La cantante sigue triunfando décadas después de su salto al estrellato.

La cantante sigue triunfando décadas después de su salto al estrellato. Cedida

Protagonistas

La habanera Albita Rodríguez conquista Madrid a golpe de concierto: "Cuba me duele cada día, cada segundo"

La cantante llega a la capital el martes 16 de septiembre, pero antes conversa sobre sus raíces, el panorama musical actual y lo que está por llegar.

Más información: Edith Head, la mujer tras el 'glamour' de Audrey Hepburn y Grace Kelly y que tiene un récord de premios Oscar

Publicada

Hay artistas que se convierten en símbolos. Albita Rodríguez lo es. Además de ganadora de varios Grammy —entre ellos uno a la excelencia—, un Emmy y 17 nominaciones a este mismo reconocimiento; y el Lifetime Achievement Award de la Latin Recording Academy.

Esta habanera, que renovó las raíces campesinas de Cuba, es, como dijo Emilio Estefan, "la voz más auténtica que ha salido de la isla".

Oprah Winfrey la llamó "el condimento eterno" en el homenaje a Quincy Jones. Chucho Valdés la definió como "un icono, una voz única, irrepetible". Y, sin embargo, ella nunca ha dejado de ser aquella joven que irrumpió en los programas de música guajira en los años 80, cuando la juventud ya había dejado de escuchar a los viejos trovadores.

La artista posando en una foto de estudio.

La artista posando en una foto de estudio. Cedida

Hoy, mientras prepara su regreso a España con un concierto en la Casa de América de Madrid el 16 de septiembre, conversamos como dos exiliados que, separados por el océano, siguen amando el sonido cubano.

Albita, acabas de grabar con Lolita Flores Cántale a la Vida, un encuentro entre el son y el flamenco. ¿Cómo nació el proyecto?

Todo comenzó cuando nos dieron a las dos el Grammy a toda una carrera acá en Miami, ahí nos conocimos personalmente. Me sorprendió que en su discurso de agradecimiento dijera que ella ya no cantaba. Aquello me chocó. Hacía poco había escuchado una versión suya de Mediterráneo que me había fascinado.

Entonces, me acerqué, conversamos y le pregunté que si no le gustaría hacer un dúo conmigo. Me dijo que sí, le hice la canción, se la mandé y le encantó. Lo demás es historia. Hicimos el vídeo, cantamos la pieza. Aunque ella sigue insistiendo en que no lo va a hacer más (ríe). Me alegro mucho de que haya roto su silencio musical para hacer esto.

En esta colaboración muchos ven un eco simbólico: Celia Cruz y Lola Flores, ahora Albita y Lolita. ¿Lo sentiste también como un homenaje intergeneracional?

Salió de un momento especial, de una motivación… del corazón. Y, por otra parte, ya sabemos que Celia y Lola son iconos irrepetibles. Son mujeres que se dan una vez y no más en la historia.

El 16 de septiembre regresas a Madrid, a la Casa de América. ¿Qué significa para ti reencontrarte con España en este momento de tu carrera?

En realidad, en los últimos dos años he estado viajando bastante a Madrid a diferentes tipos de eventos. Ahora regreso también a las Islas Canarias a un festival importante que se hace en Gran Canaria.

Allí tendré el honor de trabajar por primera vez con un grupo local que se llama Los Troveros de Asieta y, entonces, paso por Madrid para mi primera presentación en la Casa de América. Es un honor.

España te ha visto antes, en giras y musicales. ¿Qué diferencia tendrá este concierto respecto a aquellas experiencias?

Siempre trabajo usando disímiles formas de interpretar la música de Cuba, manteniendo firme una raíz en la que nací y me críe. Pero, obviamente, voy coqueteando con otros géneros, fundiéndome con otras historias.

El tiempo ha pasado, hay temas nuevos, aunque trato de hacer un recorrido por los éxitos, por los orígenes, para no perder el vínculo con lo que, en mi opinión, es lo más auténtico y lo más primitivo de lo nuestro.

En este caso, son las décimas y las tonadas, pasando por el son, desde el tradicional al fusionado. Serán canciones para alegrarnos la vida, que hace falta.

Eres una mujer marcada por la tradición campesina. Creciste con tus padres, cantando, precisamente, décimas en casa. ¿Qué más te influyó?

Eso fue lo primero que abracé. Fue por mis padres, que eran cantores de piezas tradicionales campesinas. En mi casa siempre había parrandas, fiestas de tonadas, guajiras y sones. Creo que ese mundo fue definitorio para mí.

Pero, en paralelo, pertenezco a una generación, a un momento histórico diferente que vivió la prohibición de los éxitos en inglés en Cuba. Por lo tanto, yo lo que escuchaba los sábados, lo que bailaba, eran temas en inglés: Led Zeppelin, Janis Joplin y Los Beatles (ríe). Y a la vez, mi barrio era rumbero, lleno de santería. Esas son mis tres influencias.

Recuerdo cuando sacaste Habrá Música Guajira en 1988. Fue como una sacudida para quienes pensábamos que el género era cosa de viejos. ¿Eras consciente de ese cambio generacional que provocaste?

Era un momento histórico donde se estaba apagando la música tradicional. En la televisión solo se escuchaba a los grandes del pop español: desde Los Mustang a Masiel. Era lo que se permitía. Así que sí, creo que fui una artista importante en ese momento, rescatando lo que se consideraba como antiguo.

Me dediqué a mezclar la décima, las tonadas, los toques de santos, las melodías afrocubanas… Y todo ello con una estética muy diferente, porque yo ya pertenecía a una generación medio hippie. Para comprender esta mezcla hay que entender lo que estaba pasando en aquel momento. Es lo que sentía, es mi ADN y lo amo.

Pasaste por Colombia antes de instalarte en Miami. ¿Qué aprendiste de esos primeros pasos en la diáspora?

Colombia fue un país definitorio en mi carrera. Allá, de repente, encontré la respuesta que esperaba en Cuba, que también la terminé teniendo, pero entonces fue más allá.

La juventud de ese país recibió mi trabajo como si fuera propio. Temas como La Parranda se hicieron hits, algo que me abrió un camino maravilloso. Siempre digo que fue un lugar determinante para mí como artista y ser humano.

Una vez que crucé la frontera Ciudad de México-El Paso, todo fue comenzar de nuevo. Además, en una Miami que no es la de hoy. En aquel momento se dividía en dos: una estaba parada en la nostalgia, detenida en el tiempo, y la otra era la del glamour, los grandes conciertos de los artistas norteamericanos, españoles…

En ese contexto arranqué en un sitio pequeño de la Calle 8, a trabajar, haciendo lo mío. Dentro de mis posibilidades, seguí defendiendo lo más auténtico de la música cubana. Pero siempre escuchando a los jóvenes, fusionando, mezclando, estando al tanto de lo que pasaba.

Y mi arte enseguida empezó a cobrar otra dimensión, y no solo para los exiliados. También tuve experiencias bellísimas con personas importantes de la industria del entretenimiento: figuras como Gianni Versace, Madonna o la fotógrafa Annie Leibovitz, que me hizo una sesión de fotos magnífica.

Eso provocó que mi sonido empezara a estar en el cine, en Hollywood… Para mí fue muy emotivo verme cantando décimas, desde la manera más enraizada hasta la forma más moderna, en diferentes lugares.

Tuve el privilegio de actuar en los 50 años de Quincy Jones. Todo fue creciendo y hasta el sol de hoy he podido seguir viviendo de ello y, de alguna manera, poner mi granito de arena para perpetuar la música cubana.

Albita, yo lo siento y te lo pregunto de frente: a mí Cuba me duele, ¿y a ti?

Claro que duele. Cada día, cada segundo. Un país hermoso, una cultura espectacular, llena de grandes representantes en todas las manifestaciones artísticas.

La cantante visita Madrid el 16 de septiembre.

La cantante visita Madrid el 16 de septiembre. Cedida

Pero, desgraciadamente, también se trata de una de las dictaduras más devastadoras que han existido, menos escuchada y con menos solidaridad. Me recompensa seguir llevando con mucho honor nuestra música por el mundo.

Has colaborado con Celia Cruz, Paquito D’Rivera, los Estefan, Juan Luis Guerra, Tony Bennett… ¿Con qué te quedas de esas experiencias tan diversas?

He tenido la suerte de compartir escenario con todos ellos. Pero, por supuesto, la más especial es Celia Cruz.

En aquel contexto histórico que ya te comenté, la prohibieron en Cuba. Yo crecí sin saber de ella. La vi cantar en Colombia por primera vez. Ahí hubo una conexión. Sentí como que me devolvieron algo que me habían quitado, un pedazo de mí.

Después tuve el privilegio de conocerla y trabajar a su lado. Me invitó a cantar en sus giras. Aprendí mucho de la artista, pero sobre todo del ser humano. Alguien especial, cariñosa, con don de gentes. Ella seguirá siendo la artista grande.

Tu programa de televisión La Descarga con Albita te dio un Emmy. ¿Qué significó para ti?

Tuvo cosas positivas y algo negativo. Lo mejor fue que la gente agradeció un show en vivo con artistas internacionales. Sin embargo, me alejó de los conciertos y las giras. Ahora lo estoy pagando (ríe). Estoy recomenzando. Entre eso y la pandemia casi estoy arrancando de cero.

Hoy el reguetón domina. ¿Cómo ves ese fenómeno?

Para gustos se han hecho los colores y para los colores, las flores, como indica el dicho. Creo que tiene su público joven. Deberíamos entender el contexto sociopolítico y cultural en el que nacen estas corrientes musicales con una cantidad impresionante de seguidores.

Hay quien tiene mejores textos, otros son más bailables. Pienso que hay espacio para todo el mundo. Lo que veo con preocupación es que, de pronto, se convierta en una sola manera de asumir un arte… Así no debería ser. Hay mucha gente que quiere escuchar otras propuestas.

Y, para cerrar, ¿qué sueña todavía Albita Rodríguez después de los reconocimientos, giras y homenajes?

Lo único que espero es seguir trabajando. Tengo muchas ideas. Acabo de grabar con el maestro Chucho Valdés y ha sido una de las experiencias más bonitas que he vivido. O este dúo con Lolita, a la que respeto mucho. Es una mujer que debe seguir cantando, que tiene mucho que decir.

Todavía queda por recorrer, estoy abierta a todo, me gusta la música, colaborar. Después del concierto en Madrid, me quedo unos días porque vamos a grabar unos inventos míos que no te puedo decir (ríe).

No paro de trabajar… ¡Ah, y un musical! Pero, lo inmediato, es esta cita del 16 de septiembre con cuatro compañeros fabulosos. Espero que vayamos para pasar una tarde linda llena de ritmos cubanos de todo tipo.

Albita no canta: encarna. Es tambor, isla, herida y esperanza. Su voz es raíz y futuro, un eco que atraviesa mares y nos recuerda que, aunque vivamos lejos, Cuba nos sigue habitando. Su música no se escucha: se mora, se sufre, se goza. Por eso, cuando suene en Madrid, muchos de nosotros sentiremos que, por un instante, hemos vuelto a casa.