y a su hermana. De ellas tiene la tenacidad.

Guitarricadelafuente siempre ha estado muy unido a su madre y a su hermana. De ellas tiene la tenacidad. Cristina Villarino.

¿Y cómo fue tu infancia con ella? ¿Qué tipo de niño fuiste?

Mira yo nací en Benicàssim, pero toda mi familia estaba en Zaragoza, así que viajábamos mucho. Además, iba a un colegio que quedaba a media hora de mi casa. Recuerdo una infancia bastante solitaria, porque mis amigos del cole vivían en pueblos distintos y los fines de semana me aburría muchísimo.

Ese aburrimiento, supongo, me llevó a crear. Pero también siento que crecimos muy protegidos. Mi madre tenía esa obsesión de darnos a mi hermana y a mí lo que ella no había tenido, de que no nos faltara nada. Y eso nos dio mucha seguridad, aunque también significaba estar muy pegados a ella, muy respaldados.

En una de tus primeras canciones conocidas, en 2022, aventurabas “ya mi mamá me decía…”, ¡como quien suspira! ¿Recuerdas algún consejo histórico que te haya dado tu madre? ¿Cómo se ha llevado ella con tu éxito?

Sí, recuerdo que una vez, cuando estaba en el garaje grabando con los micros, me dijo algo así como: “¿De verdad crees que de esto se puede vivir?”. No lo decía porque no creyera en mí, sino desde la prudencia. Ella tampoco se imaginaba que esto pudiera convertirse en mi vida. Yo tampoco: nunca me planteé la música como una opción real, sino como un sueño. Pero, aun con esa duda, mi madre —igual que mi padre— han sido mis apoyos principales. Nunca me han dejado de respaldar.

¿Le has hecho algún regalo especial a tu madre con los primero sueldos locos de la música?

Ella no es nada de regalos caros ni de marcas. Le incomodan. Y a mí también me pasa un poco, así que no me gusta darle algo que no le vaya a encajar. Prefiere los gestos más que lo material. Cuando escribí la canción Ya mi mamá me decía, tenía 16 o 17 años. Fue justo cuando estaba empezando a descubrirme y a aceptar que me gustaban los chicos. Esa canción era como un viaje iniciático, una liberación. Y cuando la cantaba, sentía que había un vínculo con mi madre, casi un cordón umbilical: esa sensación de que las madres te conocen incluso mejor de lo que tú te conoces.

Guitarricadelafuente recuerda que una de sus primeras canciones fue dedicada a su madre, en un momento de exploración y liberación.

Guitarricadelafuente recuerda que una de sus primeras canciones fue dedicada a su madre, en un momento de exploración y liberación. Cristina Villarino.

¿Crees que ella se dio cuenta antes que tú de tu orientación?

No lo sé, la verdad es que nunca lo hemos hablado directamente. Pero recuerdo que una vez, cuando estaba en Málaga con un chico con el que salía, una cuenta de fans subió una foto nuestra. Yo aún no se lo había contado a mis padres, y digamos que fue un poco salir del armario a la fuerza.

También tienes una hermana. Sé de ella que te regaló un colgante con forma de pata de jamón que siempre llevas contigo. ¿Cómo es ella y qué papel ha jugado en tu vida?

Tengo una hermana mayor, me saca cinco años, y siempre ha tenido mucha influencia en mí. Era la que me decía cómo vestirme, qué música escuchar… Recuerdo que me dejaba su iPod rosa y ahí descubrí mis primeras canciones.

Ella es médico psiquiatra, muy emocional y muy sentida. Siempre he estado detrás de ella, siguiendo su ejemplo, hasta que empecé con la música y me independicé. Aun así, vivimos los dos en Barcelona y seguimos muy unidos.

Creo que también heredó de mi madre esa capacidad de esfuerzo y sacrificio por lo que te apasiona.

¿Cómo fue crecer como niño en Benicàssim en los primeros 2000? ¿Cómo viviste tu infancia y tus primeros años como hombre en cuanto a la relación con lo femenino y lo masculino?

Benicàssim es un pueblo peculiar: en invierno tiene 11.000 habitantes, pero en verano llegan a ser 350.000. Así que vivías esperando el verano, porque era cuando el pueblo se llenaba de vida. De repente todo cambiaba: la gente, los bares, incluso la atmósfera. Era casi como vivir en dos lugares distintos.

"Mi madre me ha educado en la conciencia de clase: todo es trabajo y esfuerzo"

En la adolescencia empecé a ir al FIB, y ahí descubrí grupos internacionales que no había escuchado antes. Eso me abrió un mundo y fue cuando empecé a componer mis primeras canciones, con 16 años. Al principio escribía en inglés, influenciado por esas bandas.

En lo sexual, en cambio, me sentía bastante capado. No tenía referentes cercanos. En mi clase no había nadie que yo supiera que fuera gay, y crecí sin ver esas realidades de cerca. Eso hizo que todo se retrasara: hasta los 19 tuve novias chicas, y con 21 viví mi primera relación con un chico.

Recuerdo que cuando me mudé a Barcelona y escuchaba las historias de mi novio de entonces, pensaba: “Qué envidia no haber vivido esas cosas a los 16”. Mi descubrimiento fue más tardío, más contenido, pero también más intenso. Una vez me fui hasta Sevilla a conocer a un chico con el que había hablado por Instagram. Pero es que me sentía más cómodo así, ¿sabes? Fuera de casa, lejos de todo… más tranquilo, más libre.

Un amorcito de campamento de verano.

Total (ríe).

Guitarricadelafuente tuvo que vivir cierta represión sexual hasta los 21 años.

Guitarricadelafuente tuvo que vivir cierta represión sexual hasta los 21 años. Cristina Villarino.

¿Cómo recuerdas esas primeras relaciones con chicas? ¿Sentías que estabas enamorado?

Sí, con mi primera novia adolescente sentí en el momento que estaba enamorado, pero ahora sé que era más un romance de esos que todos tenemos a esas edades, esas fascinaciones… Después, cuando vives un amor verdadero, te das cuenta de la diferencia.

Siempre parece que cada relación nueva sube un peldaño respecto a la anterior, porque te enseña algo distinto. En mi adolescencia, salir de fiesta y ligar parecía lo importante: si no ligabas, parecía que la noche estuviera perdida. Pero al final entendí que eso no me interesaba.

Hay mucho de engordar la autoestima en esa dinámica. El valor parecía estar en si alguien te miraba o no, en si ligabas con alguien guapo o no. Y eso es muy frágil.

¿Cómo ha cambiado tu forma de entender el amor con el tiempo? En tu tema Full Time Papi hablas de un “amor de posmodernidad”. ¿Qué significa para ti?

Me he criado viendo un ejemplo de amor duradero en mis padres, que siguen juntos. Eso me marcó mucho: me transmitió la idea de que el amor es algo que puede ser para toda la vida si hay esfuerzo y compromiso.

Esa percepción sigue en mí, aunque ahora tengo una visión más amplia. Creo que nuestra generación está replanteándose las relaciones: las abiertas, la no monogamia… Todos estamos probando y buscando qué funciona para cada uno.

Cuando hablo de un amor de posmodernidad, me refiero a aceptar que las formas cambian, que ya no hay un único modelo válido. Pero a la vez yo sigo creyendo en un amor profundo y duradero.

"Me interesan los amores de posmodernidad y ver qué nos funciona a cada uno, pero me he criado en el amor duradero de mis padres y creo en él"

Tu música bebe mucho del folclore y de lo popular. ¿Cómo has vivido ese vínculo con la tradición?

Siento que nuestra generación ha tenido acceso a todo. Podíamos escuchar desde grabaciones de 1920 hasta música jamaicana o peruana en Spotify. Eso nos ha permitido crecer con muchísimas referencias y crear mezclas muy personales.

Pero también creo que, dentro de tanto estímulo, hubo un regreso a las raíces. Como si buscáramos un lugar seguro en lo que nos rodeó desde pequeños. A mí me pasó con el folclore aragonés, por ejemplo.

Nuestros abuelos abandonaron el campo para buscar una vida mejor en la ciudad, y con ellos dejaron atrás músicas y tradiciones que les recordaban tiempos duros. Nuestros padres tampoco se interesaron mucho por eso, lo veían como carca. Pero nosotros, con el privilegio de haber nacido ya en la modernidad, podemos mirar ese pasado con otros ojos, romantizarlo y recuperarlo.

Guitarricadelafuente bebe de la tradición y de la modernidad.

Guitarricadelafuente bebe de la tradición y de la modernidad. Cristina Villarino.

En el fondo, ¿ese regreso al folclore es también un regreso a tu infancia?

Sí, totalmente. Es como reconciliarte con cosas que de niño rechazabas. A mí me pasaba con lo religioso o con ciertas tradiciones: de adolescente decía “esto no va conmigo”. Y ahora vuelvo a mirarlas con otros ojos, como parte de lo que soy.

Creo que ese movimiento hacia lo popular y lo tradicional es también un intento de anclarnos en algo, porque todo lo demás va demasiado rápido.

Hablabas antes de lo castizo, de esa estética costumbrista. ¿Por qué crees que nos fascina tanto?

Creo que es porque lo vemos como algo exótico. Nos atrae esa imagen de los abuelos jugando a las cartas en el pueblo o una silla de plástico en una terraza. Es como un lugar parado en el tiempo, congelado, y eso tiene mucha poesía.

Hace cuatro años yo estaba muy anclado en esa inspiración: la música del pasado, la forma más reposada de vivir. Pensaba en canciones que habían trascendido de generación en generación, y sentía la motivación de intentar hacer algo así: canciones atemporales, capaces de trascender.

Esas canciones que les gustan a nuestras abuelas y también a nosotros, como los boleros. Canciones inmutables, grandes canciones de amor para todo el mundo.

Sí, y al final eso tiene todo el sentido. A eso aspiro, de alguna manera. Porque Intentar parar el tiempo en un momento en el que todo va tan rápido es un acto de resistencia, casi revolucionario.

Siento que en este nuevo disco hay un cambio: antes buscaba anclarme en el pasado, ahora me rindo a la velocidad de los tiempos. Vivimos intoxicados por estímulos inmediatos, nuestra generación está saturada de oferta y cuesta mucho saborear las cosas.

Lo mismo pasa con las relaciones: tenemos un abanico enorme de posibilidades a través de las redes, conocemos a más gente que nunca… pero eso también nos hace inconformistas y poco comprometidos.

El artista está cada vez más comprometido con el lugar del que viene, romantiza la tradición y la renueva.

El artista está cada vez más comprometido con el lugar del que viene, romantiza la tradición y la renueva. Cristina Villarino.

Es verdad: a veces dejamos pasar lo bueno porque vamos detrás de los fuegos artificiales.

Exacto. Y luego descubres que lo que dejaste escapar quizá era lo mejor. Pero vivimos en esa lógica de mercado, de pensar siempre en lo que viene después.

Yo lo vivía como algo negativo, me atormentaba. Ahora intento darle la vuelta: verlo como algo fresco, motivador, y disfrutarlo. Esa ha sido la clave de este disco.

Y lo has logrado hacer luminoso. Escuchándolo entran ganas de vivir: es muy romántico, aunque sea un romanticismo consecutivo, de decir “hoy estoy contigo, mañana ya veremos, pero ahora estoy contigo”.

Justo. Gracias. Me ilusiona que lo veas así. Ese ha sido el punto cardinal del disco: aceptar lo que me rodea, rendirme a ello y disfrutar del viaje, de la corriente, de la belleza.

Hablando de belleza, tu preciosa perra se llama Chavela. ¿Qué artistas femeninas han sido referentes para ti, además de la Vargas?

Chavela Vargas, por supuesto. Esa figura tan poderosa, fumadora, libre. También descubrí hace poco a Lee Krasner, la pintora, y me obsesioné con su vida y su obra.

En lo musical, he escuchado mucho a Violeta Parra y Mercedes Sosa. Más recientemente, artistas como Mina o fenómenos como The Last Dinner Party me han inspirado.

"Admiro a Chavela Vargas, a Lee Krasner, a Violeta Parra, a Penélope Cruz y a Ángela Molina: pienso mucho en ella mientras compongo"

¿Y escritoras?

Me gusta mucho Marta Sanz. La conocí hace poco y me encantó su manera de ver el mundo.

¿Y en el cine? ¿Alguna actriz o cineasta que te inspire?

Penélope Cruz, sin duda. Y también Ángela Molina, que me parece poderosísima. De hecho, la visualicé mucho mientras componía: me la imaginaba cantando con su pelo suelto, con unas botas negras, con una fuerza impresionante.

¿Algún personaje de ficción femenino que haya marcado tu infancia?

Mulán, sin duda. Tenía la cinta de la película y la veía en bucle, igual que Hércules. Me fascinaba. Había un juego ahí muy interesante: la historia de un personaje disfrazado que provocaba deseo, incluso en esa ambigüedad. Creo que fue una referencia muy fuerte para mí.

Guitarricadelafuente es uno de los artistas más pujantes de nuestra época, como músico y como actor.

Guitarricadelafuente es uno de los artistas más pujantes de nuestra época, como músico y como actor. Cristina Villarino.

Hemos hablado de familia y referentes culturales. Ahora quiero preguntarte por la amistad femenina: ¿qué papel juegan tus amigas en tu vida?

Siempre he tenido más amigas que amigos. Mi grupo de toda la vida son cinco chicas y unos pocos chicos, los de siempre. Con mis amigas siento un vínculo muy especial: hay algo maternal, de cuidado, de fuerza.

Son mujeres muy potentes, y estar con ellas es sentirte arropado. Es una energía muy distinta a la que tengo con mis amigos hombres, y me aporta muchísimo.

"Mi masculinidad no está definida del todo y espero que nunca lo esté, porque quiero que cambie conmigo"

Tu disco también es muy queer, fluido, fluvial... orgánico, burbujeante, libérrimo. Muy a la vanguardia, me fascina. ¿Cómo has ido explorando tu propia masculinidad?

Creo que todavía no la tengo del todo definida, y espero que nunca lo esté, porque quiero que siga cambiando conmigo.

En este disco hay una masculinidad muy presente, pero presentada de forma irónica. Trabajo con recursos asociados a lo viril, incluso a lo amenazante (como el coro de “full time papi”), pero los recontextualizo para que dejen de ser una amenaza y se conviertan en algo que me acompaña. Es como transformar esas voces que antes me imponían en un ejército propio.

Con mis amigos heteros nunca he sentido esa masculinidad tóxica, aunque soy consciente de que fuera de nuestra burbuja aún existe, y mucho.

También hay en mí una masculinidad sensual, lúdica, ligada al cuerpo. Antes todo era más lírico; ahora siento que mi música también nace del cuerpo. He aprendido a aceptarme, a mostrarme sin tantos artificios. Es un proceso, claro, pero ahora me siento mucho más libre y a gusto con quien soy.