Paloma Sánchez-Garnica,  posando durante la entrevista.

Paloma Sánchez-Garnica, posando durante la entrevista. Cedida

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Paloma Sánchez-Garnica: "Hay verdades que no arreglan nada, y en esos casos, el silencio es la mejor opción"

La escritora ganó el Planeta 2024 con 'Victoria', una novela que ahonda en las transformaciones de la sociedad y las emociones.

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Rosa Sánchez de la Vega
Publicada
Actualizada

Con La sospecha de Sofía, Últimos días en Berlín y Victoria, Paloma Sánchez-Garnica ha escrito tres novelas independientes que comparten una ambientación común en el convulso siglo XX. A través de sus protagonistas —mujeres que afrontan el miedo, el dolor y las consecuencias de la guerra— la autora ofrece una mirada cercana a algunos de los episodios más duros de la historia reciente.

Más que centrarse en los grandes hechos, se detiene en cómo estos afectan a las personas, especialmente a quienes luchan por seguir adelante. Las tres obras, aunque diferentes, están unidas por esa voluntad de conectar memoria e identidad.

Victoria, novela ganadora del Premio Planeta 2024, cierra este ciclo literario con una historia sobre identidad, verdad y resiliencia. Y lo hace regresando a Berlín, ciudad clave en las tres novelas y escenario de una Europa fracturada, donde las ruinas —visibles e invisibles— siguen hablando.

Durante dos días, acompañamos a la autora por los escenarios que dieron vida a su última novela. Más que una ruta literaria, fue un recorrido emocional. En el Alliierten Museum habló del “aire denso, lleno de necesidad y miedo” que respiran sus personajes. En la antigua Radio RIAS reflexionó sobre la batalla del relato: “También había que sobrevivir al discurso”.

La Karl-Marx-Allee mostró la distancia entre propaganda y realidad. En Tempelhof evocó el miedo cotidiano del puente aéreo. Y en el puente Oberbaumbrücke, ficción y memoria se fundieron en silencio.

“Tuve la suerte de no vivir una guerra, pero la literatura me ha permitido ponerme en los zapatos de quien sí lo hizo”, dice la autora. Victoria no solo cierra una trilogía: es un homenaje a quienes sobrevivieron al miedo. Porque, como dice Paloma, “si no hay esperanza, no hay nada”.

¿Cómo gestionas emocionalmente el peso de revivir épocas traumáticas como la posguerra en Berlín durante la escritura?

Para mí, es una forma de entender esa época a través de la lectura y sobre todo, de la escritura, porque es un paso más, es como saltar al otro lado del espejo. Y creo que es una manera de conocer mejor al ser humano en unas situaciones muy complejas que yo he tenido la suerte de no vivir.

Paloma Sánchez-Garnica ganó el Premio Planeta en 2024.

Paloma Sánchez-Garnica ganó el Premio Planeta en 2024. Cedida

¿La ficción te ayudó a procesar emociones personales?

La ficción ayuda a conectar con las emociones, tanto al escribir como al leer. La lectura nos abre los ojos a otras vidas, a otros mundos, a distintas formas de ver la realidad. Porque no existe una sola: cada persona tiene la suya. Y eso es lo que nos permite, ampliar la mirada, comprender otras perspectivas. 

La línea entre víctima y verdugo diría que es borrosa en tu novela. ¿Te ha hecho replantear alguna de tus ideas sobre la moralidad?

Tendemos muchas veces a juzgar sin conocer los elementos o las circunstancias que rodean el actuar o la acción, o la gente que actúa de forma perversa, con maldad, porque creo que es un aprendizaje y procuro no juzgar porque generalmente te puedes llegar a equivocar hasta que lo analices más profundamente. La literatura me ha enseñado a no tener prejuicios sin profundizar.

¿Qué parte de 'Victoria' habla directamente sobre la condición humana más allá del contexto histórico?

En la historia, lo que realmente trato de entender es la condición humana. Cómo personas como yo, mujeres, gestionan su vida, actúan, se relacionan y enfrentan circunstancias muy distintas a las mías.

Al final, mis novelas giran en torno a los sentimientos universales del ser humano, cuya esencia es prácticamente la misma en todas las épocas. Lo que cambia es el contexto: las leyes que nos rigen, los principios morales, las costumbres, las tradiciones y nuestro entorno más íntimo.

¿Qué papel tiene el miedo en la novela y en la historia de la postguerra?

El miedo es un instrumento muy utilizado, sobre todo por quienes tienen el poder. En esa época, eran muy variados y cambiaban según el contexto.

Durante el nazismo, el miedo tenía unas características, mientras que en la posguerra y en lugares como Estados Unidos se vivían otros tipos de temor. Por ejemplo, el de no poder alimentar a los hijos, ser detenido por actividades ilegales como el mercado negro, o simplemente sobrevivir.

En Estados Unidos, se sentía el miedo de los afroamericanos a expresar sus opiniones o a vivir con libertad, así como el de quienes habían tenido contacto con comunistas o sindicalistas, que podían ser señalados como traidores o espías.

¿Qué responsabilidad tiene el escritor al narrar memorias históricas tan dolorosas?

Tenemos una gran responsabilidad: contribuir a que los lectores conozcan las experiencias de personas como nosotros, no para generar alarma, sino para mantener viva la conciencia. Los errores del pasado pueden repetirse, y la literatura es una herramienta esencial y accesible que nos ayuda a entender quiénes somos y por qué actuamos como lo hacemos.

Portada de 'Victoria', la obra de Paloma Sánchez-Garnica.

Portada de 'Victoria', la obra de Paloma Sánchez-Garnica.

¿Qué importancia tiene para ti la memoria histórica?

Es absolutamente necesaria. Necesitamos conocer nuestro origen, entender qué somos y por qué somos así. No para justificar, sino para comprender y prepararnos mejor para el futuro.

De lo contrario, corremos el riesgo de tropezar una y otra vez con los mismos errores. Estamos, sin duda, en una encrucijada.

¿Qué escenario de Berlín te marcó más durante la escritura?

Me impactó mucho lo que vivieron los berlineses occidentales durante el bloqueo, porque aunque conocemos el puente aéreo, pocas veces se profundiza en el miedo constante que sentían a que estallara una nueva guerra justo cuando intentaban sanar las heridas de la anterior.

Ese temor diario, que se prolongó casi un año, fue uno de mis mayores descubrimientos. No se trata solo de los hechos, sino de cómo las personas enfrentaron la amenaza real de un nuevo conflicto, ahora con el peligro añadido de un arma nuclear, que la Unión Soviética ya tenía lista desde octubre de 1949.

¿Qué enseñanza sobre el duelo y la esperanza te dejaron tus personajes?

Toda, porque el periodo de duelo es necesario atravesarlo, pero siempre debe haber esperanza. Tenemos que aferrarnos a ella, es la única manera de salir adelante. Sin esperanza, no hay nada.

El amor también es fundamental. Nos salva, y puede con todo. El pasional, el fraternal, el dirigido a los hijos, a las madres, a los padres. Creo que eso nos dignifica como seres humanos.

¿Qué parte de ti misma reconoces en Victoria?

Yo no estoy en las mismas circunstancias, no me veo en situaciones tan complejas, pero sí como una luchadora. Haría lo que fuera para salvar, no solo a mis hijos, sino también a mis nietos, porque esto se alarga.

¿Cómo ves el papel de la mujer en contextos históricos tan adversos?

Creo que muchas veces se nos ha olvidado. Parece que solo los hombres sufrieron las guerras porque iban al frente, y ellos eran los que tenían que morir ahí.

Mientras tanto, las mujeres se quedaron salvaguardando el hogar, el núcleo al que luego regresaron esos hombres que sobrevivieron, pero también sufrieron las barbaridades de la guerra: los bombardeos, el hambre, las atrocidades cometidas por los ejércitos y por hombres embrutecidos que descargaban sobre ellas toda su rabia y afán de venganza.

Lo que no podían hacer con otros hombres, aun sus iguales, lo hacían con las mujeres.

¿Escribir sobre la guerra te ha cambiado como persona?

Sí, escribir y leer siempre cambian. La lectura y la escritura nos enriquecen, nos llenan como seres humanos, nos hacen aprender, comprender y ver la vida desde perspectivas diferentes. Es un proceso fundamental.

¿Estás ya trabajando en otra novela? ¿Puedes contarnos algo sobre ella?

Sí, llevo unas 150 páginas. Está ambientada en otro país; no repito escenario. Por ahora prefiero no contar mucho, porque esas páginas pueden cambiar y no hay nada definitivo.

Lo que sí sé es que esta novela es muy mía: los personajes me pertenecen ahora, aunque sé que cuando la termine los dejaré ir para que cada lector los haga suyos. Esa es la magia de la literatura.

'Victoria' cierra la trilogía de Paloma Sánchez-Garnica.

'Victoria' cierra la trilogía de Paloma Sánchez-Garnica. Cedida

¿Qué ha significado para ti ganar el Premio Planeta? ¿Qué es lo más relevante que te deja esta experiencia?

No creo que me haya cambiado como persona, pero sí me ha aportado mucho conocimiento y un reconocimiento importante, ya que solo existen 72 premios Planeta además del mío.

¿Qué crees que tiene más valor: el silencio o lo que se cuenta?

Depende. A veces es mejor guardar silencio porque no siempre contar la verdad es lo más conveniente. Hay que evaluar bien los pros y los contras. Cuando hay dudas, prefiero callar, ya que decir la verdad sin que aporte algún beneficio puede causar más daño que bien.

Algunas personas prefieren ser honestas aunque duela, pero yo opto por asumir mi propio dolor antes que lastimar a otros. Hay verdades que no arreglan nada, y en esos casos, el silencio es la mejor opción.

¿Tenías pensado hacer esta trilogía?

No, no tenía planeado hacer una trilogía. Todo comenzó con la historia de La sospecha de Sofía, y a partir de ahí quise comprender cómo se llegó a esa situación.

Después, al terminar Últimos días en Berlín, sentí la necesidad de contar cómo esas mujeres lograron salir adelante tras la tragedia que vivieron en Berlín de 1945, justo al finalizar la Segunda Guerra Mundial.

Así que la trilogía surgió de la curiosidad y el deseo de profundizar en diferentes momentos históricos.